Hacía rato que había anochecido cuando Giulietta despertó de su descanso, tras ponerse en pie miró el ataúd de hierro, estaba intacto.
Sacó algo de ropa vieja de un baúl del fondo, una camiseta negra de manga corta y unos pantalones medio rotos, se cambió, se recogió el pelo en una coleta y tiró el traje de neopreno al suelo, estaba totalmente destrozado. Entró en una habitación contigua y salió seguida de un joven de mirada perdida, se alimentó de él y le dejó a un lado.
Bueno, vamos allá. Se quitó el colgante e introdujo la llave en el candado del ataúd donde "reposaba" Vlad, abrió la pesada tapa y ahi estaba... aún con mandíbula medio desencajada y lleno de heridas. Le sacó, le arrastró pesadamente hasta la pared más cercana, de laque colgaban cuatro grilletes, con gran dificultad incorporó al cainita y le esposó al muro de piedra. Sus negros ojos aún abiertos parecían no mirar a ningún sitio.
Durante un par de minutos permaneció inmóvil, de pie ante Vladimir, observándole detenidamente... solo te falta la corona de espinas pensó divertida. Se acercó a él, tanto que si su corazón latiera podría oirlo... solo pensarlo provocó una leve risa en la vampira.
Miró a sus ojos, totalmente negros, como si estuvieran vacíos, apagados... su boca seca y esos afilados colmillos... tenía una profunda herida en el hombro derecho, introdujo el dedo índice y observó la sangre, más oscura y espesa de lo normal, no tanto como la del nictucu pero casi... la estaca... la agarró con la mano ensangrentada... sería tan fácil... se imaginó a sí misma empujando la estaca hasta el fondo y seccionando la cabeza del vampiro acabando para siempre con su existencia... o mejor aún, miró hacia una oxidada mesilla metálica en la esquina, en ella había material quirúrgico y extraños instrumentos de tortura, con un especímen vampírico como aquel... podría probar un par de cosillas... de repente agitó la cabeza y se separó de Vladimir. ¿Realmente quería matarle? llegó a imaginarse a sí misma haciéndolo, pero algo se lo impedía, otra vez su mente era un mar de dudas.
Sabía que tenía que hacerlo, todo lo que ganaría con ello... pero no podia.
"Si no he vuelto en dos o tres dias empieza a preocuparte". Así se lo había dejado dicho su señor, quien también le habia dejado una caja y un sobre con instrucciones por si algo ocurriera. Ambrosio dió un pequeño trago al vial de sangre que Vladímir le habia dejado para pasar su ausencia, para guardarlo después en el frigorífico.
Tomó un abrigo ligero, y, con un mal presentimiento en el cuerpo, se encaminó al Castillo. Pese a que era una noche templada, de principios de primavera, un escalofrio le recorrió el espinazo.
Giulietta intentó alejar todo tipo de pensamientos de su mente mientras se acercaba a la pequeña mesa metalica, rebuscó entre el intrmental, cogió un bisturí... no... necesito algo con la hoja más larga... cogió un cuchillo de cocina... esto valdrá.
Se acercó a Vladimir y con cuidado rajó su estómago y sus muñecas... un espeso charco apareció bajo el vampiro, manchando los descalzos pies de Giulietta... cada vez más vitae que se expandía por el suelo... *pap*... *pap*... el goteo de la sangre cayendo por el desagüe del centro de la estancia... Tenía que eliminar toda la sangre de nictucu que pudiera de su cuerpo antes de que lo corrompiera por completo, debía ser cuidadosa e ir reciclando la sangre de su cuerpo poco a poco.
Vladimir despertó. Estaba en una cueva. A oscuras. Aguzó la vista, y no pudo distinguir nada. Oscuridad total. Olía a humedad...y ... a putrefacción. Le dolía y ardía todo el cuerpo. Su cabeza ardía. Oía las voces, pero como si estuvieran muy lejos. Sus oidos captaron un sonido, como de algo arrastrandose. Intentó moverse, pero sus miembros no respondían. El sonido se acercaba, cada vez más. Lucho, aterrorizado y desesperado, por moverse, tenia que huir. Notó que algo le subía por las piernas. Gritó pero no podía oirse a sí mismo. Notó algo frio en su estómago. Gritó cuando aquello le abrió de par en par. Noto varios cortes más. Notó como algo caliente entraba en sus resecas entrañas y las removía, justo antes de caer incosnciente.
Acercó al joven que esperaba en las sombras. Miró el cuchillo ensangrentado, el cuello de Vlad... volivó a verse a sí misma rajando su cuello, la sangre salpicando a su alrededor... llenó sus pulmones de aire y expiró cerrando los ojos... los abrió nuevamente y cortó la muñeca del joven, un escalofrio le recorrió la espalda, era una herida mas grave de lo acosumbrado.
Giulietta soltó el cuchillo, sujetó a Vladimir por la boca y puso sobre ella la muñeca del muchacho, la sangre roja y pura del muchacho descendió por la garganta del vampiro, mezclándose con la escasa cantidad de sangre que quedaba. Giulietta masajeaba la garganta del cainita para que tragara. De las heridas que la lasombra le había hecho volvió a brotar la sangre, esta vez algo menos espesa. Continuó alimentado al vampiro hasta que las el muchacho perdió el conocimiento. Las heridas de Vladimir empezaron a curarse lentamente, parecía que la cosa iba bien. Volvió al cuarto de al lado y trajo consigo a otro muchacho, más mayor y fornido que el anterior.
Sangre. Sangre bajando por su garganta. Pero no la bebía el. Notaba como entraba directamente a la garganta, sin pasar por su boca. Le dolía el cuello. Notaba algo perforandoselo, un tubo por el que bajaba la sangre. Seguia sin poder moverse. Seguía sin ver nada. Su cuerpo y su cabeza seguían estallando en oleadas de dolor y fuego. Se dió cuenta de que seguía sangrando. Le alimentaban, y le desangraban al mismo tiempo... ¿quien podría estar haciéndole esta salvajada? ¿Quién podria encontrar algun tipo de disfrte en algo así? Quería llorar, pero ni siquiera sus ojos respondían a sus órdenes. Notó como el dolor y el ardor disminuían, poco a poco... con cada trago de sangre ... poco a poco ... con la sangre que escupían sus entrañas... poco a poco ... poco a poco...
Entonces, despertó.
Ambrosio se encontraba frente a las puertas del Castillo. Levantó una enguantada mano para llamar a la puerta. Dudó por un momento. La mano, cerrada en un puño, fue a su boca. Cerró los ojos, para reprimir otro escalofrio. Asió el llamador, y golpeo la puerta tres veces.
Como de costumbre fue Dorian quien abrió la puerta, en calzoncillos y camiseta, despeinado y somnoliento.
- ¿Si? - hasta que no terminó de bostezar no se dio cuenta de tenía delante al mayordomo del arzobispo - ¿Qué desea?
El rostro del mayordomo reflejó el nudo que se formó en su garganta al ver a Dorian abrirle la puerta. Sabía que el humano habia acudido a la excavacion con su señor. Que él estuviera en el castillo tan tranquilo, y su señor no hubiera dado señales de vida le preocupaba mas aún.
- Buenas noches, Dorian. Disculpe si le he despertado. Queria saber ¿han terminado ya en la excavación? ¿Está por casualidad mi señor con su señora en el Castillo? Me extraña que no haya regresado a La Salle aún.
Dorian resopló y se rascó la cabeza.
- Será mejor que pase - dijo cediendole el paso, fueron hasta el salón y Dorian ofreció asiento a Ambrosio. - Bien, cierto es que su señor está en este castillo, aunque me temo que no esta... en plenas condiciones, por decirlo de alguna forma. - Dorian no tenía muy claro lo que Giulietta pretendía hacer ahi abajo con Vladimir, asi que debía andarse con cuidado y no meter la pata con Ambrosio.
Ambrosio frunció el entrecejo. Sus sospechas se confirmaban. Su señor estaba en problemas. Ahora tendría que averiguar si sus anfitriones eran parte de esos problemas, o de la solución.- ¿Qué le ha pasado? - sus ojos mostraban preocupación. - ¿Puedo verle?
El joven suspiró, no dudaba de hasta que punto Ambrosio estaba familiarizado con el mundo cainita, pero siendo ghoul de quien era suposo que al menos sabría tanto como él.
- Al llegar a la excavación sufrimos el ataque de un grupo de hombres lobo, creo que fue una trampa de la otra sanguijuela con la que ibamos... el tio ese de la pipa, no recuerdo su nombre... el caso es que hubo muchas bajas, Vladimir quedó encerrado en la cueva, hubo un desprendimiento, la entrada quedó cerrada totalmente.
Ambrosio asintió varias veces, invitandolo a continuar.
- Mi señora y yo conseguimos entrar en la cueva dos noches despues, no fue facil despejar la entrada. Una vez dentro seguimos el rastro de su señor, tras unas horas de camino dimos con el.
- ¿Y bien? - apremió al joven para que continuara.
- Y apareció otra criatura más, mi señora se enfrentó a ella y finalmente conseguimos derrotarla, pero su señor... - Dorian prefirió omitir el pequeño detalle de la estaca en el corazón - estaba terriblemente herido, además no era él mismo, la sangre de ese bichejo le estaba haciendo algo...
El rostro del mayordomo reflejaba el terror y la preocupación conforme Dorian continuaba con el espeluznante relato.
- Finalmente conseguimos salir y volver al castillo, cuando lo hicimos la señora se encerró con él en el sótano y no ha vuelto a salir... eso fue ayer por la noche, ha dado órdenes estrictas de que no se la moleste. Está intentando salvarle la vida... aunque dado el estado en el que se encontraba dudo que pueda conseguirlo... - al no saber las intenciones de Giulietta tampoco podía predecir el estado en el que Vladimir saldría del sótano, si es que alguna vez llegaba a hacerlo.
- Bien, estimado Dorian. Gracias. Doy por hecho de que está familiarizado con el juego del poder entre los cainitas. Es más, sabiendo que conoce la relación entre nuestros señores, y las costumbres de éstos, supongo que no le extrañará que haga esto - dijo mientras amartillaba un revolver, apuntando a Dorian - y le pida, desde el respeto, que incumlpa las ordenes de su señora.
Dorian abrió los ojos sorprendido cuando Ambrosio le apuntó con el arma.
- ¿Está seguro de que quieres hacer eso? si me matas tu también morirás. - Sentenció el joven. - Ahora mismo la vida de su señor está a merced de mi señora... y si aprietas ese gatillo también lo estará la suya... - su tono era serio, pero no amenazador.
- No me importa morir o matar. - afirmó serio - Deseo cerciorarme de que Vladimir sigue vivo. Como comprenderá, no puedo fiarme simplemente de su palabra, y espero que un método más... expeditivo... le ayude a considerar mi posición.
- Me temo que no puedo satisfacerle Ambrosio. Mi lealtad hacia Giulietta va más allá de la sangre, su palabra es ley para mi. Pero entiendo perfectamente su situación... al fin y al cabo su existencia depende su señor.
Vlad observó la sala, tristemente iluminada. Sus miembros no respondian. Solo podía mirar al frente. Abajo suya creyó distinguir una de sus estacas. Era lo que sentía perforándole el pecho. Sentía su vientre, abierto, como sus muñecas. ¿Seguía en una pesadilla? Su cuerpo seguía ardiendo por dentro, aunque menos. Notó las voces, esta vez mas cerca, mucho mas cerca. Gritando, protestando.
Intentó buscar alguna mente cercana, poder manipularla, tocarla, algo. Necesitaba saber si era pesadilla o realidad. Sea como fuere, necesitaba salir de ahi. Muy debilmente, pudo notar algunas almas, adormecidas, despiertas, presentes o ajenas.... entre ellas, una destacaba. Familiar, conocida. ¡Ambrosio!
Fue en ese momento cuando la pesadilla se tornó apocaliptica. Desde un lateral, vio acercarse a Giulietta con un niño de la mano. ¡Giulietta! Las voces gritaban, acusadoras, con toda su fuerza ¡GIULIETTA! ¡GIULIETTA! Sintió la ira recorrer su cerebro, y sin emitir un sonido, sin mover un musculo, gritó de rabia como nunca antes había gritado
Giulietta se hizo un corte en la muñeca del muchacho, y al igual que hizo con el anterior vertió su sangre en la boca del vampiro. Su rostro estaba sereno, mirada fría y movimientos precisos, aunque interiormente se ahogaba en un mar de dudas.
Iba en contra de sus principios dejarle con vida, la filosofía en la que la adoctrinaron desde su muerte se centraba en la obtención del beneficio propio a cualquier precio, no importaba quien se interpusiera, no dabía aceptar la derrota... y jamás, bajo ningún concepto debía desperdiciar la oportunidad de ascender y conseguir el poder... y ahora mismo, Vladimir suponía un obstáculo insignificante.
Dorian sintió como un escalofrío le recorría la columna... algo intentó asaltar su mente Aaarrghhhhhh!!!! se llevó las manos a las sienes y apretó con fuerza, estaba mareado, la presión le había bajado de golpe. Con la vista borrosa vió como Ambrosio hincó las rodillas gritando con los ojos en blanco, soltando el arma. Sentía como si su mente estuviera siendo destrozada en pedazos, pisada y arrollada sin remordimiento. Vomitó, salpicandole, y cayó inconsciente hacia un lado. el joven extendió el brazo para coger el arma, cayó al suelo y lo palpó hasta dar con ella.
Se alejó arrastrándose de Ambrosio, estaba confuso y desorientado, ¡¿qué cojones ha sido eso?! parecía que ya había pasado, su vista volvió y poco a poco pudo incorporárse sin perder el equilibrio.
Aún algo mareado abrió el tambor del revolver y dejó caer las balas al suelo, guardó el arma en la parte trasera del pantalón y se acercó a una distancia prudencial a Ambrosio, que yacía tendido en el suelo con espasmos.
Giulietta se mordió el labio inferior con fuerza tiñéndolo de sangre, apretó el puño con fuerza y extendiendo el brazo para golpear potentemente la pared... la piedra se agrietó un poco y cayeron diminutos fragmentos, retiró el brazo ensangrentado, abrió la mano y vio la sangre derramars
No era capaz de acabar con su vida eterna. Con la cabeza agachada tomó la estaca que aprimía el cuerpo del cainita y la arrancó con fuerza... se dio la vuelta y se alejó del vástago unos metros, se apoyó en la pared, rodeada de oscuridad, casi invisible, de no ser por esas brillantes luces verdes.
Dejó caer la estaca a sus pies y esperó.
Los ojos de Vladimir, que ya habian perdido el color negro casi por completo, empezaron a moverse frenéticamente. Nervioso, forcejeo con los grilletes, pero estaba aun demasiado debil y hambriento como para poder soltarse. Miró a su alrededor desesperadamente. Vio una mesilla metálica con un cuchillo encima, y recordó. Miró hacia abajo, y hacia los lados, y vio como las heridas se iban cerrando sin mayor problema. Otras, sin embargo, seguían medio abiertas. Asombrado, vio una herida circular a la altura de su corazón. ¡Una estaca! ¿Quien...?, quien le tuviera encadenado le habia tenido a su merced, paralizado.
Su agitación aumentó. Y aunque el dolor le torturaba con cada movimiento, forcejeó de nuevo con las cadenas. Tenia muchísima hambre. El ardor que sentia antes por debajo de su piel casí se habia ido, pero el dolor de cabeza persistia, martilleándole las sienes, taladrando su cerebro. Las voces le recriminaban. En un movimiento de la cabeza, vio dos puntitos verdes en el fondo de la sala. Entornó los ojos y creyó distinguir una figura humana. Una mezcla de pena, ira, decepción y miedo manchó sus pensamientos.
- ¿Giulietta? ¿Estás ahi? - en su cabeza ya habitaba la certeza de que era ella, las voces hacían su trabajo - ¿Giulietta? Vamos, sal de ahi...- su ceño se frunció, con la frustracion de no ver a la cainita ni romper las cadenas, azuzada por el hambre - ¿Giulietta...? - su voz se hizo ronca - ¡GIULIETTA!
El nombre de la mujer se convirtió en un rugido que llegó hasta los oidos de Dorian. Vladimir comenzó a moverse violentamente, tirando de las cadenas, sin dejar de mirar los puntitos verdes. Aún así, estaba debil, pero el dolor había desaparecido, dandole cierta libertad. Las sujecciones de la cadena a la pared empezaron a moverse, cayendo un leve polvillo.
- ¡Vamos, muéstrate! - rugió. Siguío tirando.
Giulietta permanecio inmovil, obervando a Vladimir desde las sombras. Finalmente, la pared cedió, y el brazo derecho de Vladímir estaba libre, con el grillete colgando.
Dorian oyó el grito de Vladimir, no le gustó nada... iba a salir del salón cuando vio a Ambrosio. se alegró de que estuviera insonciente para no oir a su señor, pero no podía dejarle solo, podría despertar en cualquier momento, hechó un vistazo alrededor buscando algo con lo que atar al mayordomo. Cogió unas las cuerdas borladas que sujetaban las cortinas de los ventanales del salón, esto servirá. Colocó las manos de Ambrisio a la espalda y la anudó con un complicado nudo, repirtió la operación en los tobillos y salió del salón.
Se detuvo ante la puerta que conducía al sótano, Giulietta le había dejado muy claro que no bajara... pero no le gustó el tono del grito que había oido, puede que estuviera en peligro...
Golpeó fuertemente la puerta.
- ¡Giulietta! ¿va todo bien? - gritó desde el pasillo.
Vlad respiraba pesadamente, mientras tiraba de la cadena que ataba su brazo izquierdo a la pared. Miraba fijamente a los puntos verdes, inmóviles. Usó su mano izquierda para tirar tambien de la cadena, haciendo que la pared cediera más rápidamente. En apenas un minuto, tenía los dos brazos libres.
Dedicó a Giulietta una sonrisa macabra, anticipando el momento en que le pusiera las manos encima. Al mover las piernas, sintió levemente el dolor. Algunas de las heridas se reabrieron, sangrando ligeramente. Riendo de forma maníaca, comenzó a dar tirones de la cadena que ataba su pie izquierdo.
Giulietta seguía inmovil, inmersa en sus pensamientos, observando al cainita. Dorian, que podía oir la risa del vampiro, daba golpes en la puerta, llamando a su señora.
Cuando la cadena cedió, el vampiro rugió de felicidad, y siguió riendo. Las heridas de su pecho y las muñecas ya habian cerrado, pero sangraba por las graves heridas que le infligiera el nictucu, aun a medio curar. Mecánicamente, tiró de las cadenas de su pierna derecha, usando la izquierda para impulsarse. Su risa se mezclaba con gruñidos provocados por el esfuerzo. De vez en cuando miraba hacia atrás, buscando los puntitos verdes que alimentaban su ira. Se sentía algo debil, seguia perdiendo sangre, necesitaba comer. Pero estaba tan cerca de ser libre, y Giulietta estaba casi ya al alcance de sus manos....
Dorian seguia golpeando la puerta con su hombro, intentando echarla abajo. Giulietta ni siquiera pestañeaba. Parecía buscar guiar al vampiro hacia ella con sus ojos, cuando sería tan facil desaparecer entre las sombras...
Finalmente, la cuarta cadena cedió. Rápidamente buscó los puntitos verdes al fondo de la habitación. Y comenzó a caminar hacia ellos con velocidad, apartando con fuerza el mobiliario de la sala que se interponía en su camino.
Cuando solo un metro de distancia le separaba de los puntos verdes Giulietta levantó la mano y cuatro zarcillos salieron de la pared que Vladimir tenía a su espalda, agarrandole por los brazos y frenando su carrera. El vampiro tiraba intentándo acercarse a Giulietta que seguía apoyada en la pared a tan sólo medio metro de él... Ahora que la tenía más cerca Vladimir pudo ver la inexpresividad de su rostro, su cara era la de una muñeca de porcelana salpicada con sangre.
Ambrosio despertó, se dio cuenta de que estaba atado, dejo deslizar una pequeño cuchillo por las manga de la camisa, y comenzó a cortar, hasta que consiguio liberarse unos minutos mas tarde. Aún aturdido y desconcertado, buscó la fuente de los golpes y gritos, dando tumbos, apoyándose en las paredes y muebles hasta salir del salón. Siguió el ruido de los golpes hasta llegar a la entrada del sótano y cuando vio a Dorian delante de la puerta cuando guardó el cuchillo y levantó las manos en son de paz.
Dorian se puso en guardia cuando vio aparecer a Ambrosio, cuando le vio levantar lo brazos se relajó, parecía furioso y sobretodo asustado.
- ¡Tu maldito señor la está liando ahí abajo!- Continuó golpeando la puerta y llamando a su señora a gritos. - ¡Giulietta!
Algo le habreis hecho para que se ponga así, se limito a pensar Ambrosio. Se acercó a la puerta.
- ¡Vladímir! ¿Se encuentra bien? - gritó, obteniendo solo un rugido como respuesta. - Me temo que que mi señor ha perdido el control, Dorian. Estamos mas seguros aqui fuera.
- Eso está claro, quien me preocupa no somos nosotros, si no Giulietta. - Continuó aporreando la puerta.
El Arzobispo forcejeaba con los zarcillos de sombras, retorciéndolos, mordiéndolos, e intentando romperlos, pero se resistian. Al ver que no podía con ellos, se dio la vuelta, pensando en derribar la pared si fuera necesario. Entonces vió al chico que Giulietta habia traido antes, que no se habia movido ni reaccionado durante toda la escena, permaneciendo de pie, mirando al vació. Ciego de ira hacia su captora ni siquiera habia reparado en él.
El hambre le impulsó a saltar sobre él. Mordió su cuello y se alimentó de él hasta que el cuerpo cayó inerte al suelo, seco, muerto. Mucho mejor así. Notó como la neblina roja empezaba a abandonar su visión, las voces dejaban de gritar caóticamente, y el dolor le invadía, hasta hacerle imposible mantenerse en pie.
Caminó, cada vez más pesadamente, hacia la pared más cercana, buscando un apoyo, y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Se quejó del dolor, y trato de concentrarse para curar sus heridas. Giró la cabeza lentamente hacia donde debía estar Giulietta.
- ¿Entonces... - su voz era ronca, resquebrajada. Tosió para aclararse la garganta, y tragó - ¿Entonces, me vais a explicar que pasó en la cueva y qué está pasando aquí?
Algo le habreis hecho para que se ponga así, se limito a pensar Ambrosio. Se acercó a la puerta.
- ¡Vladímir! ¿Se encuentra bien? - gritó, obteniendo solo un rugido como respuesta. - Me temo que que mi señor ha perdido el control, Dorian. Estamos mas seguros aqui fuera.
- Eso está claro, quien me preocupa no somos nosotros, si no Giulietta. - Continuó aporreando la puerta.
El Arzobispo forcejeaba con los zarcillos de sombras, retorciéndolos, mordiéndolos, e intentando romperlos, pero se resistian. Al ver que no podía con ellos, se dio la vuelta, pensando en derribar la pared si fuera necesario. Entonces vió al chico que Giulietta habia traido antes, que no se habia movido ni reaccionado durante toda la escena, permaneciendo de pie, mirando al vació. Ciego de ira hacia su captora ni siquiera habia reparado en él.
El hambre le impulsó a saltar sobre él. Mordió su cuello y se alimentó de él hasta que el cuerpo cayó inerte al suelo, seco, muerto. Mucho mejor así. Notó como la neblina roja empezaba a abandonar su visión, las voces dejaban de gritar caóticamente, y el dolor le invadía, hasta hacerle imposible mantenerse en pie.
Caminó, cada vez más pesadamente, hacia la pared más cercana, buscando un apoyo, y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Se quejó del dolor, y trato de concentrarse para curar sus heridas. Giró la cabeza lentamente hacia donde debía estar Giulietta.
- ¿Entonces... - su voz era ronca, resquebrajada. Tosió para aclararse la garganta, y tragó - ¿Entonces, me vais a explicar que pasó en la cueva y qué está pasando aquí?
Se hizo el silencio en la sala. Fuera, Dorian y Ambrosio pegaron la oreja a la puertas, sorprendidos por el repentino silencio, expectantes.
Una vez Vladimir se hubo calmado y se sentó los zarcillos le soltaron y desaparecieron. Giulietta suspiró.
- Creo que ahora más bien lo que necesitais es descansar... ya habrá tiempo para explicaciones. - Se separó de la pared y rebuscó en el baúl de ropa vieja, cogió una manta, se acercó al... arzobispo... ya no hay vuelta atrás... y le rodeó con ella, le ayudó a ponerse en pie y comenzó a andar hacia las escaleras para salir del sótano.
Vladímir siguio a la mujer, caminando lastimeramente y encorvado por el dolor. La cainita se dió cuenta, y se convirtió en su punto de apoyo, para ayudarle a caminar. Vladímir miró a la cara de la mujer, que parecía seguir en su mundo, mirando al frente. Fué a decir algo, e incluso llegó a abrir la boca, pero calló, se mordió los labios, y volvió la vista al suelo. "Gracias", dijo en un leve susurro, apenas audible.
Giulietta se limitó a asentir levemente, ahora la expresión de su cara parecía menos firme.
En poco tiempo, llegaron a la puerta. Cuando Giulietta introdujo las llaves en la cerradura cesaron los golpes. Dorian y Ambrosio esperaban expectantes al otro lado.
Dorian respiró aliviado, miró la ropa de Giulietta manchada en sangre, pero al no ver ninguna herida no le dio importancia, y Vladimir... su señora parecía haber desperdiciado una buena oportunidad.
- ¿Ves? te dije que le salvaría... - comentó Dorian acercándose a Ambrosio.
Ambrosio se saltó hacia su señor, y le ayudó a mantenerse en pie. Vladímir lo miró, agradeciéndole con un gesto. El humano estaba demasiado aturdido, nunca habia visto así a su señor, apenas podía articular palabra. Giulietta dejó que el humano llevara al cainita.
- Dorian, prepara la habitación, el arzobispo necesita descansar. - Ordenó la mujer. Dorian fue hacia las escaleras a paso rápido y se perdió en la oscuridad hacia el segundo piso.
Minutos después, los cuatro estaban en una de las habitaciones de invitados del castillo. Amplia, con un mobiliario sobrio a la par que elegante. Giulietta y Ambrosio acomodaron al malkavian en la cama. La vampiresa hizo un gesto con la cabeza a los humanos para que salieran. Ambrosio miró a su señor preocupado, mientras que este se limitó a asentir con el ceño fruncido y los ojos cerrados, sabiendo que su ghoul buscaba su aprobación. Los humanos abandonaron la estancia, dejando a los vampiros a solas.
- Dorian, quisiera quedarme para asistir a mi señor mientras esté aquí. Aunque comprendo y temo que tras el ... incidente de antes, no sea posible. Pero me gustaría que su señora lo considerara.
- Claro que si hombre - contestó el joven sin darle importancia al asunto - sin rencores - sonrió y comenzó a andar seguido de Ambrosio. - Será mejor que te busquemos una habitación... esta. - Se detuvo a dos habitaciones de distancia de donde se encontraba Vladimir y abrió la puerta cediendo el paso a Ambrosio.
La habitación era algo más pequeña que la del malkavian pero aún así muy acogedora, aunque estaba limpia se notaba se hacía mucho tiempo que no se usaba.
- Sientete como en casa - Dorian comenzó a tutear a Ambrosio sin apenas darse cuenta, le consideraba un compañero de fatigas, y algo le decía que iban a tener que tratar bastante, así que mejor llevarse bien - si necesitas cualquier cosa me lo dices - se rascó la cabeza y volvió al pasillo - me voy a ver una peli al salón... - dejó la frase en el aire como invitando al mayordomo a acompañarle y volvió al piso de abajo.
Una vez a solas Giulietta acercó un sillón a la cama y se sentó a la altura de Vladimir, se rescostó y acomodó en él. Tenía una pinta horrible, ropa vieja que le venía grande manchada de sangre, al igual que su cara, sus brazos y sus pies descalzos.
Suspiró profundamente y miró hacia donde yacía Vladimir, evitando el contacto directo con sus ojos.
- ¿Hay algo que pueda hacer por vos antes de dejaros descansar? - parecía cansada y algo distraída.
Vladímir se limitó a negar con la cabeza. Demasiado cansado, demasiado dolorido.
- No,-dijo en apenas un ronco susurro- id a descansar. - Esbozó una sonrisa, que se torció por el dolor.
Giulietta asintió y salió de la habitación, apadango todas las luces al salir.
En apenas unos instantes, el arzobispo quedó dormido.
La lasombra fue a su habitación a darse un baño, unos minutos antes del amanecer se secó, se puso un camisón de tirantes y descansó hasta la noche siguiente.