martes, 21 de marzo de 2006

La investigación...

Pasó bastante tiempo hasta que Vlad volviera a despertar. Antes de bajar, ducho a su cuerpo, lo vistió con una camiseta gastada, vaqueros medio rotos y zapatillas deportivas. Ropa cómoda para una noche de estudio. Se concienció de lo que podría ocurrir allá abajo, y se dispuso a dirigirse al despacho de Giulietta.

Cruzó el pasillo en silencio, acompañado solo del leve resonar de sus pasos en el suelo. Bajó las escaleras rápidamente, se cruzó con Dorian en el Hall y le saludó con un gesto de la cabeza.

Se detuvo ante la puerta de Giulietta, llamó suavemente, abrió y asomo la cabeza.

-¿Se puede?

La cainita, que llevaba unas gafas y el pelo suelto, levantó la cabeza del montón de un montón de papeles y libros y le miró.

- Adelante.

La lasombra aprovecho la interrupción para hacer un breve descanso, se quito las gafas y las dejo son el escritorio mientras se recostaba en el sillón.

- Esta siendo más difícil de lo que pensaba... pero creo que poco a poco voy sacando algo en claro.

Vlad pasó a colocarse detrás del sillón de la cainita, masajeando sus hombros, y apoyando su barbilla en su cabeza, después de habérsela besado suavemente. Miró fugazmente la mesa, aquello era un caos. El caos que solo entiende el que está en la mesa trabajando, obviamente. No vio "el libro".

- ¿Y bien, qué novedades me tienes? - dijo en tono suave.

Giulietta suspiro.

- No mucho la verdad, en algunos libros hay alusiones al tema, aunque la mayoría ni siquiera lo mencionan... en un par de ellos se habla de casos en los que con un ritual concreto se ha podido traspasar el alma de un cuerpo a otro, creo que ambos hablan del mismo ritual, pero no describen su realización, solo sus resultados...

La lasombra hizo una pausa mirando los libros y papeles del escritorio mientras negaba con la cabeza.

- Pero tiene que haber mas... y tengo que encontrarlo.

La arzobispo se lo habia tomado ya como algo muy personal, se sentía frustrada, en otros tiempos habia sido una buena sacerdotisa conocedora de muchos rituales olvidados, pero hacia ya mucho de aquello.

Vladimir puso sus manos en las mejillas de Giulietta y levantó su cara, para que le mirara. Plantó un dulce y largo beso en sus labios.

Acariciando sus mejillas con los pulgares, le dijo:

- No te ofusques, trabajarás mejor si estás tranquila y relajada. - Se apoyó en la mesa, sentado en el borde, del lado de Giulietta, y mirándola. - ¿Quieres que te ayude con esos libros? O si necesitas cualquier otra cosa, hare lo que pueda. Solo pídemelo ¿vale?

Giulietta titubeo.

- No estoy del todo segura de si deberías ayudarme con los libros, la última vez que te acercaste a ellos te paso algo, no te encontrabas bien... aunque ahora que lo pienso... ¿fue algún libro en concreto el que te hizo sentir mal?

La lasombra pensaba que ese libro pudiera tener respuesta a su búsqueda, aunque por otro lado podría ser más negativo que positivo, de todos modos tenía que intentarlo.

La mención de aquel libro cambió la cara de Vlad.

- Eh, si, fue uno solo. El único que alcancé a leer. He echado un vistazo a la mesa y "creo" que no estaba sobre ella. Si me dejas ver todos los libros, creo que podría encontrar ese para tí.

Giulietta se puso en pie y cogió los libros que aun quedaban en el arcón y los dejo cuidadosamente sobre el escritorio.

- Adelante.

Dijo señalando la montaña de libros que tenían delante.

Está bien...

Se acercó a la pila de libros, y los miró prudentemente, a ver si era capaz de reconocer el libro a simple vista.

Fue inútil.

Todos eran libros viejos de distintas encuadernaciones, colores y tamaños, pero tenían ese aire a viejo-libro-misterioso que los hacía indistinguibles para un ojo no entrenado. Tendría que revisar uno por uno...

- Será mejor que tomes un descanso si quieres, esto me va a tomar algo de tiempo, sal un rato, da una vuelta por el castillo, despéjate, pasa un rato en el sótano, etc. Cuando lo encuentre te avisaré.

Giulietta le miró preocupada, la ultima reacción que habia tenido con ese libro no era muy alentadora.

- No debería dejarte solo...

- No te preocupes, si quieres, no vayas muy lejos, por si acaso, pero sal un poco a despejarte.

La cainita asintió y salió en silencio, dejando a Vlad delante de la pila de libros. Cerró la puerta tras de sí.

Vlad apoyó las manos en la mesa y miro los libros como quien mira a un prisionero al que se está interrogando.

Bien, viejos, me vais a contar como volver a ser vampiro, u os quemaré en el intento...

Tomó el primer libro, y tocó las pastas, lo abrió y ojeó. Nada. Y así con el segundo, el tercero, el cuarto...

Giulietta mientras tanto se encontraba en el hall, mirando por las ventanas. No habia querido alejarse mucho. Simplemente estaba despejándose. Apareció Dorian, que volvía de unos recados, y comenzó a conversar con él de temas triviales.

Pasaban las horas, y revisando libros ya automáticamente, casi sin prestar atención, Vlad se dio cuenta de que cada vez recordaba menos como era el libro originalmente. Habia visto ya demasiadas lenguas antiguas, símbolos extraños, y encuadernaciones estrambóticas como para distinguirlo. Dejó el libro a un lado desidioso, y tomó con desgana el siguiente.

No le dio tiempo a mirar las tapas.

No es que hubiera reconocido el libro.

El libro le habia reconocido a él.

Giulietta solo llegó a oír un grito que habría helado la sangre del mismísimo Terror en persona.

Sintió como se erizaba el vello de su nuca, y un escalofrío recorría su espalda. Fue largo, potente, tanto, que Dorian comenzó a gritar, llevándose las manos a la cabeza, cayendo de rodillas al suelo, sollozando de terror.

Giulietta corrió hacia su despacho, llamando a Vlad, abrió la puerta del despacho haciendo un sonoro ruido al chocar esta contra la pared.

Fue al final de la sala, a su escritorio, la silla donde habia dejado a Vladimir estaba vacía, los libros seguían en la mesa, bajo la cual estaba el humano, en posición fetal.

Se balanceaba de delante a atrás rodeando las piernas con los brazos y chupándose el dedo pulgar de forma compulsiva. A su alrededor habia una mancha de orín en la alfombra. Estaba en estado de shock, no reaccionaba.

La lasombra le saco de ahí con cuidado y tras aumentar su fuerza con el poder de la sangre le cogió en brazos, subió las escaleras hasta su habitación seguida de Dorian. Tumbó su cuerpo en la cama, le quito la ropa manchada de orina y le puso una mida limpia, le metió en la cama y se quedo tumbada un rato a su lado.

Pasada una hora Vlad habia pasado de un estado catatónico a uno un tanto más relajado, casi dormido, pero con los ojos entreabiertos. Parecía que estaba algo mejor, así que volvió al despacho a ver que habia provocado aquello, dejando a Dorian al cuidado del humano, ya que alguien tendría que avisarla si empeoraba.

Miro entre los libros de la mesa, todos eran bastante normales, unos más antiguos que otros pero nada especial, al menos no para alguien acostumbrada a ellos, como era el caso. Por el rabillo del ojo vio que habia un libro en el suelo, se agacho para cogerlo, debía ser aquel.

Lo ojeo un poco por encima, ese era el libro del que habia sacado gran parte de la información quetenía sobre los rituales, aunque aun no habia tenido la oportunidad de estudiarlo a fondo ya que estaba escrito en un lengua muy antigua y complicada de traducir.

Si aquel libro era capaz de causar tal conmoción a Vlad debía esconder algo realmente importante entre sus páginas, así que la lasombra cogió sus gafas y se puso manos a la obra.

Pasaron algunas horas, Vlad volvió a la consciencia, dentro del cuerpo de Rafael. Estaba abotargado, como resacoso. Notaba algunos espasmos por el cuello y los hombros. El hecho de la posesión continua, junto con la exposición a aquel libro, estaba acelerando el proceso de deterioro del cuerpo anfitrión. Habia que darse prisa, y tener cuidado, cualquier paso en falso dejaría el sistema nervioso de Rafael frito, y su cuerpo inutilizable, y a lo peor, con Vlad encerrado dentro. Marvelous pensó.

Se dio cuenta del olor a orina, y se duchó. Al mirarse al espejo vio que la cara de Rafael estaba sufriendo. Las ojeras, el rojo de los ojos, el rictus, pequeñas arrugas, el cabello débil, la tez pálida. El terror y sobreesfuerzo estaban degradándolo a marchas forzadas. Pero debía seguir.

Se vistió con unos vaqueros desgastados y una camiseta ajustada y clara. Se calzo unas zapatillas cómodas, y bajó al despacho. Se dio cuenta como aquel cuerpo sufría de temblores, por toda la espalda, espasmos que descontrolaban las manos. Chungo, muy chungo.

Llegó al despacho, y vio a Giulietta enfrascada en el libro. Se sentó en el sofá.

- ¿C-c-c-como vasss? - Se sorprendió tartamudeando, mientras se miraba las manos después de que estas se agitaran violentamente en un espasmo. Estaba hecho polvo.

Giulietta miro a Vladimir con preocupación

- Deberías estar descansando.

Dejo el libro a un lado y lo tapo cuidadosamente con unos folios escritos, se puso en pie y se acerco a Vlad.

- En ese libro está la respuesta - fue todo lo que dijo.

La lasombra estaba convencida de haber encontrado la solución entre las páginas de aquel tomo, ya que uno de los rituales trataba sobre la transmigración de un alma inmortal a otro cuerpo, aunque algo la desconcertaba, si ese libro era realmente una solución... ¿porque hacia tanto daño a Vladimir?

Antes de poder sentenciar o probar nada prefirió terminar de traducir el ritual, ya no quedaba mucho, tan solo 2 o 3 páginas, pero era una tarea muy dura, el mas mínimo fallo o descuido a la hora de traducir o interpretar un ritual era crucial a la hora de obtener los resultados esperados, eso era algo que habia quedado grabado con fuego en su mente... y este texto era demasiado complicado como para andarse con chiquitas, hacia demasiado tiempo que habia abandonado su antigua vocación y ahora el desgaste hacia mella en la lasombra.

Vlad tomó las manos de la Lasombra como única forma de parar el tembleque que le aprisionaba. Tiró de la cainita hacia sí, y la sentó en su regazo.

- Mmm - mirate, parece que tu también deberías descansar - le sonrió.

- Aún así, voy a dejar a Rafael suelto algunos días, a ver si se recupera de... esto - terminó la frase después de que un espasmo torciera su gesto. Si no, mucho me temo que tendremos que buscar otro cuerpo, no quiero un cuerpo defectuoso para volver a empezar. Teniendo en cuenta, claro, que el daño este en su cuerpo y no "en mi". Déjame a Carla a mano por si me necesitaras. Estaré descansando mientras.

La cainita parecía relajarse entre sus brazos, así que la abrazó más fuerte, aun así, y amortiguados, los espasmos no cesaban. Esperaba que a Giulietta no le irritara el "modo vibrador" en el que se encontraba.

Cuanto más cerca estaban de su objetivo, más patente se hacia el peligro. Más sentía que algo irreparable estaba a punto de ocurrir, y que de una manera u otra, perder a Giulietta en el proceso era algo muy posible.

Giulietta asintió.

- Ve y, por favor, descansa, avisare a Dorian, Clara estará disponible en caso de que la necesites. - Dio un tierno beso en la frente a Vladimir y una vez este se hubo marchado volvió a situarse tras el escritorio.

Las horas pasaron y la traducción continuaba, ya faltaba muy poco...

Una vez la hubo completado releyó el texto ahora en italiano, tras la primera lectura su cara mostraba cierta extrañeza, lo leyó nuevamente un par de veces... ya sabía cómo hacer que Vladimir volviera a tener un cuerpo inmortal.

Salió corriendo del despacho con la traducción en la mano camino de la habitación de Vladimir, entro sin tan siquiera llamar a la puerta y se sentó a su lado en la cama con cara de satisfacción.

Vlad despertó. Cuando vio a Giulietta sentada junto a él, le hubiera gustado no tener esa sensación de mal presagio en el estomago.

- Por tu cara, diría que tienes buenas noticias... - Giulietta le tendió los papeles a Vlad.

- Ya está traducido - el humano cogió los papeles y los miro un tanto extrañado.

- Yo no sé italiano - dijo .

- ... pues deberías, es un idioma precioso - contestó la lasombra tomando nuevamente los papeles. - Bien, he encontrado la forma de darte un cuerpo inmortal de forma permanente, es un tanto complicado, pero todo saldrá bien... Una noche de luna llena un sacerdote realizara el ritual de la transmigración de un alma inmortal, en una habitación adecuadamente condicionada el sacerdote preparará el cuerpo receptor, realizara el ritual y al finalizar el alma inmortal ocupara para siempre un cuerpo igual de inmortal.

La cainita dejo los papeles sobre la cama, junto a ella.

- Es lo mejor que he encontrado, es como hacer el ritual... aunque no me termina de convencer la idea, al fin y al cabo el ritual ha salido de "ese" libro... así que la decisión está en tus manos. Hay algo en ese libro que te hace daño, pero también es el único que tiene una solución.

- ¿Ya está, así de fácil? - se asomo al papel, aunque no entendía nada. No podía creer que fuera tan sencillo. Y más con el libro aquel de por medio. Extrañamente, no sentía alegría alguna por ello. - ¿No hay gato encerrado? ¿Te ves capaz de realizar el ritual? ¿Qué pasará si algo va mal?

Se incorporó y se llevó las manos al pelo. Los nervios empezaban a poderle.

Giulietta parecía dudar, aparentemente estaba contenta, aunque sus ojos parecían algo desconfiados.

- Bueno, el libro no menciona las consecuencias en caso de que algo salga mal... y yo... bueno, es cierto que hace décadas que no ejerzo de sacerdotisa... pero creo que podré hacerlo, ten por seguro que pondré todo mi vida en ello. - Giulietta apoyo la cabeza sobre el pecho de Vlad. - Pero tú tienes la última palabra, si no estás seguro aun estamos a tiempo de dar marcha atrás, aunque para serte sincera que preocupa el estado de tus cuerpos, me refiero a que acabas casi matando al huésped, y eso te debilita, y bueno, cabe la posibilidad de que en uno de los cambios de cuerpo no tengas la fuerza suficiente como para doblegar a la mente receptora y tu alma quede sin un lugar en que cobijarse... - La lasombra suspiro apesadumbrada, no queria imaginarse lo que sería perderle... otra vez.

- Soy muy consciente de que el ritual es un gran riesgo, la cuestión está en si quieres asumirlo. - Tomo la cara de Giu con sus manos, y la besó. - Mejor tomar el riesgo que pudrirme aquí dentro para siempre. Me volveré loco si no puedo salir más del castillo. - En cuanto puedas, haremos los preparativos. - Sin embargo, por dentro no estaba tan seguro. Tenía miedo.

Giulietta se dejo llevar por aquel beso. Miro con ternura a Vlad y salió de la habitación.

- Descansa, pronto podremos mirar juntos a la luna tras los muros de este castillo.

domingo, 19 de marzo de 2006

Un fantasma en el castillo

Giulietta fue hacia su despacho en busca de Vladimir, al cual habia dejado colgado hacia un buen rato para ir a ver a la setita.

Vlad se habia quedado esperando pacientemente a la mujer en su despacho. Otra no le quedaba, no tenía muchas alternativas salvo el castillo.

Estaba de pié, junto a uno de los estantes donde había libros y algunos objetos antiguos, cuando oyó pasos ligeros acercándose.

Por el sonido y la cadencia, supuso que eran de mujer, por tanto, salvo sorpresa, de Giulietta.

Giró la cabeza hacia la puerta, esperando a ver quien aparecía.

Giulietta entro en la sala y se dirigió a Vladimir, haciendo resonar sus tacones por toda la estancia.

- Lo siento, tenia asuntos importantes que resolver... pero me he tomado el resto de la noche libre, así que no nos molestaran más.

Vlad miro a Giulietta, se la veía muy resuelta

- Oh, no te preocupes, si tienes asuntos que atender, puedo buscar algo que hacer mientras tanto.

Se acercó a la mujer y paso una mano por su vientre, rodeándole y pasándola por la cintura.

- Pero si prefieres estar aquí, tanto mejor, para mí al menos. Ven, siéntate conmigo

Rodeando su cintura con el brazo, la llevó hacia los sofás del despacho, y espero que se sentara.

- Bien, ¿cómo va todo?- preguntó mientras servía una copa de vitae a la cainita, sonriendo.

Giulietta tomo asiento donde Vladimir le indico, dio un pequeño sorbo a la sangre.

- Bueno, últimamente están pasando muchas cosas, estoy bastante liada la verdad... nuevos vástagos en la ciudad, reuniones, noticias inesperadas...

Vlad se sentó junto a la cainita, recostado cómodamente en el sofá, pasando una mano suavemente por la espalda de la mujer.

- ¿Y bien, te ves capaz de lidiar con todo? Si necesitas algo de ayuda puedo intentar lo que esté en mi mano. No es mucho, dadas mis limitaciones físicas actuales, pero puedo intentar ponerte las cosas mas fáciles

Se acercó a la cainita, dando un suave beso en su hombro, apoyando la cabeza en él.

Giulietta parecía mas relajada, procedió a contarle a Vladimir las últimas novedades en la ciudad: su encontronazo con Alef Nefer, su reunión con Salvina, la orden de asesinato hacia Casimiro... todo aquello digno de mención.

- Creo que seré capaz de aguantar todo, pero son demasiadas cosas a la vez...

Notó que la cainita estaba algo más tranquila, mientras le contaba todo lo ocurrido. La miraba a los ojos, atento a sus palabras. De vez en cuando retiraba algún mechón de pelo que caía por su cara, o sus hombros. Le llamó especialmente la atención el asunto de Nefer, y rió con lo de Casimiro. Usar a Latorre para matar un ridículo sirviente, era surrealista.

Cuando terminó, sonrió.

- Vaya, parece que todo el mundo ha esperado que muriera, otra vez, para empezar a moverse.

Acarició su mejilla, deslizando la mano hacia la parte de atrás de su cabeza, enredando sus dedos entre su pelo.

De momento, lo que hizo fue sonreír, y flexionar las rodillas para ponerse al altura de la mujer. Pasando las manos por detrás de su cabeza, comenzó a llenar sus mejillas y sus labios de suaves besos. A veces mas rápido, a veces más lento. Casi con lágrimas en los ojos.

Giulietta sonrió con dulzura ante los besos de Vlad, con suavidad le empujo un poco para que se sentara con ella en el sofá y así apoyarse sobre su pecho, le gusta oír el latido de su corazón, su respiración, sentir como su calidez la envolvía, era relajante para la cainita estar abrazada a Vladimir, se sentía a gusto con él, aunque en cierto modo le envidiaba, porque el podía ver de nuevo la luz del sol... su reflejo... Giulietta suspiro profundamente.

Vlad notaba como Giu se relajaba estando con él. Pero el, sin saber porque, tenía un resquemor por dentro.

- ¿En qué piensas?

Giulietta suspiró.

- En cómo era la vida humana, al verte a ti me vienen muchas cosas a la memoria.

- Pregúntale a mi cuerpo, yo no sé nada, jejeje, han sido demasiados años como para poder volver a ver el sol sin más, como si nada. A la hora de comer, lo dejo suelto. Yo de por mí "no tengo estómago" para aguantar comida. -respondió intentando animarla.

Ponerse a comparar vida humana con vida inmortal podría ser una fuente de depresión para ambos, así que decidió optar por otro camino. Siguió enredando sus dedos con el pelo de ella durante unos instantes. Poco después, empezó a acariciar su cuello, sus mejillas. Toco sus labios con un dedo, pasándolo suavemente de un lado a otro de los mismos. Siguió acariciando suavemente su cuello, esperando alguna reacción de ella.

Giulietta descansaba en los brazos de Vladimir, podía oírse un leve ronroneo.

- ¿No quisieres volver a ser vampiro? - finalmente formuló la pregunta que durante varios días habia estado rondando por su cabeza.

Vlad cesó durante un momento de acariciar a Giulietta. Después continuó:

- Bueeeno, eso de tener superpoderes no está mal, ser superior a los humanos está bien, por aquello de controlarlos. Así mismo saber que tienes un par de métodos infalibles para suicidarte está bien, ya sabes, por si acaso. - comentó distraídamente, y de repente su tono se volvió serio - Pero hay mucha mierda en esto de ser vampiro, al menos desde mi punto de vista: tu sire puede ser lo más horrendo del mundo, y eso te va a marcar. A veces la inmortalidad es más una carga que un don. Dependiendo del clan que te abrace, puede ser una autentica putada, bien por los "defectos" del clan, o bien por el desprecio del resto. Luego está la guerra eterna, una estupidez como un piano. Parece que si no nos puteamos entre nosotros no estamos a gusto. Sabes que soy más partidario de la filosofía independiente que de cualquier otra. Esas guerras son de nuestros antepasados, no nuestras. Ah, y luego eso de matar o no matar al ganado, y todo el rollo moralista. En fin, no sé. 50-50 tal vez.

Tomó una de las manos de Giulietta y la llevó a su boca, besándola y mordisqueándola.

- Aunque luego, claro, teniendo en cuenta que soy un espectro y que me veo obligado a poseer cuerpos a los que me tengo que acostumbrar, y cuando lo he conseguido quedan inútiles porque les frio el sistema nervioso, pues mira, si fuera en un cuerpo propio, no de invitado, si que estaría bien, aunque tuviera que ser vampiro de nuevo, y no humano.

Tomó la mano de Giulietta, de tal manera que su fría palma quedara sobre su mejilla. Le encantaría poder sentirla como fuente de calor.

- Lo que si echo de menos es poder moverme fuera del castillo, ir de aquí para allá, de fiesta por ahí, salir de vez en cuando, matar a alguien, y todo eso. Lo normal, vaya. -sonrió - Además, creo que el libre albedrio me daría más oportunidades de ayudarte en tu "cruzada". Aquí dentro a veces me siento como un hombre objeto, para tus ratos libres, más que como un verdadero compañero.

Cerró los ojos y suspiró profundamente, notando como la cabeza de Giulietta subía y bajaba al tiempo que su pecho. Aquella conversación comenzaba a angustiarle.

Giulietta tenía los ojos cerrados.

- Hay formas de que vuelvas a ser vampiro y puedas salir de nuevo de este edificio, así que piénsatelo. - Dijo casi en un susurro.

Vlad se sobresaltó al oír las palabras de la mujer. La tomó por los hombros y la incorporó, presionándola ligeramente contra el respaldo del sofá

- ¿¡Cómo!? Es decir... - dijo levantándose- ¿Sabes si es posible volver a ser vampiro?

Cruzó los brazos, y comenzó a andar por la sala. No era cualquier cosa, lo que se estaba planteando allí.

- Vamos, ¡explícamelo!

Giulietta se incorporó de repente ante la reacción de Vlad tropezando y a punto de caer de bruces en el suelo.

- Bueno, no sé exactamente como, pero no es imposible.

Comenzó caminar hacia el baúl al fondo del despacho, se arrodillo ante él y tras abrirlo comenzó a sacar un montón de libros de rituales y brujería, tanto Sabbat como humana.

- Hace años, cuando aún era sacerdotisa, oí algo de que un vampiro cambio su alma de cuerpo, el caso era ligeramente distinto, ya que cambio de un cuerpo vampírico a otro, pero creo que aun así, si conseguimos ese ritual, podría funcionar contigo.

Vlad se acercó a Giulietta, y tomó uno de los libros. Eran antiguos, más de lo que quizás alcanzaba a comprender. La piel de las tapas le recordaba sospechosamente a la humana, y el tono rojizo de las paginas le hacía presagiar lo peor.

Hojeó por encima, y vio diagramas que le producían vértigo, textos en lenguajes incomprensibles, y partes en latín. Encontró por fin una parte en inglés. Ingles antiguo, muy antiguo, pero conforme iba leyendo, iba sintiendo nauseas y oyendo susurros, cada vez más fuertes.

Aquellos libros eran un peligro, un desafío a la cordura, algo que no debía existir.

Pero en ellos se hallaba probablemente su única vía de escape a su situación actual, así que debía hacer el sacrificio...

Sintió un vaivén, y vio como el cuerpo inerte de su anfitrión caía desplomado al suelo, desmayado. Volvía a ser un espectro. Se encontraba muy cansado. Debía descansar.

Aquello iba a resultar muy difícil. Giulietta vio algo extraño en la cara de Vladimir, lo siguiente fue su cuerpo en el suelo.

- Vlad ¿estas ahí? - Dijo hablando a la habitación en general con preocupación - ¿Qué ha pasado?

Estaba demasiado cansado como para intentar poseer a Giulietta. Se acercó a la mesa, tomó como pudo un bolígrafo y escribió, dando con éste en la mesa para llamar la atención de la cainita:

cuidar
cansado
descansar
seguir

cuidado libros


Acto seguido se retiro al interior de una de las estanterías y se aletargó. Necesitaba descansar. Que Giulietta se encargara del cuerpo y los libros. Ya seguiría el después.

Giulietta no estaba del todo segura de a lo que se refería Vlad, así que guardo los libros de nuevo en el baúl y cogió el cuerpo de Vladimir, con cuidado salió del despacho, parecía que nadie estaba cerca, subió las escaleras con mucho sigilo y entro en su habitación, con cuidado dejo el cuerpo del humano sobre su cama y lo tapo con una manta.

Salió de la habitación, en dirección a la cocina, humedeció un par de toallas y tras volver a la habitación puso una sobre la frente del hombre, se sentó en la cama a su lado, esperando alguna mejoría.

Giulietta sintió algo a sus espaldas similar a un escalofrío, en otras circunstancias se habría alarmado, pero ya se habia habituado a esa sensación y sabía que era la forma fantasmagórica de Vladimir.

- ¿Que te ha pasado? - Dijo sin dejar de mirar el cuerpo yacente.

El cuerpo despertó lentamente. Se sentía como... con resaca. Miró a Giulietta.

- Hmm, que bonito, despertar contigo a mi lado. Solo me faltaría que tu también estuvieras en esta cama, y me podría morir - sonrió, pero se torció en un gesto de dolor.

Uff, mi cabeza... - se incorporó en la cama.

- No sé, esos libros... el libro me hablaba... y me sentía mareado al leerlo. Cada vez peor. Sentía que se habría un agujero en mi cabeza, algo difícil de describir... - miró a Giulietta seriamente. -Sinceramente, esos libros son un peligro, y no deberían existir, pues el saber que contienen está más allá del control y el entendimiento de cualquier humano o vampiro.

Se acercó a ella, puso una mano en su mejilla. La besó en los labios y la miró a los ojos.

- Pero si es mi única oportunidad, de estar contigo para siempre, sin depender de un cuerpo que no es el mío, y poder ser libre, tendré que arriesgarme.

Volvió a besarla

-¿Me ayudarás? -sus ojos imploraban. La mirada de Giulietta se enterneció.

- ¿Cómo no iba a ayudarte? y puedes estar tranquilo, no tendrás que acercarte a esos libros si no lo deseas, yo me encargare de ellos, pero dime, has mencionado que te hablan... ¿qué es lo que has oído?

Su voz sonaba tierna, se preocupaba por él, aunque en el fondo sentía una tremenda curiosidad por saber lo que aquellos libros supuestamente le habían dicho, algunos de aquellos volúmenes eran muy comunes, aunque otros, como el que Vladimir sostuvo entre sus manos eran muy especiales y poco comunes, y en algunos casos, como aquel, únicos.

- No lo sé, eran susurros. No llegaba a entender lo que decían. Pero sus tonos no presagiaban nada agradable. Además eran ascendentes.

Se hizo a un lado y el tomo por los brazos gentilmente, invitándola a sentarse en la cama con él.

- Quizás si me expusiera a esos libros el tiempo suficiente lograría oírlos

La simple idea de volver a tomar esos libros le horrorizaba. Era algo que preferiría no tener que hacer. Era algo que Giulietta podría saber simplemente mirando a sus aterrorizados y húmedos ojos.

Giulietta se dejo llevar por Vladimir.

- No quiero que te acerques a esos libros, ya te he dicho que me encargaría yo... y el libro que has cogido... lo examinare a fondo, encontraremos algo, y volverás a ser un vampiro... - Giulietta trataba de que su voz sonara lo más calmada y tranquilizadora posible, mostraba confianza. - Ahora creo que deberías descansar.

Vlad la abrazó. La sentía a su lado, y a la vez, extrañamente lejos. Sabía que era su única oportunidad. Pero esos libros, y lo que le habia pasado.... solo podía interpretarlo como un mal presagio...

- Abrázame, por favor. -dijo Vlad casi entre sollozos. - La apretó contra sí. No quería perderla nunca. - Te quiero.

Giulietta acaricio le acariciaba el pelo con delicadeza y le miraba con dulzura, se recostó con él y le tapo con la manta, necesitaba descansar.

Vlad permaneció en silencio un tiempo, acariciando a Giulietta, su espalda, arriba y abajo, suavemente. Sus brazos. Besaba tímidamente, apenas un roce siquiera, sus mejillas. Le encantaba sentirla con él. Se le podía oír ronronear ligeramente incluso.

Abrió los ojos, y miró los fulgurantes ojos de Giulietta. Ojala nunca, nunca dejara de ver esos ojos.

- Quiero ayudarte con esto, no puedo dejar que tu sola te enfrentes a esa locura. ¿Estamos juntos en esto, vale? En esto y en todo.

Giulietta continuo abrazando a Vladimir hasta que este quedo dormido, al poco rato salió de la habitación, faltaba poco para el amanecer.

martes, 14 de marzo de 2006

De lo viejo a lo nuevo

Últimamente parecía que por fin el pueblo estaba resucitando, Clarisse era ahora príncipe de la Camarilla, Vladimir no habia muerto y ahora vivía en su castillo en un cuerpo humano, la llegada del esposo de Salvina y con él la proclamación de un enemigo... y un sobre cerrado sobre su escritorio de remitente desconocido con matasellos de Praga.

Giulietta abrió la carta, y para su sorpresa esta estaba firmada por Gregory Valkas, su sire, mentor y jefe en Italia.

Giulietta:

No sé el motivo, pero ya no atiendes tus labores como te enseñé, hace mucho que no recibimos ningún informe, la última noticia tuya es de cuando te hiciste con el arzobispado, desde entonces no ha habido más que silencio.

Nuestros superiores me presionan y me piden información sobre tus avances, una información de la cual carezco.

Tengo unos asuntos que resolver por Europa, y tú eres el último punto de mi lista, así que iré a verte a San Lucar antes de regresar a Roma y mas te vale tener una buena excusa para justificar tu falta de compromiso con nosotros.

Me preocupas, tú y tu estado en nuestra sociedad. Tienes suerte de que me mandaran a mí a verte, ya que esa misión se la encomendaron en un principio a Fabián D'Firenza, y sabes también como yo que ese ser no diría nada bueno de ti.

Espero poder verte pronto, con cariño, Valkas.

P.D: estoy un poco cambiado desde la última que nos vimos antes de marchar de Roma, pero espero que aun así me reconozcas.


Giulietta guardo la carta junto al resto de las misivas de su sire con cierta impotencia.

Amaba y servía al Sabbat desde su abrazo, era una fiel seguidora de sus costumbres y sus ideales, pero estaba harta de que sus superiores más directos no hicieran mas que pedirle informes y explicaciones de cada paso que daba... y Valkas, sabía que en la quería como a una hija, pero amaba demasiado su trabajo como obviar a sus superiores.

La lasombra esperaría pacientemente la llegada de su sire, mientras tanto, continuaría con su intento de proclamar la ciudad para el Sabbat.


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Giulietta entro en su despacho cargada con una enorme y polvorienta caja, la dejo en el suelo al final de la estancia, en un apartado rincón, junto a un baúl. Se arrodillo a su lado y la abrió. En su interior habia muchos libros, unos más antiguos y otros más recientes, los fue sacando uno a uno y tras mirarlos todos detenidamente los fue colocando en el interior del gran baúl, que hasta ahora estaba vacío. Todos los libros trataban de brujería, allí estaban los más importantes de su colección, los no expuestos en los estantes de su despacho, muchos de aquellos libros eran diarios escritos por ella misma y otros cainitas de su "familia vampírica" sobre los rituales Sabbat, los ignobilis y los ritae.

Hacía mucho tiempo que no practicaba aquellos ritos, concretamente desde que dejo su antigua manada, y con ella, su cargo de sacerdotisa Sabbat. Giulietta creía que en aquellos libros casi olvidados podría encontrar lo que buscaba, la solución a un problema difícil de resolver. Ahora lo único que necesitaba era tiempo para retomar sus estudios...

El escritorio del arzobispo estaba empantanado, libros y hojas impedían ver la madera de la mesa. Giulietta estaba totalmente concentrada en la búsqueda de una solución y en el repaso de sus antiguas labores como sacerdotisa Sabbat. Esto último lo llevaba muy bien, recordaba más de lo que creía, pero ninguna solución para el primer planteamiento.

Vestía una mini falda y una camisa blancas, medio desabrochada dejando entrever el sujetador negro, estaba descalza, llevaba el pelo en una coleta y unas gafas, no sus habituales gafas de sol, si no unas gafas de ver sin graduación alguna, cuando era humana necesitaba gafas para leer, y ahora que el poder de su sangre le habia resuelto ese pequeño problema de vista, ella seguía usándolas, una de las pocas costumbres humanas que aún conservaba... aunque cada vez lo hiciera menos...

La lasombra apenas se dio cuenta de que la puerta del despacho se habia abierto y que Dorian se acercaba al ella.

- Hay novedades. - Dijo el joven.

- ¿No ves que estoy ocupada? - Contesto con brusquedad Giulietta.

- Es importante, está en la ciudad.

- ¿Para eso me interrumpes? A no ser que haya un eclipse solar en mitad de la noche no quiero que me vuelvas a interrumpir cuando estoy estudiando, ¿te ha quedado claro? - Para decir esto la mujer levanto la vista de los documentos y se quito las gafas, mirando seriamente a Dorian.

- Lo siento señora. - El joven abandono la estancia y Giulietta continuo con su estudio.