miércoles, 15 de febrero de 2006

Cumpliendo con un favor

Tras leer la carta, Latorre salió del Nueva Estigia. Iba vestido con un traje de corte italiano de color marengo, debajo de la chaqueta llevaba una camisa blanca y calzaba unos mocasines negros de piel curtida.
Cuando llegó a la altura del castillo aparcó la moto en frente del edificio. Se acercó a la puerta y llamó dos veces con los nudillos.

Llaman a la puerta. Ambrosio ya está recuperado del todo, pero Giulietta ha decidió relevarle de sus tareas unos días mas, así que es Dorian quien abre la puerta.

- Pasa, el arzobispo te espera.

Dio media vuelta y comenzó a andar hacia el despacho, abrió la puerta y cedió el paso al cainita cerrando una vez estuvo dentro.

- Buenas noches. - Dijo Giulietta poniéndose en pie. Iba vestida con sencillo traje de falda por las rodillas y chaqueta, negro con raya diplomática y zapatos de tacón, llevaba el pelo con un moderno pero simple recogido. - Por favor, pasa y toma asiento. Dijo señalando una de las sillas frente al escritorio.

Latorre entró sonriendo con la manos en los bolsillos. Cuando Giulietta le ofreció sitio se sentó.

- ¿Y bien?... ¿qué es lo que quieres que haga para compensarte?

- Iré directamente al grano. - Giulietta se sentó sobre la mesa con las piernas cruzadas. - Es algo simple que no te costara ningún trabajo dadas tus aptitudes: quiero que mates a Casimiro, el jardinero de la antigua príncipe. Sera fácil, es un viejo humano.

La lasombra estaba totalmente seria, esperando la respuesta de LaTorre, quien sorprendido, arqueó las cejas y miró a Giulietta, al parecer no bromeaba.

- ¿¿Quieres que mate a un anciano??... ¿por qué? ¿Qué ha hecho ese pobre hombre para que merezca que yo lo mate?...No sé, antes de hacerlo quisiera saber porque lo voy a hacer...si no es mucho pedir...

Giulietta suspiro mirando al suelo mientras negaba con la cabeza.

- Veras, por lo general no se acostumbra a dar motivos a aquellos que se supone deben cumplir una misión, forma parte intrínseca del contrato, al igual que la confidencialidad... pensaba que tendrías eso en cuenta como buen profesional que creía que eras... - La lasombra hizo una breve pausa. - Me temo que mis motivos son personales y están fuera de tus intereses tanto profesionales como privados.

La voz de la cainita era seria, pero no brusca ni malhumorada, permanecía en un tono más bien neutral y profesional.

- Ya bueno...eso es cierto, tienes razón, pero esto no es un trabajo, es un favor que te hago, por mi insolencia del otro día... realmente, el por qué no va a cambiar el hecho de que vaya a cumplir con la misión, pero me pica la curiosidad de por qué un simple jardinero... sólo era eso, pero está bien, en este caso pasaré por alto si se merece o no morir... bien, no es que asesinar sea lo mío pero bueno, no sería la primera ni la última vez que lo hago...

Latorre respondió con un tono afable y cordial. Paró un momento y sonrió.

- Bien, sólo he estado una vez en el Jardín Botánico, así que no lo conozco muy bien, si no es de mucha importancia me gustaría tener unos planos del lugar y saber de qué seguridad dispone el sitio, después de todo es el refugio de la Príncipe, no debe ser un sitio muy amistoso para un asesino...Por otro lado, si sabes algún sitio donde pueda encontrar armas y equipo para la misión sería un detalle...ya sé que puede que sea mucho pedir, pero es algo que necesito...y por supuesto una foto de pobre desgraciado que va a morir, no quisiera matar a alguien que no se lo merece...

Giulietta sonrió satisfecha, se puso en pie y saco de una alacena dos copas que procedió a llenar con sangre de una botella del interior, volvió al escritorio y cedió una a LaTorre.

- En ese caso el trato está cerrado, confió en tu buen hacer y sobretodo en tu discreción, seguro que este asuntillo quedara entre nosotros, ¿verdad?

Giulietta hablaba con amabilidad y una sonrisa.

Bebió de la copa y continúo hablando.

- Bien, efectivamente Casimiro reside en el Jardín Botánico, yo no he estado nunca, pero Dorian si, antes de irte te dará una descripción del lugar, en cuanto a la príncipe no te preocupes, según tengo entendido aun reside en la Herencia, aunque en poco tiempo se mudara oficialmente al Botánico y hará una jornada de puertas abiertas, esto me lo ha dicho ella misma... así que mi consejo es que acabes lo antes posible.

Giulietta se sentó en la silla al otro lado del escritorio, junto a la de LaTorre.

- En cuanto a las armas yo misma podre proporcionártelas, aunque dudo que necesites mucho para acabar con el viejo... y tranquilo, no puedes equivocarte ya que es el único anciano que podrás encontrar en el Botánico, de todos modos, por si te sirve de algo es el mismo viejo al que Marian mando a la fiesta de inauguración de este castillo, tal vez le recuerdes...

- Claro que me acuerdo de él, como para no olvidarme... -Latorre sonrió, cogió la copa de buen grado, no es que le gustase celebrar las cosas antes de tiempo pero en ese caso haría una excepción, después de todo el trabajo parecía algo sencillo. - Ya sé que no necesitaré ningún arma para cárgame a ese anciano, pero quiero que el asesinato parezca hecho por un humano y no por mí, y no suelo matar con mis propias manos a pesar de que sea algo que pueda hacer perfectamente, después de todo no se me ha olvidado boxear, creo que con una katana tendré más que suficiente.

- ¿Una katana? lo lamento pero no dispongo de armas orientales... de todos modos, si pretendes hacer creer que el asesinato lo realizo un humano con una katana no resultaría muy creíble, no salgo mucho, pero creo que los japoneses no abundan por la zona... ¿no sería mas creíble un cuchillo? según veo en la televisión se usa mucho hoy en día, o una pistola, o incluso una escopeta, al fin y al cabo es una arma común por los alrededores, hay mucho cotos de caza... - Giulietta bebió. - Por cierto, cuando le mates, deja el cadáver en la escena del crimen, las desapariciones no son necesarias.

- De acuerdo, descarto la idea de la katana... de todas formas no tenía pensado dejar el arma en el escenario del crimen, pero bueno... en cuanto a la escopeta... si lo que quieres es que sea discreto... mmm no... descartada cualquier arma de fuego que no tenga silenciador... y un cuchillo es tan... tan... vulgar... pero bueno, es fácil de esconder y supongo que cualquier vagabundo podría contar con uno... de acuerdo, un cuchillo... bien... por cierto, ¿seguro qué estará sólo en el jardín?"

Latorre se acercó la copa y bebió. La lasombra asintió.

- Un cuchillo, bien, antes de irte acompañaras a Dorian, el te proporcionara el que desees. En cuanto a si al viejo estará solo en el jardín, no puedo asegurarte nada, es donde suele estar pero nunca se sabe, de todos modos eso forma parte de tu misión, no todo podía ser tan fácil, en la forma de resolver detalles como esos donde está la diferencia entre la simple capacidad y la autentica eficacia... - Sentenció Giulietta.

- El hecho de que esté sólo o no, no es el problema, sino que si está acompañado tendré que matarle a él y a sus acompañantes... pero bueno, si algo he aprendido en este negocio es que nunca, y digo nunca se puede planear todo, de hecho la clave de que un misión salga a la perfección no es su planificación sino el arte de la improvisación, siempre hay algo que lo manda todo al traste. - Latorre volvió a beber, dejó la copa sobre la mesase levantó. - Bien, ¿dónde está Dorian?...cuanto antes me ponga en marcha mejor...

- Claro, tienes toda la razón, cuanto antes mejor. - La lasombra se puso en pie, dejo la copa sobre el escritorio y se dirigió a la puerta del despacho. - Sígueme, por favor.

Continuo caminando, una vez fuera del despacho apareció Dorian.

- Dorian, muestra al señor LaTorre nuestra pequeña colección de armas y permite que lleve una consigo.

Dorian asintió, miro a LaTorre y comenzó a andar por el pasillo, se detuvo ante una de las puertas, saco una llave y abrió la cerradura.

La sala entera estaba dedicada a la exposición de armas de filo de todo tipo, espadas, cuchillos, dagas, cimitarras, floretes, estoques, algún hacha, mazas... Una gran colección compuesta por armas de todas épocas.

- Aquí tienes, hay mucho donde elegir. - Dijo mientras se apoyaba contra el marco de la puerta. - Como veras la señora tiene una gran colección, bueno, más bien arsenal, ya que no solo decoran... también sabe usarlas... aunque como ya habrás comprobado no hay un solo arma de fuego, es incapaz de dar al blanco con una... increíble... - Dorian parecía hablar para sí mismo, como pensando en voz alta.

Latorre se sentía como un niño pequeño en una tienda de juguetes. Comenzó a observar todas las armas y a imaginar que podría hacer con cada una de ellas. Realmente había un gran catálogo, fue observando una a una hasta que se paró en una preciosas bayonetas pertenecientes a una máuser de la II Guerra Mundial.

- Bien..Quiero esa, me gusta y creo que será apropiada para el encargo. Por cierto, Dorian, ¿qué sabes del Jardín Botánico?... ya sabes... qué tipo de seguridad tiene... si tiene cámaras de seguridad...todo eso...

Dorian asintió y se incorporo.

- Bien, no está vigilado, no hay cámaras, cualquiera puede entrar y darse una vueltecita a cualquier hora, yo lo he hecho varias veces y nunca he encontrado ni un alma, salvo al jardinero, suele estar allí, prácticamente siempre, sobre todo a última hora de la tarde o primera hora de la noche es fácil verle rastrillando las hojas del jardín.

Dorian bajo la voz y con tono curioso pregunto:

- Oye, Giulietta te ha mandado alguna misión o algo así, ¿no? ¿De qué trata? ¿Para que necesitas la bayoneta?

Latorre cogió la bayoneta y sonrió.

- Me temo que esa es una información que no te interesa, y te aconsejo que no vuelvas a preguntarme sobre el tema si no quieres que practique el Medievo con esta preciosa bayoneta máuser y tu culo... bueno, gracias por la información y por el... por el juguete, prometo devolverlo pronto y no romperlo... No vemos Dorian, dale recuerdos a tu señora.

Latorre se guardó el arma, y se fue silbando y tarareando una canción. Cuando salió cogió la moto y fue a prepararse para "misión".

Dorian prefirió ignorar la amenaza del brujah, limitándose a pensar si, claro.

Se dio media vuelta y cuando el cainita salió del castillo cerró con llave nuevamente y volvió al despacho.

- ¿Que arma ha cogido? - Pregunto la lasombra.

- Una de las bayonetas.

- No sé porque no me extraña... Había quedado patente que lo convencional no formaba parte de la metodología del brujah. En fin, ¿ha caído o no?

- No, cuando le he preguntado se ha limitado a amenazarme.

- Supongo que se daría cuenta de que era demasiado evidente, de que era una prueba y tu ya sabias lo del asesinato.

- ¿Ese cabeza hueca? no creo...

- Bueno, dejémoslo estar así, ya veremos que ocurre.

- De acuerdo, bueno, tengo cosas que hacer. - Dorian salió del despacho y Giulietta se sentó en uno de los sillones a leer.

A la noche siguiente…

LaTorre llamó a la puerta con los nudillos. Llevaba consigo la bayoneta máuser que Giulietta le había prestado para cumplir con su favor. Aún tenía el pelo húmedo del agua de la playa. La camiseta negra se le pegaba al cuerpo, haciendo posible que su cuerpo atlético se marcase y los viejos vaqueros desentonaban con los mocasines que llevaba.

Dorian abrió la puerta, a ver a LaTorre le dejo pasar sin preguntar.

- Adelante, pasa.

Ambos entraron y Dorian cerró la puerta.

La verdad es que no podía negar la evidencia necesitaba una ducha y cambiarse de ropa ya que su aspecto era lamentable.

- Pues la verdad es que una buena ducha y ropa limpia me vendrían muy bien... antes de todo... toma creo que esto es vuestro.

Latorre sacó la bayoneta envuelta en un pañuelo y Dorian la cogió.

- Sígueme.

Comenzó a andar dirección a las escaleras, subieron al segundo piso, al ala izquierda, Dorian paro ante una puerta.

- Espera aquí un momento. - Antes de entrar miro de arriba abajo a LaTorre. - A los pocos segundos salió con algo de ropa en las manos (unos vaqueros negros, una camisa blanca, unos calzoncillos de bóxer, unos calcetines de hilo y unos zapatos negros) y se la tendió al brujah.

- Toma, supongo que te servirá, más o menos debemos tener la misma talla. El baño esta al fondo, hay toallas limpias en el armario del interior. Si necesitas algo mas estaré abajo.

La entrar en el baño Latorre se quitó su ropa y la dejó en el suelo. Acto seguido se metió en la ducha, comprobó que el agua estuviese caliente y comenzó a darse una ducha. Tras limpiarse concienzudamente y no dejar rastro de ni de barro ni del olor a sangre salió de la ducha, se secó y se puso la ropa que amablemente Dorian le había prestado. No le quedaba mal, por lo menos el pantalón y los zapatos, sin embargo la camiseta le quedaba algo ajustada.

Bajó por donde había subido y esperó a que le comunicasen que entrase.

Latorre sonrió y se dirigió hacia el despacho.

Giulietta ofreció asiento a LaTorre como de costumbre. En su mesa estaba la bayoneta.

- Toma asiento por favor.

- Bueno tengo dos noticias y me temo que las dos son malas...primero, me temo que el tipo que querías que matase no estaba en al jardín... - Sacó la cartera del aquel pobre hombre y de ella su identificación que dejó sobre la mesa. - ...y la segunda es que fuera quien fuera el tipo al que me encontré... está muerto, le mate, por simple diversión y creo que eso hará que la Camarilla se ande con más cuidado para la próxima vez, supongo que si la príncipe sabe que fui yo me matará...

Latorre se quedó pensativo mirando uno de los cuadros.

La lasombra puso cara de enfado cuando LaTorre le dijo que no había matado a Casimiro, y pareció ir a peor cuando confesó haber matado a otro por error, aunque en cuanto el brujah se cayó estallo en carcajadas.

- Jajajajajajaajaja - Si aun estuviera con viva seguro que se le cortaría la respiración de la risa. Una vez se hubo serenado intento hablar con algo de seriedad, aunque evidentemente no lo consiguió.

- Lo siento, perdona... pero es que es muy gracioso... jajajaja... en serio, no te estás dando cuenta de lo que estás haciendo...

Se recostó en el sillón ya más tranquila.

- Bien, como habrás supuesto no has cumplido con tu misión, - dijo mirando la cartera del difunto, - tenias que matar a Casimiro y no a este pobre diablo... en realidad no me importa que acabaras con él, en absoluto, si te divertiste haciéndolo bien por ti, aunque no era eso lo que te pedí, me entiendes, ¿verdad Javier?

Su voz era afable, no había ni una pizca de tono de reproche.

Latorre se sentó y una amplia sonrisa dibujó su cara al ver la reacción de Giulietta.

- Sé perfectamente lo que querías que hiciese y me alegro, esta ciudad estaba muy aburrida. Le maté porque quise, sabía que no era él el que debía morir pero me dio igual. Esto ha significado una bofetada a la Camarilla...me alegro de que te hayas decidido por plantar cara a la Camarilla, el día que fui a visitar a Vladimir le propuse eso mismo, pero... nuestra personalidad chocó y bueno... ya sabes...

- Sí, bueno, yo me limité a proponerle lo mismo que tú sólo que de otra forma, por eso ahora yo estoy aquí. - Giulietta se puso en pie y cogió la bayoneta con ambas manos, la desenvolvió mientras se acercaba a LaTorre. - Claro, la Camarilla, tiempo al tiempo, Granada no se conquisto en un día... es así como dicen por aquí, ¿no? - Aun no se fiaba del cainita. Andaba alrededor de LaTorre mientras hábilmente jugueteaba habilmente con el arma.

- Bueno, me alegro de que te guste formar parte de estos pequeños golpes contra la Camarilla en realidad esto es algo personal, pero si le hace ilusión no seré yo quien se la quite... - dijo Javier.

- Aunque... - la voz de Giulietta se hizo algo más profunda, con un rápido movimiento giro la bayoneta con la empuñadura señalando a LaTorre para que la cogiera. El trabajo aun no está acabado...

Latorre miro sorprendido a Giulietta.

- Ya veo... sigues queriendo que el jardinero muera. Debes estar bromeando si crees que voy a volver a usar el mismo método. No pienso volver a acercarme a ese jardín durante un tiempo, sería demasiado imprudente por mi parte...

Latorre se quedó pensativo un instante.

- Bien, las cosas han cambiado, la Camarilla estará alerta a nuevos ataques, eso quiere decir que el efecto sorpresa quedará anulado, con lo que mi no-vida estará en peligro si trato de matar a ese maldito jardinero, que por lo que deduzco es mucho más que eso, y si no recuerdo mal prometiste que no pondrías mi integridad en peligro. Además supongo que ese tipo estará protegido lo que hará más difícil su liquidación... en resumidas cuentas, si quieres que lo haga lo haré pero me temo que esta vez la jugada no te saldrá gratis... espero que lo comprendas.

Giulietta envolvió nuevamente la bayoneta con rapidez.

- Tienes toda la razón, te dije que tu no-vida no correría peligro, pero tú me dijiste que cumplirías con la misión, y que matar a un simple anciano era algo sencillo... además... - Dijo mirando la identificación del hombre al que LaTorre había matado. - Al que has asesinado no es ningún anciano... creía que eras un profesional, y como tal antes del asesinato deberías haber investigado un poco, comprobar que esa noche el viejo estuviera en el jardín, cosas así... - Giulietta volvió a sentarse tras el escritorio y suspiro profundamente. - Bueno, espera unas noches si lo crees necesario... pero te aconsejo que la próxima vez estudies un poco más el terreno y te cerciones de que Casimiro este en lugar, y por tu bien que este solo claro, no querría que nada te sucediera... - Giulietta sirvió mas vitae en su copa y la del brujah, y bebió. - Y como muestra de mi buena voluntad puedes quedarte con la máuser, tómala como un regalo.

Dijo mientras la cogía y con una sonrisa se la tendía al cainita.

- Bien digamos que la máuser será un buen pago por este servicio, acepto el regalo como tal.

Latorre cogió la máuser con una mano, la desenfundó y comenzó a observarla. Tras un rato de silencio fijó su vista en la afilada punta.

- Por otro lado a sumo mi parte de culpa... pero espero que te quede claro que no lo asesine por incompetencia sino por diversión... y espero que no vueltas a cuestionar mi profesionalidad tras haber terminado con este asunto...

- Siento haberte dado esa impresión pero en ningún momento te he cuestionado... y espero fervientemente el momento en el que me demuestres esa profesionalidad de la que tanto alardeas. - Dijo con una oscura sonrisa.

LaTorre volvió a meter la máuser en su funda. Y miró a Giulietta.

- Por cierto... necesitaré un equipo completo... después de todo dudo mucho que crean que un ser humano cometiese el asesinato después de ver como dejé a aquel tipo y además, cuando vuelva seguro que me estarán esperando. Sabes de alguien que me lo pueda proporcionar... me gustaría ir haciéndome con mi propio equipo, va siendo hora de ello... pronto empezará una guerra en la ciudad y quiero estar preparado.

Giulietta se apoyo sobre el escritorio.

- Veras, podría ayudarte a conseguir equipo del que yo disponga, pero no más, al fin y al cabo no es culpa mía el que ahora sospechen... si no hubieras matado a ese pobre infeliz nadie estaría esperando nada, lo entiendes ¿verdad? De todos modos soy comprensiva y generosa, así que te ayudare en lo que pueda... pero no te aproveches Javier... - Se puso en pie. - ¿Una guerra en la ciudad? es posible, ¿y quieres estar preparado? haces bien, pero dime, ¿preparado para luchar contra quien?

Latorre sentado en su asiento miró a Giulietta y sonrió con las manos en los bolsillos.

- La pregunta correcta no es contra quién sino para quién...

- Esa es una pregunta a la que solo tú tienes respuesta, y supongo que no hace falta que te diga las consecuencias y beneficios de cada bando...

Giulietta se recostó en el sillón.

- De todos modos ese no es el tema que ahora hemos de tratar... tienes una misión que cumplir, y espero que lo hagas de forma satisfactoria... siempre es recomendable tener a un cargo de la ciudad contento... así que por favor, acaba con el viejo antes posible de que empiece a dudar de ti...

Con esta última frase su rostro se volvió oscuro, aunque fue algo momentáneo, ya que a los pocos segundos volvió a sonreír.

- ¿De acuerdo?

Latorre soltó una pequeña carcajada que trató de ahogar por un instante.

- Giulietta...me encanta cuando te haces la dura... - Se levantó despacio. - Bueno, me temo que tengo que ir a mantener satisfecha a una de las dirigentes de la ciudad... - Dijo con tono irónico mientras se daba media vuelta. - Cuando lo haya conseguido volveré y contestaré a tu pregunta más detalladamente.

Giulietta arqueo una ceja ante el comentario del brujah, el cual prefirió omitir.

- Suerte esta vez, espero tu visita Javier. - Dijo mientras el cainita abandonaba el despacho.

Dorian esperaba en la sala de espera a que LaTorre saliera, le acompaño a la salida, cuando el brujah se hubo ido entro en el despacho de su señora.

- ¿Le has regalado la máuser? - Pregunto intrigado.

- Claro, no esperarías que me quedara con el arma del crimen, ¿verdad?

martes, 7 de febrero de 2006

Un nuevo cuerpo para Vlad

Vlad volvió a la noche siguiente, confortado, a sus actividades fantasmagóricas. Dio una vuelta por el castillo y vio que Carla dormitaba.

Se dirigió al despacho, con la esperanza de ver a Giulietta, mas encontró a un joven dormido en un rincón. Vio la nota en su ropa.

Entró en su cabeza con facilidad, dado que estaba dormido. Se levantó y recompuso. No era un mal cuerpo después de todo. Era más fornido que el suyo, de altura similar, y oh, algo más largo.

Giulietta, la muy picara, tenia buen ojo después de todo. Su ropa olía a discoteca que tiraba para atrás, así que después lo ducharía y pondría algo más elegante, si lo encontraba.

Mientras tanto, se sentó en el sillón de Giu y se dio la vuelta, esperando que Giulietta no le viera al entrar en el despacho.

La noche había caído y Giulietta se había despertado, tras ducharse y cambiarse de ropa bajo a su despacho, para comprobar si Vladimir había pasado por allí para reclamar su nuevo cuerpo durante el día.

Al entrar en el despacho se dio cuenta de que el joven cuerpo no estaba donde lo había dejado, si no sentado cómodamente, con las piernas separadas. Los codos apoyados en las asas del sillón y las manos entrecruzadas frente a su boca.

- Parece que anoche no lo tuviste difícil para decidir... te felicito... - dijo en tono engatusador.

-¿Se te pasó el "enfado"? - dijo haciendo un puchero y con algo de sorna. -Dime ¿qué me cuentas del mundo exterior?

- Que gracioso... - dijo con acritud. - Y comenzó a caminar en dirección a la puerta. - ¿Noticias del exterior? nada interesante... ¡ah, sí! Marian se ha ido de la ciudad y ha dejado el cargo... - sonrió con malicia para sí misma.

- ¿QUE? -se levantó de la sorpresa, y se acercó a Giulietta. - Diría que es increíble, pero, no, no lo es, una Gangrel, no estaría hecha para el cargo. Míralo por el lado bueno, ella se ahorra matarme, yo me ahorro diabolizarla. - Se llevó una mano a la boca, en gesto pensativo. - Dime, ¿campa ya el caos por las calles? ¿O tenemos un príncipe que te mantenga a raya?
Jejejejeje...

La cainita giro sobre sí misma, cara a cara con Vladimir.

- Clarisse ocupa ahora el cargo, ¿quién si no? - Dijo la lasombra con tono divertido mientras se encogía de hombros.

- Hmmmm, bueno, no sé si es alguien para tomar un cargo así, una Toreador, ya sabes..., pero tiene la ventaja de estar más hecha al ambiente de la Camarilla...

Se quedó pensativo por un segundo.

-Bien, ¿qué planes tienes? Quizás ahora, mientras rehace sus alianzas al estilo de la Camarilla, el Principado sea más vulnerable a un ataque - paró en seco. - Si me permites la observación, claro. Tu eres el Arzobispo, no yo. - se sentó en uno de los sofás, sin perder de vista a Giulietta. -No sé si queda para mí algún papel en esta farsa, o si solo soy tu concubino-dijo sonriendo dulcemente... - No estaría mal lo segundo, realmente... - pensó para sí mismo.

Giulietta le siguió con la mirada.

- Sabes que tus consejos serán siempre bien recibidos, no siempre llevados a cabo pero si tomados en cuenta...

Giulietta se acerco a la silla donde estaba sentado Vladimir, colocándose justo enfrente del cainita, se agacho lo suficiente como para quedarse cara a cara y dar al cainita una buena perspectiva de "sus razones".

- Y respecto a lo segundo... si, lo eres, de eso no cabe la menor duda... - Sonrió y miro a la cainita directamente a los ojos.

- ¿Tu me has oído quejarme? - Pasó una mano por la mejilla de Giulietta, sintió su tacto frio. La pasó delicadamente hacia su cuello, y tiró de ella hacia sí. Cuando la tuvo inclinada sobre él, la besó en los labios.

A pesar de que eran un cuerpo distinto y unos labios diferentes los que la besaban la esencia del beso era la misma.

La lasombra se sentó sobre Vlad y empezó a juguetear con su pelo.

- Creo que tenemos que hablar...

Vlad deslizó su mano suavemente por uno de los muslos de la mujer. Su otra mano tomó una de las de la cainita, y la puso sobre su propia mejilla. Como siempre, mirándola a los ojos, le pregunto:

- ¿Sobre? Dime...

- Sobre tu muerte, la que debió haber sido la definitiva, pero no fue. - Giulietta permaneció pensativa unos instantes antes de proseguir. - El otro día, cuando mencione que te había echado de menos dijiste algo... pero tampoco me pareció el momento adecuado para hablar de estas cosas.

No tenía claro a donde quería llegar la cainita con ese tema de conversación. No sabía si quería recordar algo sobre su "muerte". Pero supuso que era algo que tenía que enfrentar tarde o temprano.

-Si quieres hablar sobre eso ahora, antes de que "deje de ser el momento adecuado"-sonrió pícaro. ¿Qué es?

Giulietta miro con seriedad a Vlad, que parecía estar intentando evadir la conversación.

- Tú dijiste que yo podría haber sido tu ancla a la no-vida, y mi pregunta es ¿cómo?

- Bueno,- le costaba un poco concentrarse con la cainita sentada sobre él, pero tenía que encontrar la forma de decirlo.- si aquella noche, hubieras dejado salir algo, un poco, muy poco, una señal, algo, más referente a lo que pasó hace dos noches, en lugar de obcecarte en "quiero que me enseñes el cargo" - dijo esto último intentando imitarla.-...pues creo que hubiera sido algo que me habría hecho replantearme las cosas. - Se lo dijo suavemente, acariciando su mejilla y sonriendo.

Sabía que eran unas palabras duras, con muchas implicaciones, pero esperaba, por su bien, que la mujer no se las tomara mal ni a la tremenda.

Giulietta frunció el ceño momentáneamente.

- ¿Acaso no te basto con que quisiera que te quedaras conmigo? ¿Qué te necesitaba? Recuerdo haber dicho esas palabras exactas, de todos modos tú tampoco me hiciste saber nada en ningún momento... - La mujer callo. - ¿Hubieras preferido continuar con tu cuerpo inmortal?

Vlad tenía que ser delicado...

- Bueno, quizás tu aspecto de avidez de poder hizo que no viera el resto. No sabía si actuabas o era real. De ahí que nunca te dijera nada tampoco. No podía dejar que alguien que aspiraba a ocupar mi cargo, presumiblemente a cualquier coste, supiera que sentía cierta debilidad por ella, aunque pudiera notarlo, y tratara de utilizarme. Cosas de la política, supongo. - No estaba muy seguro de que le hubiera quedado muy diplomático, nunca fue ese su don. - Bueno, mi cuerpo, le tenía cariño, era inmortal y tenia superpoderes, ya sabes -dijo entre risas.- Pero tenía también lacras y bagajes que se perdieron con él, y que me alegro de haber perdido. - Miró sus manos- Sin embargo mira, vuelvo a poder sentir calor, y elegir mi carcasa. No está mal. Aunque no se cuánto durará. Y bueno, de vez en cuando el habitante de la carcasa reclama lo que es suyo, pero no tengo mucho problema con eso, vivir con otros dentro de mi cuerpo era el pan de cada día como Malkavian, jeje. - no supo si las risas le relajaban más a él o a Giulietta. - No sé, con solo tres noches de experiencia, creo que el saldo es positivo de momento.

Sonrió. Esperó que la mujer hubiera oído todo y no se hubiera quedado atrapada en sus primeras palabras. Giulietta asintió.

- Para serte sincera, al principio si actuaba, es cierto que tenía una misión que ya he conseguido con creces, ya que solo se me exigía llegar a ser obispo, y tú eras la clave para conseguirlo... debía caerte bien, mostrarme capaz para el cargo y todo eso. - Giulietta sabía que sus palabras podrían herir a Vlad, pero creyó conveniente confesar. - Aunque, cuando decidiste suicidarte... me di cuenta de que no todo era fachada, por eso no quería que murieras, sabía que mis superiores se alegrarían por ello y estarían orgullos de mi por haber conseguido tanto en tan poco tiempo, pero me daba igual, yo quería que te quedaras conmigo, y ahora que estas aquí... me alegro. - La lasombra sonrió con timidez. - Me satisface que te guste tu nuevo cuerpo y ver tu optimista actitud hacia esta nueva vida, y por lo que parece, la principal causa que te llevo a la muerte ha desaparecido con el sol, ¿no?

La confesión de la cainita fue la confirmación de sus temores. Aunque lo que dijo después le resarció un poco.

Pero cuando vio la tímida sonrisa de la cainita, supo que había tenido suficiente charla, y dio el tema por resuelto. Puso sus manos en las mejillas de Giulietta, y la besó, sin dejar que terminara su última frase.

La mujer se dejo llevar por el beso, al parece sus palabras no le habían molestado tanto como pensaba.

Mientras continuaba besándole le rodeo con sus pálidos brazos y le abrazo fuerte pero con ternura.

Se dejó llevar un poco, se estaba animando bastante. De repente recordó una cosa.

- Jejeje, oye, ¿has hablado con Dorian? Tuvimos un percance el otro día... - rió, acordándose del pobre muchacho.

Giulietta contesto un poco molesta por el repentino cambio de tema.

- Si, ya está solucionado, aunque parece que te pasaste un poco con el... pero ya esta sobre aviso, así que no volverá a pasar, aunque cada vez que cambies de cuerpo y te lo encuentres, díselo... - La mujer recuperó nuevamente la actitud cariñosa. - Bueno, ¿por donde íbamos? - Dijo abalanzándose al cuello de Vlad con pasión.

- Hmmm, no se... - dijo mientras daba pequeños besos en las mejillas, labios y cuello de la mujer. - ¿No tienes asuntos que atender, dado tu cargo? - dijo mientras bajaba uno de los tirantes del vestido, besando su hombro, y bajando hacia su pecho.

Con que esas tenemos... pensó divertida la cainita.

- Uy, tienes razón, - dijo separándose repentinamente de Vlad y subiéndose el tirante del vestido. - Olvidaba que tengo muchísimo que hacer - la mujer se puso en pie simulando tener mucha prisa, - ya nos veremos mañana... o pasado, no sé cuando tendré un hueco en mi agenda.

Y comenzó a andar hacia la salida de la sala rápidamente pero con un seductor contoneo de caderas.

Vlad rió por la reacción de la mujer.

Viéndola marchar moviendo las caderas, se mordió el labio, y se lanzó a por ella. La abrazó desde atrás, pegándose totalmente a ella. Y le susurró al oído, pegando sus labios a la oreja.

- ...no seas mentirosa... ¿me vas a dejar "así"?

- ... no sé, todo depende de ti - Contesto en tono juguetón la cainita.

- Aha... ¿tú qué crees que quiero? - besó su espalda descubierta, apretándola más contra sí mismo, Giulietta podría "notar" perfectamente cuáles eran sus intenciones.

Giulietta y Vlad se fundieron en una sucesión de interminables besos, poco a poco fueron acercándose hacia el escritorio. Vladimir cogió a la lasombra por la cintura y elevándola la sentó sobre la mesa mientras hábilmente Giulietta le iba quitando la camisa y le acercaba a si con las piernas.

La cainita, sin reprimir las ansias mordió con fuerza el cuello del humano y bebió de él, aunque no demasiado, no quería dejarle sin fuerzas tan pronto, sólo necesitaba lo suficiente como para poder aumentar su temperatura corporal y ser "lo más humana posible", cuando por fin le hubo soltado Vlad susurró al oído de la cainita:

- Te quiero...

El desenfreno y la pasión envolvían a las figuras en el escritorio, ya ambos totalmente desnudos...


CENSURADO!!!!!!!!!!!!!!!! Lo que aquí ocurre viene siendo lo mismo que en It wasn't the end, my friend... pero con "algo más" de por medio de por medio.



Varias horas después, y con la espalda ya destrozada, ya que un escritorio no es muy cómodo para según que cosas, y el momento no era para pedir un cambio de escenario, Vlad estaba finalmente tumbado en el sofá, descansando, con Giu tumbada encima suya, relajada.

-Uhmmmf... - resopló. ¿No estuvo mal, no? No se puede decir que maneje mal este cuerpo, ¿verdad? Parecía que hacía eones que deseaba hacerlo contigo.

Acarició el cabello y la cara de la cainita, que le miraba sonriendo dulcemente, asintiendo a sus palabras.

-Deberías ir a acostarte, pronto amanecerá. Tienes un cargo del que ocuparte, y debes estar descansada -sonrió. - Yo haré lo propio. ¿En qué habitación dejo a mi anfitrión? Necesitaré un armario, y por tanto ropa, para variar un poco, una cama, y acceso a un cuarto de baño. Se merece el mejor de los cuidados si quiere durar

Giulietta tenía los ojos entrecerrados, estaba muy cómoda.

- Si no ha estado nada mal... - dijo con voz relajada. - Aunque habrá que repetirlo para que me pueda crear una idea más clara... - La lasombra se incorporo. - Es cierto, es sol está a punto de salir, dile a Dorian que te de una de las habitaciones del ala derecha, hablare con él para que cuando abran las tiendas vaya a comprarte ropa, ¿de acuerdo? - beso a Vladimir y se puso en pie, se vistió y salió del despacho.

Antes de subir a sus aposentos busco a Dorian.

- Dentro de unas horas ve a la ciudad, compra ropa de hombre de todo tipo, tanto elegante como informal, un armario completo de la talla del nuevo cuerpo de Vladimir, y dale una buena habitación con baño propio de las de el ala derecha. - No dio tiempo si quiera a que el humano le contestara, ya que ya estaba subiendo las escaleras.

lunes, 6 de febrero de 2006

Como Pedro por su casa

Tras la frenética noche con Vladimir y su nuevo cuerpo, Giulietta abandono la habitación poco antes del amanecer, mientras el cainita dormía, y se dispuso a descansar durante el día.

Una vez llegada la noche despertó (como todas las noches) y antes de nada fue a ver a Dorian.

- ¿Que tal esta Ambrosio?

- Se está recuperando. - Contesto el joven, que parecía muy cansado. - Pase la noche anterior y parte del día de hoy con él, se recuperara pronto aunque está bastante débil...

- Pareces cansado Dorian, ya me encargo yo de todo, esta noche y el día de mañana procura descansar.

- Gracias, bueno, me voy a dormir un rato. Por cierto, tienes correo. - Y el joven abandono la estancia hacia su habitación en el ala izquierda del castillo.

Giulietta subió a la habitación donde creía que Vladimir estaría, al menos fue allí donde le dejo la mañana anterior.

El cuerpo desnudo de Carla seguía en la cama, aunque daba la sensación de que no había nadie dentro, con cuidado la lasombra la tapó y se marchó para que descansara apaciblemente, tenía que recuperarse por si Vladimir decidía ocupar su cuerpo nuevamente.

¿Donde se habrá metido Vlad? le pareció del genero tonto ponerse a buscarlo por todo el castillo ya que sin un cuerpo no podía verle, así que se fue a su despacho, era donde más tiempo pasaba, así que si él quería verla sería el primer lugar al que acudiría, una vez allí comenzó a leer el correo.

Entre las muchas cartas había una de Roma, no tenia remitente, así que suponía de quien seria, se dispuso a leerla.

Mi hermosa Giulietta,

Hace mucho que no sabemos nada de ti, tus informes son escasos e incompletos, y últimamente me arriesgaría a decir que inexistentes, espero noticias tuyas lo antes posible. De todos modos en poco tiempo viajaré a España, e iré a verte si dispongo del tiempo necesario.

Con cariño, Gregory Valkas.

Giulietta guardo nuevamente la carta en el sobre y la introdujo en una cajita del segundo cajón. Saco hoja y pluma y comenzó a escribir sobre los avances que había obtenido, el fatídico destino del anterior arzobispo, su consecuente ascenso dentro del Sabbat, la nueva príncipe de la camarilla... sin mencionar en ningún momento la vuelta de Vladimir.

Una vez hubo terminado, metió la carta en un sobre, escribió la dirección de destino en Roma, y la guardo en un cajón, al día siguiente la enviaría.

Tras el frenesí y las revelaciones de la pasada noche con Giulietta, Vlad pasó el día entero descansando en el inmaterial, recuperando fuerzas tras la agotadora noche de posesiones, en sus múltiples modos y formas. Ardía en deseos de hablar con Giulietta, su Giu, aunque su situación respecto del otro habían sido desveladas, aun tenían muchas cosas que decirse.

Giulietta notó como la temperatura de la habitación descendía ligeramente. No supo porqué era, pero pronto lo averiguaría.

- ..Buenas noches, Giu...- oyó en su cabeza, mientras notaba una ligera brisa fría muy concentrada en la parte derecha de su cuello.

- Buenas noches, ¿has descansado? - Giulietta estaba tranquila, sabía que era Vlad quien hablaba. - Por cierto, LaTorre está a punto de llamar a las puertas del castillo. - Dijo señalando al pequeño monitor incrustado en el escritorio, mientras hablaba vio como Dorian abría la puerta y tras cruzar algunas palabras con LaTorre ambos entraban. - Aquí viene, por favor, no montes el numerito de poltergeist de castillo delante de él. - Dijo riendo a Vlad. Tapo nuevamente el monitor y Dorian entro en el despacho.

- LaTorre ha venido, por si no te acuerdas de él, es el tío grande que estaba con Salvina en la fiesta.

- Gracias Dorian, hazle pasar, y vuelve a tu cuarto, te dije que descansaras.

Dorian salió dejando la puerta abierta tras de sí.

Latorre vestía unos vaqueros azules,una deportivas blancas y una sudadera negra con capucha,encima de esta vestía una chaqueta de cuero. Sonrió en el momento de entrar al despacho. Rápidamente quedó cautivado por los brillantes ojos verdes de Giulietta.

Giulietta se puso en pie para recibir al recién llegado.

- ¡Buenas Noches! Señorita Strozzi

- Buenas noches. - Miro de arriba a abajo al brujah y su indumentaria.

Hizo una leve reverencia un tanto cómica por su vestimenta. Comenzó a dar vueltas por la habitación mirando al techo y al resto de la decoración.

- He de decir que me sorprende como ha dejado el castillo, es una delicia, lo digo en serio, me encanta Europa por sus castillos, es una pena que en mis país no se construyera ninguno...

- Si en su país no se ha construido ninguno intuyo que venís del nuevo mundo eso explica muchas cosas...americanos...

Se percató de que estaba desvariando, se frenó en seco y miró a Giulietta. Sus ojos se clavaron como puñales en aquellos ojos verdes, proyectando una mirada encantadora de las que solía disparar el joven brujah.

- Aunque a decir verdad, la belleza del castillo no se puede comparar con la belleza de su propietaria.

Se quedó quieto mirando aquellos ojos, esperando a que los carnosos labios que los acompañaban contestaran algo.

- Sois un adulador, - hasta a ella misma le había extrañado oírse decirle esas palabras a LaTorre, aunque educación era algo de lo que no andaba escaba y decir otra cosa hubiera sido un tanto brusco y descortés, - por favor, poneos cómodo. - Dijo señalando una de las sillas del otro lado del escritorio.

Latorre tomó asiento suavemente, se pasó la mano por el pelo, se acomodó y cruzó las piernas.

- Así que es cierto, el viejo Vlad no está al cargo de la ciudad... ¿se ha ido por algún motivo? ¿Viaje de negocios?... ¿por qué me extraña que alguien como él deje un puesto como el que ahora ocupáis de manera civilizada?, no sé, según tengo entendido le costó tanto alcanzar el poder, que me extraña que se haya ido sin más.

Se percató que quizá para no pertenecer a la secta había sido demasiado directo.

- Perdonad mi insolencia, quizá el paradero de Vladimir no sea de mi incumbencia, pero me ha sorprendido... ante todo he de daros mis felicitaciones, supongo que estas contenta por el... ascenso.

Giulietta miro un tanto extrañada al vampiro.

- Vladimir me lego este cargo por voluntad e iniciativa propia, a pesar de lo que pudiera pareceros el señor Von Thremischeck era una buena persona, aunque había que saber tratarle, tal vez vos no tuvierais ese tacto...

- Eso tengo entendido al menos...

- En cuanto a su paradero... bueno, hace unas semanas vio su ultimo amanecer y dejo este mundo definitivamente...

Un halo de leve tristeza empaño la mirada de la cainita... una tristeza que hace un par de días hubiera sido real, que ahora que Vlad había vuelto había desaparecido por completo, aunque claro, eso era algo que el brujah no tenia forma alguna de averiguar...

Al oír que Vladimir había muerto, frunció el ceño. No podía creerlo, la concepción que tenía de él no le permitía creerlo. Para Latorre era imposible que alguien tan orgulloso como Vlad decidiera quitarse la no vida. Puso una cara de incredulidad máxima, aunque pensó tratar de disimularla, no lo hizo.

- No me lo creo, no me creo que Vlad haya... desaparecido definitivamente... no le creo capaz de suicidarse de esa manera... no es que dude de su palabra pero... simplemente... suicidare es de cobardes... y abré tenido mis más y mis menos con el anterior Arzobispo pero no le creía un cobarde... vaya, sorpresa... en fin, que se le va a hacer...

Miró al suelo sorprendido con la mirada vacía. Recapacitó y miró a Giulietta.

- ¡Qué demonios! Venga Giulietta ¿dónde está la cámara oculta? esto es una de esas bromas del Sabbat ¿no?

La ira comenzó a apoderarse súbitamente de Latorre, pegó un salto y se levantó bruscamente.

- ¡¡¡ESE CABRÓN NO PUEDE ESTAR MUERTO!!!¡¡¡NO ES UN MALDITO COBARDE!!!"

Dijo señalando a Giulietta con una mirada iracunda en su rostro, parecía que el infierno se proyectaba en sus ojos. Por un instante se dejó llevar por la pasión del momento, se negaba a creerlo, pero lo más probable es que fuera cierto. Se resignaba a creer que era todo una sucia estratagema, mantuvo la posición durante un instante, cerró los ojos y trató de calmarse. Fue bajando lentamente le brazo que apuntaba a Giulietta. En contra oposición de como se había levantado, se fue sentando lentamente, despacio, se cogió la cabeza con ambas manos, levantó la mirada.

Ante los gritos de acusación del brujah Giulietta se levanto violentamente tirando la silla al suelo, apoyo fuertemente sus manos contra el escritorio y clavo su mirada en la del vástago (dominación) y grito:

- ¡¡¡¡¡¡CALLATE!!!!!!

No aparto la mirada del cainita con sus verdes ojos inyectados en sangre, unas sombras oscurecieron a la mujer y se movían a su alrededor de forma amenazadora.

- Jamás vuelvas a tratarme de mentirosa ni a dirigirte a mí en ese tono...

- Lo siento, siento haberme comportado así. No pretendía asustarla. Ya sabe, de vez en cuando tengo ataques de ira...un mal que padecen los míos...trato de controlarlo...lo siento...Me resigno a creer que es todo una broma de ese maldito loco, creo que está vivo en algún sitio partiéndose el culo de todos nosotros.

Cuando LaTorre pareció entrar en razón las sombras fueron disipándose y antes de desaparecer del todo colocaron el asiento de Giulietta en su sitio y esta se sentó sin dejar de mirar al cainita.

- Intenta evitar esos ataques en mi presencia, esta es la primera vez, y lo perdono, pero no habrá una segunda...

Nuevamente se puso en pie y se acerco a donde el brujah estaba sentando mientras se quitaba la chaqueta quedándose en camiseta de tirantes.

- Yo lo presencie todo, ocurrió en este castillo, y al intentar evitarlo casi sufro el mismo destino. - Dijo señalando alguna de las cicatrices que aun no habían terminado de curar, era quemaduras que solo el sol podría haber hecho.

Observó la herida, ningún cainita en su sano juicio se expondría a la luz solar por las buenas. Ciertamente decía la verdad. Vlad había muerto, se había suicidado.

- Eso debió doler. - Vladimir...maldito chiflado... ¿por qué lo hiciste? -Pensó Latorre.

- Está bien, siento haber dudado de ti, mis disculpas. Queda claro que no bromeabas...siento el tono, después de todo he sido descortés contigo...he venido a tú casa, y me he comportado de manera nefasta...si formara parte de tu secta supongo que merecería un duro castigo correctivo, pero el caso es que voy por libre, así que no se te suba el cargo a la cabeza, el tono que dispongo hacia el resto de los cainitas depende del tono que empleen ellos hacia mí no de su cargo, recuérdalo. Pero en este caso he metido la pata, te he faltado el respeto, y por eso SÓLO por eso, creo que te mereces una compensación.

Latorre se levantó despacio, cruzó las manos por detrás de la espalda, para ser un Brujah no se solía habitualmente comportar como tal, no le gustaba que el resto de cainitas pensara que era un simple tonto grandullón. Se encaminó a uno de los cuadros y lo miró. Permaneció callado un instante, absorto, estaba pensando.

Giulietta se coloco nuevamente la chaqueta y volvió a su asiento.

- Acepto tus disculpas, pero quiero dejar un par de cosas bien claras. La lasombra se recostó en el sillón - Por haber pertenecido a mi secta no te hubiera castigado, no estés equivocado, si no lo he hecho es por el clan al que perteneces, si un miembro de cualquier otro clan, sin importar su secta, me hubiera tratado así en mi propia casa hubiera sufrido las consecuencias, aunque fuera un Sabbat, y esto no lo haría por mi cargo, creeme... Creo que desde un principio te he hablado en un buen tono e incluso tratado de igual, así que no me intentes dar clases de falsa moral. Y procura no utilizar mi cargo y tu independencia como una excusa, no servirá de nada.

Giulietta dijo tono esto en un tono de voz muy alejado del enfado, era más una enseñanza que una reprimenda.

- Bien, ya que para mí el honor y el respeto son dos cosas muy valiosas me veo en deuda contigo, yo no hubiera sido tan condescendiente contigo si tú hubieras hecho lo que yo hice...por eso, estoy dispuesto a hacerte un favor, el que quieras, por tu respeto te concedo un favor. Sé que quizás piensas que no es gran cosa viniendo de un sucio Brujah como yo, pero aún así te lo cedo. No te acostumbres mucho a que haga esto, normalmente suelo cobrar por mis...favores.

Una sombra coloco en su sitio la silla del brujah y la lasombra hizo un gesto con su mano invitándole a sentarse nuevamente mientras escuchó atentamente la proposición de LaTorre.

Finalmente le contesto.

- Bien, acepto el favor que estas dispuesto a hacerme, aunque en estos momentos no hay nada que puedas hacer por mí, así que, si no tienes inconveniente dime donde puedo encontrarte y cuando requiera de tus servicios te lo haré saber, y estate tranquilo, soy una persona bastante razonable, no te pediré nada que escape a tus aptitudes o peligro tu integridad... no demasiado al menos.

Vlad retomó el cuerpo de Carla. Sabía que LaTorre estaba por allí, y pensó que podría divertirse.

Duchó a Carla lo más rápidamente que pudo y se puso el mismo escaso vestido que la noche anterior. Se dirigió corriendo a donde Giulietta y LaTorre conversaban.

Entro a trompicones en la habitación, y casi choca con el cainita, que miraba un cuadro cerca de la entrada.

Se recompuso y miró a Giulietta, sonrió y levantando una ceja. Esperó que ella entendiera el gesto. ¡Soy yo!

-Hola... - dijo con una tímida y dulce voz, dirigiéndose a ambos.

Esperaba haber llamado la atención del cainita.

Giulietta estaba un poco sorprendida ante la repentina entrada de Vlad, aunque procuró que no se le notara mucho, estaba deseando ver que pretendía hacer con LaTorre, así que no dijo nada, y espero a ver cómo reaccionaba este.

- Mi pequeña Carla, ¿qué haces aquí?

Vaya, Vaya que tenemos aquí, pensó Latorre.

Latorre miró a la joven, a decir verdad la observó detalladamente. Su cara angelical, sus curvas, su ojos, sus labios y finalmente reparó en sus...sus...sus dos razones de peso. Por un instante podría haber perdido los nervios, pero no era ni el sitio ni el lugar para ello. Volvió un segundo con Giulietta.

- Bien, me alegro de que aceptes mis disculpas. Podrás encontrarme en el Nuevo Estigia. Si no estoy allí, puedes dejarme el recado.

En ese momento volvió de nuevo con exuberante joven que había entrado en la sala hacía escasos segundos. La miró a los ojos y sonrió:

- Así que tú eres Carla...No hemos tenido el placer de ser presentados, me llamo Javier "La Torre" Wilkinson, pero todos me llaman Latorre.

Miró a Giulietta, de nuevo.

- No sabía que te gustasen...ya sabes...las...bueno...supongo que si no te la has merendado ya es porque...supongo que...no sé... ¿sois amantes?

Giulietta no pudo evitar una carcajada ante la última frase de LaTorre.

- Jajajajaja, bueno, las cosas de cama en la cama quedan ¿no? jajajajaja - la lasombra intentó ponerse algo más seria - fuera bromas, Carla es parte de mi rebaño, y ya sabes que no está bien acabar con los buenos ejemplares, es mejor saborearlos poco a poco, y bueno, podría decirse que esta jovencita cuenta con algunos privilegios. - Termino la frase dirigiendo un guiño de complicidad a Vladimir.

- Ho...hola Javier, encantada.- Vlad hizo que Carla sacara su mejor sonrisa y se pusiera un mechón del flequillo tras una oreja, de forma delicada.

Carla se acerco provocativamente a LaTorre:

- Caray, vaya músculos tienes... no había visto unos brazos así en mi vida... - dijo la mujer tocando uno de los brazos del cainita, con una expresión parte asombro, parte admiración. - Triunfarás mucho con las chicas con un cuerpazo así ¿no? - Vlad pensó que el papel de chica zorrinocentona le estaba saliendo bien, siempre le habían gustado así... se colocó de tal manera que fuera seguro que el cainita, bastante más alto que Carla, divisara sin dificultades su canalillo gracias al ajustado y escaso vestido.

LaTorre se sintió halagado por los comentarios de Carla, sin embargo no era suficiente para seducirle. Había recibido en miles de ocasiones comentarios de ese tipo hacia su cuerpo de atleta. Aquella chica le recordaba mucho a las chicas que le conseguía su mánager cuando se instalaban en algún lujoso hotel de Las Vegas. La típica chica florero sin cerebro con la que pasar un rato divertido. Sin embargo esa era otra época y era otro Latorre. En la actualidad odiaba ese tipo de mujeres, desde su abrazo buscaba algo distinto. Sin embargo miró de manera descarada su escote.

- Gracias por tus halagos y bonito escote, Carla....Es una pena que de pequeño me enseñasen a que no se debía jugar con la comida.

Volvió un momento con Giulietta.

- Posees un rebaño un tanto descarado...a pesar de ello, he de decir que tiene buen gusto a la hora de elegir el ganado...

Se dio media vuelta y comenzó a andar lentamente hacia la salida. A mitad de camino se paró. Sacó un cigarro y se lo puso entre los labios.

- Bueno no quiero abusar más de tu tiempo, supongo que tendrás cosas que hacer. El cometido de mi visita era felicitarte por tu ascenso pero visto lo visto...Creo que sería más oportuna darte el...el... ¿pésame?... A decir verdad Vladimir y yo no nos llevábamos nada bien, pero no eso quiere decir que deseara su muerte... si te soy sincero, siempre he pensado que era un completo cretino... era un cabrón con pintas de tantos otros... como yo... si te sirve de consuelo... lo... lo siento... supongo que era un buen líder... En cuanto al favor, omite eso de no poner en peligro mi no-vida, ya que es un servicio gratuito... quisiera divertirme al menos un poco,ya sabes donde encontrarme...

Sacó un mechero de gasolina y lo encendió,antes de acercarlo al cigarro dijo:

- Por cierto Giulietta,hazme un favor...cuidate esa fea herida del hombro ¿quieres?

Giulietta suspiro mientras LaTorre salía con su verborrea.

- Por favor, ciuda tus palabras y no fumes sin el permiso de tu anfitrión... en serio, necesitas un curso intensivo de modales y buena educación. Me da lo mismo de que clan seas y de que afiliación, pero he conocido nosferatu de la Camarilla con mas educación y sentido de la propiedad que tu.

Sabia que no era del todo correcto decir eso, pero estaba en su casa, ante alguien carente de la mínima cortesía, así que no le dio mucha importancia.

El hecho de que el cainita no entrara al trapo tampoco le sorprendió. Lo más cercano que sabía sobre "como seducir a un hombre" se reducía a un dialogo de película porno. De hecho, si hubiera caído, habría demostrado lo estúpido que Vlad pensaba que era. Supuso que una guarra de verdad y con experiencia, como Salvina Nefer, lo tendría fácil con él.

Cuando el tiparraco se hubo marchado, cerró la puerta.

- Bufff, - resopló. - Menudo gilipollas... ¿qué quería? - dijo, sonriendo a Giulietta y acercándose a ella. La abrazó desde atrás, pegando su mejilla a la de ella, y besándosela tiernamente.

Cuando LaTorre se hubo ibo ido Giulietta se recostó en el sillón y se dejo abrazar por Vladimir.

- Nada, solo quería felicitarme por el ascenso o darme el pésame, no lo ha dejado muy claro, y ponerte a parir durante un rato, es un chico un poco incongruente... se contradecía a si mismo... en fin... - Estaban nuevamente solos en el despacho de la cainita. - Demos una vuelta, paso demasiado tiempo en este despacho. Giulietta cogió a Vladimir de la mano y salieron juntos de la sala, terminando en el asilvestrado jardín del castillo. No estaba nada cuidado, los setos hacía tiempo que había perdido su forma y las platas crecían a sus anchas, pero no era feo, es más, tenida cierta belleza "salvaje" bastante agradable.

- Dime, ¿qué tal tu cuerpo? supongo que ya serás capaz de manejarte correctamente con el... ¿no? - Dijo Giulietta haciéndose la distraída, iniciando la conversación desde el tema, tal vez, más irrelevante.

- No va malamente, para que engañarnos - Vlad notó algo extraño... el frescor de la noche y su cuerpo hacían de las suyas... - Juas, mira esto, es increíble - dijo sonriente, señalándose el pecho. Se tocó y pellizco, un poco, como si no supiera muy bien que era aquello. Juntó las manos tras la espalda. - Aunque para qué mentirte... a veces echo de menos un cuerpo masculino...

Se paro y se giró ligeramente hacia la cainita, mientras esta seguía caminando.

- ¿Te pasa algo?-la notaba ligeramente ausente.

Giulietta negó con la cabeza.

- Tranquilo, estoy perfectamente. - Y sonrió, mientras miraba el cuerpo de Carla de arriba a abajo. - Aunque creo que yo también que necesitamos un cuerpo masculino. Para ti, claro... no sé, esto ha sido algo más que interesante, pero se me hace un tanto extraño pensar en ti como hombre pero verte como mujer... ¿no has pensado en hacer una nueva mudanza? - Sonrió con dulzura y fingida inocencia.

- Ah, sí, no te preocupes, esto era solo una prueba, algo así como un "¿que haría si tal?", búscame algunos candidatos que te agraden, a ver si coincidimos en gustos - dijo sonriendo y sacándole la lengua mientras se acercaba a ella. - Hmmm, no te hagas la inocente...-dijo tonteando, poniendo las manos en la cintura de la cainita. - Sabes que en vida tenía cierta predilección por las MÁS inocentes - dijo cínicamente.

- Esta bien, te traeré a un selecto grupo de jóvenes, y tu tendrás la última palabra para elegir al susodicho... con mi aprobación, claro. - Giulietta guiño un ojo a Vlad con picardía.

- Hmm, como quieras -dijo a la cainita.

- Dentro de un rato saldré al centro, a ver si encuentro algo interesante, ¿te parece bien? - Giulietta abrazo a Vlad. - Aunque bueno... si quisieras tú también podrías venir, aunque por lo que he visto con LaTorre, tus dotes seductoras están un poco oxidadas. - Rio.

- Claaaro, iría contigo al centro si no fuera porque, oh! mi alma está atada a este castillo, ya te lo dije, hmpf. - no pudo ocultar su ligero mosqueo. - ¿Que bien para ti no? Que tu amante no pueda marcharse nunca... - su rostro se tornó serio.

Giulietta estiro los brazos y se separo de Vlad.

- ¿Qué? ¿Hablas en serio? ¿Empezamos ya con las discusiones de pareja o qué? ¡JA! esto es absurdo. - Dijo en tono de indignación la cainita. - ¿Por quién me has tomado? No soy una cualquiera Vladimir, tal vez en vida o en muerte tú fueras algún putero o algo por el estilo, pero yo no. - Giulietta se sentía muy ofendida, además, le había pillado por sorpresa. Se dio media vuelta y camino hacia el interior del castillo. - Si estas atado a este castillo aquí permanecerás hasta que vuelva. - Dijo seriamente mientras se adentraba en el edificio.

- Hey hey hey! -Vlad marchó a paso ligero, todo lo que los zapatos de tacón le permitían, tras Giulietta. - Oye, no te pongas así, era una broma ¿vale? - el bamboleo de sus pechos al paso ligero le resultaba cada vez más incomodo. - Es decir, las referencias a que estoy aquí encerrado son hirientes, intencionadas o no. No digo que lo hicieras a posta, ni mucho menos. Simplemente he hecho un comentario. - Reflexionó sobre lo que acababa de decir. - No es que piense que estar aquí sea malo. Joder, al contrario, estoy como un rey, fantasma, pero rey, al fin y al cabo. Pero... - Se paró en seco. La cainita no parecía oír lo que decía. - Ooh, venga ya, Giu, por favor. ¿Estás oyendo algo de lo que te digo? - utilizó el tono más tranquilo y conciliador que pudo. No quería que pensara que estaba enfadado. Solo algo irritado. Y quería desenfadarla a ella.

Giulietta caminaba con paso firme, oía los torpes pasos y las palabras de Vladimir no pudieron evitar una ligera sonrisa, pero al encontrarse de espaldas al cainita este no pudo percibirlo. Cuando Vlad le pregunto si le estaba escuchando, la lasombra se limito a levantar una mano.

- No tardare. - Dijo en tono serio, y aunque no estaba enfadada intento simularlo.

- Owww... joder... - Vlad recordó porque las chicas no solían durarle más de una noche... - Huh, bien, haz lo que veas, - dijo mientras Giulietta se ponía las gafas de sol. - Supongo que la opinión de un lastimoso ser incorpóreo no cuenta, ¿verdad? - dijo en el tono mas melodramático burlesco, si estaba enfadada bien, si no pues también.

La empatía que le quedaba de sus días de andar hurgando en los cocos de la gente, de forma distinta a como lo hacía ahora, le decía que no era grave.

- Bien, veré que puedo hacer por aquí. Adioos cariñoooo, pasalo bieeen - dijo desde la puerta, con sorna.

Una vez cerrada la puerta, comenzó a hablar solo.


Una vez fuera del castillo Giulietta subió al coche y se condujo hasta la zona de marcha. Enfundada en una gabardina hasta los tobillos merodeaba por la zona, ningún pub le parecía el apropiado para lo que andaba buscando, además, en casi todos había demasiada gente, sudando, con mucho ruido... qué asco, aun así entró, solo allí podría encontrar lo que buscaba.

Se paseo entre la gente sopesando a cada hombre con el que se cruzaba, hasta que vio a un joven candidato, un chaval de unos 25 años, moreno de pelo corto y ojos castaños y un cuerpo bastante atlético. Giulietta se acerco a él y simplemente dijo una cosa.

- Espérame fuera. El joven, dominado por la lasombra, obedeció sin inmutarse y salió del local. Es increíble, los jóvenes de hoy en día no tienen fuerza de voluntad ninguna, son como marionetas.

Continuo dando vueltas, hasta que lo vio, era un hombre muy atractivo de unos 26 o 27 años, alto, fuerte, pelo rubio con melena, ojos claros y mirada profunda, unos labios bien perfilados y un culo que campeonato dicho sea de paso, seguro que sería el típico buscón o cabeza hueca, pero eso era lo de menos, lo que Giulietta buscaba era una carcasa, un contenedor, un envase bonito para Vladimir.

Sin dudarlo se acerco a él, estaba bailando con una joven, Giulietta se puso entre ambos y miro al joven fijamente.

- Sígueme.

La joven que bailaba con el elegido dio un empujón a la cainita y profirió el típico grito de novia indignada, a lo que Giulietta respondió con un fuerte empujón que la desplazó un par de metros haciendo que se golpeara con una columna, nada grave; ante la atónita mirada de algunos Giulietta salió del local seguida del joven. El resto de humanos pensó que se trataba de alguna de las distintas escenitas de celos e infidelidad que se veían a diario y en seguida le quitaron importancia.

Una vez fuera, el joven moreno esperaba a Giulietta.

- ¿Aun estas aquí? Vete. - No le necesitaba, ya había encontrado lo que buscaba, y aunque el trato había sido que llevaría varios cuerpos para que Vlad escogiera, cambio de idea, solo podría escoger a este.


Mientras Vladimir hablaba consigo mismo en el castillo. ¿Y ahora que hacemos contigo Carla? Creo que te devolveré a tu celda/cuarto/lo que sea. No estás mal, pero aparte de para el sexo, te veo poco útil como anfitriona... ¿cómo puedes dormir con ESTAS cosas? - dijo resituando los pechos en el vestido, que iban algo descolocados tras la mini-cabalgata.

Se quitó los zapatos de tacón para andar más cómodo, y al darse la vuelta, se encontró cara a cara con Dorian.

Dorian hacia escasos minutos que se había levantado de su merecida siesta, cuando iba de camino a la cocina a por algo de comer se encontró de frente con alguien que le resultaba familiar llevándose un pequeño sobresalto.

- ¡Joder!

Le sonaba mucho aquella chica, hasta que por fin despertó no se dio cuenta de quién era, a pesar de que no estaba seguro de cuál era su nombre.

- ¡Ey!, ¿qué haces aquí? deberías estar en el sótano ¿cómo demonios has salido?

Dijo el joven en un tono serio y autoritario.

- Hombre, Dorian ¿que tal? - dio una palmada en el hombro del joven, de forma distraída.

De repente se dio cuenta. Ostia puta, este tío no sabe nada, a ver como ostias se lo explico yo...

- A ver, es muy sencillo, de primeras es poco probable que me creas, pero, ahí va: Yo, soy, Vlad

Dijo de forma lenta y pausada. Cuando terminó, sonrió.

Dorian se que un poco extrañado.

- ¿Cómo? ¿Vlad? ¿De que estás hablando?

Cogió a Vlad del brazo y fue tirando de él hacia el sótano.

- Es una pena que una chica tan guapa haya acabado tan loca... - Dijo Dorian en voz baja para sí mismo.

Vlad se fue agarrando donde pudo, pero la fuerza del hombre no le permitía hacer mucho.

- En fin, tu lo has querido- le dijo

Abandonó entonces el cuerpo de Carla, que quedó inconsciente, y se metió en la cabeza de Dorian. Le costaba, dado el cansancio y que no estaba acostumbrado a él, pero hizo lo que pudo.

- Cu-cu, ahora estoy aquí, dentro de tu cabeza... soy Vlaaad

Dorian notaba una extraña presión en las sienes, se llevo las manos a la cabeza mientras veía como el cuerpo de la joven caía inconsciente.

- Arrrrrrrrrgggggggggggg - Dorian no sabía qué hacer, no era la primera vez que jugaban con su mente, pero si era la primera que lo hacían estando él plenamente consciente.

- Tranquilo chaval, durará solo un segundo. - procuró no ser violento para no hacer daño al muchacho. - Mira, en resumidas cuentas, morí, volví en forma de fantasma y ahora ando poseyendo cuerpos. Pregúntale los detalles a Giulietta ¿vale? Ahora, te rogaría que llevaras a Carla a su lugar, pero por favor, trátala bien, ella es, especial.

Dorian realmente parecía estar sufriendo, era un sujeto bastante susceptible a todo lo relacionado con las disciplinas mentales, de hecho, rara vez había sido dominado o presenciado, solo por Giulietta para "amaestrarle" cuando entró a sus servicios, pero siempre era un joven diligente y eficaz, por lo que no hacía falta la dominación.

- Vale, te creo, pero por favor, ¡sal! - El joven estaba doblado y casi de rodillas en el suelo.

- Ok, lo siento por el dolor, pero creo que no había otra manera. Saldré ahora, si quieres decirme algo, lo oiré

Acto seguido, abandono el cuerpo del joven.

Dorian respiro aliviado, noto como si un gran peso desapareciera. Estaba un poco asustado, era la primera vez que le pasaba algo similar. Una vez se hubo recuperado cogió en brazos el cuerpo de Carla y lo llevo a una de las habitaciones del ala izquierda del castillo, allí la acostó y dejo recuperarse en la oscuridad.

Vlad se marchó al despacho de Giulietta.

Como bien pudo, ya que eso de tomar objetos materiales todavía le costaba, escribió la siguiente nota:

Soy Vlad. Explicar Dorian. Cuidar Carla


La letra no era mejor que la de un niño de párvulos con Parkinson, pero se entendía.

Tras esto, y terriblemente cansado, se marcho dormitar fantasmagóricamente en algún rincón, a esperar la llegada de Giulietta.


Giulietta entró en el castillo seguida del joven cuyo nombre desconocía, aunque tampoco tenia interés alguno en saber cómo se llamaba, dejo las gafas en la entrada y se dirigió a su despacho, encontrando de camino a un azorado Dorian.

- ¡Giulietta! ¡Giulietta! - el humano corría hacia ella.

- ¿Qué ocurre? - Dijo un tanto preocupada la mujer.

- Vladimir, ha vuelto, ocupo el cuerpo de una chica del rebaño, luego la dejo y me hablo en la mente, no sé donde está ahora, debe andar suelto por el castillo... - dijo el joven mirando a su alrededor.

- Tranquilo Dorian, estoy al corriente, de hecho lleva ya un par de días rondando por aquí, primero poseyó a Ambrosio para comunicarse conmigo, y luego le cedí temporalmente el cuerpo de Carla. La próxima vez que le veas probablemente porte este cuerpo dijo señalando al joven que la acompañaba, así que no te asustes, porque probablemente le veas mucho por el castillo, no puede salir de él.

- Entiendo... - el joven estaba ya mucho más tranquilo. - ¿Pero porque no me lo dijiste antes?

- No tuve oportunidad. Ahora continúa con tus quehaceres.

Giulietta entró en su despacho y vio la nota del escritorio.

- ¿Estas aquí Vladimir? - Preguntó, no obtuvo respuesta.

Había pasado mucho tiempo fuera, entre su paseo por el pinar y la búsqueda de cuerpo casi no se había dado cuenta de que la noche había llegado a su fin, así que cogió papel y escribió:

Para Vladimir

Con un imperdible engancho el papel a la ropa del joven y le dio una orden.

- No salgas de la habitación.

Sin más, le cainita se retiro a sus aposentos y descansó hasta la noche siguiente.