sábado, 20 de mayo de 2006

Una visita esperada

Giulietta pasó varias noches sentada ante el fuego, sin hablar y sin alimentarse, solo mirando como las llamas se consumían, cuando el fuego se apagaba bajaba al sótano y se quedaba allí hasta la noche siguiente, cuando repetía lo hecho la noche anterior.

Dorian pasaba de vez en cuando a verla, pero parecía que la lasombra ni siquiera le escuchaba. De vez en cuando el cuerpo de Rafael también iba al salón, se sentaba a su lado, con esa mirada perdida, se ponía en pie nuevamente y continuaba deambulando por el castillo.

No tenía alma, no era más que un cascarón, solo realizaba las funciones básicas: dormía, comía y caminaba perdido por las habitaciones, era poco más que un vegetal andante, y esos ojos... tan abiertos y azules, pero totalmente perdidos, sin vida, como los ojos de un cadáver.

Giulietta intentó matarle en un par de ocasiones, pero no se veía capaz, Vladimir había habitado aquel cuerpo, y esos ojos... tan azules como los del malkavian la miraban... no puedo. Así que le perdonó la vida, al menos hasta que se viera con fuerzas de liberarse de él.


Día tras día...


Noche tras noche...


Los últimos rayos de sol se desvanecían en la oscuridad cuando Giulietta abrió los ojos. Salió del sótano con tranquilidad y fue al baño principal del segundo piso donde estuvo casi una hora dándose un relajante baño, se vistió y bajó a su despacho, encontrándose a Dorian que acaba de entrar por la puerta con un par de bolsas en la mano.

- Buenas noches. - Dijo el humano sin esperar una respuesta.

- Buenas noches Dorian - contestó la cainita, su cuerpo parecía más frágil que de costumbre y sus ojos seguían tristes. - ¿Alguna novedad en la ciudad?

- No... Últimamente está muy tranquila, tal vez demasiado, desde la inauguración del Plenilunio no ha ocurrido nada más, o al menos no me he enterado.

- Bien, continua con tus cosas, no te interrumpo más.

Dorian fue a la cocina y colocó la comida que acababa de comprar. Parece que lo va superando, supongo que ha sido un duro golpe, pero seguro que en unos días todo habrá pasado, es fuerte.

Mientras Giulietta fue al salón, tras ella entraron un par de jóvenes sumisas que permanecieron de pie al lado del arzobispo, quien tomo sus cuellos que sació su sangre con algo de ansia. Luego volvió a su despacho a continuar con todo el trabajo atrasado.

Hacía varios días que Vladimir había desaparecido para siempre dejando tan sólo un cuerpo vacío tras de sí, y hacía tan solo unas horas que la lasombra había empezado a intentar superar el duro golpe que ello supuso, no solo la muerte de su amado, si no la culpabilidad, saber fue por su culpa...

La lasombra estaba en su despacho, como de costumbre, revisando unos papales cuando una lucecita roja en su escritorio comenzó a parpadear, era un aviso de la cámara de la entrada, alguien se acercaba y llamaba al timbre...


Como de costumbre, al oír el sonido de quien llama a la puerta, Ambrosio se colocó bien el traje, algo innecesario ya que siempre vestía de forma impecable, y acudió a abrir la puerta, un desconocido personaje se encontraba ante él.

- Buenas noches caballero, ¿en qué puedo ayudarle? - Preguntó el anciano con su protocolaria cordialidad.

- He venido a ver a la señorita Strozzi. - Dijo el hombre con seriedad pero gran educación, y un extraño acento del este.

Ambrosio asintió.

- Por favor, acompáñeme el mayordomo comenzó a andar y a la altura del vestíbulo se dio la vuelta y se inclinó un poco con los brazos extendidos.

- ¿Me permite su abrigo?

El hombre se quitó el abrigo y lo dejó en manos de Ambrosio que lo guardo cuidadosamente en un armario cercano, tras esto volvió junto al recién llegado.

- Haga el favor de esperar aquí unos instantes, - dijo señalando los sofás y la mesa que conformaban la sala de espera frente a las puertas del purgatorio que conducían al despacho. - Avisaré a la señora de su llegada, ¿qué nombre debo anunciar? - Preguntó el anciano mientras se inclinaba hacia el hombre.

- Gregory Valkas. - Ambrosio asintió y entró en el despacho.

Del otro extremo de la entrada sonaban pasos ligeros que el cainita reconoció al instante, venían de un pasillo contiguo a la sala donde se encontraba, sin quiera girar la cabeza vio por el rabillo del ojo a un despreocupado Dorian en zapatillas de andar por casa con un sándwich en la mano atravesando el pasillo. El muchacho miró hacía la entrada de pasada y vio de refilón al cainita esperando, cuando fue consciente de quien era se pegó a la pared con los ojos abiertos como platos. ¡Mierda! seguro que me ha visto, su corazón latía acelerado.

- Tus latidos podrían despertar a los muertos humano. - Dijo el cainita con total tranquilidad.

Dorian no se movió del sitio cuando las puertas del purgatorio se abrieron nuevamente y Ambrosio se acercó al vampiro.

- La señora le recibirá ahora caballero.

Gregory se puso en pie y entró en el despacho, las puertas se cerraron tras él y Ambrosio volvió a sus quehaceres.

Ahí estaba, sentada al fondo de la sala tras un magnifico escritorio de madera tallada. Cuando Gregory entró se puso en pie.

Gregory dio una sonora carcajada y se acerco rápidamente a Giulietta el dándole un fuerte abrazo.

- Mi niña... - dijo cariñosamente mientras la abrazaba.

La lasombra parecía contenta de verle, o al menos eso intentaba aparentar. Tras el largo abrazo se separaron y Giulietta le guió de la mano hasta un diván donde ambos se sentaron.

- Padre, ¿por qué has tardado tanto en venir a verme? Llevas ya varios días en la ciudad y hasta el momento no se te ha ocurrido pasar por aquí... - Había un ligero tono de reproche en su voz. - Deja que te mire, vaya, estás espléndido, nunca te había visto tan hermoso...

- No podía levantar sospechas, habría sido muy fácil venir aquí directamente, pero a ninguno nos conviene que se sepa en la ciudad que tu padre ha venido a verte, ¿no crees? además sería muy contradictorio que un "antitribu lasombra" como yo fuera a ver al arzobispo de la ciudad. - Tras decir esto rio con juguetona malicia. - En cuanto a mi aspecto... eso es porque siempre me has mirado con los ojos de una hija y no de una mujer - dijo guiñando un ojo - ¿no te gusta? - dio una vuelta sobre sí mismo. - He aprendido muchas cosas últimamente, sobretodo de los tzimisce... bueno, de uno en especial - dijo pasando la lengua por sus afilados colmillos - algunos tienen la boca demasiado grande y no merecen el don de la vida eterna.

- Te queda bien. - Sentenció la mujer. Giulietta arqueó una ceja. - ¿Antitribu? ¿Ya la has estado liando por ahí? Creía que esta era una visita diplomática para reprenderme por no haber estado informando al alto mando durante los últimos días...

- Si, digamos que he hecho una visita de cortesía a la Príncipe, tenía curiosidad por saber cómo era. - Se encogió de hombros. - Y sí esto es una visita oficial, por tu falta de responsabilidad, querida, no han sido unos cuantos días dijo con seriedad sino más bien unos meses... - Pero bueno, ya habrá tiempo para los temas serios, - dijo con una sonrisa ahora es momento para conversaciones vánales. Bueno, ¿es que no vas a ofrecer nada de beber a tu viejo padre? - ¿Es eso lo que te he enseñado? - dijo poniéndose en pie.

Giulietta se puso también en pie y fue hacía su escritorio, abrió el pequeño armario y sacó su copa, y otra idéntica para Gregory, en el armario de abajo rebusco y sacó una de las botellas del fondo, lleno ambas copas y ofreció una a su sire.

- Toma, creo que esto te gustará. - Dijo ofreciendo una de las copas a Gregory.

Hicieron un brindis y ambos bebieron.

Giulietta miró uno de los espejos del despacho, se acercó a él, lo único que veía era el despacho y débilmente a Valkas.

- ¿Cómo lo haces? - preguntó sin dejar de mirar el espejo.

- Un buen vino... - dijo oliendo la sangre de la copa y agitándola levemente. - Es de virgen, eso está claro, adolescente además, y eso que es difícil encontrarlas hoy en día. - Volvía a beber mirando la sangre. - Aunque no lo es tanto si vas a... ¿Rumania? - Bebió nuevamente. - Sí, no hay duda.

Miró a Giulietta ante el espejo, hasta ese momento en que podía verla de lejos no había caído en lo demacrada que parecía, seguía tan elegante como de costumbre, incluso vistiendo unos vaqueros y una simple camiseta blanca, y descalza, como siempre. Pero su piel parecía aún más pálida, su cuerpo más frágil, sus rizos menos voluminosos, pero sus ojos más brillantes que de costumbre. Si no supiera que era imposible diría que estaba enferma.

Se acercó hasta el espejo y se puso justo tras ella, se miró acercando la cabeza y colocó en su sitio un rebelde mechón de pelo.

- ¿Qué como lo hago? nunca te pude responder a esa pregunta y tampoco puedo hacerlo ahora, el don de las tinieblas actúa de forma distinta en cada uno de nosotros.

Cogió a Giulietta de los hombros y la giró hacía sí.

- ¿Ha pasado algo que deba saber? No tienes buen aspecto... - mientras hablaba pasaba sus manos por el rostro de la lasombra.

Giulietta no se dio cuenta de que Gregory estaba alterando su apariencia física, no sentía más que el tacto de las frías yemas de sus dedos.

- Estoy bien, he estado unos días y un poco... inestable, solo eso, supongo que será por la luna... hace poco estuvo menguante, ya sabes.

- Sí, claro, la luna... - dijo un tanto distraído, una vez hubo terminado se separó un poco de ella y la contempló de arriba abajo mucho mejor. - Por cierto, eso de la luna me recuerda algo... has desempolvado esos libracos de magia y cosas raras que tanto te gustaban, ¿no? - dijo volviendo al escritorio para recuperar su copa y seguir bebiendo.

- ¿Libracos? ¿Magia? - contestó ofendida - parece mentira que después de tanto tiempo sigas tan escéptico, esos "libracos" son los que contienen los rituales de nuestra secta, ya sabes, la prueba de dolor, la vaulderie, el Festivo dello Estinto, la Palla Grande... no se para que te digo todo esto... si vas a seguir sin hacerme caso... en fin, ¿porqué lo dices?

- No, por nada, tan solo porque hace unas noches, casualmente la noche de plenilunio hubo una gran tormenta, y casualmente estaba centrada sobre este castillo... ¿qué andabas haciendo pequeña bruja?

- Nada, desempolvar mis viejos libracos, esos de magia y cosas raras. - Dijo con altivez. Lo cierto es que Giulietta no pensaba contar a Gregory la historia de Vladimir, no acostumbraba a tener secretos para él, pero en ningún momento llegó a mencionarle la relación que ambos mantenían, y Giulietta creía que no lo aprobaría, Gregory siempre había visto a los malkavian con malos ojos, nunca le gustaron. Además, ahora que la lasombra lo estaba superando no quería que los recuerdos volvieran a su mente en forma de palabras.

- Con que de la Camarilla, ¿eh? - dijo la lasombra cambiando radicalmente de tema - y dime ¿qué te parece "nuestra querida príncipe"?

Gregory titubeo antes de responder

- No sé, muy fría... y un tanto excéntrica tal vez, pero solo hable con ella durante unos minutos, así que no puedo darte una opinión completa. Procurare acercarme más a ella... parece un espécimen interesante.

Giulietta arqueó una ceja.

- ¿Porqué te estás haciendo pasar por Camarilla? conociéndote te debe estar resultando bastante difícil... de todos modos, se supone que no debes interferir en mis actuaciones, no necesito tu ayuda.

- ¿Complicado? menos de lo que esperaba la verdad, repulsivo sí, pero bueno... ¿que no necesitas ayuda? hija mía, a estas alturas deberías saber ya que todos necesitamos ayuda, aunque creamos tener la situación bajo control, que permíteme decir que no es tu caso, un poco de ayuda siempre viene bien, nunca rechaces la ayuda de aquellos en los que confías. - Sentenció. - Por cierto, veo que ese humano sigue con vida... ¿cuando piensas acabar con su tormento? sabes que lleva demasiado tiempo a tu lado... ¿cuánto? ¿4? ¿5 años?

El rostro de Giulietta se endureció.

- Lleva 6 años a mi servicio, y siempre ha mostrado su lealtad y eficiencia por encima de todo, incluso sin mi sangre, ese humano al que tanto desprecias me ha sido de gran ayuda. Ten por seguro que el día en que ya no me sirva no tardaré en hacerle formar parte de mi bodega particular, pero ese día aún no ha llegado. Además, tú siempre has tenido humanos a tu servicio.

- Claro que tengo humanos a mi servicio, pero son esclavos, están ahí para facilitarme las cosas y hacer tareas a la luz del día, la diferencia entre tu humano y los míos es que mis criados no duran más de unos meses... se van renovando continuamente. - Se estaba empezando a poner nervioso, y no era el momento, así que callo unos instantes y continuo más calmado. - Míralo de este modo, los humanos son mascotas, cuanto más tiempo pasas con ellos más cariño les coges, mas se acomodan... Hija mía, nunca has mostrado interés por ellos, nunca has sentido remordimientos al acabar con sus vidas, es más, podría decir que has llegado a ser demasiado violenta, de hecho - dijo medio riendo - muchas veces llegue a pensar que un tzimisce tendría que haberte abrazado y no un lasombra - dejo de reír... - salvo con ese "como se llame"

Giulietta frunció el ceño.

- Tal vez, pero yo solo requiero del servicio de un humano, bueno, ahora dos, el anterior arzobispo me legó a ese anciano, Ambrosio, pensé en deshacerme de él... pero la verdad es que es muy eficiente como mayordomo, da un aire más distinguido y es muy correcto con los visitantes, como has podido comprobar. De todos modos ¿a cuántos humanos tienes a tu servicio? yo me basto con Dorian, es chofer, ama de llaves, jardinero, secretario, administrativo... todo lo que tú tienes fragmentado yo lo he conseguido en un solo ejemplar, por eso sigue con vida, para no tener que soportar a 5 o 6 que fueran capaces de hacer todo su trabajo.

La lasombra pensó que ese sería un buen argumento, si conocía a su sire sabía que la eficiencia, la discreción y la ambición eran sus puntos débiles.

De todos modos, era posible que él tuviera razón, Dorian llevaba demasiado tiempo a su lado, recordaba a otros sirvientes que había tenido anteriormente, bueno, recordaba sus caras vagamente, pero no sus nombres; la diferencia entre ellos y Dorian es que sus predecesores la servían con la esperanza de ser como ella algún día, de ser los elegidos, pero Dorian no, el despreciaba a las "sanguijuelas" y moriría antes de convertirse en una, pero aún así sentía un profundo respeto por ella.

Si no fuera por eso... lo cierto es que Giulietta se había planteado en más de una ocasión hacer de él su primer hijo...

Gregory apuró su copa y se puso en pie, caminó hacia el escritorio esperando que Giulietta le acompañara, una vez ambos hubieron tomado asiento...

- Giulietta, la situación es más grave de lo que parece, en Roma se está empezando a hablar de un sustituto para tu puesto...

La mujer permaneció impasible, sabía que tarde o temprano llegaría el momento en el que escucharía esas palabras. Reconocía no haber hecho un trabajo eficiente... pero dadas las circunstancias no podía esperar más de sí misma. ¿Cómo hacer que Gregory lo entendiera?... desgraciadamente para Giulietta, sabía que nunca lo haría.

La mujer permaneció en silencio, esperando el resto de la reprimenda.

- Ains... - Gregory suspiró - ¿cuánto tiempo más vas a seguir ocultándolo? ¿Cuánto más vas a engañarte a ti misma?

- ¿cómo dices? - ¿de qué está hablando?

-
Venga, no te hagas la tonta conmigo, dime ¿dónde está? - dijo acercándose lentamente a la cainita, cada vez más cerca.

- ... ¿quién? - No, no, no... No es posible... no puede estar hablando de él, es imposible...

-
Thremischek. - dijo Valkas con su rostro tan cerca de la cara de Giulietta que esta podría sentir su aliento, si respirara claro.

Más que una vampira era una muñeca de cera lo que Valkas tenía frente a sí... inmóvil, ausente, su mirada, dos puntos verdes perdidos en el vacio... Vladimir... Vlad... la mujer no reaccionaba...

Gregory colocó sus manos sobre las mejillas de la mujer y giró su cabeza con fuerza hacia él:

- ¿Dónde está?

Giulietta pareció volver en sí, de repente la tristeza se hizo visible en su rostro y una lágrima roja comenzó a descender por su pálida mejilla cayendo sobre la mano de su sire.

- ¿Cómo lo sabes? - acertó a pronunciar la cainita casi en un suspiro.

- Eso no es lo importante, sólo dime dónde está... tu vida depende de ello Giulietta.

- ...no ...no - las palabras no salían de su boca.

- Dímelo. - la paciencia de Gregory parecía estar llegando a sus límites. La lasombra le miró directamente a los ojos y por fin las palabras, más que salir, cayeron, de su boca.

- no lo sé... él... ya no está... - suspiró - los lamentos se lo llevaron...

Valkas soltó su rostro y agachó la cabeza moviéndola negativamente, lo que iba a ocurrir a continuación era algo que no le gustaba lo más mínimo, era consciente que posiblemente ella jamás se lo perdonaría, pero no había otra solución...

Se concentró durante unos segundos, y súbitamente levantó la cabeza mirando a Giulietta directamente a los ojos.

Valkas estaba acostumbrado a conseguir lo que quería, siempre, y en aquel momento iba a demostrar como lo hacía.

El estado de semi-trance en el que se encontraba la cainita le hizo relativamente fácil la tarea de conseguir un buen dominio sobre la mente de la lasombra, ahora la parte más delicada: obligarla a recordar, obligarla a que dijera lo que él quería oír...

No le fue difícil a Valkas encontrar los recuerdos relacionados con Vladimir, estaban por todas partes, inundaban su mente... esto complicó mínimamente la tarea del lasombra, había demasiada información...

Los ojos de Giulietta perdieron su brillo cuando el cainita consiguió hacerse con el control de su mente, abrió la boca y entre balbuceos comenzaron a brotar palabras...

- ...n ...no, no... lo hagas... - había miedo en el rostro de la lasombra. Lentamente levantó el brazo y lo estiró, como si intentaré detener a alguien - no te suicides... no me dejes sola... Vlad...

Gregory había dado con lo que supuso sería el recuerdo del suicidio de Thremischek, ¿porqué intentaría impedírselo? siguió tirando de ese recuerdo... de repente la cainita entrecerró los ojos... comenzó a gritar espasmódicamente, Valkas reaccionó rápido y consiguió taparle la boca antes de que sus gritos llamaran la atención. ¡Mierda!

En tan sólo unos segundos la cainita dejó de gritar y convulsionarse, para quedar nuevamente relajada... el sol estuvo a punto de acabar con ella también... y el humano lo evitó..., intrigado Gregory comenzó a avanzar en sus recuerdos... esta vez el rostro de Giulietta permanecía tranquilo, relajado, como si descansara... no, no estaba descansando... la cainita empezó a gemir levemente... Valkas no podía creer lo que estaba viendo... la ira empezó a acumularse en su pecho...

Avanzó más en los recuerdos de la mujer, tenía que darse prisa, se había entretenido demasiado descubriendo cosas que no le gustaban nada...

- ...el ritual...

¡Bingo!
Justo lo que estaba buscando, ¿qué ocurrió aquella noche pequeña Giulietta?

- un cuerpo inmortal... para un alma inmortal...

Al decir estas palabras una chispa verde iluminó los ojos de la lasombra.

Algo golpeó fuertemente la unión que Valkas había establecido con la cainita, el vínculo estuvo a punto de romperse pero consiguió mantenerlo.

La dominación estaba siendo más larga de lo habitual, y el ser la mente de Giulietta conocedora también de esa disciplina la hacía más resistente, está intentado echarme, tengo que darme prisa... continuó avanzando... vio algo, un libro...

"PUM"

Aahhhhhhhgggggg Otro golpe, tan fuerte como el anterior, nuevamente el poder ejercido por Valkas estuvo a punto de romperse...

- Vla... Vladimir... DESPIERTA!!! - lo que comenzó en un susurro terminó en un grito de desesperación y un terrible dolor de cabeza tanto para Giulietta como para su sire, quien se apretaba las sienes intentando inútilmente mitigar el dolor que le postraba de rodillas.

Finalmente la lasombra había conseguido romper la dominación, algo que le había costado toda su voluntad y empeño... consciente de lo que Valkas había hecho y visto, intentó ponerse en pie...

En ese momento la puerta del despacho comenzó a abrirse lentamente...

Ambos cainitas miraron a la puerta, Valkas enfurecido y dolorido, Giulietta preocupada y agotada...

Cuando la puerta terminó de abrirse ambos vieron el cuerpo de Rafael... tan ensimismado como siempre, comenzó a andar por la estancia.

Al verle, los ojos e Valkas se inyectaron en sangre, era él... aquel a quien había visto en los recuerdos de su chiquilla... y en un arrebato de irá se abalanzó sobre él.

- ¡¡¡Nooo!!! - gritó Giulietta, quien tras ponerse torpemente en pie intentó detener al cainita, pero le fue imposible, cayó al suelo y arrastrándose se acercó a Valkas quien sostenía a Rafael por el cuello a un palmo de distancia del suelo, el vacío cuerpo no pareció inmutarse, no había nadie dentro que sintiera el dolor...

La vampira se arrastró hasta los pies del Gregory, este la empujó fuertemente, dos metros hasta que chocó fuertemente contra una estantería.

- ¡¡¡Giulietta!!! - Alguien gritaba su nombre por el pasillo, pronto escuchó unos pasos que se aproximaban corriendo hacia el despacho... Dorian... no... Lo que intentó salir de su boca se quedó solo en un pensamiento, estaba demasiado malherida...

Gregory miró la puerta al oír los gritos, como si de un palillo se tratara rompió el cuello de Rafael y lo lanzó contra el escritorio al fondo de la sala.

Giulietta quedó inconsciente cuando Dorian entró en la sala.

El joven había oído el grito de su señora y antes de querer darse cuenta ya estaba corriendo hacia el despacho, al llegar allí quedo perplejo. El cuerpo de Rafael tendido en el escritorio como un muñeco de trapo y Giulietta... tendida boca abajo, herida... y Valkas...

- Argh... - Gregory cogió fuertemente al joven por el cuello y al igual que hizo con Rafael le elevó, le miró a los ojos fieramente... pero Dorian no le miraba a él, siguió su mirada para darse cuenta de que el joven no apartaba la mirada del cuerpo inmóvil de Giulietta...

¿Qué he hecho?... apretó su cuello de Dorian sin darse cuenta, el joven empezaba a quedarse sin aire sin aire... Giulietta... miró nuevamente al humano, y le soltó.

Dorian cayó al suelo mareado y dolorido.


Valkas, dio media vuelta y miró por las estanterias a su alrededor... ¿dónde estaba aquel libro? reparó en un arcón cerrado, no le costó mucho abrir y desubrir decenas de libros y papeles en su interior, volcó al arcón y empezó a rebuscar, no le costó demasiado encontrarlo, ya lo había visto antes... cogió el libro, se puso en pie y salió del despacho, fue caminando pausadamente hasta la puerta de entrada del castillo, cogió su abrigo, abrió la puerta y se fue.




jueves, 18 de mayo de 2006

Tercera noche

Cuando Diego salió del "bunker" solo encontró de Nuria una nota

pasaré a verte al Aqueronte, ponte guapo ¡que hoy trabajas!

Sin más firma que una marca de carmín rojizo. Se duchó, puso su vieja ropa en la lavadora, y fue al armario. Encontró ropa muy macarra para su gusto, así que sin pensarlo mucho cogió unos vaqueros anchos que tenían una cadena colgando del frente hacia atrás, unas zapatillas de deporte verde oscuro, y una camiseta ajustada negra, sin leyenda alguna. Se recogió el pantalón con un cinturón... oh dios, de tachuelas... y se dirigió al espejo.

Se sentía ridículo. Vistiendo como un adolescente. En fin.

Salió a la calurosa noche de verano Jerezana, y fue caminando hacia el Aqueronte. Tenía hambre. Saquearía la bodega de Mario, y tomaría algo de Nuria... la expectativa de esto último le parecía atractiva, para que negarlo. Se dio cuenta de que en solo tres noches no habia tenido mucho problema en asumir su nueva condición. Quizá porque el cambio habia sido mucho más radical que eso. Habia abandonado su vieja vida, atada a un futuro ya planeado. Ahora era todo nuevo. Como le habia dicho Mario, "podía ser quien quisiera". Quizás alguien que se sintiera bien vistiendo así. Quizás Nuria y el podían tener algo juntos. En esto estaba cuando llegó al Aqueronte, sin saber que su pasado no iba a rendirse tan rápido en su persecución.

De entrada, sonaba "Hey" de los Red Hot Chili Peppers, se dirigió a Mario.

- Heeey, Dieguito, que tal - saludo este sonriente.

- Pues nada, aquí vengo a que me explotes ya, que le vamos a hacer.

Mario se puso algo más serio.

- Por cierto, esa ropa que tienes allí, puf...

- ¿Qué? ¿No te gusta?...

- Mario, que soy un tipo con caché...

Mario agarró del cuello de la camiseta a Diego y se lo acercó a la cara, hablando agresivamente pero susurrando.

- Y tanto que tienes caché, Dieguito Ximenez.... me cago en Dios, ¿tienes idea de lo que has montado? Anda tira p'adentro que tenemos que hablar cosas serias.

Mientras se dirigía al despacho de Mario, Diego pensó que antes de tener una nueva vida todavía tenía muchos cabos que atar.

Mario cerró tras de sí de un portazo.

- ¡Joooder! - empezó, con los brazos en jarras. - Me entero ayer de que O'Donnell, uno de los Sangre Azul más importantes de la puta ciudad, Abrazó hace dos noches a su primer chiquillo, alguien destinado a ser importante, que el chaval se le ha escapado en mitad del asunto, que el mismo Príncipe ha puesto a sus lacayos a levantar los mismos adoquines del suelo para buscar al desgraciado.

Diego se puso en tensión, el tono de Mario no le gustó nada.

- Y la noche pasada aparece un neonato en mi bar que no tiene ni puta idea de nada, y que por lo que he podido averiguar, se movía por los círculos aristocráticos de la ciudad. ¡Qué extraña casualidad seria que no me hallara ahora mismo delante de ese chico destinado a ser alguien importante!

Mario estaba muy cerca de Diego, y denotaba agresividad en sus gestos.

- ¿Confirmas o niegas?

- S-sí, soy el mismo. O'Donnell es mi "sire".

- Bien, bien, mejor. - Mario pareció más calmado. - Quiero que sepas que por ayudarte me estoy metiendo en un marrón de la ostia. Si te pillan aquí, a saber que me podrían hacer esos bastardos.

- Me buscare otro sitio entonces, gracias por todo.

- No. Pese a todo, estás demasiado verde como para dejarte por ahí suelto sin que caigas en sus garras en cuestión de horas. Y joder, esta oportunidad de darle a la Camarilla de esta ciudad en los putos morros, no tiene precio, y pienso aprovecharla.

Diego no sabía si sonreír o no. Mario si lo hizo.

- Así que venga, ya puedes ponerte a servir copas, y dentro de un rato te llevaré a dar una vuelta, primera noche de instrucción acelerada. Si tienes dudas, habla con Patricia, la morenaza de ojos verdes, te echará una mano.

Diego pasó las siguientes horas trabajando a saco en la barra. Patricia le adoptó como novato, y le fue indicando todo lo que tenía que hacer. No era como Cruise en Cocktail, pero cumplía. Qué remedio. Tenía ganas de ver a Nuria.

Precisamente ella entraba por la puerta mientras sonaba Rock'n'roll Star de Oasis. El la miró ilusionado. Ella se acercó a la barra, sonriendo, movió los labios diciendo "hola", se apoyó y le dio un rápido beso.

- ¿Vodka con lima? - preguntó.

- No no, ponme un Bitter Kas solo, estoy de paso, estoy reventada y quiero descansar. - realmente parecía cansada.

- Si, tienes algo de mal aspecto. Oye, quédate a dormir hoy también donde Mario, ¿vale?

Ella sonrió como una chiquilla que ve que le van a hacer un regalo.

- Bien, te esperaré allí. Durmiendo probablemente. Oye... he estado pensando una cosa... - dudaba.

- ¿Si? - Diego iba de un lado para otro, preparando copas y llevando botellas de un lado para otro.

- Bueno, quizás, quisieras... - lo agarro y se acercó a él para que no les oyeran. - darme de tu sangre.

- ¿Hmmm? ¿Para qué?

Ella se sonrojó.

- Por lo poco que se, eso es como un vinculo o algo así, ¿no? Además, si tu lo haces conmigo, ¿porque yo no contigo?

- Euh ¿porque yo lo necesito?

- No la mía necesariamente, puedes tirar de la reserva de Mario, pero, no sé, me gustaría probar... - ella se puso melosa, intentando seducirle.

- Bueno, no sé. Primero tengo que saber que implicaciones y riesgos tiene, después, ya veremos.

- Hmpf, vale.

Mario apareció por el otro lado de la barra. Se estiró para besar a Nuria en la mejilla.

- Hola niña, tienes mala cara...

- Si, estoy algo cansada...

- Bueno, si no te importa, te robo a Diego un rato, me lo llevo por ahí, tenemos asuntos que discutir ¿vale? Adiós... - empujo amablemente a Diego hacia la parte trasera del local, mientras este se despedía con la mano de Nuria.

Un par de minutos después, Diego hacia de copiloto para Mario, y este relataba.

- ...bueno, sigues siendo un paria sin clan, a todos los efectos, ya que no tienes quien te enseñe las artes de los Sangre Azul. Aun así, hay algo que debes saber: los Sangre Azul son muy delicados a la hora de beber sangre. Unos repipis en mi opinión, y solo se alimentarán de un tipo de víctima. Y va en serio, las pasan putas si se saltan esas restricciones.

- Y... ¿crees que puedo haber heredado eso?

- Si, es posible, quien sabe, O'Donnell es algo más viejo que la mayoría, así que es posible que su sangre, más poderosa que la de la mayoría, sea capaz de transmitir este tipo de cosas. No sé si el tipo de victima concreto se transmite, o es propio de cada uno. Supongo que será algo que descubrirás con la práctica. Por ejemplo, ¿has probado a Besar a Nuria?

- Si, anoche, y no hubo problema alguno. - Diego no se sentía cómodo hablando de intimidades como esa.

- Aaah, jejeje, así que "anoche...", je. Bueno... entonces ya sabes que puedes alimentarte de chicas morenas, guapas, charlatanas, que son gente de puta madre, sensibles,... con un culo increíble y que follan como diosas.

Ambos rieron. Mario cortó en seco.

- En serio, esa chica es de lo mejor que puedas encontrar. Es como una luz, tiene... "algo", no sé si me entiendes. Hazle daño, y te juro que te saco el corazón. ¿Estamos?

Diego no pudo sino asentir, Mario parecía realmente cabreado, sin venir a cuento. Durante el siguiente minuto, solo el sonido de la radio ("Got The Life" de Korn) y de la calle los acompañó.

- ... como te iba diciendo, ya sabes algo más sobre de quien te puedes alimentar. Supongo que será cosa de que vayas abriendo el abanico hasta encontrar algo que no aceptas. Podría resultar que tienes poca limitación, ninguna, o mucha, quien sabe. - se encogió de hombros mientras doblaba una curva.

- Oye... sobre Nuria, - Diego no sabía si estaba a punto de meter la pata. Mario le miró fijamente.

- Me ha pedido que le dé a beber de mi sangre. - Mario pareció relajarse, pero seguía serio.

- Hmm, es complicado. Entre vampiros, crea vínculos... afectivos, o algo así, pero entre humanos y vampiros. He hecho eso algunas veces. El pobre se convirtió en la criatura más fiel que habia visto en mi vida. Joder, casi diría que se me hubiera follado si se lo hubiera sugerido siquiera. Además, mejora su aspecto, y les mantiene jóvenes, aparte de darles parte de las "habilidades especiales" de los vampiros. Aunque no todo son ventajas. Se vuelven unos adictos. Si te lo planteas como una manera de uniros, te diré que es algo más que eso. La adicción puede ser enorme, como una novia excesivamente celosa, pero diez mil veces peor. Ojo, no te digo ni que sí ni que no, haz lo que debas, pero debes cuidarla, en cualquier caso.

- Vale, gracias...

- Oye, ella y tú ya os conocíais ¿verdad?

- Si, hace mucho tiempo tuvimos algo parecido a una relación.

- Si, creo que la habré oído mencionarte alguna vez.

- ¿Si?

- Ni me acuerdo, ya sabes, esta chica cuando suelta la lengua no para, te mentiría si te dijera que me acuerdo de más del 5% de lo que me dice, jajaja. Creo que pese a todo, toda la circunstancia que rodea esto, que tú seas un maldito chupasangres que solo le puede traer problemas, puede que le venga bien. Ha tenido bastantes problemas, y si estas ahí para cuidarla un poco, y yo estoy ahí para encargarme de que lo hagas, podría resultar beneficioso para todos.

Diego meditó un poco las palabras de Mario

- No creo que yo le haga más bien a ella del que ella está haciendo por mí. Creo que sin ella todo esto sería más difícil. Es como una pequeña roca que representa mi antigua vida, a la que me agarro para capear la tempestad de todo lo que está pasando. Lástima que todo lo malo también tenga que ver con mi antigua vida.

Mario silbó.

- Bueh, si no fuera porque estás muerto, diría que estas enamorado chaval. Mira, ya llegamos. - Mario aparcó. - Por cierto, ¿qué coño hacías con tu vida? Hablas como si fueras un puto libro.

Siguieron hablando mientras bajaban del coche.

- Bueno, fui a la universidad, y me prepare para llevar adelante los negocios de mi padre: leyes, economía, idiomas...

- ¿Si, controlas de pasta y tal? Mira, tengo unos ahorrillos, y tengo algunas ideas para el Aqueronte, para relanzarlo y conseguir más pasta. El loft ese que me tienes okupao no es gratis precisamente...

- Bueno, si me das cifras y planes exactos, quizás pueda aconsejarte sobre qué y que no hacer, o como hacer las inversiones, tramites y tal.

Estaban en la puerta de un local, "Khârn", del que salía y entraba gente con pintas aun más radicales que las de los parroquianos del Aqueronte. Mario hizo una señal al portero, que les dejó entrar sin problemas.

- Chaval, esto no es que te invite a ir de fiesta. Hoy vas a aprender. - dijo palmeando su espalda, a la par que subía el volumen de su voz, ya que el atronante sonido ("Chimaira - Dead Inside”) apenas le dejaba oírle.

Cuero, pincho, cadenas, y musculo al aire era lo que se estilaba allí dentro. Diego pensó que Mario le habia metido en un local sado, o gay, o algo. Por suerte también habia chicas, con mucho cuero, cadenas, pinchos y carne ("por suerte", pensó) no musculada al aire. Una de ellas se dio cuenta de que la habia mirado, y le enseñó unos colmillos enormes. Diego siguió a Mario rápidamente.

Aquel sitio llamaba por igual a la lascivia y la violencia. Veías parejas de todos los tipos por todas partes intimando, algunas mas descaradas, otras optaban por ir a otro lugar, y a pocos metros, se montaba una tangana que rápidamente era reconducida a unas puertas laterales, y "aquí no pasa nada". La música, pese a no ser desagradable del todo, era demasiado para Diego, industrial, metal de variados prefijos, y a toda hostia.

La canción cambio y cuando la siguiente empezó a sonar, una enorme ovación llenó la sala. Mario tiró de él y lo llevó al centro de la pista, donde más gente, mas apreturas y mas ostias habia.

Justo al llegar (no sabía cómo), "Let the Bodies Hit the Floor" de Drowning Pool rompía, y la marea de cuerpos se comenzó a agitar violentamente.

La marea humana arrastraba a Diego, que habia perdido por completo la capacidad de dominar su movimiento. Circulaba de empujón en empujón, de codazo en codazo, habia perdido de vista a Mario.

Impulsado por alguno de los mastodontes, fue a dar sin intención un empujón a otro. Este se dio la vuelta, con pintas amenazadoras, para empujarle de nuevo, con una fuerza inusitada. Creyó incluso sentir crujir alguno de sus propios huesos.

Mientras, en un recoveco de las circunvoluciones cerebrales de Diego, Vlad estaba histérico. De entre todos los tipos de locales que habia en el mundo ¡TENIAN QUE IR A UNO QUE ERA IGUAL QUE DONDE CONOCIO A SARAH! Misma música, mismo ambiente. Allí conoció a la puta loca que le acabara maldiciendo para siempre. No entendía como Diego podía mantener mínimamente la compostura en ese lugar. Y más entre tanta gente moviéndose y repartiendo golpes. Él necesitaba salir, salir ¡SALIR!

Diego por fin dio con Mario, que estaba totalmente flipado, dando botes y metiéndose en tanganas. Se mantuvo como pudo en el sitio, recibiendo y devolviendo algunos golpes, no sin esfuerzo, notaba raro el pecho.

Por fin, la canción acabó. Diego tenía el tiempo justo para coger a Mario y llevarlo fuera de la pista, antes de que de nuevo la marea de carne les engullera. En poco tiempo, estaban fuera, en un aparte.

- Mario, tengo algo roto. - Mario miraba a la pista y se agitaba, parecía que fuera a saltar de un momento a otro a seguir recibiendo y dando estopa. Diego le dio con la mano en la cara.- ¡Mario, ostias! - éste agarró la mano que le habia golpeado, pero por fin parecía haber vuelto al mundo.

- Un tío me ha empujado y creo que me ha roto alguna costilla. ¿Cómo coño iba a hacer eso con las manos desnudas?

- Sería un chupasangres y usó la sangre para darte cera. Es parte de lo que quiero que aprendas, nada mejor como el campo de batalla. Puedes usar tu sangre para potenciarte físicamente. Si anoche te lo hiciste con Nuria, ya sabes a que me refiero. Pues lo mismo, en vez de para la polla, para los músculos, para dar más fuerte, o aguantar más, ¿estamos? O puedes parecer menos muerto, colorando la piel. Necesitas concentración.

Un alarido proveniente de los altavoces cortó su discurso. Se alteró bastante.

- Ahora, quédate aquí, intenta arreglarte eso, concéntrate, y usa la sangre, ¿ok? Cuanto antes aprendas, mejor. Adiós - Antes de que Diego pudiera responder siquiera, echó a correr berrando hacia la tangana.

Hijo de puta, está loco, pensó. Se quedó pensando en lo de concentrarse, la sangre, y curarse. ¿Qué coño? ¿Cómo se hacía eso? Tenía ganas de largarse, a un sitio más tranquilo, donde poder concentrarse. Tras una de las puertas del recinto, habia otra sala, aislada de la otra, más tranquila. La música, aunque igualmente extrema, estaba a un nivel más aceptable. Habia sofás y sillones aquí y allá, donde algunos conversaban, otros se ponían tiernos, etcétera.

Se sentó donde pudo, y cerró los ojos. Intentó localizar los puntos de dolor. Era jodido. No fue capaz. Era como un dolor general por todo el torso. Supuso que estar muerto te jode todo el sistema sensitivo. Se quitó la camiseta, y vio un par de zonas manchadas de oscuro. Las palpó con las manos y confirmó lo que pensaba. Ahora era la parte de la concentración y la sangre. Cerró los ojos, pensó en sus manos y donde las tenía puestas.

Vlad, algo más calmado, pensó que cuanto antes se pusiera el chico en condiciones, antes podría sacarlo de allí. A ver qué podía hacer. No iba por mal camino, pero parecía que habia visto muchas películas de chinos. "No hay dolor, no hay dolor". Aunque también es cierto que las primeras veces cuesta bastante, es algo que los cainitas más viejos tienden a olvidar con la experiencia. Se concentró con Diego, intentando guiar sus pensamientos en la dirección adecuada. Cualquiera que ésta fuera.

Algunos minutos más tarde, notaba por fin algo de mejoría. Se puso la camiseta, y se sentó comodamente. Observó a la gente que pululaba por allí. Variopinta, excéntrica, extraña. Y cada cual a lo suyo. O no. Tres chicas y un chico parecían mirarle y comentar algo, entre risas.

Hizo como el que no se dio cuenta, e intentó distinguir algo de su conversación. Complicado. Mucha gente, música, ruido... Una de las chicas carcajeó suficientemente alto, y distinguió la risa. Cerró los ojos e intentó seguir ese tono, aislarlo del resto. Oyó algo de una camiseta, autismo, extraño, y no-se-que. Unas voces también comentaron algo, una voz más grave, de hombre, habló en último lugar, subiendo el tono de voz, y todos rieron a la vez.

El estallido de sonido le obligó a llevarse las manos a los oídos. Todo parecía sonar el doble de fuerte, como si taparse los oídos no sirviera de nada. Quitó las manos y sintió como si le taladraran la cabeza. Abrió la cremallera de uno de los bolsillos y sacó el móvil, llevándoselo a la oreja, y apretándolo contra esta, mientras con la otra mano se tapaba la otra. Fingió hablar a gritos por teléfono, bastante tenía con todo lo que habia llamado ya la atención. Poco a poco volvió a la normalidad. "Colgó" y se levantó. Iba a buscar a Mario. Cuando pasó por delante del grupito, el chico le paró poniendo la mano en su brazo. Diego cerró los ojos e inspiró.

- Hey, ¿estás bien? - dijo el chico, sonriendo divertido. Las otras tres les miraban. Intentaban reírse un rato más a costa de él. Sintió algo hervir dentro de él.

- Si, mucho mejor - su tono era áspero y serio, y miraba a los ojos del muchacho, que dejó de sonreír inmediatamente -, gracias. - Sacudió el brazo para quitar la mano del chaval, que la apartó rápidamente.

- Perdona, no queríamos enfadarte - dijo una de las chicas, otra de ellas parecía preocupada -, pero hacías cosas raras... - parecía algo avergonzada ahora - Lo siento... Soy Luz, ¿cómo te llamas? - las otras se miraban sorprendidas por la amabilidad y en parte, descaro de su amiga, mientras esta daba dos besos a Diego, que tampoco se explicaba mucho el asunto.

- Diego, - dijo mirándola, a ver si es que estaba drogada o algo, pero parecía sobria.

- Ellas son Sonia y María - dijo señalándolas con la mano. Si las miradas mataran, Luz estaría a dos metros bajo tierra si por ellas fuera. Se limitaron a saludarle con la cabeza. Diego respondió igual. -.. Y él es Migue. - el chico, alucinando con la actitud de Luz, ofreció la mano a Diego, que la estrechó sin dudar, aunque el chico era de los que daban la mano sin ganas, algo que a Diego molestaba bastante.

- ¿Quieres tomar algo con nosotros? - Luz volvió a la carga, aunque muy amablemente. Las otras se decían "tía, que fuerte, que descarada" con la mirada.

- No, gracias. Lo siento - Luz pareció entristecer - pero tengo que ir a buscar a un amigo, tenemos asuntos que atender. Gracias de todas formas - sonrió abiertamente a la chica, que le devolvió la sonrisa.

- Bueno, otra vez será, ¡adiós! - dijo, haciendo un gesto con la mano mientras volvía con las otras y Diego sigua su camino. Las otras se lanzaron como arpías a preguntarle "como habia sido capaz", mientras Luz se quedó algo aturdida, como si hubiera sido otra persona durante un instante.

Diego sabía, porque ya se lo habían dicho, que tenía una voz bonita, bien modulada, y que sabía usarla. Pero no hasta ese punto. Además olía a gorrino sudado, así que para no variar, supuso que algo vampíricamente-extraño habia pasado ahí.

Volvió a entrar en la primera sala, donde ahora, en un escenario que no se habia dado cuenta que habia al fondo, cuatro tipos aporreaban instrumentos y gritaban tras una reja, mientras el público se dejaba la sangre, literalmente, en el foso.

Mientras, Vlad volvía a agobiarse. El chico habia heredado una sangre medianamente fuerte para lo que abundaba esos días, y eso, junto con el pequeño "toque de Vlad", ayudaba a sustituir una correcta enseñanza sobre las "aptitudes" naturales que le correspondían, aunque algo no parecía estar en su sitio. Pero lo peor, es que a pesar de todo, el niño tenía que volver a la sala infernal aquella. Algún día le haría pagar por maltratarlo así.

Meterse en todo el mogollón era algo que Diego no estaba dispuesto a hacer, ni borracho, así que buscó algún silloncete en las paredes de la sala, cuanto más lejos de la montonera y de las peleas mejor. Tenía hambre.

Buscando y buscando, dio la casualidad de encontrarse con Mario, que estaba cómodamente sentado en una especie de tresillo de diseño, acompañado de dos chicas, bastante monas, vestidas de cuero y con toda la parafernalia. Una de ellas besuqueaba el cuello de Mario, mientras éste charlaba con la otra, que le miraba embelesada.

- Ehem. - Diego reclamó la atención del trio, mientras se sentaba en una silla cercana.

- Hoombre, el chico nuevo, ¿dónde estabas? - Mario parecía feliz y contento... casi... drogado.

- En la otra sala, relajándome. Aprendiendo - hizo un gesto, levantando la ceja a Mario, que pareció comprender.

- Aah, bien bien, pequeño saltamontes. - Mario se dirigió a las chicas. - Aquí donde le veis, mi coleguita Diego, que parece un pringao mas, es un tío importante, dentro de un tiempo tendrá mucho que decir, jejeje.

Las chicas miraron a Diego ligeramente interesadas, saludando. Diego, incomodo, devolvió el saludo con la cabeza y sonriendo ligeramente. Si Mario estaba hablador, podría tener problemas.

- Bueno, niñas, aquí Mr. Importante y yo tenemos que irnos, negocios que atender. No olvidéis pasaros por el Aqueronte, os invitaré a algo, y ¡traed amigas! - Las chicas sonrieron y cogieron los flyers que Mario les pasaba. Éste se levantó, Diego con él, y se dirigieron a la puerta.

Una vez fuera, se dirigieron al coche.

- ¿Haciendo de relaciones publicas?,- Diego parecía divertido.

- Ese local es un hervidero, si de toda la gente con la que hablo, consigo que la mitad se pase por el Aqueronte, lleven a unos colegas, y se tomen algo, tengo nombre y caja hechos para un tiempo.

- ¿Donde vamos?

- A tu keli. Vamos a ver que podemos sacar de allí... - Sonrió pícaro, Diego casi vio los símbolos del €uro en sus ojos.

En poco tiempo, estaban en el portal del edificio donde Diego tenía su piso. Era un bloque de apartamentos de lujo. Vivía solo desde que antes de terminar la carrera, y gracias al sueldo "de la empresa de papá", podía permitirse ciertos lujos.

Todo eso, claro hasta que le mataron.

Uso las llaves para pasar el portal, y montaron en el ascensor. Ultima planta. Puerta 2. Mario le hizo un gesto de "silencio", y Diego abrió la puerta lo más silenciosamente posible.

Nada más entrar, fue a comprobar el sistema de seguridad... que ya estaba apagado. Mario pasó junto a él silenciosamente.

Diego se dio cuenta de que oía música, muy tenue, de fondo, y Mario le hizo un gesto, levantando dos dedos y señalando al fondo del pasillo.

No estaban solos.

miércoles, 17 de mayo de 2006

Segunda noche

Diego despertó con un dolor de cabeza más que considerable. Miró la hora, 21:53, el papel y el móvil seguían como los dejó la noche anterior, su "amigo" no le habia visitado.

Habia pasado una noche horrible con tanta pesadilla, las cuales recordaban vagamente, y estaba embotado, mejor una ducha. Mientras estaba debajo del agua, pensaba en todo lo que habia ocurrido, qué locura, y todavía no sabía nada de nada... estaba jodido.

Se vistió, recogió sus cosas, y salió de la habitación. Bajó las escaleras y salió del Hostal, seguido por una mirada de reojo del viejo.

Hambre... quizá si comía se le pasaba el malestar que tenia. Era como una mala resaca... al otro lado de la calzada vio un Doner Kebab, ya tenía la cena resuelta.

Entró y pidió algo para comer, sentado en uno de los taburetes de la barra. Echó un vistazo a su cartera, tenía algo de dinero para esa noche, pero necesitaría pasar por un cajero en breve. Pagó el plato.

Se relamió al ver el plato humeante de comida que le pusieron delante. Comenzó a comer ansiosamente, a dos carrillos. Algo debió fallar pues sintió una punzada en su estomago, y como si alguien le diera una enorme colleja. Antes de poder reaccionar, regurgitó todo lo que habia tragado sobre la barra.

El turco que le atendió comenzó a gritar en su lengua materna, cosas no muy agradables, por su cara. Diego se levantó e intentó salir, mientras seguía vomitando, tenía una extraña sensación de déjà vu. Los camareros le echaron de empujones y patadas, haciéndolo rebotar de pared en pared hasta la puerta.

Las arcadas se desvanecieron, y se irguió. Ahora tenía más hambre incluso. Estaba nervioso.

- ¿Diego? ¿Eres tú? No me lo puedo creer ¿Estás bien?

Frente a ella estaba una vieja compañera de facultad. Nuria, o Noelia, no se acordaba bien, habían sido algo así como amigos, pero no es algo que recordara, no lo recordaba como algo importante.

Era una chica de alrededor de 1.70 de altura, delgada, morena. No habia cambiado mucho desde entonces, seguía vistiendo de negro, con cuero y tachuelas, y maquillándose como si fuera una muerta. Ahora recordaba, eso era lo que le habia dado morbo de ella, su aspecto. Si, habían tenido algo más que un mero roce, pero nada importante. Mientras le hacia el estudio pormenorizado, se sorprendió a si mismo mirando el collar negro que llevaba ajustado al cuello. Le extrañó porque si algo llamaba la atención de ella, era su perfecto escote, que al contrario de lo que hubiera sido habitual, no le decía mucho.

Hambre. Seguía hambriento, y algo más agitado, quizás por la presencia de la chica. Eso, y la sensación continua de deja vu.

- Diego, soy Nuria, ¿te acuerdas de mí? - la chica sonreía mirándole a la cara, algo extrañada por su tardanza al responder. Al menos sabía su nombre ya.

- ¡Claro! Nuria, hacía muchísimo tiempo que no te veía. Perdona, estaba un poco, aturdido, algo de lo de ahí dentro me sentó mal. - salió rápidamente.

- Ya te veo, no tienes demasiada buena pinta. -pese a todo, le miro de arriba a abajo, recordando tiempos pasados. - Estás más delgado...

- Bueno, el estrés, y todo eso jeje, ¿oye, que te cuentas?

- No mucho, bueno, ya sabes... oye, ¿haces algo ahora? Iba al Aqueronte, he quedado allí con mis amigos, ¿te vienes y me pones al día?

El Aqueronte, un local plagado de góticos, jevis, rockeros y demás ralea, y su música... habia ido allí alguna vez hacía muchos años. Aun así, no tenía mucho mas donde elegir, necesitaba distraerse, nunca habia sentido ese hambre, y sentía que se iba a volver loco.

- Ee-está bien, no es mala idea, pero antes tengo que parar por un cajero.

- Vale, creo que hay uno de camino.

[...]

Minutos más tarde, Diego empezó a arrepentirse de haberle dicho que sí. Era una cotorra, comenzó contarle su vida desde la última vez que se vieron, con TODOS los detalles. Todos los hombres, todos los trabajos, todas las discusiones, TODO. Como si lo hubiera ensayado "por si hubiera un reencuentro". Santo Dios... ¿no se supone que los góticos son callados y amuermados, esperando la muerte? Joder...

El hambre diluía el sonido de su voz en su cabeza, solo podía pensar en alimentarse, aunque de vez en cuando, volvía a quedarse mirando el cuello de Nuria, sin razón aparente. Ella se daba cuenta, y bajo la capa de maquillaje blanquecino, se sonrojaba, y seguía hablando, feliz y dicharachera. Magnifico, debe pensar que le miro las tetas, ¡y le incomoda!, pensaba Diego apesadumbrado.

- Ah, mira Diego, tu cajero.

Aleluya, una pausa en la tortura.

- Oh, ¿puedes esperar un segundo?

Entró en el cajero, mientras ella encendía un cigarrillo fuera. Miró a la cámara de seguridad. Introdujo su tarjeta en el cajero, y marcó su clave personal.

"¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

SI -
¿QUE COÑO? -


¿Que cojones? Pulsó ¿QUE COÑO?, no sin antes dudar. ¿Le habían dado algo raro en el turco? ¿Estaba soñando otra vez?

"NO MIENTA, YA HA PENSADO EN ELLO
PERO NO SE HA DADO CUENTA
¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

SI -
¡DEJAME EN PAZ! -

Diego miro de nuevo a la cámara. ¿Inocente Inocente? Empezaba a ponerse de los nervios. Pulso la segunda opción

"UD MISMO, PERO SEGURO QUE SE HA
PERCATADO DE SU DELICIOSO CUELLO
¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

SI -
¿COMO SABES LO DEL CUELLO? -
ESTOY ACOJONADO


¿Como sabían lo del cuello? Temblando, miró a Nuria, estaba de espaldas, con los brazos cruzados, giró la cabeza, le miró, sonrió, y saludo con la mano. El devolvió el saludo como pudo. Pulsó la segunda opción.

"ES NORMAL, SIENDO LA PRIMERA VEZ,
PERO DEBE ACEPTAR SU NATURALEZA
CUANTO ANTES SI QUIERE SOBREVIVIR
¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

LA VERDAD ES QUE SÍ -
¿DE QUE VA TODO ESTO? -


Pulso la segunda opción

"SU TARJETA HA SIDO CANCELADA POR LA
ENTIDAD BANCARIA, POR FAVOR CONTACTE
CON SU BANCO. GRACIAS."


¿Qué? Necesitaba información. Qué coño, ¡necesitaba dinero! Se sorprendió a si mismo golpeando el cajero con todas sus fuerzas, rompiendo la pantalla y el teclado, arrancando cables y piezas.

-Diego, ¿estás bien? - Nuria estaba en la puerta.

- ¿Eh?

El cajero estaba intacto, y el miraba fijamente una pantalla con publicidad sobre préstamos y tipos de interés.

- Eh, si, al parecer hay un problema con mi tarjeta. Me temo que tendrás que invitarme. - dijo con su mejor sonrisa, mientras salía del cajero.

- Claro, ¡no hay problema! - Nuria sonrió al responderle.

- Vamos pues. - Diego sonrió y posó levemente por un instante una mano en la baja espalda de Nuria, invitándola a seguir caminando. Ella le miró furtiva, sonriendo.

Le habían cancelado las tarjetas... o le daban por muerto, o querían arrinconarle, lo cual supondría que su padre también estaba en el ajo. Aquello, junto con la macabra idea que se formaba en su cabeza, le superaba... y seguía muerto de hambre.

Aun iban de camino al Aqueronte, y Nuria no habia abierto la boca desde el incidente del cajero, y eso preocupaba a Diego. Mal si hablaba, porque hablaba demasiado, mal si callaba, porque muy chunga debía estar la cosa para que callara. Tenía que hacer algo para que se animara, y no se preocupara y empezara a hacer...

- ¿Te pasa algo? Te noto bastante raro. ¿Tienes problemas? - Nuria interrumpió los pensamiento de Diego.

... preguntas indiscretas.

- No, bueno, lo del turco me sentó mal y tengo el estómago revuelto todavía, y bueno, siempre es una putada quedarte sin tarjeta, jejeje... - Pésima interpretación, Diego, pensó para sí. Su estado de agitación interna no le daba para más, pero más o menos podía mantener la compostura. - Nada que no se quite con un par de copas, - lanzó su mejor sonrisa a Nuria.

- Jaja, así mejor, más animado -sonrió mirándolo a la cara, pero algo turbó su mirar. - Aun así, te noto extraño... estas paliducho, como consumido... no vas mucho a la playa...

Gracias a Dios, la niña a veces se quedaba un poco corta. Carcajeó nervioso y aliviado.

- ¡Si, apenas la piso! Mi padre está muy pesado con el rollo de "heredar el negocio familiar", y no me deja parar ni un segundo. Trabajo tanto como él, o más, por eso de prepararme. - y si sus sospechas más descabelladas eran ciertas, no era del todo mentira lo que estaba diciendo, al menos desde anoche...

- Vaaya, así que me voy de copas con un futuro rico empresario... - sonrió picara- Lástima que no tengas un duro, si no, nos íbamos de fiesta hasta que te quedaras seco.

- Si si, ya te gustaría, jaja, -dijo bromeando y empujándola con el hombro levemente, tonteando. Mientras miraba el cuello, le daba la impresión de que si alguien iba a acabar seco esa noche, de una manera o de otra, sería ella.

Y al girar una esquina, llegaron al Aqueronte. El cartel iluminado tenía unas letras en una tipografía similar a la griega.

Mientras franqueaba la puerta, tras de Nuria, pensó en si encontraría a su barquero, y cuanto le cobraría.

El ambiente dentro del Aqueronte era el esperado. A medio llenar, con luces bajas, mucho humo, decoración "siniestrilla" y música y parroquianos al efecto. Creyó reconocer "Demon of The Fall", de Opeth. El poco tiempo que pasó con Nuria en el pasado tuvo siempre como banda sonora canciones como esa, incluso llegó a acostumbrarse y *glups* gustarle.

Se sentaron en un rincón, Diego se ofreció para ir a por algo para ella.

- A mí no me apetece nada, de momento - comentó él. Se acercó a la barra, y le atendió un tipo delgado, fibroso, de estatura media, con el pelo muy corto y perilla.

- ¿Qué va a ser? ¿Vodka con lima? - le preguntó.

Diego se sobresalto.

- ¿Como lo sabes?

- Nuria viene mucho por aquí, - dijo mientras la saludaba con el brazo, y ella devolvía el saludo - Nos conocemos. Soy Mario ¿Tu qué vas a querer?

- Yo Diego, encantado - dijo estrechando brevemente su mano, el otro sonrió, como si se confirmara algo que sospechaba - No tomaré nada, de momento, estoy desganadillo - su nerviosismo era evidente, se moría de hambre.

Mario le miró durante un breve instante, en el que sus ojos refulgieron, o eso le pareció a Diego, sonrió.

- ¿Seguro? Tengo algo que podría calmarte los nervios... -dijo, como el que se tira un mal farol jugando a las cartas.

Diego intento guardar la compostura, pero aquel tipo estaba tocando puntos muy sensibles, y no le gustaba. El Vodka con Lima ya estaba en la barra.

- Eeeh, no, gracias. Si no te importa, vuelvo con Nuria.

- Claro, tranquilo. Nos vemos - dijo sonriendo mientras se preparaba para servir otra copa para otro cliente.

Diego puso la copa frente a Nuria, y se sentó frente a ella.

- ¿Ya has conocido a Mario? Es un tío de puta madre... - dijo dando el primer sorbo.

- Si, se le ve carismático y sociable... quizá demasiado para mi gusto. Interesante cuanto menos. -dijo quitándose la chaqueta.

- Si, es de esos que nunca sabes bien del todo de qué va. Y a veces, es sencillamente como si pudiera ver lo que tienes dentro del coco.

Como si fuera muy complicado saber lo que piensas... pensó Diego... mientras la miraba el cuello. Ella se levantó de repente.

- Mario me llama, voy a saludarlo. Hasta ahora.

Diego giró la cabeza y vio a Mario sonriéndole. Dio dos besos a Nuria cuando llegó, y comenzaron a hablar muy animadamente.

Volvió a girarse, y se llevó las manos a la cara. Resopló. Se remangó la camisa, mostrando su pálida piel. Su pie no dejaba de dar golpecitos en el suelo. Se encontraba muy nervioso. Ese tal Mario lo habia puesto incluso peor. Y se moría por hincarle el diente a algo.

A los pocos minutos, Nuria volvió. Llevaba un nuevo Vodka con lima, y una copa, cuyo contenido era de color rojo oscuro. Parecía vino tinto. Nuria dejó la copa rojiza en su lado de la mesa.

- ¿Ves como Mario es la ostia? Te invita - dijo feliz y sonriente. Quizás el vodka empezaba a hacer su efecto.

Diego tomó la copa, mirándola fijamente. Si sus más descabelladas sospechas eran ciertas, aquello sería sangre. Se acercó la copa a la cara, y la olio. Nuria observaba sus movimientos.

Para su alivio, olía a vino. No muy bueno, pero vino, al fin y al cabo. Le extrañaba mucho que Mario se refiriera a simple vino como "aquello que le podría calmar los nervios". Algo por dentro de ella se sobresalto ligeramente.

En fin, lo peor que podía pasar es que volviera a vomitar, o eso quería pensar.

Sin pensarlo más, miró a Nuria, sonrió.

-A la salud de Mario - dijo alzando la copa.

Y bebió.

Y tanto que bebió. Como si no hubiera bebido en su vida y viviera del vino. Nuria veía asombrada subir y bajar la nuez de Diego mientras este terminaba con la copa en tiempo record. Diego la dejó sobre la mesa. Se sentía realmente aliviado... aunque quería más.

- Pues si que tenias sed...

Ver a Nuria ahora que habia empezado a beber, y tenía el estomago abierto le hacía pensar cosas... poco correctas. Lo cual le decía que aquello era más que simple vino. Se levantó del sillón.

- Voy a hablar con Mario, disculpa un segundo.

A paso ligero, se dirigió a la barra, donde un sonriente Mario le esperaba. Diego dejó a una sonriente Nuria en la mesa, y llegó a la barra. Dejó la copa frente a Mario, y puso las manos abiertas, con las palmas sobre la barra. Se le veía agitado.

- Que, ¿estaba bueno? - comenzó Mario -Ya te dije que...

- Tu y yo, tenemos que hablar - dijo señalándolo, y después señalándose a sí mismo - ¿Pretendes que me trague que eso era vino...?

- Ajá, - dijo risueño - ya sabes, como aquel que dijo... yo nunca bebo... vino. No, vino no era, aunque tragártelo si que te lo has tragado... ¿quieres más?

- Si, por supuesto, que quiero más. Y eso es lo jodido. - cogió la copa - ESTO no es normal. - dijo señalándola

Mario pareció sorprendido. Levantó una ceja.

- ¿Hm? Bueno, el sabor y el olor, tengo un par de productos que lo camuflan, pero...

- No me jodas, Mario. -se inclinó ligeramente sobre la barra, su cara y la de Mario estaban bastante cerca. - No me digas que es normal beber sangre, - empezó en un tono más bajo, aunque no menos alterado.- Y lo peor, sentirte bien y desear más.

Mario, aun sorprendido, pareció sin embargo comenzar a comprender.

- Ahora es cuando te pregunto... ¿a ti es que no te han explicado nada? - dijo, con los brazos extendidos y las manos apoyadas sobre la barra, cerradas. La cabeza vuelta a un lado, mirando a Diego de reojo y sonriendo, como si esperara su respuesta.

- No, y me da que tu si podrías hacerlo.

- ... y tu respondes precisamente eso. Joder, macho, que marrón - dio una vuelta sobre sí mismo, mesándose la perilla, evaluando la situación. Miró la gente que habia en el bar.

- Patricia, salgo un segundo. Llévale un Vodka con lima a Nuria y dile que su amigo... -señalo a Diego.

- ...Diego...

- ... y yo estamos charlando tranquilamente. Y atiende mientras tanto, ¿de acuerdo?

Patricia asintió sin dudar, y comenzó a servir la copa.

Mario subió una parte de la barra e invitó a Diego a pasar. Éste miró a un lado y a otro, y pasó.

- Acompáñame. Vamos a un sitio más tranquilo. - dijo Mario abriendo una puerta que daba a un pasillo.

Diego no estaba más tranquilo que antes, quizás peor, que se quedaba a solas con Mario, pero quizás tendría su primera oportunidad de recibir una explicación, y tenía demasiadas ganas de saber cosas.

El estrecho y oscuro pasillo no era muy largo, daba a dos puertas, una de ellas tenía un rotulo que la denominaba como puerta al almacén, y la otra no tenia rotulo alguno.

Siguió a Mario por la puerta sin rotulo, que daba a un pequeño y macilento despacho.

Una luz halógena, un sofá viejo, un escritorio, una silla para invitados, un archivador y un armarito. Una pequeña ventana con un extractor hacia circular el aire por la habitación.

- Ponte cómodo, creo que esto irá para largo. - Mario señaló el sofá mientras iba hacia el armarito.

Diego se sentó, sin saber que decir, mirando a las paredes. Habia algunas fotos colgadas con chinchetas, y notas post-it. Entrelazó las manos en un gesto de nerviosismo. Mientras, Mario servía un par de copas de rojo contenido vertido desde una botella de cristal transparente. Dio a Diego una de las copas y se sentó sobre la mesa.

- Bien, cuéntame como fue.

- Bien, estaba en... - por un momento iba a decir O'Donnell, pero pensó que quizás sería dar demasiada información gratuita - una fiesta. Estaba algo borracho, y en una de las habitaciones, aquel tipo se me tiró encima, y me mordió aquí en el cuello, aunque no tengo marcas.

- Y seguramente dolió al principio, pero después no tanto.

- Si

- Y después todo lo que recuerdas es un torbellino de violencia, como si fueras un animal, bebiendo sangre, y totalmente desquiciado...

- Si...

- Entonces está claro.

Mario vació la copa. Se aclaro la garganta, y su gesto se tornó serio.

- Diego, ese tío te mató, y te convirtió en lo que eres ahora.

Diego levantó una ceja, extrañado e incrédulo.

- Diego, eres un vampiro.

- ¿Qué? - La cara de diego estaba desencajada. En otra situación se hubiera reído, pero no era un lujo que se pudiera permitir.

- Si, ese tío te hizo lo que conocemos como el Abrazo. Bendición o Putada, según el caso, pero el Abrazo en general. Te quita toda tu sangre, y entonces te hace beber su sangre de Vampiro, convirtiéndote tú en uno.

- ¿Qué? ¿De qué mierda me estás hablando, Mario? ¿Crees que soy un crio? - Diego estaba de pie, los gestos de sus manos denotaban desesperación y nerviosismo, con algo de agresividad también. Se mesó el pelo con una mano.

Mario, volvió a llenar su copa.

- Mira, sé que es jodido, pasé por eso, pero cuanto antes lo aceptes, mejor. Estás, muerto, has vuelto como Vampiro. Es así quieras o no.

- ¿Pretendes que me crea que lo de las películas, los libros, todas esas historias, son reales?

- Bueno, más o menos. Bebe de tu copa, y te explico. Siéntate.

Diego se volvió, cogió la copa, y la vació de un trago. Aquello sí que sabía a sangre, pero no le importó, sintió que quería más. Miró la copa, se sentía algo asqueado de sí mismo, pero le sentó mejor que la anterior. Reconfortante, en cierto modo.

- Va mejor sin cosas que lo disimulen.-dijo a Mario, de espaldas a él.

- ¿Si, verdad? Los clientes habituales saben y comprenden que es mejor perder un poco de fuerza y sabor en favor de la discreción. Imagina que por una casualidad, bam, se cae una copa encima de un cliente humano, ¿cómo explicas la sangre? Mejor que crea que es vino, y se complazca cuando las manchas salgan fácil...

- ¿Clientes habituales?

- Si, más Vástagos, o vampiros, o sanguijuelas.

- ¿Hay muchos?

- Estos días, mas de los que deberíamos, quizás, pero tampoco tantos.

- Ya. Tu también eres un... "vampiro"... tío esto es increíble.

- Si, mira, es más simple de lo que parece. Ya no puedes comer comida, algo que sabes, según me ha contado Nuria. Ahora necesitas sangre para sobrevivir. Y mejor que intentes que sea humana. La de animal es como... - hizo un gesto de asco con la boca, como de asco - puej, y la de Vampiro trae más problemas que ventajas.

- ¡Sangre humana! - exclamó sorprendido.

- Si, eres humano, tu sangre se acaba, necesitas nueva, y ¿le pondrías aceite de oliva al coche en vez de gasolina? No, ¿Verdad?, pues eso. Además, no te preocupes, no sufren, casi nunca, y no hay que matarlos, si no quieres.

Diego rió, incrédulo.

- ¿Eres consciente de lo que me estás diciendo? ¡Es de locos!

- Si bueno, la verdad es que es jodido de creer al principio, a mí también me costó. Bueno, hablando de principios, será mejor que empiece por EL principio. Ponte cómodo... Caín y Abel, ¿vale? Caín mata a Abel y es repudiado por Dios. Con el tiempo, y gracias a Lilith, la primera mujer, se convierte en Vampiro, y Dios le repudia más aún... condenándole a beber sangre para vivir...

- ... y a sufrir con la luz del Sol.

Mario le miró.

- Bingo, ¿conoces la historia?

- La pasada noche, tuve una pesadilla, pasaba lo que me acabas de contar, o algo parecido. Es curioso, porque... - calló, no sabiendo si debía decirlo.

- ¿Qué?

- No, nada, apenas recuerdo lo que pasaba.

- Bien, sigo entonces - lleno la copa de Diego. Este bebió rápido, estaba agobiado.

- Todos los chupasangres descendemos de Caín, o eso dicen, claro, todo esto puedes creértelo o no, pero bueno, la cosa es que necesitamos sangre, el Sol nos mata, y... - lo miró - bueno, si prefieres, salimos a la calle un rato, y te sigo contando, parece que necesites aire.

Diego se limitó a asentir, con cara de desesperación.

Un par de minutos más tarde estaban en la calle. Mario habia parado a hablar con Nuria un poco antes de salir, y ella asintió a todo. Diego no sabía de qué iba el tema, tenía muchas cosas girando en su cabeza.

Caminaban juntos por la acera.

- No me puedo creer que esté muerto.

- Si tío, párate un segundo. ¿Qué temperatura dirías que hace?

Diego se paró. A decir verdad, no sabía si hacia frio o calor.

- Cuantos... ¿15, 30, -2 grados? - Mario parecía divertirse.

- No, no se... - se extrañó.

- ¿Y de respirar como andas? Concéntrate en tu respiración...

- ¿Qué? No sé... - su pecho no subía ni bajaba, ni circulaba aire por su garganta.

- Todo eso ya no lo necesitas. Estás muerto. Sangre, tu corazón y tu cerebro es lo único que necesitas ahora. Sobre todo tu cerebro, si quieres sobrevivir... no todo iba a ser inmortalidad y juventud eterna.

- ¿Inmortalidad?

- Si, bueno, ya estás muerto, pero sigues vivo, eres como un zombi, un no-muerto si lo prefieres, pero con más suerte, así que en vez de carne podrida con patas eres un apuesto chupasangres. - sonrió.

- ¿Y qué coño se supone que voy a hacer ahora?

- Vive la noche, es nuestra.

- ¿Así de fácil?

- No, la verdad es que no. Hay cosas que debes saber para moverte en este mundillo si quieres sobrevivir.

- Soy todo oídos...

- Te lo pondré fácil: los vampiros nos organizamos en clanes, son como familias, ¿vale? Depende de que hijo de Caín desciendan, y tienen rasgos que los hacen parecerse entre sí, y diferenciarse del resto. ¿Me sigues?

- Si... aunque no sabía que Caín tuviera hijos.

- Bueno, hijos, se dedico a crear otros Vampiros, porque se sentía solo, si quieres detalles, habla con un Pirado, suelen controlad de esos temas. -Diego notó como un cosquilleo en su nuca.- Bueno, pues aquí viene lo chungo: tú no perteneces a ninguna familia, eres un puto paria.

- ¿Qué?

- Si, cuando un vampiro crea a otro, siendo Sire y Chiquillo respectivamente, el primero enseña al segundo las tradiciones, y aparte, le guía en el uso de su sangre, pues lo de las familias no es solo por descendencia, cada una desarrollas habilidades diferentes. Tu, por lo que veo, o tienes mucho cuento, o te largaste por alguna razón cuando te abrazaron, por lo tanto, salvo que vuelvas con tu papi, serás un Caitiff, un sin-clan, para los amigos. Y es una putada, porque ninguna familia quiere a los sin-clan, y si los quieren, es para aprovecharse de ellos. ¿Me sigues?

Diego estaba confuso, casi mareado.

- Joder, vas muy rápido. Me he quedado con lo de las Tradiciones, el uso de la sangre, las habilidades...

- Si, te explico... Las Tradiciones, son polladas de la Camarilla para tener a la gente controlada -

- Eh, ¿Camarilla? ¿Qué es eso?

- Hmmm, joder... hay mucho que contar... Las familias se agrupan en sectas. Hay dos sectas, Camarilla, y Sabbat. Los de la Camarilla van de amos del universo, y son unos cabrones, con su sistema elitista y tal, aunque algunas ideas no son malas, pero los otros, son más cabrones todavía, el Sabbat. Que también tienen algunas ideas buenas, pero son unos salvajes y a los novatos como tú, se los comen con patatas. No literalmente - dijo al ver la cara de Diego- Aunque también hay quienes pasamos de toda esa mierda de política.

- Vale... ok.

- Como te decía... las Tradiciones son unas tonterías que los de la Camarilla cuentan a los nuevos, para tenerlos controlados y meterles el miedo en el cuerpo, y el respeto a sus mayores y tal. De entre todas, solo deberías quedarte con la más importante: La Mascarada.

- Que consiste en...

- Si eres un chico listo, y lo pareces, te abras dado cuenta de que los humanos solo saben de vampiros por pelis, libros, y cosas de esas, ficticias. La Mascarada es algo así como decir "mejor que siga así". Cuanto menos sepan de los vampiros, mejor. Se creen tan dueños de su mundo que saber que unos tipos les chupan la sangre, literalmente, y dominan todo a sus espaldas los volvería en masa contra nosotros, y tenemos las de perder. O quizás no, quién sabe, pero mejor no tentar a la suerte. Así que, las cosas de vampirizar, como chupar sangre, y burradas semejantes, mejor en privado.

- ¿Dices que los vampiros domináis el mundo?

- Dominamos, chico. Si, los más antiguos tienen vínculos de poder y controlan muchas cosas desde la sombra. Partidos políticos, alianzas entre países, lo que se te ocurra, tiene algún vampiro controlándolo, a través de siervos humanos, que saben, o no, que trabajan para vampiros. Lo más habitual, las grandes empresas.

Eso último dio a Diego bastante que pensar.

- Bien, sigo, los de la Camarilla, defienden más o menos eso, que sigamos en la sombra, a lo nuestro, que se lo crean y tal, eso sí, con un sistema de clases muy severo, en el que los viejos mandan, y los jóvenes tienen poco o nada que hacer. Es una mierda, no puedes hacer lo que quieras, siempre necesitas el beneplácito del Príncipe y tu Sire. Antes de que preguntes, el Príncipe es el líder de la Camarilla de una ciudad.

- Ahm, vale. En el otro lado, está el Sabbat, que supongo que será algo opuesto...

- ¿Ves como eres listo? Si, el Sabbat está colgado, aunque no les falta razón, les fallan los métodos. Proclaman que debemos alzarnos contra la humanidad, romper la Mascarada, y proclamar nuestra superioridad sobre ellos, y dominarlos abiertamente. De paso, aliñan tan revolucionarias ideas con ambiente religioso y rituales de vínculos de sangre, y demás, para mantenerlos atados a todos. Sí, eso no lo sabes, si bebes sangre de un vampiro, se crea un lazo entre ambos. Cuanto más bebes, más fuerte es el lazo, así es como dominan a los humanos, y como se dominan entre ellos, para evitar puñaladas por la espalda y tal... Como puedes imaginar, el conflicto con la Camarilla es evidente. Estatismo vs Revolución y tal... tensión continua.

Todo aquello dio a Diego la impresión de ser una especie de copia de la realidad política humana, pero mucho más exagerado cada una de las posturas, y con elementos mezclados.

- Como te dije, luego estamos los que pasamos de todo, los Independientes. Pasamos de unos y de los otros, aunque claro, si estás en territorio Camarilla, como esta ciudad, tienes que seguir sus reglas, porque son mayoría, y apreciamos nuestro pellejo. Entre nosotros hay radicales, por supuesto, que desafían a la Camarilla y a su sistema cerrado, aliándose a veces con el Sabbat contra ellos, pero sin caer en su juego. En fin. Lo mejor de ser independiente... y lo que es tu suerte... que puedes ser lo que quieras, no vas a estar atado por Tradiciones cerradas, ni te vas a tener que someter a ritos y reglas descabelladas y absurdas. Tú, estás de suerte y puedes elegir.

- Vaya, una alegría al fin.

- Bueno, en realidad, ser un sin-clan es una putada, pero bueno, supongo que siempre se te puede echar una mano. Hay comida para todos - dijo mirando de reojo a unas chicas que pasaban a su lado - y oportunidades, así que mientras seas discreto, no deberías tener demasiados problemas.

- Hm, gracias. Oye, ¿de qué familia eres tú?

- NUNCA, nunca, preguntes eso a un vampiro. Tendrás que aprender a diferenciarlos unos de otros, por su actitud, rasgos y actividades. Ídem para las Sectas... normalmente estarás siempre con Camarilla o Independientes, puedes diferenciarlos por su clan. Si estás con Sabbatistas... bueno... si estas con Sabbatistas, cuida tu cuello, y corre todo lo que puedas.

- ¿Tan chungos son?

- Psé, por lo que sé, son bastante aficionados a beber sangre de vampiro, hasta matar a la víctima. Y las pocas veces que los he visto, era en manadas enloquecidas, en guerra contra la Camarilla. Mejor correr en ese caso. Por cierto, un consejo.

- ¿Dime?

- Lo mismo que nunca debes preguntar demasiado a un Vampiro, nunca hables demasiado de ti mismo, toda información será usada tarde o temprano en tu contra. No me lo cuentes ni a mí. Te voy a echar una mano a salir adelante, pero lo mejor es que todos sepamos lo justo de los demás.

- Oh, vale. - Diego se alegró de haber callado en los momentos en los que pensó que debía haberlo hecho.

- Sobre todo porque noto que no me has contado todo lo que podrías haberme contado sobre tu Abrazo, y no es necesario.

- Ehem, es cierto. Supongo que son cosas que tengo que guardar para mí. Gracias por todo.

- Ok, bueno. Yo te ayudaré con lo básico que debes saber y saber hacer. Te daré un refugio temporal, pero no te saldrá gratis.

- Pues ando chungo de pasta... me he quedado sin tarjetas... hmmm, se puede decir que soy un fugitivo...

Doblaron una esquina, y estaban de nuevo en la calle del Aqueronte.

- Bueno, pues tienes que pensar cómo conseguir pasta... de momento... ¿has trabajado de camarero alguna vez?

- No...

- Mírate, no sé ni porque pregunto, tienes pintilla de no haber currado en tu vida... currado de verdad me refiero. ¿A qué te dedicabas?

- Err... ¿nunca preguntes demasiado a un vampiro?

Mario rió.

- Bien, novato, aprendes rápido. Pasa. Y ahora, relájate y charla con Nuria un rato. Mañana empiezas a currar de camarero. Ya hablamos.

- Vale, gracias, de verdad.

Al entrar, Mario fue tras la barra, pasó un vaso de rojo contenido a Diego guiñándole un ojo, y un Vodka con Lima. Diego dejó la chaqueta a Mario, volvió a remangarse y con ambas copas, volvió con Nuria, que estaba bailando. Sonaba "Leave You Far Behind" de Lunatic Calm. Cuando Nuria le vio llegar se echó en sus brazos, provocando las miradas de recelo de algunos tipos que bailaban cerca de ella. Lo siento chicos, pensó.

- Dieguitoo, corazón, ¿donde estabais? Me habéis dejado sola mucho tiempo... - le puso morritos, mientras tomaba su copa de la mano de Diego, al que no le costó darse cuenta de que ya llevaba demasiados Vodkas con Lima encima.

- Mario y yo hemos estado charlando un buen rato, es un tío bastante interesante, tenías razón. - dijo dando un sorbo a su "vino".

Ella sonrió, pícara.

- ¿Ves? Te lo dije. - tomó su mano y comenzó a bailar. - Vamos, baila conmigo. Recuerdo que lo hacías muy bien.

Diego volvió a sorber, y se dejó llevar por ella. Tenía mucha información que asumir y asimilar, le vendría bien moverse un poco, tendría tiempo de pensar más adelante. Además, aunque ya sintiera esa ansia, Nuria seguía siendo una pareja de baile de lo más apetecible.

...

Mientras tanto, en la barra, Mario atendía a un viejo conocido.

- Eh, Guilles, que tal. Lo de siempre, supongo.

- Claggo, que bien me conoces, Maggio - dijo el franchute, que se tomo la copa roja rápidamente - Maggió, está zoná tiené de los mejoggés vinós del país, peggó sin dudá, tu tienés los mejoggés! -rió, y "Maggio" con el.

- Si... me han dicho que mis caldos tienen mucha fuerza, mucha "sangre". ¿Que se cuece por la ciudad?

Guilles se acercó a Mario.

- Bien, dans le Elisée, ils sont tout agités, parce qu'il semble que le O'Donnell, hier, il avait Abrassé son premier Gamin, son héritier, mais il á escapé!. Il à méme tué un garçon dans le vol!! Bien, en el Eliseo andan muy agitados, parece que O'Donnell ayer Abrazó a su primer Chiquillo, su heredero, ¡y se le escapó! Incluso mató a un chaval en la huida.

- Quoi? -respondio Mario - Peut pas étre! Qu'un grand coup pour la Camarilla! -Mario parecia alegre por la noticia. Paro durante un momento - Commant s'appellait le Gamin?
¿Qué? No puede ser! Que gran golpe para la Camarilla ... ¿Como se llamaba el Chiquillo?

- Euh, j'sais pas... David, ou Dario, je ne le rappele pas. O'Donnell, il est tout fou, en le cherchant, hahaha. Pour quoi est-ce que tu demandes?
Eh, no sé, David, o Darío, no me acuerdo. O'Donnell anda como loco buscándolo. ¿Porque preguntas?

- Nah, curiosité. - se encogió de hombros. - Il est surement un grand coup for les Ventrues de cette cité. - sirvió otra copa.
Nah, curiosidad. Es un gran golpe para los Ventrue de esta ciudad.

- Bien sur, mon ami - bebió la nueva copa de un trago - Bien, je me vais convenir pur là. Hasta luego.
Por supuesto, amigo... Voy a sentarme por ahí...

- A bientot, Guilles.

Mario se quedó pensando con la información que el rubio y alto Toreador le había traído. Si sus más descabelladas suposiciones eran ciertas, tenía como huésped al mismísimo heredero de uno de los Ventrue más poderosos de la ciudad. Si su sire le estaba buscando, no cabía duda de que el Príncipe, le ayudaría. Entre "hermanos de sangre" hay que ayudarse. Además, para el bien del nombre del Príncipe, del Clan y de la Camarilla, ese asunto tendría máxima prioridad... no deben dejarse ovejas descarriadas... tenía suerte de ser "colega" de un bocazas.

Su buena voluntad al hacer de buen samaritano le acababa de meter en una historia que le venía grande.

Durante el resto de la noche, el rostro de Mario reflejó su preocupación. La mala sensación que tuvo durante la enorme tormenta de hacia un par de noches era un mal augurio...


Estuvieron charlando durante más tiempo del que Diego se dio cuenta, recordando viejas historias, riendo y bailando. Por los movimientos de Nuria y su lenguaje corporal, Diego sabía que iba a por él. Quizás el pedal que llevaba la chica fuera el causante, o solo un aliciente.

El caso es que después de un rato, Diego sintió que sería mejor retirarse a "su nuevo" refugio.

- Oye, Nuria, yo me voy ya. - esperó a la reacción de ella.

- Hmm, si, vale, Mario me dijo que te llevara, cuando quieras. Je. - Diego no pudo evitar sorprenderse, ¿ella le iba a llevar al refugio?

Sin mediar más palabras se fueron. Diego buscó con la mirada a Mario para despedirse, pero no le pudo ver. Nuria tiraba de su mano, así que tampoco pudo pararse.

[...]

Minutos más tarde estaban en un ascensor, subiendo a un 5º piso. Diego apoyado en una de las paredes, de lado, y Nuria, a un par de pasos de él, con la espalda apoyada en la pared. Ambos en silencio. A Diego le pareció que la tensión ambiental podría cortarse con un cuchillo. La miró de reojo, ensimismada como estaba, jugueteando con un llavero. Parecía un poco ida, por el alcohol probablemente. No podía negar las dos cosas que le pedía el cuerpo, pero le daba respeto hacerle eso a Nuria, la primera, porque habia pasado mucho tiempo desde la última vez, y la segunda porque no le parecía bien hacerle esa burrada.

Ella giró levemente la cabeza hacia el...

*CLING*

Las puertas se abrieron. Ella dudó por un instante, pero salió al pasillo. El la siguió, con las manos en los bolsillos, mirándole su precioso culo embutido en polipiel negra, y después mirando al techo.

Ella abrió la puerta marcada con el nueve en números romanos, y se apartó, haciendo un gesto con la mano y sonriéndole para que pasara. Él entró, a oscuras. Se quitó la chaqueta. Ella encendió la luz, que era anaranjada y tenue. Cerró la puerta tras de sí, con cuidado de no dar un portazo a esas horas de la noche. El se dio la vuelta con un grácil movimiento de tobillos y caderas, con la chaqueta en una mano.

- ¿Dónde puedo colgar...?

Los labios de Nuria sobre los suyos, y la presa que hizo sobre su cuello no le dejaron terminar la frase. Diego reculó un par de pasos para no desequilibrarse por su peso. Puso la mano libre en la cadera de Nuria, miró de reojo, vio una percha, y lanzó la chaqueta, aunque erró y cayó al suelo. Su recién liberada mano recorría la espalda de Nuria.

Dentro de la cabeza de Diego, "un amigo", pensó que sería adecuado ayudar al chaval en esos menesteres. Un vampiro novato podía tener problemas para "cumplir", por aquello de estar muerto. Ser un vampiro de pensamientos, sensaciones y sentimientos resultaba divertido aquella noche... de todo y para todos los gustos.

[....]

Diego reposaba, tras el esfuerzo, con la espalda apoyada en el cabecero de la cama del austero aunque acogedor refugio que Mario le habia prestado. Nuria, aun con la respiración acelerada, tenía la cabeza apoyada en el vientre de Diego.

Ella se sentó a horcajadas sobre sus caderas.

- Muérdeme - dijo.

Sin saber muy bien qué clase de extraña perversión pasaba por la cabeza de Nuria, Diego pasó sus manos por la espalda de ella, la acercó hacia sí, hundió la cara en su busto, y mordió juguetonamente.

- ¡Ay! No, así no, me refiero a que bebas mi sangre. Un Beso, como lo llamáis.

Diego se quedó a cuadros.

-¿Cómo sabes...?

- Es evidente... Frio y pálido como un cadáver, bebiendo "vino" en el Aqueronte.... De todas maneras Mario ya me puso sobre aviso, la primera vez que hable con él en el bar, ¿recuerdas? Te caló muy rápido. Tranquilo, no eres el primer vampiro que conozco, ni mucho menos.

- Vale. Pero, tu eres humana, ¿cierto? - Diego estaba sorprendido por la naturalidad y desparpajo de la chica al tratar el tema de los vampiros. Ella sonrió y le besó.

- Si, ahora hazlo.

- No quiero hacerte daño.

- No te preocupes, bien hecho no duele, casi es al contrario - sonrió picara y movió las caderas atrás y adelante. - Tomó suavemente la cabeza de Diego y la acercó a ella, mientras giraba la cabeza, ofreciéndole su cuello.

- Venga, muerde, sin miedo.

El, aún inseguro, obedeció, y al abrir la boca, sobre el caliente cuello de la chica, notó como sus colmillos hacían algo extraño. Pasó la lengua por la punta, y los notó anormalmente largos. Sintió que simplemente debía clavarlos, y así lo hizo.

Ella emitió un pequeño quejido, y se estremeció. Diego cató su sangre, pura ambrosía en comparación con la sangre embotellada. Caliente, recién salida del cuerpo, notando el flujo al ritmo del pulso. Manjar de dioses, aunque sabia ligeramente a algo... ¿vodka? Ella gimió ligeramente, Diego notó que empezaba a lubricar de nuevo. Liberó a Nuria del mordisco, aunque parte de él quería más.

- Aah... ahora, lame la herida...- dijo ella, en éxtasis, empujando con la mano la cabeza de Diego hacia la herida.

Él obedeció, y notó como rápidamente la herida cicatrizaba, para dejar apenas huella.

- ¿Ves, amor? - dijo ella, con la cara un poco mas pálida, llenando su rostro de besos rápidos, con las manos a los lados de su cabeza. - Hazme el amor otra vez, antes respondiste rápido y bien, - dijo cogiendo el miembro de Diego, y frotándolo contra su sexo. Se mordió el labio inferior.

Diego no sabía a qué se refería con lo de "responder rápido y bien", pero se dio cuenta de que su cuerpo reaccionaba de forma extraña a la estimulación. A estas alturas ya debería estar "en perfecto estado de revista", si fuera normal, claro. Pero estaba muerto. Y las cosas parecían ir distinto. Más como si fuera "a su voluntad" en vez de "de forma natural". Lo pensó ligeramente, y ya estaba de nuevo preparado para la acción. Nuria volvió a gemir al tenerle dentro.

Mientras, Vlad disfrutaba como un enano... aquello era muy bonito como para no torcerse.

Tiempo después, estaban tumbados en la cama. Aunque Nuria parecía cansada, Diego seguía dándole vueltas a la cabeza.

- Dime... ¿cuánto sabes de Vampiros?

- ¿Mmmh? No mucho, no te creas, lo poco que Mario me ha explicado. La sangre, el sol, básicamente confirmarme qué cosas de las pelis y los libros es verdad.

- ¿De qué conoces a Mario?

- Fue una noche, a la salida del Aqueronte, un par de kanis empezaron a vacilarme, y la cosa empezó a ponerse fea. Por suerte, el apareció antes de que pasara nada serio. Mejor no preguntes por los kanis...

- Vaya, un caballero de brillante armadura que acude al rescate... - El se sentó en plan indio en la cama, frente a ella, que tenia la espalda apoyada en el cabecero.

- Si, - sonrió - bueno, después tuvimos algo parecido a una relación, pero nada serio... aún así nos llevamos bien, muy bien, y bueno le debo algunos favores, así que aquí estamos. Dijo mientras encendía un cigarrillo.

El sonrió, chulesco. Ella le miró algo extrañada, dejando el cigarrillo en el cenicero.

- ¿Y todo esto, es un favor que le haces a Mario? - preguntó reprochándole en broma

Ella sonrió dulcemente, negó con la cabeza, y se abalanzó sobre él. El rió, y se quedaron así, abrazados, un rato.

-¿Ves? Así mejor, ahora estás calentito...

Segundos después estaba profundamente dormida. El se levantó, dejándola tapada, y se dirigió al otro cuarto que no habia tenido oportunidad de visitar. Abrió la puerta, gruesa y pesada, se trataba de una habitación sin ventanas, con una simple cama en el centro, y un pequeño aseo. Entró, cerró la puerta, puso el pestillo, y se preparó para echar el día durmiendo. Esperaba no tener pesadillas esa noche.