martes, 3 de mayo de 2005

Horror en las Profundidades XVII: Fragmentos



A la noche siguiente, Vladimir pidió a Ambrosio que le trajera alimento y que fuera recogiéndolo todo. Se sentía bastante mejor físicamente. Podía moverse con una sola muleta sin temor a que las heridas se reabrieran, aunque el dolor seguía ahi.

Había pasado un día extraño, lleno de pesadillas. Habia soñado con estacas, con fuego y Giulietta. No tenía ganas de repasar las pesadillas, simplemente le hicieron levantarse apesadumbrado y sin ganas de hacer nada.

Sin embargo, se sentía incómodo con lo que había provocado la noche anterior, y antes de que el ambiente se enrareciera, prefería dejar el castillo. Cuando Giulietta volviera en sí quizá hablarían de ello, o quizá no.

Se vistió con la ropa que Ambrosio había traido unas noches antes. Un pantalon negro recto, que no se le pegara a las heridas, una camisa de pico color malva oscuro, y unos zapatos negros. Mientras ayudaba a Ambrosio a recoger, Giulietta apareció en la habitación.

La lasombra no se sorprendió de que Vladimir decidiera abandonar el castillo, estaba claro que la situación de la noche anterior le había incomodado, ¿tal vez la rabia de no haberse salido con la suya?... ¿O tal vez vergüenza?. Giulietta prefirió no darle demasiadas vueltas, si deseaba irse que lo hiciera, al fin y al cabo parecía encontrarse mucho mejor, que aún no estaba curado del todo... y quien sabe si alguna vez llegará a estarlo... era uno de los temores de la mujer.

- Parece que estás mucho mejor - dijo apoyándose en el marco de la puerta de la entrada - incluso te han vuelto las fuerzas para hacer el equipaje - rio sin ganas. Miró al atareado mayordomo. - Ambrosio, yo ayudaré a su excelencia a terminar de recoger las cosas, ¿porqué no buscas a Dorian y le pides que te ayude a llevar todo al coche?

Sin cambiar lo más mínimo la expresión de su rostro Ambrosio miró a su señor buscando aprobación, como siempre, Vladimir asintió y salió de la habitación, dejando a los dos vampiros a solas.

Giulietta caminó hacía el escrtorio donde la noche anterior el malkavian había estado trabajando un comenzó a ordenar los papeles hechándoles algún que otro vistazo.

- Dime, ¿esto es por lo de anoche? - preguntó con aire desenfadado.

Vladimir cerró los ojos y frunció el gesto.

- No... no voy a negar que tiene bastante que ver. - siguió introduciendo algunos objetos en la maleta - Anoche parece las cosas se precipitaron, o yo las precipité... tú parecías estar con la cabeza en otra parte, más... vulnerable, por así decirlo, y yo quizá demasiado... exaltado por todo lo que ha pasado. - se acercó al escritorio y comenzó a recoger los papeles que estaba ordenando Giulietta. - no era mi intención... propasarme... tampoco puedo decir que buscara nada en concreto. Lo siento. - tomó con una mano los papeles que Giulietta tenía en las suyas, pero sin tirar de ellos, solo para llamar su atención - Y creo que estoy lo suficientemente recuperado como para dejar de abusar de tu buena voluntad.

La lasomrbra sonrió, más que satisfecha por la respuesta de Vladimir.

- En ese caso permiteme ayudarte a recoger... - dijo soltando los papeles que ahora sostenía el cainita, parecía algo aliviada.

Continuaron recogiendo las cosas de Vladimir, cuando terminaron Dorian y Giulietta se despidieron en la entrada.

- Si no te importa, me gustaría pasarme mañana para ver como mejora tu estado. - Comentó la lasombra antes de que Vladimir se fuera.

- Como desees - dijo el malkavian. Se giró para dirigirse hacia el coche, que Ambrosio ya habia puesto en marcha. Se montó y alzó una mano en señal de despedida. Desde el castillo, Giulietta y Dorian vieron como el coche se perdía por las callejuelas.

Una vez fuera del castillo, Vladimir dejó que Ambrosio, que habia recuperado su revolver de manos de Dorian, lo guardara todo, y se encerró en el despacho. Se sirvió una copa de vitae, tomó su diario, y con su pluma, comenzó a escribir.

En La Salle,
a las once y veintisiete de la noche,
del martes tres de mayo de 2005 d.C.

Estas ultimas noches han sido bastante agitadas, de ahi que haya pasado tanto desde la ultima vez que escribí.

Ha llegado una nueva vampiresa a la ciudad. Giulietta, una Lasombra. Es una mujer arrojada, de caracter fuerte y resuelta iniciativa. Eso y unos impresionantes ojos verdes, que arden como el fuego, literalmente. Lo mejor es que compartimos afiliación. Por fin alguien con unas ideas definidas y la intención de hacer algo.

Digamos que la he "acogido", ahora vive en el Castillo de Santiago con Dorian, su sirviente humano. La mujer muestra mucho interés por ostentar un cargo. Sin embargo diría que hasta hace poco, es un "miembro a prueba". Y digo hasta hace poco. Cuando termine de escribir todo tendrá más sentido, todo a su tiempo.

Giulietta organizó una fiesta de presentacion en sociedad a la que estuvieron invitados todos los vampiros de la ciudad. Sin embargo no salió todo lo bien que debiera. No vinieron todos, siendo la ausencia más sonada la de la infame Marian, Principe de la Ciudad. Y del resto, morralla en su mayoría, a lo sumo un par de cainitas con los que se pudiera hablar.

En definitiva, podria decirse que la fiesta fue un pequeño fracaso. Al final de la misma me quede un rato con Giulietta, y conversamos sobre sus impresiones y ambiciones. Llegamos a una especie de acuerdo sobre su estado de "en pruebas".

Lo siguiente es toda la historia de la excavación. Hay bastante que contar, pero intentaré resumir. El Primogénito Tremere de la ciudad y yo decidimos explorar conjuntamente la posible tumba del rey Argantonio, que presumiblemente es un poderoso Matusalén. Temiendo una trampa por parte del vampiro, pedí a Giulietta que me ayudara. [Nota Mental: los rituales SI funcionan] De una forma o de otra, acabamos enfrentandonos a Hombres Lobo, y yo quede atrapado en la cueva, mientras el resto quedó fuera y el Tremere escapaba, aunque no se que habrá sido de él.

En las dos o tres noches que pasé allí encerrado, me enfrenté en cierto modo a mi mismo, y a una bestia mitad hombre, mitad murcielago, conocido como Nictucu. Encontré el diario de un explorador que murió mas o menos en las mismas condiciones en las que yo me encontraba allí. El diario, al tocarlo, me produce sensaciones extrañas, como si me transportara a las escenas que describe, y pudiera ver vívídamente a sus protagonistas y los hechos narrados. Aparte, hace mención a un rumor que ha sacudido la Red de Locura Malkavian durante un tiempo: la existencia de los llamados Exaltados. Por lo que parece, ya existian mucho antes, estamos hablando de más de veinte años atrás. La Red ha acogido lo que he descubierto con algo de excepticismo, pero bueno, es algo que esta ahi, ya veremos donde llega.

Volviendo al Nictucu, me enfrenté directamente a él, y debido al Hambre, acabe alimentándome de él, matándolo en el proceso. Es algo terrible. Tiendo a asimilar parte de las víctimas que mato alimentandome de ellas. En los humanos es su alma. En este caso... no lo sé. Pero hace poco me alimenté de un humano, y fué extraño, me sorprendí olisqueandolo antes de decidirme a morderle, como un perro que huele lo que su amo le ofrece antes de abrir las fauces. La sangre de esa bestia no solo me ha dejado ese extraño tic. Nada mas beberla gané parte de sus atributos físicos, conviriténdome en un engendro asesino, aunque por suerte al dejar el Frenesí, mi cuerpo ha vuelto a la normalidad (aunque no así mi mente).

Por suerte apareció Giulietta para salvarme de otra de esas bestias y de mi mismo. El resto fue bastante violento y a la vez extraño. Me clavó una estaca en el corazón, y me llevó a los sótanos del castillo, donde me abrió en canal para eliminar la sangre tóxica de la bestia de mi cuerpo. Yo me puse algo violento con ella. La cuestión es, ella podría haberme simplemente matado, o dejar que me pudriera en la cueva, y tomar mi puesto, y no lo hizo. Aun me pregunto porqué. Su ansia por un cargo indicaria que haria justo lo contrario, tomarlo por la fuerza, como hice yo. Pero no. Me sacó de la cueva, se encargó de que volviera en mi, y me acogió en el Castillo mientras mis heridas sanaban.

La ultima noche que pasé alli, ayer noche, ocurrió algo extraño. Ella parecía interesarse por mi estado, pero a la vez parecía algo ida. Lo estaba desde que volvi a la conciencia en el castillo, como con un debate interior. Sé leer mas o menos el interior de la gente, y ella no estaba bien. Parecia estar en un dilema. Parecía enfadada, incluso rompió con sus puños un espejo, aunque finji no darme cuenta de sus heridas. Quizá tenga algun tipo de trauma por la Maldición de los Lasombra. El caso es que al final acabé besándola. ¿Porqué? No lo tengo claro. Simplemente fue un impulso, quizá le tengo más aprecio del debido o deseable, quiza el hecho de que no me matara tenga que ver con eso. Quiza que sea una "compañera de trabajo" tambien influya. Quiza, quizá, quiza. No tengo nada claro.

En cuanto a ella, no pareció disgustada, ni agradada, si no de nuevo, enajenada, como si no fuera con ella. Quizá me precipité. Quizá ella no tenga nada claro todavia, y siga debatiéndose en su interior. El caso es que todo quedó ahi, en un cálido beso que no parece afectar al discurrir de las cosas más de lo que un paréntesis en una narración. Aporta al conjunto, pero de momento, no afecta al devenir de los acontecimientos. O sí. Ahora pienso que ella ya es Obispo de facto, pese a que no haya nombramientos oficiales. Es la unica candidata al cargo, y ya ha demostrado su valía, diría que con creces. Espero que no haya nada turbando mi pensamiento cuando digo esto, y estar haciendolo de la forma más objetiva posible.

Y de momento eso es todo, que no es poco precisamente. De momento, cabe reseñar que desde que bebí la sangre del nictucu, tengo pesadillas todas las noches. La mayor parte de los veces no las recuerdo, pero en algunos casos son demasiado vívidas y terroríficas como para tenerme hundido todo el día. Espero no descubrir más efectos secundarios en los proximos días.

Doce y media de la noche, del miercoles cuatro de mayo.

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