Involuntariamente Giulietta estuvo a punto de morir junto con el malkavian, Vladimir, antiguo arzobispo de la ciudad.
Si no hubiera sido por Dorian, que la arrastro a la oscuridad y la cubrió con su propio cuerpo, la lasombra hubiera muerto.
Esa misma mañana Ambrosio, ex-mayordomo de Vladimir, ahora bajo las órdenes de Giulietta, se dirigió al Castillo de Santiago para recibir órdenes de su nueva señora. Al llegar llamo a la puerta, que cedió a su contacto, estaba abierta, algo que extraño a Ambrosio, que temeroso entro en el castillo. El hombre miro a su alrededor buscando a Giulietta o a Dorian, pero no veía ni oía a nadie, se acerco a las escaleras y quedo estupefacto al ver que del final de un pasillo del piso superior había luz, pero luz natural, como si al quién hubiera dejado una ventana abierta.
Ambrosio subió todo lo rápido que pudo en dirección a la luz, en circunstancias normales el hecho de que hubiera luz solar en un castillo no debería ser preocupante, pero era algo grave cuando se trataba de un lugar donde ésta era mortal para sus moradores.
Al llegar encontró una puerta rota balanceándose en sus goznes por el viento y el cuerpo de Dorian junto a una pared en una postura poco natural. Tras tomarle el pulso vio que seguía vivo y como pudo le llevo a una de las habitaciones del piso de arriba, le tumbo en un cama y llamo a una ambulancia. Cuando esta llego los enfermeros se llevaron a un malherido Dorian ya consciente.
Ambrosio permaneció en el castillo, buscando a su nueva señora por todas las habitaciones pero sin dar con ella. Subió nuevamente a la torre del homenaje y vio algunas cenizas esparcidas, se arrodillo ante ellas, amasó las cenizas y se las llevó a la cara mientras lloraba. Sabía a quien pertenecían, pero lo que dudaba era si la lasombra había seguido el mismo camino. Una idea que fue afianzándose en su pensamiento, ya que no la había encontrado en su guarida siendo de día.
Sin saber qué hacer, Ambrosio fue al hospital donde estaba ingresado Dorian.
El joven tenía un hombro dislocado y un par de costillas rotas, pronto le darían el alta. Hasta entonces Ambrosio permaneció junto a él, ambos en silencio sin intercambiar ninguna palabra.
A los dos días los humanos volvieron al castillo, una vez dentro, Dorian se dirigió a Ambrosio:
- ¿Donde está Giulietta?
- Temo que se fuera con mi señor.
- ¿Cómo? Eso es imposible, ella jamás haría algo así.
- He registrado todo el castillo, y lo único que he encontrado son cenizas.
Dorian no creyó que lo que le decían fuera cierto, aun dolorido y vendado avanzo rápidamente hasta la habitación donde Giulietta descansaba por el día: vacía. Si no esta aquí solo puede estar en un lugar... volvió a la entrada y bajo la escalera, busco la puerta que llevaba al sótano bajo la atónita mirada de Ambrosio, quien no había reparado en la escondida puerta, Dorian la abrió y bajo las escaleras en la más absoluta oscuridad, al llegar abajo una tenue luz le basto para encontrar el cuerpo de Giulietta en el suelo, inconsciente y herido por el sol, no sabía cómo, pero la mujer consiguió llegar hasta allí por su propio pie.
Por el lugar donde se encontraba supuso que nada más cerrar la puerta del sótano cayo por las escaleras y no tuvo la fuerza necesaria para levantarse nuevamente.
Con un terrible dolor, Dorian la cogió en brazos y salió del sótano. La incertidumbre y extrañeza eran totalmente visibles en el rostro de Ambrosio.
- Ábreme la puerta de sus aposentos, necesita descansar. Dijo Dorian.
Ambrosio corrió hasta la habitación que el joven le había indicado, deposito a Giulietta en su ataúd y ambos salieron dejando a la lasombra en la más absoluta oscuridad.
Dorian pasaba las noches velando a Giulietta, que permanecía inmóvil en su ataúd, a simple vista parecía que con el paso de los días sus heridas se iban curando, aunque ella permanecía inmóvil.
Una noche, la lasombra se incorporo repentinamente y se abalanzo al cuello de Dorian, bebió de él lo suficiente como para saciarse momentáneamente sin acabar con su vida.
Tras esto salió ágilmente del ataúd y corrió al fondo de la habitación. Dorian cayó al suelo y con los ojos bien abiertos miro hacia donde su señora había ido, viendo solo dos puntos verdes y brillantes en la oscuridad... borrosos... el joven cayó inconsciente.
Al poco, Giulietta volvió, cogió a Dorian y salió de la estancia, dejo al joven en su cuarto sin mediar palabra y busco a Ambrosio, que sin saber nada de lo ocurrido se entretenía limpiando las lámparas del gran salón:
- Dorian está enfermo, atiéndele. - Dijo en un tono serio.
- Señora, habéis despertado... - Pero la lasombra se fue dejando al hombre con las palabras en la boca.
Giulietta fue a darse un largo y tranquilo baño, necesitaba relajarse y ordenar sus ideas.
Vladimir se ha ido y ahora yo soy la arzobispo de San Lucar... sin duda Valkas se alegrara de oírlo... en Roma no esperaban buenas noticias tan pronto... aunque hubiera preferido que todo esto no fuera tan precipitado... el cargo me viene grande y no sé cómo manejar a los cainitas de la ciudad... aunque afortunadamente parece que últimamente las cosas están bastante tranquilas...
Tras darle muchas vueltas, Giulietta se seco, vistió y bajo nuevamente al primer piso, al entrar en su despacho se cruzo con Ambrosio, tenia preocupación en la mirada, al parecer ya se había dado cuenta de la "enfermedad" de Dorian. Giulietta sostuvo en sus manos la caja que Vladimir le había traído antes de suicidarse, y se dispuso a abrirla.
Ahora Giulietta estaba tranquila en su despacho, las cortinas estaban totalmente echadas y solo un candelabro cercano a su mesa iluminaba la estancia, había dado órdenes de que nadie la molestara bajo ningún concepto.
Abrió la caja y en ella encontró multitud de papeles y carpetas que fue revisando una a una. Lo más destacable era la información que el malkavian había estado intercambiando con la setita, sabia de dicha relación entre ambos cainitas, pero ahora la tenía delante, había también un pequeño dossier sobre aquellos que había pasado por la ciudad, el diario personal de Vladimir, que a pesar de ser ilegible en gran parte contenía fragmentos bastante interesantes sobre la vida de su predecesor y extraños documentos sobre una investigación llevada a cabo en el Pinar por el tremere de la zona, Gaethano.
Lo demás no eran más que desvaríos de un pobre loco o documentos de importancia más irrelevante.
La lasombra paso horas sin moverse del sillón leyendo los documentos, una vez hubo terminado se recostó sobre el sillón y descanso.
Si no hubiera sido por Dorian, que la arrastro a la oscuridad y la cubrió con su propio cuerpo, la lasombra hubiera muerto.
Esa misma mañana Ambrosio, ex-mayordomo de Vladimir, ahora bajo las órdenes de Giulietta, se dirigió al Castillo de Santiago para recibir órdenes de su nueva señora. Al llegar llamo a la puerta, que cedió a su contacto, estaba abierta, algo que extraño a Ambrosio, que temeroso entro en el castillo. El hombre miro a su alrededor buscando a Giulietta o a Dorian, pero no veía ni oía a nadie, se acerco a las escaleras y quedo estupefacto al ver que del final de un pasillo del piso superior había luz, pero luz natural, como si al quién hubiera dejado una ventana abierta.
Ambrosio subió todo lo rápido que pudo en dirección a la luz, en circunstancias normales el hecho de que hubiera luz solar en un castillo no debería ser preocupante, pero era algo grave cuando se trataba de un lugar donde ésta era mortal para sus moradores.
Al llegar encontró una puerta rota balanceándose en sus goznes por el viento y el cuerpo de Dorian junto a una pared en una postura poco natural. Tras tomarle el pulso vio que seguía vivo y como pudo le llevo a una de las habitaciones del piso de arriba, le tumbo en un cama y llamo a una ambulancia. Cuando esta llego los enfermeros se llevaron a un malherido Dorian ya consciente.
Ambrosio permaneció en el castillo, buscando a su nueva señora por todas las habitaciones pero sin dar con ella. Subió nuevamente a la torre del homenaje y vio algunas cenizas esparcidas, se arrodillo ante ellas, amasó las cenizas y se las llevó a la cara mientras lloraba. Sabía a quien pertenecían, pero lo que dudaba era si la lasombra había seguido el mismo camino. Una idea que fue afianzándose en su pensamiento, ya que no la había encontrado en su guarida siendo de día.
Sin saber qué hacer, Ambrosio fue al hospital donde estaba ingresado Dorian.
El joven tenía un hombro dislocado y un par de costillas rotas, pronto le darían el alta. Hasta entonces Ambrosio permaneció junto a él, ambos en silencio sin intercambiar ninguna palabra.
A los dos días los humanos volvieron al castillo, una vez dentro, Dorian se dirigió a Ambrosio:
- ¿Donde está Giulietta?
- Temo que se fuera con mi señor.
- ¿Cómo? Eso es imposible, ella jamás haría algo así.
- He registrado todo el castillo, y lo único que he encontrado son cenizas.
Dorian no creyó que lo que le decían fuera cierto, aun dolorido y vendado avanzo rápidamente hasta la habitación donde Giulietta descansaba por el día: vacía. Si no esta aquí solo puede estar en un lugar... volvió a la entrada y bajo la escalera, busco la puerta que llevaba al sótano bajo la atónita mirada de Ambrosio, quien no había reparado en la escondida puerta, Dorian la abrió y bajo las escaleras en la más absoluta oscuridad, al llegar abajo una tenue luz le basto para encontrar el cuerpo de Giulietta en el suelo, inconsciente y herido por el sol, no sabía cómo, pero la mujer consiguió llegar hasta allí por su propio pie.
Por el lugar donde se encontraba supuso que nada más cerrar la puerta del sótano cayo por las escaleras y no tuvo la fuerza necesaria para levantarse nuevamente.
Con un terrible dolor, Dorian la cogió en brazos y salió del sótano. La incertidumbre y extrañeza eran totalmente visibles en el rostro de Ambrosio.
- Ábreme la puerta de sus aposentos, necesita descansar. Dijo Dorian.
Ambrosio corrió hasta la habitación que el joven le había indicado, deposito a Giulietta en su ataúd y ambos salieron dejando a la lasombra en la más absoluta oscuridad.
Dorian pasaba las noches velando a Giulietta, que permanecía inmóvil en su ataúd, a simple vista parecía que con el paso de los días sus heridas se iban curando, aunque ella permanecía inmóvil.
Una noche, la lasombra se incorporo repentinamente y se abalanzo al cuello de Dorian, bebió de él lo suficiente como para saciarse momentáneamente sin acabar con su vida.
Tras esto salió ágilmente del ataúd y corrió al fondo de la habitación. Dorian cayó al suelo y con los ojos bien abiertos miro hacia donde su señora había ido, viendo solo dos puntos verdes y brillantes en la oscuridad... borrosos... el joven cayó inconsciente.
Al poco, Giulietta volvió, cogió a Dorian y salió de la estancia, dejo al joven en su cuarto sin mediar palabra y busco a Ambrosio, que sin saber nada de lo ocurrido se entretenía limpiando las lámparas del gran salón:
- Dorian está enfermo, atiéndele. - Dijo en un tono serio.
- Señora, habéis despertado... - Pero la lasombra se fue dejando al hombre con las palabras en la boca.
Giulietta fue a darse un largo y tranquilo baño, necesitaba relajarse y ordenar sus ideas.
Vladimir se ha ido y ahora yo soy la arzobispo de San Lucar... sin duda Valkas se alegrara de oírlo... en Roma no esperaban buenas noticias tan pronto... aunque hubiera preferido que todo esto no fuera tan precipitado... el cargo me viene grande y no sé cómo manejar a los cainitas de la ciudad... aunque afortunadamente parece que últimamente las cosas están bastante tranquilas...
Tras darle muchas vueltas, Giulietta se seco, vistió y bajo nuevamente al primer piso, al entrar en su despacho se cruzo con Ambrosio, tenia preocupación en la mirada, al parecer ya se había dado cuenta de la "enfermedad" de Dorian. Giulietta sostuvo en sus manos la caja que Vladimir le había traído antes de suicidarse, y se dispuso a abrirla.
Ahora Giulietta estaba tranquila en su despacho, las cortinas estaban totalmente echadas y solo un candelabro cercano a su mesa iluminaba la estancia, había dado órdenes de que nadie la molestara bajo ningún concepto.
Abrió la caja y en ella encontró multitud de papeles y carpetas que fue revisando una a una. Lo más destacable era la información que el malkavian había estado intercambiando con la setita, sabia de dicha relación entre ambos cainitas, pero ahora la tenía delante, había también un pequeño dossier sobre aquellos que había pasado por la ciudad, el diario personal de Vladimir, que a pesar de ser ilegible en gran parte contenía fragmentos bastante interesantes sobre la vida de su predecesor y extraños documentos sobre una investigación llevada a cabo en el Pinar por el tremere de la zona, Gaethano.
Lo demás no eran más que desvaríos de un pobre loco o documentos de importancia más irrelevante.
La lasombra paso horas sin moverse del sillón leyendo los documentos, una vez hubo terminado se recostó sobre el sillón y descanso.