sábado, 30 de abril de 2005

Horror en las profundidades XV: Secuelas


Hacía rato que había anochecido cuando Giulietta despertó de su descanso, tras ponerse en pie miró el ataúd de hierro, estaba intacto.

Sacó algo de ropa vieja de un baúl del fondo, una camiseta negra de manga corta y unos pantalones medio rotos, se cambió, se recogió el pelo en una coleta y tiró el traje de neopreno al suelo, estaba totalmente destrozado. Entró en una habitación contigua y salió seguida de un joven de mirada perdida, se alimentó de él y le dejó a un lado.

Bueno, vamos allá. Se quitó el colgante e introdujo la llave en el candado del ataúd donde "reposaba" Vlad, abrió la pesada tapa y ahi estaba... aún con mandíbula medio desencajada y lleno de heridas. Le sacó, le arrastró pesadamente hasta la pared más cercana, de laque colgaban cuatro grilletes, con gran dificultad incorporó al cainita y le esposó al muro de piedra. Sus negros ojos aún abiertos parecían no mirar a ningún sitio.

Durante un par de minutos permaneció inmóvil, de pie ante Vladimir, observándole detenidamente... solo te falta la corona de espinas pensó divertida. Se acercó a él, tanto que si su corazón latiera podría oirlo... solo pensarlo provocó una leve risa en la vampira.

Miró a sus ojos, totalmente negros, como si estuvieran vacíos, apagados... su boca seca y esos afilados colmillos... tenía una profunda herida en el hombro derecho, introdujo el dedo índice y observó la sangre, más oscura y espesa de lo normal, no tanto como la del nictucu pero casi... la estaca... la agarró con la mano ensangrentada... sería tan fácil... se imaginó a sí misma empujando la estaca hasta el fondo y seccionando la cabeza del vampiro acabando para siempre con su existencia... o mejor aún, miró hacia una oxidada mesilla metálica en la esquina, en ella había material quirúrgico y extraños instrumentos de tortura, con un especímen vampírico como aquel... podría probar un par de cosillas... de repente agitó la cabeza y se separó de Vladimir. ¿Realmente quería matarle? llegó a imaginarse a sí misma haciéndolo, pero algo se lo impedía, otra vez su mente era un mar de dudas.

Sabía que tenía que hacerlo, todo lo que ganaría con ello... pero no podia.


"Si no he vuelto en dos o tres dias empieza a preocuparte". Así se lo había dejado dicho su señor, quien también le habia dejado una caja y un sobre con instrucciones por si algo ocurriera. Ambrosio dió un pequeño trago al vial de sangre que Vladímir le habia dejado para pasar su ausencia, para guardarlo después en el frigorífico.

Tomó un abrigo ligero, y, con un mal presentimiento en el cuerpo, se encaminó al Castillo. Pese a que era una noche templada, de principios de primavera, un escalofrio le recorrió el espinazo.


Giulietta intentó alejar todo tipo de pensamientos de su mente mientras se acercaba a la pequeña mesa metalica, rebuscó entre el intrmental, cogió un bisturí... no... necesito algo con la hoja más larga... cogió un cuchillo de cocina... esto valdrá.

Se acercó a Vladimir y con cuidado rajó su estómago y sus muñecas... un espeso charco apareció bajo el vampiro, manchando los descalzos pies de Giulietta... cada vez más vitae que se expandía por el suelo... *pap*... *pap*... el goteo de la sangre cayendo por el desagüe del centro de la estancia... Tenía que eliminar toda la sangre de nictucu que pudiera de su cuerpo antes de que lo corrompiera por completo, debía ser cuidadosa e ir reciclando la sangre de su cuerpo poco a poco.

Vladimir despertó. Estaba en una cueva. A oscuras. Aguzó la vista, y no pudo distinguir nada. Oscuridad total. Olía a humedad...y ... a putrefacción. Le dolía y ardía todo el cuerpo. Su cabeza ardía. Oía las voces, pero como si estuvieran muy lejos. Sus oidos captaron un sonido, como de algo arrastrandose. Intentó moverse, pero sus miembros no respondían. El sonido se acercaba, cada vez más. Lucho, aterrorizado y desesperado, por moverse, tenia que huir. Notó que algo le subía por las piernas. Gritó pero no podía oirse a sí mismo. Notó algo frio en su estómago. Gritó cuando aquello le abrió de par en par. Noto varios cortes más. Notó como algo caliente entraba en sus resecas entrañas y las removía, justo antes de caer incosnciente.

Acercó al joven que esperaba en las sombras. Miró el cuchillo ensangrentado, el cuello de Vlad... volivó a verse a sí misma rajando su cuello, la sangre salpicando a su alrededor... llenó sus pulmones de aire y expiró cerrando los ojos... los abrió nuevamente y cortó la muñeca del joven, un escalofrio le recorrió la espalda, era una herida mas grave de lo acosumbrado.

Giulietta soltó el cuchillo, sujetó a Vladimir por la boca y puso sobre ella la muñeca del muchacho, la sangre roja y pura del muchacho descendió por la garganta del vampiro, mezclándose con la escasa cantidad de sangre que quedaba. Giulietta masajeaba la garganta del cainita para que tragara. De las heridas que la lasombra le había hecho volvió a brotar la sangre, esta vez algo menos espesa. Continuó alimentado al vampiro hasta que las el muchacho perdió el conocimiento. Las heridas de Vladimir empezaron a curarse lentamente, parecía que la cosa iba bien. Volvió al cuarto de al lado y trajo consigo a otro muchacho, más mayor y fornido que el anterior.

Sangre. Sangre bajando por su garganta. Pero no la bebía el. Notaba como entraba directamente a la garganta, sin pasar por su boca. Le dolía el cuello. Notaba algo perforandoselo, un tubo por el que bajaba la sangre. Seguia sin poder moverse. Seguía sin ver nada. Su cuerpo y su cabeza seguían estallando en oleadas de dolor y fuego. Se dió cuenta de que seguía sangrando. Le alimentaban, y le desangraban al mismo tiempo... ¿quien podría estar haciéndole esta salvajada? ¿Quién podria encontrar algun tipo de disfrte en algo así? Quería llorar, pero ni siquiera sus ojos respondían a sus órdenes. Notó como el dolor y el ardor disminuían, poco a poco... con cada trago de sangre ... poco a poco ... con la sangre que escupían sus entrañas... poco a poco ... poco a poco...

Entonces, despertó.

Ambrosio se encontraba frente a las puertas del Castillo. Levantó una enguantada mano para llamar a la puerta. Dudó por un momento. La mano, cerrada en un puño, fue a su boca. Cerró los ojos, para reprimir otro escalofrio. Asió el llamador, y golpeo la puerta tres veces.

Como de costumbre fue Dorian quien abrió la puerta, en calzoncillos y camiseta, despeinado y somnoliento.

- ¿Si? - hasta que no terminó de bostezar no se dio cuenta de tenía delante al mayordomo del arzobispo - ¿Qué desea?

El rostro del mayordomo reflejó el nudo que se formó en su garganta al ver a Dorian abrirle la puerta. Sabía que el humano habia acudido a la excavacion con su señor. Que él estuviera en el castillo tan tranquilo, y su señor no hubiera dado señales de vida le preocupaba mas aún.

- Buenas noches, Dorian. Disculpe si le he despertado. Queria saber ¿han terminado ya en la excavación? ¿Está por casualidad mi señor con su señora en el Castillo? Me extraña que no haya regresado a La Salle aún.

Dorian resopló y se rascó la cabeza.

- Será mejor que pase - dijo cediendole el paso, fueron hasta el salón y Dorian ofreció asiento a Ambrosio. - Bien, cierto es que su señor está en este castillo, aunque me temo que no esta... en plenas condiciones, por decirlo de alguna forma. - Dorian no tenía muy claro lo que Giulietta pretendía hacer ahi abajo con Vladimir, asi que debía andarse con cuidado y no meter la pata con Ambrosio.

Ambrosio frunció el entrecejo. Sus sospechas se confirmaban. Su señor estaba en problemas. Ahora tendría que averiguar si sus anfitriones eran parte de esos problemas, o de la solución.

- ¿Qué le ha pasado? - sus ojos mostraban preocupación. - ¿Puedo verle?

El joven suspiró, no dudaba de hasta que punto Ambrosio estaba familiarizado con el mundo cainita, pero siendo ghoul de quien era suposo que al menos sabría tanto como él.

- Al llegar a la excavación sufrimos el ataque de un grupo de hombres lobo, creo que fue una trampa de la otra sanguijuela con la que ibamos... el tio ese de la pipa, no recuerdo su nombre... el caso es que hubo muchas bajas, Vladimir quedó encerrado en la cueva, hubo un desprendimiento, la entrada quedó cerrada totalmente.

Ambrosio asintió varias veces, invitandolo a continuar.

-
Mi señora y yo conseguimos entrar en la cueva dos noches despues, no fue facil despejar la entrada. Una vez dentro seguimos el rastro de su señor, tras unas horas de camino dimos con el.

- ¿Y bien? - apremió al joven para que continuara.

- Y apareció otra criatura más, mi señora se enfrentó a ella y finalmente conseguimos derrotarla, pero su señor... - Dorian prefirió omitir el pequeño detalle de la estaca en el corazón - estaba terriblemente herido, además no era él mismo, la sangre de ese bichejo le estaba haciendo algo...

El rostro del mayordomo reflejaba el terror y la preocupación conforme Dorian continuaba con el espeluznante relato.

- Finalmente conseguimos salir y volver al castillo, cuando lo hicimos la señora se encerró con él en el sótano y no ha vuelto a salir... eso fue ayer por la noche, ha dado órdenes estrictas de que no se la moleste. Está intentando salvarle la vida... aunque dado el estado en el que se encontraba dudo que pueda conseguirlo... - al no saber las intenciones de Giulietta tampoco podía predecir el estado en el que Vladimir saldría del sótano, si es que alguna vez llegaba a hacerlo.

- Bien, estimado Dorian. Gracias. Doy por hecho de que está familiarizado con el juego del poder entre los cainitas. Es más, sabiendo que conoce la relación entre nuestros señores, y las costumbres de éstos, supongo que no le extrañará que haga esto - dijo mientras amartillaba un revolver, apuntando a Dorian - y le pida, desde el respeto, que incumlpa las ordenes de su señora.

Dorian abrió los ojos sorprendido cuando Ambrosio le apuntó con el arma.

- ¿Está seguro de que quieres hacer eso? si me matas tu también morirás. - Sentenció el joven. - Ahora mismo la vida de su señor está a merced de mi señora... y si aprietas ese gatillo también lo estará la suya... - su tono era serio, pero no amenazador.

- No me importa morir o matar. - afirmó serio - Deseo cerciorarme de que Vladimir sigue vivo. Como comprenderá, no puedo fiarme simplemente de su palabra, y espero que un método más... expeditivo... le ayude a considerar mi posición.

- Me temo que no puedo satisfacerle Ambrosio. Mi lealtad hacia Giulietta va más allá de la sangre, su palabra es ley para mi. Pero entiendo perfectamente su situación... al fin y al cabo su existencia depende su señor.


Vlad observó la sala, tristemente iluminada. Sus miembros no respondian. Solo podía mirar al frente. Abajo suya creyó distinguir una de sus estacas. Era lo que sentía perforándole el pecho. Sentía su vientre, abierto, como sus muñecas. ¿Seguía en una pesadilla? Su cuerpo seguía ardiendo por dentro, aunque menos. Notó las voces, esta vez mas cerca, mucho mas cerca. Gritando, protestando.

Intentó buscar alguna mente cercana, poder manipularla, tocarla, algo. Necesitaba saber si era pesadilla o realidad. Sea como fuere, necesitaba salir de ahi. Muy debilmente, pudo notar algunas almas, adormecidas, despiertas, presentes o ajenas.... entre ellas, una destacaba. Familiar, conocida. ¡Ambrosio!

Fue en ese momento cuando la pesadilla se tornó apocaliptica. Desde un lateral, vio acercarse a Giulietta con un niño de la mano. ¡Giulietta! Las voces gritaban, acusadoras, con toda su fuerza ¡GIULIETTA! ¡GIULIETTA! Sintió la ira recorrer su cerebro, y sin emitir un sonido, sin mover un musculo, gritó de rabia como nunca antes había gritado

Giulietta se hizo un corte en la muñeca del muchacho, y al igual que hizo con el anterior vertió su sangre en la boca del vampiro. Su rostro estaba sereno, mirada fría y movimientos precisos, aunque interiormente se ahogaba en un mar de dudas.

Iba en contra de sus principios dejarle con vida, la filosofía en la que la adoctrinaron desde su muerte se centraba en la obtención del beneficio propio a cualquier precio, no importaba quien se interpusiera, no dabía aceptar la derrota... y jamás, bajo ningún concepto debía desperdiciar la oportunidad de ascender y conseguir el poder... y ahora mismo, Vladimir suponía un obstáculo insignificante.


Dorian sintió como un escalofrío le recorría la columna... algo intentó asaltar su mente Aaarrghhhhhh!!!! se llevó las manos a las sienes y apretó con fuerza, estaba mareado, la presión le había bajado de golpe. Con la vista borrosa vió como
Ambrosio hincó las rodillas gritando con los ojos en blanco, soltando el arma. Sentía como si su mente estuviera siendo destrozada en pedazos, pisada y arrollada sin remordimiento. Vomitó, salpicandole, y cayó inconsciente hacia un lado. el joven extendió el brazo para coger el arma, cayó al suelo y lo palpó hasta dar con ella.

Se alejó arrastrándose de Ambrosio, estaba confuso y desorientado, ¡¿qué cojones ha sido eso?! parecía que ya había pasado, su vista volvió y poco a poco pudo incorporárse sin perder el equilibrio.

Aún algo mareado abrió el tambor del revolver y dejó caer las balas al suelo, guardó el arma en la parte trasera del pantalón y se acercó a una distancia prudencial a Ambrosio, que yacía tendido en el suelo con espasmos.

Giulietta se mordió el labio inferior con fuerza tiñéndolo de sangre, apretó el puño con fuerza y extendiendo el brazo para golpear potentemente la pared... la piedra se agrietó un poco y cayeron diminutos fragmentos, retiró el brazo ensangrentado, abrió la mano y vio la sangre derramarse.

No era capaz de acabar con su vida eterna. Con la cabeza agachada tomó la estaca que aprimía el cuerpo del cainita y la arrancó con fuerza... se dio la vuelta y se alejó del vástago unos metros, se apoyó en la pared, rodeada de oscuridad, casi invisible, de no ser por esas brillantes luces verdes.

Dejó caer la estaca a sus pies y esperó.

Los ojos de Vladimir, que ya habian perdido el color negro casi por completo, empezaron a moverse frenéticamente. Nervioso, forcejeo con los grilletes, pero estaba aun demasiado debil y hambriento como para poder soltarse. Miró a su alrededor desesperadamente. Vio una mesilla metálica con un cuchillo encima, y recordó. Miró hacia abajo, y hacia los lados, y vio como las heridas se iban cerrando sin mayor problema. Otras, sin embargo, seguían medio abiertas. Asombrado, vio una herida circular a la altura de su corazón. ¡Una estaca! ¿Quien...?, quien le tuviera encadenado le habia tenido a su merced, paralizado.

Su agitación aumentó. Y aunque el dolor le torturaba con cada movimiento, forcejeó de nuevo con las cadenas. Tenia muchísima hambre. El ardor que sentia antes por debajo de su piel casí se habia ido, pero el dolor de cabeza persistia, martilleándole las sienes, taladrando su cerebro. Las voces le recriminaban. En un movimiento de la cabeza, vio dos puntitos verdes en el fondo de la sala. Entornó los ojos y creyó distinguir una figura humana. Una mezcla de pena, ira, decepción y miedo manchó sus pensamientos.

- ¿Giulietta? ¿Estás ahi? - en su cabeza ya habitaba la certeza de que era ella, las voces hacían su trabajo - ¿Giulietta? Vamos, sal de ahi...- su ceño se frunció, con la frustracion de no ver a la cainita ni romper las cadenas, azuzada por el hambre - ¿Giulietta...? - su voz se hizo ronca - ¡GIULIETTA!

El nombre de la mujer se convirtió en un rugido que llegó hasta los oidos de Dorian. Vladimir comenzó a moverse violentamente, tirando de las cadenas, sin dejar de mirar los puntitos verdes. Aún así, estaba debil, pero el dolor había desaparecido, dandole cierta libertad. Las sujecciones de la cadena a la pared empezaron a moverse, cayendo un leve polvillo.

- ¡Vamos, muéstrate! - rugió. Siguío tirando.

Giulietta permanecio inmovil, obervando a Vladimir desde las sombras. Finalmente, la pared cedió, y el brazo derecho de Vladímir estaba libre, con el grillete colgando.

Dorian oyó el grito de Vladimir, no le gustó nada... iba a salir del salón cuando vio a Ambrosio. se alegró de que estuviera insonciente para no oir a su señor, pero no podía dejarle solo, podría despertar en cualquier momento, hechó un vistazo alrededor buscando algo con lo que atar al mayordomo. Cogió unas las cuerdas borladas que sujetaban las cortinas de los ventanales del salón, esto servirá. Colocó las manos de Ambrisio a la espalda y la anudó con un complicado nudo, repirtió la operación en los tobillos y salió del salón.

Se detuvo ante la puerta que conducía al sótano, Giulietta le había dejado muy claro que no bajara... pero no le gustó el tono del grito que había oido, puede que estuviera en peligro...

Golpeó fuertemente la puerta.

- ¡Giulietta! ¿va todo bien? - gritó desde el pasillo.

Vlad respiraba pesadamente, mientras tiraba de la cadena que ataba su brazo izquierdo a la pared. Miraba fijamente a los puntos verdes, inmóviles. Usó su mano izquierda para tirar tambien de la cadena, haciendo que la pared cediera más rápidamente. En apenas un minuto, tenía los dos brazos libres.

Dedicó a Giulietta una sonrisa macabra, anticipando el momento en que le pusiera las manos encima. Al mover las piernas, sintió levemente el dolor. Algunas de las heridas se reabrieron, sangrando ligeramente. Riendo de forma maníaca, comenzó a dar tirones de la cadena que ataba su pie izquierdo.

Giulietta seguía inmovil, inmersa en sus pensamientos, observando al cainita. Dorian, que podía oir la risa del vampiro, daba golpes en la puerta, llamando a su señora.

Cuando la cadena cedió, el vampiro rugió de felicidad, y siguió riendo. Las heridas de su pecho y las muñecas ya habian cerrado, pero sangraba por las graves heridas que le infligiera el nictucu, aun a medio curar. Mecánicamente, tiró de las cadenas de su pierna derecha, usando la izquierda para impulsarse. Su risa se mezclaba con gruñidos provocados por el esfuerzo. De vez en cuando miraba hacia atrás, buscando los puntitos verdes que alimentaban su ira. Se sentía algo debil, seguia perdiendo sangre, necesitaba comer. Pero estaba tan cerca de ser libre, y Giulietta estaba casi ya al alcance de sus manos....

Dorian seguia golpeando la puerta con su hombro, intentando echarla abajo. Giulietta ni siquiera pestañeaba. Parecía buscar guiar al vampiro hacia ella con sus ojos, cuando sería tan facil desaparecer entre las sombras...

Finalmente, la cuarta cadena cedió. Rápidamente buscó los puntitos verdes al fondo de la habitación. Y comenzó a caminar hacia ellos con velocidad, apartando con fuerza el mobiliario de la sala que se interponía en su camino.

Cuando solo un metro de distancia le separaba de los puntos verdes Giulietta levantó la mano y cuatro zarcillos salieron de la pared que Vladimir tenía a su espalda, agarrandole por los brazos y frenando su carrera. El vampiro tiraba intentándo acercarse a Giulietta que seguía apoyada en la pared a tan sólo medio metro de él... Ahora que la tenía más cerca Vladimir pudo ver la inexpresividad de su rostro, su cara era la de una muñeca de porcelana salpicada con sangre.


Ambrosio despertó, se dio cuenta de que estaba atado, dejo deslizar una pequeño cuchillo por las manga de la camisa, y comenzó a cortar, hasta que consiguio liberarse unos minutos mas tarde. Aún aturdido y desconcertado, buscó la fuente de los golpes y gritos, dando tumbos, apoyándose en las paredes y muebles hasta salir del salón. Siguió el ruido de los golpes hasta llegar a la entrada del sótano y cuando vio a Dorian delante de la puerta cuando guardó el cuchillo y levantó las manos en son de paz.

Dorian se puso en guardia cuando vio aparecer a Ambrosio, cuando le vio levantar lo brazos se relajó, parecía furioso y sobretodo asustado.

- ¡Tu maldito señor la está liando ahí abajo!- Continuó golpeando la puerta y llamando a su señora a gritos. - ¡Giulietta!

Algo le habreis hecho para que se ponga así, se limito a pensar Ambrosio. Se acercó a la puerta.

- ¡Vladímir! ¿Se encuentra bien? - gritó, obteniendo solo un rugido como respuesta. - Me temo que que mi señor ha perdido el control, Dorian. Estamos mas seguros aqui fuera.

- Eso está claro, quien me preocupa no somos nosotros, si no Giulietta. - Continuó aporreando la puerta.


El Arzobispo forcejeaba con los zarcillos de sombras, retorciéndolos, mordiéndolos, e intentando romperlos, pero se resistian. Al ver que no podía con ellos, se dio la vuelta, pensando en derribar la pared si fuera necesario. Entonces vió al chico que Giulietta habia traido antes, que no se habia movido ni reaccionado durante toda la escena, permaneciendo de pie, mirando al vació. Ciego de ira hacia su captora ni siquiera habia reparado en él.

El hambre le impulsó a saltar sobre él. Mordió su cuello y se alimentó de él hasta que el cuerpo cayó inerte al suelo, seco, muerto. Mucho mejor así. Notó como la neblina roja empezaba a abandonar su visión, las voces dejaban de gritar caóticamente, y el dolor le invadía, hasta hacerle imposible mantenerse en pie.

Caminó, cada vez más pesadamente, hacia la pared más cercana, buscando un apoyo, y se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Se quejó del dolor, y trato de concentrarse para curar sus heridas. Giró la cabeza lentamente hacia donde debía estar Giulietta.

- ¿Entonces... - su voz era ronca, resquebrajada. Tosió para aclararse la garganta, y tragó - ¿Entonces, me vais a explicar que pasó en la cueva y qué está pasando aquí?

Se hizo el silencio en la sala. Fuera, Dorian y Ambrosio pegaron la oreja a la puertas, sorprendidos por el repentino silencio, expectantes.

Una vez Vladimir se hubo calmado y se sentó los zarcillos le soltaron y desaparecieron. Giulietta suspiró.

- Creo que ahora más bien lo que necesitais es descansar... ya habrá tiempo para explicaciones. - Se separó de la pared y rebuscó en el baúl de ropa vieja, cogió una manta, se acercó al... arzobispo... ya no hay vuelta atrás... y le rodeó con ella, le ayudó a ponerse en pie y comenzó a andar hacia las escaleras para salir del sótano.

Vladímir siguio a la mujer, caminando lastimeramente y encorvado por el dolor. La cainita se dió cuenta, y se convirtió en su punto de apoyo, para ayudarle a caminar. Vladímir miró a la cara de la mujer, que parecía seguir en su mundo, mirando al frente. Fué a decir algo, e incluso llegó a abrir la boca, pero calló, se mordió los labios, y volvió la vista al suelo. "Gracias", dijo en un leve susurro, apenas audible.

Giulietta se limitó a asentir levemente, ahora la expresión de su cara parecía menos firme.

En poco tiempo, llegaron a la puerta. Cuando Giulietta introdujo las llaves en la cerradura cesaron los golpes. Dorian y Ambrosio esperaban expectantes al otro lado.

Dorian respiró aliviado, miró la ropa de Giulietta manchada en sangre, pero al no ver ninguna herida no le dio importancia, y Vladimir... su señora parecía haber desperdiciado una buena oportunidad.

- ¿Ves? te dije que le salvaría... - comentó Dorian acercándose a Ambrosio.

Ambrosio se saltó hacia su señor, y le ayudó a mantenerse en pie. Vladímir lo miró, agradeciéndole con un gesto. El humano estaba demasiado aturdido, nunca habia visto así a su señor, apenas podía articular palabra. Giulietta dejó que el humano llevara al cainita.

- Dorian, prepara la habitación, el arzobispo necesita descansar. - Ordenó la mujer. Dorian fue hacia las escaleras a paso rápido y se perdió en la oscuridad hacia el segundo piso.

Minutos después, los cuatro estaban en una de las habitaciones de invitados del castillo. Amplia, con un mobiliario sobrio a la par que elegante. Giulietta y Ambrosio acomodaron al malkavian en la cama. La vampiresa hizo un gesto con la cabeza a los humanos para que salieran. Ambrosio miró a su señor preocupado, mientras que este se limitó a asentir con el ceño fruncido y los ojos cerrados, sabiendo que su ghoul buscaba su aprobación. Los humanos abandonaron la estancia, dejando a los vampiros a solas.

- Dorian, quisiera quedarme para asistir a mi señor mientras esté aquí. Aunque comprendo y temo que tras el ... incidente de antes, no sea posible. Pero me gustaría que su señora lo considerara.

- Claro que si hombre - contestó el joven sin darle importancia al asunto - sin rencores - sonrió y comenzó a andar seguido de Ambrosio. - Será mejor que te busquemos una habitación... esta. - Se detuvo a dos habitaciones de distancia de donde se encontraba Vladimir y abrió la puerta cediendo el paso a Ambrosio.

La habitación era algo más pequeña que la del malkavian pero aún así muy acogedora, aunque estaba limpia se notaba se hacía mucho tiempo que no se usaba.

- Sientete como en casa - Dorian comenzó a tutear a Ambrosio sin apenas darse cuenta, le consideraba un compañero de fatigas, y algo le decía que iban a tener que tratar bastante, así que mejor llevarse bien - si necesitas cualquier cosa me lo dices - se rascó la cabeza y volvió al pasillo - me voy a ver una peli al salón... - dejó la frase en el aire como invitando al mayordomo a acompañarle y volvió al piso de abajo.


Una vez a solas Giulietta acercó un sillón a la cama y se sentó a la altura de Vladimir, se rescostó y acomodó en él. Tenía una pinta horrible, ropa vieja que le venía grande manchada de sangre, al igual que su cara, sus brazos y sus pies descalzos.

Suspiró profundamente y miró hacia donde yacía Vladimir, evitando el contacto directo con sus ojos.

- ¿Hay algo que pueda hacer por vos antes de dejaros descansar? - parecía cansada y algo distraída.

Vladímir se limitó a negar con la cabeza. Demasiado cansado, demasiado dolorido.

- No,-dijo en apenas un ronco susurro- id a descansar. - Esbozó una sonrisa, que se torció por el dolor.

Giulietta asintió y salió de la habitación, apadango todas las luces al salir.

En apenas unos instantes, el arzobispo quedó dormido.

La lasombra fue a su habitación a darse un baño, unos minutos antes del amanecer se secó, se puso un camisón de tirantes y descansó hasta la noche siguiente.

viernes, 29 de abril de 2005

Horror en las Profundidades XIV: Homo Chiroptera


Dorian pasó todo el día en la obra que se había montado ante el lugar de la excavación, había alquilado una excavadora y contratado a seis hombres para que despejaran la entrada de la cueva, según le habían asegurado a última hora de la tarde la cueva sería totalmente accesible.

A media mañana, mientras los obreros continuaban con su trabajo Dorian salió con el coche a comprar algunas cosillas que vendrían bien para la noche, algo en lo que no había pensado antes.

Cuando volvió todo iba mejor de lo esperado, al parecer los hombres estaban poniendo todo su empeño en terminar lo antes posible, menos mal, pensó el joven, con lo que les voy a pagar bien lo merece... A las 7 de la tarde los obreros habían terminado el trabajo, la entrada a la cueva estaba totalmente despejada.

Dorian volvió al castillo y aprovechó para dormir un par de horas antes de que Giulietta despertara, intuía que iba a ser una noche muuuuuuuy larga.

Una vez se hubo ocultado el último rayo de sol del dia Giulietta abrió los ojos, ha llegado la hora.

Se vistió rápidamente y bajó a buscar a Dorian, que ya estaba cargado las mochilas en la furgoneta.

- Buenas noches... parece que está todo listo - dijo satisfecha la cainita - ¿y la entrada de la cueva? ¿esta...?

- Si, totalmente accesible y despejada.

- Buen trabajo Dorian - la noche empezaba muy bien para Giulietta.

Montarón en la furgoneta y Dorian condujo hacia la excavación, aparcando en las inmediaciones de la misma.

- Por cierto - comentó mientras caminaban hacía la entrada - te he traido dos dagas y otro estoque, y aunque las dagas son de plata el estoque no lo es...

- Perfecto, aunque lo cierto es que ayer encontre la daga y estoque que perdí... bueno, el estoque necesitará una repación profunda... gracias por traerme repuestos - guiñó un ojo a Dorian.

- Y tengo algo más que te va a gustar - al llegar a la entrada de la cueva Dorian se agachó y abrió la bolsa de deportes que traía en la mano, le dio a Giulietta las dagas y el estoque, dosis de sangre, bengalas y tubos de luz. También sacó un extraño rollo de cuerda unido a lo que parecía una bateria, colocó el rollo y la bateria entre piedras para protegerlo, cogió un extremo de la cuerda y se la enganchó a un pequeño artilugio del cinturón. - Este es un cable de fibra óptica, muy resistente y ligero, iremos dejándolo a nuestro paso para marcar el camino. - dijo satisfecho el joven.

Giulietta le abrazó con una sonrisa. Se puso en pie sin decir nada, guardó todo lo que Dorian le había dado e inició la marcha.


En las profundidades de la tierra, Vlad despertaba. Sus heridas estaban completamente curadas. Pero tenía hambre. Muchísima hambre. Antes de que pasara más tiempo, decidió poner en marcha su plan. Si queria salir de alli, tendria que matar a la bestia en la sala abovedada. No podia arriesgarse a ser a sorprendido en la oscuridad de la laberíntica galería. Recogió el cuaderno de Miguel, su mechero, la mochila, y se tiró al agua.


En cuanto se hubieron internado en la cueva tuvieron que encender las pequeñas lámparas halógenas. Giulietta caminaba lentamente mirando todo lo que tenía alrededor, Dorian caminaba a su derecha un par de pasos por detrás, sujetando la lámpara con una mano y palpando con la otra la funda de la desert eagle.



Vladimir salió del agua al otro lado, silenciosamente, y se cercioró de que el hombre-murciélago no estaba por allí. Con los pies cubiertos unicamente por el neopreno, para hacer menos ruido, se dirigió al centro de la bóveda.



Cerca de una de las paredes Giulietta encontró unos viales vacíos, una piqueta rota y objetos totalmente chamuscados e inservibles.

- Esto era parte de nuestros equipos, y este sin duda era de Vlad - dijo cogiendo uno de los viales - son como las unidades de plasmas que me dio. - Esta vivo, y está aquí, rió para sí misma. - Sigamos.

Unos metros más adelante Dorian le mostró a Giulietta un reloj de pulsera, que encontró en el suelo, posiblemente fuera de Vlad.


Se quitó la parte superior del traje de neopreno, y la dejó en el suelo. Dejó también las botas y la mochila. Conservó las estacas de su brazo izquierdo. Ató la cuerda a los garfios de escalada y a una de las estacas de su brazo, y se puso la cuerda cruzaada alrededor del torso, como una bandolera. Se miró una de las muñecas, y la mordió hasta que brotó la sangre. Dejó que un abundante chorro bañara sus botas y el neopreno. Cerro la herida con saliva. Estaba tremendamente hambriento. Casi le costaba pensar con racionalidad. Para terminar de poner el cebo. Cogió varias piedras del suelo, las lanzó con fuerza hacia el agujero de la pared, y gritó varias veces. Salió corriendo, y se refugió en el hueco donde durmiera dos noches atrás.


Continuaron andando hasta llegar a una pendiente no demasiado pronunciada que descendieron con cautela, según andaban el techo no hacía más que bajar, tras un acusado descenso llegaron hasta una estrecha grieta, por la que solo podrían pasar arrastrándose por el suelo. Giulietta miró la estrecha entrada con aprensión, acto seguido a miró a Dorian.

El joven se quitó la mochila y se tumbó en el suelo boca abajo, a pesar de entrar muy justo en el agujero el mortal se movía con habilidad y llegó al otro lado sin dificultad.

- Pásame la mochila - así lo hizo la cainita - ahora tumbate y estira los brazos hacia mí - Dorian estiró los brazos al interior de la grieta, Giulietta se tumbó en el suelo y entiró los brazos, pero había demasiada distancia entre ambos, no le quedó más remedio que reptar hasta él, afortunadamente el hueco no era demasiado pequeño para ella y podía moverse sin demasiada dificultad, cuando Dorian sintió sus manos tiró de ella con ciudado. Una vez fuera, la lasombra se pusó en pie y se sacudió el traje de neopreno, de forma más maniática que práctica, maldito sea, ¿no podía esperar en la entrada como la gente normal?

Continuaron agachados por la galería, había agua en el suelo, cada vez más, como un pequeño riachuelo subterráneo. Llegaron hasta una especie de galeria que se separaba en dos caminos.

- ¿Y ahora? - preguntó Dorian.

Giulietta miró a su alrededor, estaba segura de que el equipo que habían encontrado en la entrada era de Vlad, aunque de lo que no estaba tan segura era de si se le habría ocurrido dejarle alguna pista... o simplemente se había deshecho del equipo inservible.

- Por aquí - dijo con decisión la cainita señalando el túnel de la derecha.

- ¿Qué te hace estar tan segura? - preguntó extrañado Dorian. La respuesta de Giulietta se limitó a señalarle una pequeña flecha roja pintada en el suelo, que marcaba el túnel por el que ahora se adentraba la mujer.


Pasaron varios minutos de tensa espera, hasta que Vlad escuchó uno de los peculiares gritos del hombre murciélago. Ya viene, pensó. Al poco, agudizó el oido, escuchó un sonido de algo arrastrandose, y ¿pasos? ¿voces? Pensó que el hambre le jugaba una mala pasada. Al poco, vio que la criatura salia por el agujero. Se incorporó y olisqueo el aire, emitiendo otro chirrido al poco. Caminando, y parando cada poco para olisquear el aire, acabó por dirigirse hacia la trampa. En ese momento, y tras concentrarse para invocar el poder de la sangre Vlad salió de su escondite a toda velocidad, cogiendo la cuerda.

Justo cuando el monstruo dejó de lamer la sangre del suelo al darse cuenta de que el vampiro corria hacia él, este salto sobre su espalda. Dio varias vueltas a la cuerda alrededor del cuello de la bestia, tirando con todas sus fuerzas. Mientras la bestia se revolvía, Vlad cogio con la mano derecha la estaca atada a la cuerda, y la clavó en el cuello de su adversario, que gritó de dolor.


Continuaron caminando por la gruta, cada vez que llegaban a una bifurcación o encrucijada encontraban una sangrienta flecha que les marcaba el camino. De repente, Giulietta escucho unos chasquidos. El intercominicador que le dio Vlad recibía señal. Lo cogió rápidamente y dijo varias veces el nombre del vampiro, pero solo podía oir gruñidos y gritos. La vampiresa echó a correr, seguida por Dorian.


Vladímir notó que el auricular sonaba, pero estaba demasiado concentrado en mantener la cuerda tensa alrededor del cuello de la bestia. Ésta se agitó de un lado a otro, consiguiendo tirar al vampiro, que no soltó la cuerda. Este se levantó de un salto, y tiró de la cuerda con todas sus fuerzas, mientras se movia buscando la espalda de la criatura.

Por desgracia, para poder mantener la presa sobre la garganta del monstruo, tenia que estar cerca de él. Con una estaca en la mano, y manejando la cuerda, consiguió esquivar un par de zarpazos, pero su agilidad estaba mermada por la falta de sangre. La bestia volvió a lanzar sus garras, que consiguieron herirle de lleno en el pecho, haciendo brotar la sangre. De repente, toda la visión de Vladímir se tió de rojo.


Giulietta y Dorian al avanzar por el pasillo creyeron oir algo, la mujer aceleró el ritmo, seguida de Dorian llegaron a una bóveda iluminada con una mortecina luz azul. En el centro pudieron ver, en penumbra, una mole oscura revolviendose y chillando, frente a una figura humana que rugió poderosamente, y se abalanzó sobre la bestia.

La lasombra paró en seco al entrar en la sala y complemplar la grotesca escena, como si fuera una simple espectadora se acercó perpleja a las figuras combatientes.

Giulietta observó como Vladímir hundía la estaca en el pecho de la criatura con fuerza inhumana, pero la estaca se partió, no llegando a clavarse completamente. La bestia rugió, apartando al vampiro con su poderoso brazo.

Ahora podía reconocer a la bestia con la que se enfrentaba Vladimir... no puede ser... una sola palabra salió de su boca...

- Nictucu... - hasta que no dijo el nombre de la criatura en voz alta no fue enteramente consciente de la situación en la que se encontraba y del peligro que corría el malkvian. Momentáneamente el pánico hizo presa de ella obligándola a gritar.

Craso error atraer la atención de un vampiro en frenesí. El vampiro la miró por un instante, suficiente momento de despiste para que la bestia le embistiera y le mordiera entre el cuello y el hombro.

El vampiro rugió hasta desencajarse la mandíbula, golpeando, pateando al monstruo. Cogió una de las estacas de su pierna, y la clavó en el vientre de su adversario, que solto la presa de su boca lo suficiente para que el vampiro pudiera meter la mano, y clavandose los colmillos de la criatura, separar sus mandíbulas. La criatura, que le golpeaba con sus zarpas, provocandole numerosos cortes, no pudo evitar que el vampiro le mordiera el cuello.

Dorian no movió ni un músculo, jamás había visto una criatura como aquella... no fue capaz de reaccionar hasta que vió a Giulietta corriendo al centro de la sala... hacia ellos con una daga en cada mano, seguida por una abrumadora masa de oscuridad, inquieta y agresiva, como fuego negro. La oscuridad comenzó a envolverla según avanzaba, cuatro brazos de sombras le surgieron del torso y el abdomen, al igual que dos noches antes antes, la vampira realizó lo que sus congéneres habían bautizado como metamorfosis negra, solo que esta vez, estaba preparada. La mujer pareció duplicar su tamaño a causa del efecto creado por las sombras que ahora cubrían casi todo su cuerpo.

¡NOOO! estaba bebiendo su sangre, no debía beber su sangre, nunca bebas su sangre...

La tóxica sangre del monstruo le supo a gloria, hasta que empezó a sentir el picor y el ardor por debajo de su piel. Notaba arder su cerebro, y las voces de su interior gritaban de dolor. La criatura seguía gritando y revolviendose, sin poder sacudirse a la sanguijuela, que seguía bebiendo ansiosamente, arrancando la carne con los dientes y la mano libre para que el flujo de sangre fuera mayor. Seguía lacerando su cuerpo con las zarpas, la espalda del vampiro era una pulpa sanguinolenta. Se sentía mas fuerte, con los sentidos amplificados. Tan fuerte que no sentía el dolor de los colmillos de la bestia clavados en su mano. Siguió empujando. Los colmillos atravesaban su mano. Siguió empujando. *CRACK* La bestia cayó al suelo de lado, con el cuello doblado hacia atrás de forma antinatural. Vlad siguió encima, saciándose. Giulietta pudo ver como de los hombros y omoplatos del vampiro surgían pequeñas puntas de hueso, el vampiro parecía tener zarpas en lugar de manos humanas.

Giulietta no había llegado a tiempo para impedir que Vladimir se alimentara del nictucu y ahora... ¿que le ha ocurrido? Vladimir había mutado, su aspecto era casi diabólico, como si su alama se hubiera desprendido de la poca humanidad que pudiera tener, practicamente era una bestia...

En ese momento oyó el sonido de algo grande que cayendo al suelo, y un grito. Había otra criatura en la sala.

¡Dorian!

Al girarse vió a otra de aquellas criaturas caer a escasos metros del humano que desenfundaba el subfusil dispuesto a disparar al monstruo. Giulietta sabía que si lo hacía sería su final, así que gritó, más que un grito fue un aullido lo que salió de la oscuridad donde debía estar su boca, la voz ni se parecía a la suya propia, era gutural, oscura, inhumana. Y fue más que suficiente para desvíar la atención del nictucu hacia ella.

El monstruo inició la carrera hacia la figura de sombras, que a su vez comenzó a correr hacia su objetivo, los brazos sombrios perdieron grosor para aumentar su longitud, se situaron frente a Giulietta, totalmente estirados. Estaban a punto de enzarzarse en lo que hubiera supuesto la muerte para la vampira cuando los sombríos brazos se aferraron al suelo, la mujer saltó por encima del monstruo clavando ambas dagas en su espalda. Los brazos permanecieron agarrados al suelo hasta que la mujer volvió a pisar firme reanudando la carrera en la misma dirección en la que la había iniciado. El nictucu chilló furioso hacia la masa de sombras que ahora se alejaba de él.

- ¡Dispara Dorian! - el joven no puedo reconocer la voz de su señora en aquellas palabras, pero no dudo en hacer caso e iniciar una ráfaga de disparos sobre la criatura, que recibió los impactos en uno de sus costados, tambaleándose mientras se giraba hacia el humano.

Vladímir ya habia agotado toda la sangre de su enemigo. Se incorporó, rugiendo de dolor. Su cabeza iba a estallar. Las Voces giraban y gritaban alrededor de él, descomponiéndose, fusionandose, creando nuevas personalidades, nuevos seres, nuevas víctimas. Sus oidos restallaban con sus alaridos, y sus propios gritos. Se llevó las manos a la cabeza, como intentando sacarse su propio cerebro. Se hirió a sí mismo, clavandose las uñas, y bajándo hasta la mandíbula. Seguía tambaleándose de un lado a otro. Aún tenía hambre. Su sangre ardía. Sangraba por la nariz y los oidos. Vio las estalacticas y estalagmitas fusionarse en un caleidoscopio de sonidos, luces y chispas de colores. Se tapo los ojos con las palmas.

¡Sí, sí! ¡Los numeros cuadraban! Había tantas estalacticas como estalagmitas! El orden perfecto del universo desvelaba sus secretos ante él, abriéndose como una flor, ofreciendo sabiduria y terroríficas revelaciones en cada pétalo. Los pétalos exteriores eran asumibles, datos que habia barajado durante mucho tiempo, pero que ahora cobraban sentido real, y le llevaban a la siguiente capa de pétalos, cuyas verdades eran aún más terribles, y antes de que pudiera digerir el dolor y la locura que entrañaban esos conocimientos, le llevaban a la siguiente capa.

Demasiado dolor, necesitaba alimentarse. Sí, sí, la sangre me calmará. Solo necesito sangre para salir de este estado. Vió tres figuras, y reconoció a su adversario entre una de ellas. El Homo Chiroptera, aquello en lo que no debía convertirse. La imagen viva de lo que era.
¡No puedes convertirte en eso! Rugiendo encolerizado para acallar las Voces, corrió, saltando sobre la criatura. Con las garras abrió su cuello, y hundio su cara en el para seguir bebiendo. Su cuerpo seguía ardiendo, pero el beber le reconfortaba. Tenía espasmos, le doĺía todo el cuerpo, pero no podía dejar de beber.

Giulietta fue sorprendida por la rapidez del vástago, una masa sanguinolentea temblorosa casi más aterradora que la de la bestia de la que se alimentaba. Estaba deformado. Unas manos enormes, y una espalda anormalmente ancha. De sus hombros, cuello, omoplatos y espina dorsal emergían unas afiladas puntas de hueso de un dedo de largo. Giulietta no podía creer lo que veían sus ojos, Vladimir mutaba y se transformaba ante ella, como un auténtico demonio tzimisce, la lasombra comtemplaba el cuerpo del malkavian con asombro y entusiasmo, era como si un maestro de la vicisitud estuviera trabajando con su cuerpo en aquel mismo instante... las cualidades de la sangre del nictucu eran tan sorprendentes como letales...

No podía permitir que Vladímir siguiera alimentandose del monstruo, pues sabía que su sangre acabaría por consumirlo y matarlo. O quizás sí... Vladimir se acaba de convertir en un sujeto de estudio más que interesante, la admiración de Giulietta por los tzimisce y su habilidad de moldear la carne y el hueso resurgió en su interior, hacía tiempo que no tenía una oportunidad como aquella, además poder estudiar los efectos de la sangre de un ser supuestamente mitológico como un nictucu en un vampiro... y no en uno cualquiera... si no en el mismísimo arzobispo...

Tenía que hacer algo, no podía quedarse esperando a que terminara con la vida del monstruo para que luego arremetiera contra ella, el tiempo apremiaba, miró a su alrededor, Dorian se cubría tras una roca mirando a su señora a la espera de que le diera alguna orden, el mortal no sabía que hacer, estaba totalmente perdido. Vladimir continuaba alimentándose y mutando mientras el nictucu desgarraba su maltrecho cuerpo... no sabía como... miró nuevamente al nictucu y la solución se presentó ante ella... perfecto.

Volvió hacia el monstruo, tanto él como Vlad estaban demasiado ocupados enfrentándose entre ellos como para reparar en la masa de sombra que les acechaba... Giulietta concentró su sangre, las sombras de la estancia parecieron cobrar vida propia, adoptando formas pseudo humanoides comenzaron a arrastrarse como almas en pena hacia los dos monstruos hasta rodearles, en ese momento Giulietta saltó hacía el nictucu, sus sombríos brazos le apresaron con fuerza haciendole una presa de la que dificilmente podría zafarse, arrancó una de las estacas que Vladimir había clavado en su putrefacta carne. En ese momento las sombras que les rodeaban apresaron al malkavian, inmovilizando sus piernas comenzaron a trepar por su cuerpo, Vladimir intentaba inútilmente zafarse de los sombríos espectros, pero era inútil, las sombras de toda la bóveda alimentaban a aquellos seres que le oprimían e inmovilizaban. Las sombras que durante toda la pelea habían formado el nuevo cuerpo de la mujer comenzaron a desprenderse de ella y a reptar hacia el cuerpo del nictuco, Giulietta volvía a tener el aspecto de siempre, con esos fulgurantes ojos verdes mirando a un deformado Vladimir. Cuando las sombras cubrieron por completo el cuerpo del murcielago comenzaron a tirar de él para separarle de los cainitas.

- ¡Acaba con él! - Dorian salió de su cobertura y vació el cargador sobre el moribundo murcielago, que se derrumbó como un cascarón vacío.

Los cuerpos sombríos rodeaban por completo a Vladimir, estaba totalmente a merced de la oscuridad... el vampiro intentaba zafarse gritando y maldiciendo, la lasombra permanecía en pie frente a él.

- ¡VAMOS ZORRA! ¡DAME MUERTE! - increpó el vampiro, mirándola fijamente con odio e ira desde los dos oscuros pozos que eran sus ojos, escupió sangre en su dirección.

La lasombra abrió los ojos desmesuradamente y dió un paso atrás confusa.

- ¡Aprovecha tu oportunidad, sanguijuela! ¡Hazte con el puesto que tan jodidamente ansías! ¡Púdrete tu en este agujero! ¡Hazme libre, y condenate! ¡VAMOS!

Desenvainó el estoque y lo colocó rozando el cuello de Vlad... ¡vamos!

El cainita rugió, y su rugido se tornó grito de dolor, y el dolor en llanto. Los negros ojos se enrojecieron con lágrimas de sangre, mientras miraban a Giulietta implorantes.

- ¡Por favor! ¡No mas dolor, por favor! No te he hecho nada para que me hagas esto. ¡Por favor, GIULIETTA! ¡Tu no puedes hacerme esto! ¡Sabía que vendrías a por nosotros, confiaba en ti! ¡No nos hagas daño, por favor! ¡Tu no!

El cainita sollozó, y su llanto se tornó risa, y después carcajada.

- ¡Son iguales! ¡Son iguales! ¡Hay tantas estalactitas como estalagmitas! ¡Hay las mismas! ¡Porque son iguales! - una tétrica carcajada resonó en toda la bóveda- ¿No lo ves, querida Giu? - parecía que sus ojos iban a salirse de sus órbitas, y sus labios a romperse, de tan desencajado que era su gesto. - ¡Son lo mismo! ¡Todo depende de cómo y desde donde las mires! ¡Una estalactita es una estalagmita si estas colgando del techo! ¡El mismo número! ¡Todas iguales! ¿Concavo y convexo? ¡Lo mismo! ¿Loco, cuerdo? ¡Es exactamente lo mismo! ¿No lo veis? - dijo justo antes de vomitar un chorro de sangre negruzca. La cabeza del cainita quedó colgando, derrotado, sin fuerdas para levantarla.

Con la mano libre Giulietta asió con firmeza la estaca de madera y sin pensárselo dos veces atravesó con ella el pecho de vampiro, alcanzando su corazón. Las sombras desaparecieron y Giulietta cayó al suelo de rodillas, agotada, diminutas gotas de sangre resbalaban por su pálida frente. Vladimir permanecía en pie, con la vampira mirándole fijamente... mirando a esos ojos ahora tan negros como la noche más oscura... se desplomó. La lasombra soltó el estoque y se acercó a él, estaba gravemente herido, no había un palmo de su cuerpo que no estuviera cubierto de cortes y arañazos de los que no paraba de manar la sangre, la mandibula totalmente desencajada mostrando sus afilados colmillos, los ojos abiertos de par en par, tomó una de las manos de Vlad entre las suyas, sus dedos eran ahora garras de hueso, pasó un dedo por la punta, comenzó a sangrar... curioso, se llevó el dedo a la boca para cerrar la herida y continuó mirando el cuerpo del ¿arzobispo?... ya veremos...

Giulietta se quitó la mochila y buscó los viales de vitae que Dorian le había dado, bebió de ellos con avidez, mucho mejor... se puso en pie y se acercó al nictucu, ahora que estaba muerto parecía casi mas terrible que cuando estaba vivo, desenvainó su estoque e hizo un profundísimo corte en su cuello, un icor espeso y negro comenzó a brotar de él, Dorian miraba con asco a la criatura, luego a Vlad y finalmente posó su mirada en Giulietta.

- ¿Y ahora que hacemos?

- Tenemos que salir de aquí, no falta mucho para el amanecer y no pienso arriesgarme a pasar el día aquí abajo. - La mujer cogió al murciélago por las patas arrastrándole hacia su congénere también muerto. - Recoge todo lo que encuentres, tenemos que irnos ya.

Cuando los dos cadáveres estuvieron juntos Giulietta les prendió fuego y volvió hacia Vladimir, concentró su sangre para aumentar su fuerza, se agachó e hizo el ademán de ir a cogerle, pero se quedó unos segundos en cuclillas mirandole... imágenes de Vladimir asaltaron su mente... su primera visita a La Salle... aquel baile tras la fiesta... alimentándose de la joven adolescente en su despacho... los pensamientos de Giulietta estaban plagados de dudas, pero no era el momento de pensar, si no de salir. Tomó al cainita entre sus brazos y con dificultad se puso en pie cargando con él sobre sus hombros, concentró má sangre, y comenzó a desandar el camino que les había llevado hasta allí.

Esta vez era Dorian quien iba en cabeza, alumbrando con la linterna y recogindo el cable que les conduciría a la salida. Fue dificil llegar a la entrada de la cueva, sobretodo volver por aquella estrecha grieta arrastrando a Vladimir entre los dos.

Finalmente llegaron a la salida, montaron en la furgoneta y Dorian condujo hacia el castillo. Faltaba muy poco para el amanecer, menos de un hora, debía darse prisa.

- ¿Qué vas a hacer con él? - preguntó Dorian mientras conducía, a penas habían cruzado una palabra desde que emprendieron el camino de regreso, pero la lasombra se limitó a guardar silencio, no contestó al muchacho, aún no sabía la respuesta a su pregunta.

Al llegar bajaron a Vladimir al sótano, aún con la estaca en el pecho le introdujeron en un polvoriento ataúd de metal, parecía muy viejo pero resistente, una vez cerrado Giulietta cerró la tapa con un candado y colgó la llave en su cuello de una cadena.

- Deberías ir a descansar, el sol está a punto de salir. - Dorian parecía cansado.

- Pasaré el día aquí - dijo moviendo la tapa de un ataúd de madera - y también la noche, cuando salgas quiero que cierres la puerta con llave. Ve a descansar.

Giulietta se tumbó en el ataúd y esperó a oír el pestillo de la puerta antes de cerrar la tapa y desjarse llevar por el sueño diurno.



jueves, 28 de abril de 2005

Horror en las Profundidades XIII: Interludio


Diario de Campo de Miguel de Lucerna

Año de Nuestro Señor 1972

25 de septiembre de 1972

Mañana, por fin, bajaremos al yacimiento. No puedo negar que estoy algo emocionado. Años y años de trabajo e investigación probablemente concluyan en breve. Si de verdad está aqui la tumba de Argantonio, sería un importante descubrimiento, y si nuestras pesquisas son ciertas, encontraremos tesoros que harían enmudecer al de Évora o El Carambolo. Y lo que es más importante, pruebas que confirmarían el poder de la civilización Tartéssica, poniéndola a la altura de la Fenicia, o incluso más. Por fin el mundo reconocerá a los Tartessos como una de las mayores civilizaciones antiguas. Todo esto contribuirá a poner aún más grande el nombre de España en el mundo. Me retiro a dormir, mañana será un gran día.

26 de septiembre de 1972

Apenas quedan unas horas para que entremos. Ya tenemos todo el equipo preparado. La prensa local ha venido esta mañana y ha tomado una fotografía de los ocho, y luego una de cada uno. Esto ha aumentado nuestra expectación.

27 de septiembre de 1972

Ayer pasamos todo el día en la cueva. Tras una larga galería, se llega a una sección que desciende. Luego hemos encontrado un estrechamiento, por el que no podíamos pasar, debido al equipo que llevábamos. Hemos vuelto a la superficie, y elegido lo más elemental del equipo para poder pasar. Yo llevaré este cuaderno, pese a la insistencia de Luis de dejarlo, para ahorrar espacio. He acordado con él que lo llevaría dentro de la camisa, para no ocupar espacio en la mochila, y a regañadientes, se ha callado y se ha ido. Hay que ser tonto para no querer tener la posibilidad de guardar testimonio escrito de lo que pase allá abajo justo en el momento. He envuelto el cuaderno en la funda de cuero que uso para mi agenda personal, que dejaré aqui. Espero así protegerlo de la humedad y el agua.
He encontrado a David entonando una oración, y le he acompañado. El terminó y no dijo nada más. Mañana volveremos. Espero que no encontremos más contratiempos de este tipo.

28 de septiembre de 1972

Conseguimos pasar la zona estrecha. Abajo encontramos una galería baja, con agua. Pero no fué un problema pasarla. Continuamos, y encontramos una bifurcación. Nos dividimos en dos grupos, tomando cada uno una de las variantes, pese a la reticencia de David a hacerlo. Casi nunca habla, juraria que es la primera vez que le escucho argumentar tanto en favor de algo. Finalmente, ha prevalecido la jerarquía, y Pedro ordenó que por la izquierda fuieramos Tomás, Laura, David y yo. Al otro lado, José, Martín, Luis y Pedro. Acordamos volver a ese punto en el plazo máximo de dos días, poner en común lo que hubieramos descubierto y seguir. Escribo desde una galería, hemos parado a dormir. Mañana seguiremos.

El diario incluye un pequeño plano del camino tomado por el grupo. Difería bastante del tomado por Vlad. Ellos habian elegido siempre la misma dirección.

29 de septiembre de 1972

Santo Dios bendito ¿cuán grande es esta cueva? Hemos dado vueltas durante todo el día. El mapa que estoy dibujando es ahora mucho más completo, pero estamos invirtiendo muchísimo tiempo. Laura empieza a parecer agobiada aquí abajo ¿quien no lo estaria? David parece muy tranquilo, y Tomás a veces parece estar de mal humor.

29 de septiembre de 1972

Laura nos ha despertado a todos, histérica. Dice que ha oido gritos. El resto nos hemos mirado solo durante un instante. Todos hemos oido los gritos, pero le hemos dicho que ha debido ser una pesadilla. Tras un rato, se ha relajado, y se ha quedado dormida. Yo no he podido. Espero que los otros estén bien. Creo que he oído a David rezando de nuevo. En silencio, yo he rogado al Señor por nuestros amigos.

30 de septiembre

Hemos esperado al otro grupo en el lugar indicado durante horas. Laura ha empezado a llorar - creo que Luis y ella tenían algo - y ha ido todo a peor cuando Tomás ha empezado a gritar. He tenido que mediar entre ambos, hasta que finalmente hemos tomado el camino que tomó el otro grupo. Vamos a buscarlos. David simplemente se ha fumado un cigarro. durante toda la escena. No se como mantiene la calma.

1 de Octubre

Hemos seguido explorando la cueva, mi mapa está casi completo, a falta de -creo- muy poco. Ahora estamos descansando. No hemos encontrado rastro alguno de nuestros compañeros. Laura está visiblemente afectada. Tomás no quiere que nadie se le acerque, y David solo fuma. Ni siquiera habla. A veces pienso que está loco. Fue el ultimo en unirse al equipo de investigación, y siempre fué un poco raro.

1 de Octubre

Las buenas noticias es que mi mapa ya está completo. Las malas es que no hemos encontrado a los otros. Las peores es que hemos visto un rastro de sangre. Laura ha roto a llorar y hemos tardado en poder calmarla. Estamos en una sala abovedada, con una siniestra iluminación azulada, que viene una charca. Parece que el agua continúa en una galería inundada. Al otro lado de la bóveda hay otra galería. Estamos descansando, mañana continuaremos buscando. Tomás me mira con mala cara, parece que le cabree que sea capaz de escribir en estos momentos. Si no lo hiciera, estaria como Laura, o como él. O peor aún.

Vladimir reavivo su interés por el relato. Estos humanos habian visto que había más allá de las ruinas.

2 de Octubre

La nueva galería era más ancha y alta que las primeras. Y muestra signos de haber sido tratada por manos humanas para que así lo fuera. Hemos encontrado cruce. Tomamos primero el camino de la izquierda, que estaba sellado un centenar de metros más adelante. El camino del centro tuvimos que desestimarlo, ya que el suelo era muy inestable. Tomás casi cae a un pozo.

No he dicho nada, pero en la agitación, me pareció escuchar el eco de un grito agudo. Era más bien un chirrido, pero la paranoia me hace pensar que era un grito. O eso quiero creer. Cuando lo oí, Laura cruzó su mirada conmigo, con los ojos muy abiertos, pero no ha dicho nada. ¿Lo habrá oido? ¿Será que no quiere tener más broncas con Tomás? David sigue fumando, como si nada fuera con él. Tomás le ha increpado un par de veces, pero le ha ignorado completamente. Simplemente por eso, Tomás se ha cabreado más. Y eso que ha estado a punto de morir hoy.

Ahora estamos en la sala abovedada, descansando. Mañana tomaremos el camino de la derecha en el cruce. Espero que encontremos a nuestros amigos, las raciones empiezan a escasear. Preferiria volver con ellos a la superficie, la verdad. Laura esta tumbada cerca mía. Creo que está llorando. Iré a intentar calmarla.

- la siguiente entrada costó a Vlad gran trabajo de descifrar, la letra erra irregular, y a veces se pisaban unos renglones con otros.

OCt3

Que Dios Todopoderoso se apiade de mi pobre alma. No hay palabras para describir los horrores que he presenciado hoy.

Tomamos, como estaba planeado, el camino de la derecha. Tras una media hora de caminata, la galería se ha ido estrechando, hasta ser poco más alta que mi metro setenta, y solo podia extender uno de mis brazos hacia un lado.
Finalmente, encontramos a nuestros compañeros. O lo que quedaba de ellos. Martín, Luis y José estaban en el centro de una pequeña cámara. ¡Muertos! ¡MUERTOS!, y devorados. Les habian arrancado miembros de cuajo, y abierto como a cerdos. Laura empezó a gritar como una loca, y se fué corriendo. Tomas, jurando, la ha seguido, no se si por miedo o para vigilarla. David mantenía la compostura. Me sorprendió verlo empuñar una escopeta de doble cañón recortado. No sabía que la tenía.
Oí un gorgoteo, y miré a la derecha. No se todavía como no me volví loco entonces. Toqué el hombro de David, para que mirara.

Una horrible bestia, mitad humano, mitad murciélago, se estaba dando un festín con el cuerpo de Pedro. Dios lo tenga en su gloria.


Sin mediar palabra, David abrió fuego contra él, reventándole la cabeza. Durante un momento fui optimista, hasta que oí más chirridos como los del dia anterior. Muchos. Miré al techo, y ví muchos agujeros, de los que surgieron al menos media docena de bestias iguales que la que David acababa de eliminar.

"Corre", me dijo, mientras quitaba la anilla a una granada ¿QUIEN ERA ESE TIO?

Obedecí. Y el vino tras de mí, reventando las entrañas de otra criatura. La explosión hizo temblar toda la galería. Corrimos y corrimos, hasta llegar al cruce. Paramos unos minutos a coger aliento. David se limito murmurar algo así como "Homo Chiroptera", mientras repetía algun tipo de letania, mientras recargaba de nuevo su arma, y coger su pico de la mochila cuando escuchó de nuevo los chirridos. Yo no podía ni hablar ni preguntar ni nada.
Corrimos hacia la bóveda, y justo cuando estabamos llegando, bajo la gran arcada, otras dos bestias nos sorprendieron, apreciendo de unos pequeños agujeros del techo ¿COMO PODIAN CABER POR AHI?

David descargó la escopeta en el hocico de una de las criaturas, que cayo a plomo sobre el suelo. La otra atacó, arrancandole el brazo de a escopeta de cuajo.

David gritó, y empuñó con fuerza el pico, que, y juro por Dios que en mi vida he consumido más droga que el vino de misa, y perdonen mi blasfemia, SE ENCENDIÓ EN LLAMAS. Se tornó en una espada flamígera, de casi un metro de largo, y cual Arcángel San Miguel, destruyó a la abominación de un solo sablazo.

Sin apenas respiro, tres nuevas criaturas volvieron al ataque, rodeando a David. "Corre", fué lo unico que me dijo. Obviamente obedecí. Miré atrás por si me seguía, y lo ví cortando a una de las criaturas por la mitad con la espada de llamas. Luego ví como una de las criaturas le mordía en el hombro tullido. Las otras dos se abalanzaron sobre el. La espada había caido al suelo, tornandose pico de nuevo.

Lo siguiente que recuerdo fue una gran bola de luz y llamas, que me escupió hacia la bóveda. He tenido mucha suerte, pues la entrada se ha derrumbado. O no, según se mire. Quiza morir bajo las rocas fuera mejor destino que este. Al menos David no sufriría, Dios lo acoja en Su Gloria.

Me dio el tiempo justo para recobrar el aliento, y el oido, y darme cuenta de que tenia alguna costilla rota, cuando de nuevo oí uno de esos insidiosos chirridos. Miré a los lados y vi a una de las criaturas caer cerca mía. Se incorporó, y el terror de su horrenda majestuosidad me hizo persignarme tres veces. Traté de salir corriendo, pero la bestia me golpeo con uno de sus brazos, tirandome al suelo. Consegui levantarme y correr, saque mi navaja, y sentí como mil puñales se me clavaban en el hombro. Como pude, lancé puñaladas, con la suerte de acertar al monstruo, que me soltó.

Corrí hacia la galería por la que llegamos en un principio a la bóveda, pero me desvié cuando vi otra criatura entrando por ese camino. Vi la laguna, y esperando que mis suposiciones sobre la galeria adyacente fueran ciertas, tire mi mochila y me zambullí.

Nadé con todas mis fuerzas, y justo antes de quedarme sin aire, llegué aqui. Me duele el cuerpo terriblemente. Y no se si tengo valor para volver al otro lado, donde me esperan dos, y quien sabe cuantas mas, homo chiroptera, como las llamó David. Ahora voy a tratar de calmarme y descansar.Mañana veré que hacer.

Quiera Dios que esto no sea lo ultimo que escriba en este cuaderno.

<~~oOo~~>

Vlad ojeó ansioso, pero no había más entradas.

Se sintió tremendamente cansado y hambriento. Se sintió defraudado, aquello era casi seguro una tumba trampa, aunque había un camino que Miguel y sus compañeros no habian explorado. Pero a saber si era accesible, con dos derrumbamientos. Cualquiera hubiera considerado que Miguel enloqueció, pero no era la primera vez que tenía referencias de humanos con espadas flamígeras. Maldito fuera David y sus bombas. Tanta historia, y al final no iba a tener claro si la tumba era buena o no.

Así que solo le quedaba salir de allí. Pero probablemente tendría que enfrentarse antes al "homo chiroptera". Esperó que solo hubiera uno. Durante la lectura, había tenido un par de ideas de como intentar acabar con el monstruo Después, ya se ocuparía de cómo salir de la cueva. Y de lo que pudiera encontrar fuera. Durante un momento, pensó en Giulietta ¿le estaría buscando? ¿aprovecharía la coyuntura para proclamarse Arzobispo? ¿Qué sería de Ambrosio?

- ¿De verdad crees que la sombrilla vendrá a por nosotros? - inquirió una de las voces, grave, seria.
- Claro, Giu se preocupa por nosotros, lo he notado en sus ojos - protestó otra, de voz más infantil.
- ¿Giu? ¿Qué confianzas son esas? ¡Ni que tuvierais algo!- rió una voz de mujer
- ¡Esa perra está feliz y ansiosa por que desaparezcas! ¡Quiere tu puesto, no te confundas!
- ¡Nos dejará aqui tirados!
- ¡O peor aún, si salimos, nos rematará ella misma!
- ¡Nosotros la destruiremos antes! Y nos hará compañía aqui, para siempre.
...

Vlad cerró los ojos, intentando descansar, mientras seguia siendo acosado por las voces. Tenía mucha hambre.

Horror en las Profundidades XII: Horas de luz


La noche transcurrió en tensión para Vlad.

Seguía haciendo su camino por la gruta, contando los metros, calculando alturas, consultando la brújula, y sospechando cada vez más que había algo con las estalactitas y estalagmitas. Doscientas cuarenta y tres contra doscientas cuarentaiseis. Desde hacía horas la diferencia se habia estancado en tres. Para unas o para otras, pero siempre tres. Si habia tres más de un tipo, y en la siguiente sección de gruta habia más del otro, haciendo que ahora hubiera más en total delsegundo tipo, el conteo total se veía alterado de tal manera que la diferencia volvia a ser tres, pero para el otro lado. Fascinante, pensaba Vlad, que avanzaba completamente en silencio, con los oídos agudizados, por si aquel chirrido volvía a repetirse. Por suerte, solo oía sus propios pasos, el zumbido de la linterna, y un lejano goteo.

Cada 437 metros paraba, para actualizar el cuaderno. Anotó varias bifurcaciones más, en las que dejó la correspondiente señal indicando el camino tomado. El cuchillo siembre marcaba el camino de regreso en primera instancia, hecho que le contrariaba. Pero aún más se contrarió cuando escuchó de nuevo el chirrido. Esa vez lo escuchó mas fuerte. Menos agudo.

Llegó un momento en el que empezó a sentir como se le agarrotaba el cuerpo, y le costaba mantener los ojos abiertos. Debe ser el amanecer, pensó. Años y años de costumbre le arrastaban a tumbarse, cerrar los ojos, y descansar hasta el día siguiente. ¡No puedo! se repetia a si mismo, mientras concentraba su vitae en mover su cuerpo. Había algo ahi fuera, y no podia permitirse el lujo de ser sorprendido mientras dormía.

Lastimeramente, siguió caminando. Al girar un retuerto del camino, pudo notar como la luz cambiaba. Apagó la linterna. ¡Sí, sí, sí! Un pequeño rastro de luz azulada le invitaba a seguir por el serpenteante y estrecho tunel. Consiguió incluso correr hacia la luz.

Deslumbrado, parpadeó al entrar en la majestuosa bóveda. Debió ser un antiguo depósito de aguas subterráneas, que con el paso de los siglos fue perdiendo su contenido. Las estalactitas, estalagmitas y columnas no le dejaban ver el otro lado, si lo habia. La luz provenía de la derecha de la bóveda. Se dirigió hacia ahi. Era una laguna, de agua cristalina. Vio unos extraños peces moverse en el fondo, y huir al detectar su presencia. Eso le sirvió para ver que la laguna continuaba por debajo de la pared, quizá conectando dos cámaras. Excitado, sacó rápidamente el lapiz y el cuaderno, y esbozó el plano rápidamente, marcando la localización de la laguna para posterior investigación. Se dió la vuelta, contando las estalagtitas y estalagmitas. Para no perder la cuenta, apuntaba cada poco el total acumulado, mientras seguia dibujando el pequeño e improvisado plano, en una hoja nueva, para poder darle mas detalle.

Cuando llegó al centro de la bóveda, se dio cuenta de que habia una especie de camino marcado en el suelo. Apartó algo de gravilla, y vió lo que parecía ser un adoquín, muy muy desgastado. Parecía estar en el buen camino. Sonrió y apuntó en el cuaderno. El camino parecía perderse hacia el otro lado de la estancia. Miró hacia arriba, al punto más algido. Debia estar a unos veinte metros de altura. Estaba todo cubierto de estalactitas, cuya formación dejaba adivinar la curvatura de la bóveda. Siguió contando y anotando.

Terminó por llegar al extremo diametralmente opuesto a la laguna. Conto unos ochenta metros de un punto a otro. Encontró mas formaciones de piedra que parecían construidas por el hombre. Algo parecido a los restos de una mesa, con otras piedras puestas alrededor. Pudo discernir unos dibujos en la mesa, que copió al carbrón rápidamente en su cuaderno.

Cerca de lo que llamó "el salón", encontró una peculiar formación de columnas de piedra caliza. Estaban lo suficentemente juntas como para evitar que nada mas ancho que un cuchillo se deslizara entre ellas, y el tiempo habia provocado que uno de los "barrotes" dejara de estar completo. Tanteó el hueco interior, y vió que podría caber perfectamente. Buscó una piedra del tamaño adecuado. Encontró una, y se metió dentro del hueco con ella, encajándola posteriormente en la separación entre la estalactita y estalagmita que le daban acceso al hueco (y que ya habia anotado en su cuaderno).

Se acomodó como pudo, y antes de darse cuenta, perdió la consciencia.

Le despertó el mismo chirrido de las otras veces, pero mucho mas poderoso. Fuera lo que fuera, estaba cerca. Agitado, empujó la piedra, que cayó ruidosamente - ¡maldición! - y salio de su escondrijo. Se estiró, tratando de ubicarse. Repasó toda la noche anterior, así como sus notas. Siguíó explorando la bóveda, llevando la cuenta de estalactitas y estalagmitas, por supuesto.

Lo mas interesante que encontró fué una nueva entrada a otra galería, que incluso tenía un marco tallado en piedra. La lástima es que estaba medio derruida, de tal manera que no podía pasar. Maldijo su suerte, mientras anotaba en el cuaderno.

De repente, comenzó a escuchar un sonido extraño, como si algo se arrastrase. Aguzó el oído, intentando localizar la fuente, pero el eco le despistaba. Guardó el cuaderno, el lapiz, y todo lo que llevaba, salvo el cuchillo y las estacas en la bolsa impermeable. Tenía un desagradable presentimiento.

El sonido de fricción fué acompañado por un portentoso chirrido, que dejó perforó los tímpanos del vampiro. Dolorido, dió unos pasos sin rumbo. Otro chirrido delató a su compañía.

De un agujero en la bóveda, invisible a simple vista, surgió arrastrándose una bestia horrible, negra, peluda, con cara de murciélago. El monstruo cayó al suelo, y se incorporó mirando al cainita. Mirando era un decir, puesto que no tenía ojos. Medía unos dos metros metros, y era delgada, fibrosa. Era como un gigantesco hombre murciélago.

La bestia volvió a rugir, mostrando unos poderosos dientes, coronados con varios pares de colmillos, afilados como puñales. Olisqueó el aire. Encorvado hacia delante, pero sin apoyar las patas delanteras, comenzó a correr hacia Vladímir.

En lugar de huir, decidió aprovechar que aún sentía en su sangre los efectos del ritual de la noche anterior. Desenvainó el cuchillo y encaró a la bestia. Ésta estuvo a punto de arrollarlo, pero consiguió esquivarla a tiempo. La criatura, que se guiaba por el sonido y el olor, trastabilló con las estalagmitas, dandole el tiempo justo a Vlad para saltar sobre ella, y clavarle el cuchillo en lo que debía ser el omóplato, mientras se agarraba al escaso pelaje con una mano.

La criatura rugió de dolor, una sangre negruzca brotaba de la herida. Vlad movió el cuchillo dentro de la herida, haciendo que su adversario se revolviera más aún. La criatura saltaba y giraba sobre sí misma, intentando cazar o librarse de su agresor, mientras gritaba. En uno de los giros, consiguió acercarse a una formacion de columnas naturales, haciendo que el vampiro se golpeara con las mismas, cayendo al suelo.

Vlad se incorporó, sin cuchillo. La bestia miraba corría hacia él, rugiendo. Aún aturdido, no tuvo tiempo de esquivarla. Esta cargó contra él, aplastándolo contra la pared. Vladímir sintió crujur varias de sus costillas. Haciendo uso de la sangre consiguió moverse lo bastante rápido como para coger una estaca de su muslo izquierdo y tratar de clavarla en la pierna de la criatura, con éxito. La reacción de la bestia le dió el tiempo justo para zafarse de ella y salir corriendo como pudo hacia la laguna.

Con la bestia en sus talones, se zambulló. La criatura se quedó en el borde, sin atreverse a entrar en el agua. Los murciélagos no nadan, heh, pensó. Se quitó las botas en el agua, las anudó entre sí, y al arnés. Se sumergió y comenzó a bucear. Esperaba que al otro lado hubiera una salida. El dolor le estaba matando.

Continuó nadando varios minutos que se le hicieron eternos, por el dolor. Finalmente, volvió a ver superficie. Emergió con cuidado. La estancia era pequeña, con apenas iluminación. Salió del agua. Aguzó los ojos, y estudió la sala como pudo. Notó un bulto en uno de los rincones. Sacó la linterna de la mochila, y trató de encenderla, pero fué imposible. No estaba mojada, pero no funcionaba. Supuso que se acabarían las baterias, o que los golpes la habían estropeado.

Probó mejor suerte con el mechero. Usó la poca luz para alumbrar hacia el bulto, manteniendo siembre la llama lejos de su cuerpo. El bulto resultaron ser los restos de un humano. Un cadaver comido por los gusanos, viejo, muy viejo. Estaba vestido con un pantalon corto, botas de montaña y una camisa. A su lado habia lo que parecia ser un libro.

Usando el mechero y sus ojos agudizados, se cercioró todo lo que pudo de que no hubiera más agujeros en las paredes. Se sentó cerca de su nuevo amigo, y tomó el libro. Lo abrió. El exlibris rezaba a nombre de Miguel Lucerna, y databa de 1972. Pasó la página y comenzó a leer con ayuda del mechero, mientras se concentraba en curar sus doloridas costillas.

Horror en las Profundidades XI: Operación ¿rescate?


Dorian se levantó a media tarde, después de desayunar tomó un aspirina, la cabeza la iba a explotar, a penas pudo conciliar el sueño, cada vez que cerraba los ojos las escenas vividas la noche anterior asaltaban su mente...

Tras ducharse y vestirse salió del castillo y subió al coche ycondujo hacoa la ciudad, compraría un nuevo traje para Giulietta y piezas de equipo para reemplazar el perdido la noche anterior. Cuando volvía pasó por delante de La Salle, al acerlo aminoró la velocidad, recordó a Ambrosio, el mayordomo del arzobispo, un buen tipo, pensó en parar a contarle lo acontecido, pero finalmente reanudó la marcha, no merece la pena preocuparle ahora...

Volvió al castillo, preparó el equipo que utilizarian por la noche y dejó el traje nuevo en la cómoda del pasillo cercana a la habitación donde descansaba Giulietta.

Cocinó unos mediocres espaguetis a la boloñesa y cenó, con los ojos mirando a la televisión y la mente aún perdida... ¿no debería alegrarse de la desaparición del arzobispo? conseguiría el cargo que deseaba... a Dorian no le gustaba nada la idea de que Giulietta se interesara tanto por el loco... más bien le preocupaba... acabó quedandose dormido sin darse cuenta.

Minutos después del anochecer Giulietta despertó, se puso en pie, su pierna estaba mucho mejor, concentró su sangre por última vez y su pierna volvió a ser la de siempre. Era hora de desayunar y volver a la excavación. Cogió el cadaver de la noche anterior y salió de la habitación, sonrió al ver el nuevo traje de neopreno y continuó andando hasta el sótano cargando con el cuerpo. Salió a los pocos minutos sin cadáver y con toda la sangre que necesitaba. Al pasar por delante del salón vió a Dorian dormitanto.

- ¡Despierta! - grito desde el pasillo - ¡nos vamos! - volvió escaleras arriba, se dió una rápida ducha y se puso el traje colocando también todos los pertrechos.

Una vez ambos estuvieron listos subieron a la furgoneta y volvieron al lugar de la excavación.

Aparcaron en las inmediaciones de la excavación, silenciosamente se acercaron a la valla del perímetro, estaba totalmente destrozada... entraron por uno de los grandes agujeros y procedieron a investigar la zona, atentos a su alrededor, puesto que si aún había garous por la zona ya sabrían que estaban allí... incluso puede que Gaethano volviera a hacer un recuento de víctimas... aunque ese sería el menor de sus males.

Giulietta se acercó a la entrada de la cueva, totalmente sellada... ¡maldita sea! no había forma de entrar.

- Ven a ver esto... - Dorian estaba en mitad del improvisado campo de batalla, cuando la vampira se acercó a él señaló tres enormes charcos de sangre seca. - Ahi estaban los cuerpos de los hombres lobo que murieron... - comenzó a andar siguiendo un reguero de tierra roja hasta cerca de la alambrada - se llevaron los cadáveres.

El fianna qu e mataron Ramón y Nico... el hijo de Gaia con el que acabaró Dorian... el atropellado...

- Falta uno... - andó hacía una caseta totalmente deformada y quemada - aquí.

... el de la granada... miró hacia la carretera por donde huyó Gaeth... y había otro más... volvió a la entrada de la cueva

- Falta uno, tal vez... esté bajo ese montón de rocas... o puede que huyera... no creo que vuelvan esta noche, así que será mejor que nos demos prisa - dijo comenzando a quitar los pesados trozos de piedra...

- ¿De verdad piensas quitar las piedras una a una? - Dorian alucinaba mirando el montón de rocas - ni de coña.

¿A quién pretendía engañar? lo cierto es que al coger la piedra casi se le cae, no parecía que pesaran tanto... se dio cuenta de que podría estar toda la noche moviendo piedras que al amanecer aún habría más... soltó la piedra.

- Es inútil... necesitamos una excavadora o algo así... ¿se te ocurre donde podemos conseguir una? - preguntó la lasombra.

- Si, pero no a las tres y media de la madrugada... será dificil despejar la entrada... puede tardar un par de días...

- A primera hora del día conseguirás una máquina de esas y gente que te ayude, quiero que para el anochecer esa entrada esté despejada...

El joven resopló disgustado... si lo llego a saber no digo nada... comenzó a andar hacia la furgoneta...

- Si quires que mañana me pase el día currando tengo que dormir, asi que mejor si nos vamos y tal... - dijo señalando hacia la salida.

- Ve tú, yo iré andando dentro de un rato... no te preocupes.

- Está bien. - Continuó su camino hacia el vehículo y volvió a descansar al castillo.

Giulietta se sentó en una de las rocas ...un dia más... un dia era demasiado tiempo... demasiado tiempo para saber si al arzobispo seguía vivo... demasiado tiempo para que un vampiro como él mantuviera la cordura, encerrado ahi dentro... solo consio mismo...

Algo desvió la atención de la lasombra, un brillo plateado, se acercó a un revuelto montón de arena, una de las dagas que había usado la noche anterior estaba medio enterrada, llena de sangre seca y tierra, apenas reconocible.

Tras limpiarla un poco con el guante la guardó en la mochila.

- ¿Dónde estará el estoque...?

Se acercó a la caseta donde estalló la granada, ahi fue donde le clavó el estoque al hijo de gaia... su cadaver cayó aquí, mirando el charco de sangre seca, así que debería estar... aquí, se agachó para cogerlo, cuando lo tomó por la empuñadura y lo elevó se dio cuenta de que la hoja estaba rota por la mitad, estaba totalmente inservible, aunque por fortuna era reparable.

Miró a su alrededor, aún faltaban unas horas para el amanecer, y no había nada que pudiera hacer para agilizar las cosas. Caminaba hacia la salida cuando creyó oir algo... una especie de interferencia... ¡la radio! la mujer guardó silencio, volvió a oir el ruido... cada vez lo tenía más cerca... allí, desenterró el pequeño auricular, estaba aplastado y retorcido, pero parecía que aún funcionaba...

- ¿Hola? ¿alguien me recibe? ¿Vladimir? - el aparato no reaccionaba, tal vez estaba fuera de alcance, o hubiera demasiadas interferencias... o que simplemente no funcionaba - ¿alguien me oye? ¿hola? - se sentía estúpida gritando a un pequeño auricular sin recibir respuesta... guardó el aparato en la mochila, tal vez al día siguiente les fuera más útil.

Salió del recinto y dando un paseo se dirigió al castillo. Pensaba en lo que se encontrarían al día siguiente, ninguna de las imágenes que le venian a la mente era de su agrado, y mejor era no pensar en las consecuencias de lo que puedieran encontrar... a cada cual peor...

¿Hasta que punto quería encontrar a Vladimir? ¿quería encontrarle a él... o a sus cenizas? negaba con la cabeza, no quería pensar en ello.


Llegó al castillo, a pesar de faltar aún casi una hora para el amanecer fue directa a la habitación donde había descansado la noche anterior, como siempre corrió el dosel y tras dejar el traje en el sillón se metió en la cama. A veces le gustaba acostarse como una humana normal, más bien le relajaba... finalmente se quedó "dormida".



Horror en las Profundidades X: Marca el lugar


El vampiro siguió descendiendo varios minutos, en silencio, acompañado solo por el sonido de sus pasos. Calculaba que podría haber recorrido ya mas de medio kilómetro, y bajado unos cuarenta. También anotó mentalmente que la galería se desviaba hacia el sur. También contó las estalactitas y estalagmitas que veía. Veintisiete de las primeras y treinta y una de las segundas. Cualquier cosa para mantener la mente ocupada y las voces alejadas, canturreaba para sí.

Tras otro centenar de metros, la inclinación del tunel variaba abruptamente, y su altura disminuía considerablemente. Sólo podría pasar arrastrándose. Qué remedio, pensó. Agarró la linterna con los dientes y se agazapó para pasar por la hendidura. Bajó varios metros, quizá unos treinta. De nuevo la altura de la galería subía, permitiéndole ponerse de pie, aunque su cabeza casi rozaba el techo. El suelo tenía un par de dedos de agua, y estaba muy resbaladizo. Conforme avanzaba, el nivel del agua subía. En unos doscientos metros, ya tenía el agua por los tobillos, y parecía seguir subiendo. ¿Que podría ir peor?, pensó.

La cantidad de posibilidades que se le pasaron por la cabeza le hicieron reirse de su propia necedad. Estaba bien jodido, y se estaba metiendo en la boca del lobo. Literalmente. ¿Qué puedo perder? ¡Quizá encuentre un cofre lleno de joyas y oro al final de esta cueva! ¡Me las tragare todas, y seré el vampiro en letargo más valioso de la creación! Hizo un pequeño baile y rió en voz alta, como un pirata.

El lejano eco de un sonido muy agudo cortó la linea de pensamiento del vampiro en seco. Dejándolo paralizado. ¿Eso .... ha ... sido... un grito? Incluso pensó en voz baja, por si acaso. Precisamente esa era una posibilidad que no habia sopesado. Que no estuviera solo en ese agujero. Miró hacia atrás, sopesando la idea de volver a la entrada de la cueva, y esperar pacientemente a la noche siguiente para que le rescataran. Se dio la vuelta. Dió un par de pasos. Se paró. Estaba en la posible tumba de un antiquísimo miembro de la Estirpe. El conocimiento que podría obtener si lo encontraba, a él y a sus "alhajas funebres" le tentaban.

Podría conseguir el suficiente dinero y poder como para echar a Marian a los perros, poner la cabeza de Gaethanus en una pica, hacerse con la ciudad y comprar su libertad a Vykos, dejando ese estercolero de ciudad todo para Giulietta ¡por fin podría ser libre y buscar a Sarah! Se dio la vuelta de nuevo. Volvió a caminar hacia el frente. Y si no, siempre podría diabolizar al tipo. Hizo cuentas con los dedos, tratando de calcular cuantos grados le separarían del mismísimo Caín si lo conseguía.

Pensó en las trampas. Pensó en la posibilidad de un guardián. Pensó en la posibilidad de un matusalén despierto, hambriento, y de mal humor. Volvió a pararse. Se dió la vuelta. Volvió a caminar hacia atrás. ¡No! ¡No! ¡Hay mucho que ganar! ¡Tengo que llegar hasta el final! ¡Puedo hacerlo! ¡Sí! ¡Sí! Se dió la vuelta otra vez. Con un poco de suerte, Giulietta se me unira en apenas unas horas, me encontrara, y daremos caza juntos al matusalén ¡Sí! ¡Adelante! ¡No hay benefiicio sin sacrificio!

Borracho de fantasías, reanudó el paso hacia el fondo de la cueva decididamente. Se paró. Recordó el chillido. Decidió que sería mejor ir más discretamente. Solo por si acaso, se dijo.

Continuó caminando otro medio quilómetro, donde el piso subía de altura, y ya no había agua, con sus cuarenta y dos estalacticas y treinta y siete estalagmitas. Sesentainueve y sesentaiocho, en total. ¿Y si en total hubiera el mismo numero de ambas?, se preguntó, maravillado por las implicaciones que tendría dicho acontecimiento...

Su pensamiento metafísicofilosófico sobre el sentido de la Creación se paró en seco cuando el siguiente problema real le abofeteó la cara.

Una bifurcación. Esta fiesta solo va a mejor, pensó. Sujetó la linterna entre los dientes, sacó el lapiz y el cuaderno e hizo un pequeño esbozo de todo lo que habia recorrido hasta el momento, indicando las bajadas, metros, el agua, estalactitas y estalagmitas. Numeró la página y dibujó la encrucijada. ¿Y ahora qué? Ni siquiera tenía una maldita moneda para echarlo a suertes. Y someterlo a votación con sus inquilinos no le pareció adecuado. Sacó el cuchillo de su funda, y lo hizo girar sobre el suelo.

El condenado se quedó apuntando hacia el camino por el que había venido. Volvió a hacerlo girar. Marcó la derecha esta vez. ¡Derecha pues! Señaló el camino derecho en el cuaderno, lo guardó, y reemprendió la marcha.

Caminó otros doscientos metros. Se detuvo y volvió sobre sus pasos. Volvió hasta la encrucijada. Se mordió el pulgar con el colmillo, y dibujó una flecha hacia la dercha con la sangre. Volvió a reemprender el camino.

Horror en las Profundidades IX: En la seguridad del refugio

Dorian conducía a gran velocidad siempre atento de que no les siguieran, así parecía ser, así que fue directo hacía el castillo. Hechó un vistazo al asiento de atrás, volvió a mirar al frente y pisó a fondo el acelerador.

No tardaron en llegar a la entrada del Castillo de Santiago, llevó la furgoneta a la parte de atrás, apagó al motor y aún nervioso cogió a la vampira en brazos y entró al castillo, subiendo las escaleras de dos en dos llegó rápidamente al segundo piso. Dejó a Giulietta sobre la cama de una de las lúgubres habitaciones y volvió a correr escaleras abajo, llegó hasta el sótano.

De él salió tirando del brazo de un joven adolescente de mirada perdida.

- ¡Vamos maldita sea! - gritaba Dorian, tirando del joven que se movía lentamente.

Dorian tiraba de él, le llevaba casi a rastras, al llegar ante las escaleras sujetó con fuerza al joven y le subió casi en volandas, le llevó hasta la habitación donde la lasombra esperaba tumbada en la cama con los ojos entreabiertos, Dorian sentó al muchacho al borde de la cama, le hizo un corte en la muñeca y puso esta sobre la boca de Giulietta.

La vampira agarró con fuerza el brazo del joven mientras bebía con ansia, paró cuando se sació por completo.

Concentró la recién adquirida sangre y sus heridas comenzaron a curarse lenta, pero visiblemente.

Dorian suspiró aliviado al ver como se curaban las heridas de la cainita, por un momento llegó a pensar que no lo conseguiría...

Salió de la habitación y fue a darse una buena ducha.

Sintió el agua caliente en su piel, se sentía reconfortado. El leve canturreo de la ducha le relajaba, ahora que estaba más tranquilo pensó en lo ocurrido en la excavación... con la cabeza apoyada en la pared cerró el puño derecho con fuerza... No debí dejarla sola... ¡joder! golpeó fuertemente contra el azulejo. Permaneció unos minutos bajo la ducha.

Giulietta se encontraba algo mejor, sus heridas más superficiales estaban totalmente curadas, pero las garras del hombre lobo habían destrozado su pierna, aun necesitaría tiempo para recuperarse del todo.

Se incorporó un poco y se sentó en la cama.

- Dorian - llamó en voz alta, no hubo respuesta. - ¡Dorian!

El joven creyó oir algo, cerró el grifo y escuchó su nombre al otro lado del pasillo. Rápidamente salió de la ducha y tras secarse se puso un pantalón de chandal y una camiseta que tenía sobre la cama. Salió corriendo hacia la habitación.

Al llegar vio a la mujer sentada en la cama, tenía mejor aspecto, aunque su pierna tenía una pinta horrible.

- ¿Dónde está el arzobispo? - preguntó la mujer. Dorian titubeó. - ¿Dónde está el arzobispo? - su tono era más serio ahora.

- No salió de la excavación... hubo un despendimiento en la entrada de la cueva...

- ¿Estás diciendo que le dejaste allí? - preguntó la mujer atónita.

- No se podía hacer nada por él...

Como si no escuchara las palabras de Dorian la mujer fue al borde de la cama y apoyándose trató de ponerse en pie ¡mierda!.. cuando intentó apoyarse sobre la pierna herida cayó al suelo, Dorian rodeó la cama y cogiendola en brazos volvió a tumbarla.

- Aún estas débil, tienes que descansar, además la zona debe estar plagada de lupinos... - el volumen de su voz fue descendiendo para terminar la frase con un susurro.

- Si está vivo tenemos que ir a por él...

- ¿y si está muerto? - se aventuró a interrumpir el mortal.

- Si está muerto querré saberlo - sentenció la mujer. Se recostó en la cama y continuó concentrándose en su pierna. Dorian permaneció en silencio, resignado comenzó a quitarle las botas a la mujer, luego los calcetines y las perneras; la mujer sintó un espasmo de dolor cuando Dorian le quitó cuidadosamente el neopreno de la pierna herida, continuó con las mangas y finalmente el chaleco. El traje estaba totalmente destrozado, hará falta comprar uno nuevo si realmente pretende volver allí...

Se sentó a los pies de la cama mirando a Giulietta.

- ¿Has pensado en lo que pasaría si no encontramos mañana a la sanguijuela esa? - preguntó con fingida inocencia.

La mujer se sorprendió ante la pregunta y estaba a punto de responderle cuando se quedo en blanco... ¿qué pasaría si hubiera muerto? la ciudad se quedaría sin arzobispo... ¿quién podría ocupar su lugar? mmm... no se... vamos a ver... jajajajajaja aquello sonaba bien, pero...

- ¿Y si no estubiera muerto? ¿y si siguiero vivo, agonizando entre los escombros? - se sorprendió a sí misma haciendo esa pregunta, ¿acaso le importaba lo que le pasara al malkavian?

- Bueno... sinceramente dudo que pudiera sobrevivir a los hombres lobo y a un derrumbamiento... y en caso de que lo hubiera hecho... en fin, eso podría solucionarse...

¿Está insinuando que acabemos con él?

- ¿Te estas escuchando? ¿Estas hablando de matarle así por las buenas?

- ¿Desde cuando te preocupas tanto? Vamos, es el momento, si esta muerto el cargo es tuyo, y si está vivo haremos que deje de estarlo, como si hubiera muerto por el ataque de los lupinos, y el puesto será igualmente tuyo

Giulietta estaba confusa, tras unos instantes de silencio habló.

- Necesito descansar, es mejor que te vayas - mientras hablaba se acercó al joven de mirada perdida, le mordió el cuello y bebió nuevamente de él.

Dorian se puso en pie y salió de la habitación, era hora de que él también descansara.

La cainita terminó de beber del humano, acabando con su sangre y son su vida, al soltarlo cayó al suelo como un peso muerto.

Se intentó poner en pie, aún con dificultad, pero consiguiéndolo esta vez, tras dar un par de pasos se dejó caer en el sillón que estaba contra la pared. Aún dolía.

Si estaba muerto el cargo era suyo, si no lo estaba... no puedo... tal vez la idea de matar a un alto cargo era demasiado fuerte para ella... no, no es eso... se apiadaba de su sufrimiento... ¿porqué iba a hacerlo? ¿porqué iba a preocuparme lo que le pasara?

Miró al frente, otro puto espejo, que reflejaba un sofá vacio... cogió un pequeño reloj de la mesa junto al sofá y lo lanzó fuertemente contra el espejo maldita sea, ¡¡¡estoy aquí!!! el espejo estalló en mil pedazos que cubrieron la alfombra de la habitación. A los pocos segundos Dorian irrumpió en la habitación.

- Preparate porque mañana al anochecer volveremos a la zona de la excavación. Si está muerto quiero asegurarme.

El mortal asintió y volvió a su cuarto cerrando la puerta tras de sí.

Giulietta pasó las pocas horas que quedaban hasta el alba sentada en el sofá, rodeando las piernas con los brazos y la cabeza apoyada sobre las rodillas, meditabunda. Escasos minutos antes del amanecer se tumbó en la cama, con el dosel de túpido terciopelo negro corrido, los ojos ya cerrados... y un último pensamiento que atravesó su mente antes de caer en la inconsciencia...

Aguanta...