Su paso a mejor vida había sido positivo, ya no oía voces, ni se sentía impelido a cometer actos atroces, pero a cambio, y como era lógico, había perdido toda posibilidad de interactuar físicamente con el mundo.
Lo que jamás pudo suponer es que su alma quedaría varada en este mundo. Pensaba que iría a otro mundo, más allá del plano material, quizás donde habitan los seres de fantasía, o atravesaría aquello que algunos llamaban la Teluria, que simplemente no había nada más. Quizás el castigo a sus crímenes era vagar como espíritu, por el castillo, por toda la eternidad.
¿Quizás había dejado algún asunto sin resolver sin saberlo? ¿Dependía eso de él, o de aquellos que dependían de él en mayor o menor medida, de alguna u otra forma?
Por más vueltas que daba, y por mucho que elucubraba, todas las líneas de pensamiento le llevaban hasta ella.
Desde su segunda muerte (indolora y liberadora, todo hay que decirlo), y tras haber vuelto a despertar (por segunda vez moría y resucitaba, convertido en otro ente), la había estado observando.
En un principio parecía haber estado muy afectada, pero se recuperó rápidamente (todo lo rápido que Dorian podía alimentarla con su propia sangre, según había visto), y se había rehecho a sí misma, y adoptado su cargo con diligencia e iniciativa. Le agradó ver que no se equivocó al elegirla (como si hubiera tenido muchas alternativas).
La soledad del ser un espíritu errante le castigaba, pero se veía obligado a seguirla y observarla. No sabía si obligado por algo o alguien, o pos su propio subconsciente... aun recordaba cómo le imploraba que no se matara.
¿Podía el deseo que formula alguien para que no muera otra persona trascender la realidad, y cumplirse, atando al muerto de alguna forma al mundo real?
¿Quizás su relación con ella era más poderosa que simples negocios, y no se había dado cuenta? ¿Quizás ella sí, o tampoco?
¿Quizás su relación con ella era más poderosa que simples negocios, y no se había dado cuenta? ¿Quizás ella sí, o tampoco?
Había muchas preguntas por resolver aún y quizás tuviera toda la eternidad para buscar las respuestas, o quizás no, y probablemente lo que iba a hacer supusiera problemas Giulietta, en distintos niveles, pero quiso asumir el riesgo. Ansiaba saber lo que había quizás atisbado en no-vida, pero no se atrevió a formular.
Se acercó, flotando ligeramente a la cainita, y posó una mano en su frente, mirándola. Sin abrir la boca, susurró su nombre.
...Giulietta...
Giulietta de repente pego un salto hacia atrás algo sobresaltada. ¿Que ha sido eso? La cainita estaba ensimisma pensando en los documentos de la caja y en la conversación mantenida anteriormente con Carlo cuando sintió algo fuera de lo común, le había parecido oír algo, pero enseguida se tranquilizo, lo achacó al cansancio, al fin y al cabo aun no se había recuperado completamente del incidente ocurrido días atrás, por lo que decidió ignorar el hecho y recoger los documentos para ponerlos en un lugar seguro.
Supuso que la reacción de la mujer sería algo parecido a eso. Evidentemente, no podía verle, y no se podía decir que pudiera "oírle".
Intentó tomar un bolígrafo de la mesa, para escribir algo, pero aunque ya era capaz de asir objetos y "sentirlos", todavía no era suficientemente hábil como para manejarlos, y ya escribir iba a ser algo top-clases.
Decidió volver a intentarlo. Ya que hablar con ella era como meterse en su cabeza y hablar justo allí, pensó que no tendría que ser tan complicado, dada su pasada vida como Malkavian. Quizás en lugar de hablar, debiera intentar establecer un vínculo, tocar las cuerdas, como hacía antes, generar la voz en la cabeza de Giulietta, con el recuerdo que ella guardaba de él.
No le agradaba la idea de hurgar en la cabeza de la cainita... en realidad sí, bueno, pero era por causas de fuerza mayor.
Pasó la mano por el candelabro, para que la luz titilase, y llamar su atención. La cainita quedó algo sorprendida, aun agitada por la experiencia anterior. En ese momento, aprovecho para entrar en ella, como había hecho tantas veces con tantos otros, mirando sus ojos, verdes y brillantes.
Conforme exploraba su mente, fue desechando recuerdos y vivencias, hasta encontrarse a sí mismo dentro de ella. No pensó en recrearse, ya que se estaba cansando, mucho, estaba haciendo aquello sin "tener el poder", simplemente porque sabía cómo se hacía, así que iba con delicadeza, y el esfuerzo hacia mella en él. Antes de quedar exhausto, alcanzó a manejar su mente lo suficiente (un buen entrenamiento en dementacion nunca se pierde), para hablar en su cabeza, con la voz que tenía cuando estaba vivo:
Giulietta...
Sintió que había funcionado, ella le habría oído, por fuerza. Y tuvo que salir, sentía un dolor indescriptible, necesitaba seguir practicando, antes de seguir con Giulietta, quizás con alguien que tuviera con él un lazo más estrecho...
¡Ambrosio!
...quizás el si sirviera...
Las luces parpadearon y acto seguido Giulietta sintió lo que un mortal probablemente hubiera denominado un dolor de cabeza.
Entre el malestar general distinguió claramente una voz que pronunciaba su nombre, una voz que la estaba llamando, una voz que ya había oído antes. Se le heló la sangre. No tenía ni la más remota idea de lo que podía estar pasando.
Lo que más lógico le pareció en aquel momento es que alguien capaz de controlar la mente ajena estaba jugando con ella, si lo que pretendía era causarle miedo lo estaba consiguiendo, pero la cainita no cedería tan fácilmente.
Intentó mantenerse firme, poco a poco lo fue consiguiendo, al empezar a tranquilizarse se dio cuenta de lo que realmente sentía no era miedo si no incertidumbre, ya que ella podía manejar la mente de los demás, pero lo que le estaban haciendo no era lo mismo, era algo que desconocía. Y lo peor de todo... ¿Porque es de Vladimir la voz que he oído?
Se encontraba tremendamente cansado, si, los espíritus también se agotan, nunca te acostaras sin saber algo nuevo.
Decidió que tendría que seguir practicando con Ambrosio antes de poder comunicarse con Giulietta de forma eficiente. El tiempo no era problema, ambos tenían toda la eternidad.
Así, abandonó la habitación, no sin antes atravesar el cuerpo de Giulietta con su ectoplasma, en su camino para salir de la habitación. Era una sensación divertida, y más divertido era ver la reacción de la víctima.
Giulietta volvió a sentir algo en su interior, pero esta vez no solo en la cabeza, si no por todo el cuerpo, un escalofrió que la hizo estremecerse por completo.
La cainita permanecía inmóvil, estaba tensa, totalmente alerta a la espera de que algo sucediera...
La lasombra intento volver a sus quehaceres, pero no con seguía concentrarse. Se puso en pie, se acerco a uno de los grandes ventanales y descorriendo la cortina se quedo mirando al cielo estrellado por la ventana.
Durante unos minutos, Vlad siguió a su antiguo ghoul. Tan obediente, tan dedicado, incluso tras su muerte, seguía obedeciendo sus órdenes, al entrar al servicio de Giulietta.
Irónicamente, le iba a prestar servicio incluso después de la muerte. Necesitaba comunicarse con la cainita, pero antes tenía que practicar con alguien cuyos lazos con él fueran lo suficientemente fuertes como para no resultar doloroso ni para el humano ni para el espíritu. Cuando adquiriese practica, podría reintentarlo con la cainita.
Ambrosio estaba ensimismado en sus quehaceres, sin percatarse de la presencia (como si pudiera, ja!). Tenía la mente en blanco así que sería fácil entrar en ella.
Como hiciera en vida, extendió su mente a la del humano. Extrañamente, y como había podido comprobar, una mente humana ofrecía más resistencia que la de un vástago, dada su "resistencia" a creer en lo sobrenatural, y a que un ser humano era una criatura "normal", mientras que un vampiro era inherentemente sobrenatural, y por tanto, menos cerrado a ese tipo de cosas. Pero todo era variable, según el grado de escepticismo y contacto con lo ultramundano de la persona. En el caso de Ambrosio, dada sus experiencias, no resultó muy problemático.
Una vez estuvo dentro comenzó a pulsar zonas cerebrales aquí y allá, como tocando el arpa del alma.
Pero todo lleva su tiempo, así que debía dejar a Ambrosio libre de nuevo, para volver de nuevo a practicar al tiempo.
Las semanas pasaron.