sábado, 28 de enero de 2006

It wasn't the end, my friend... La vuelta de Vladimir

Vlad había recorrido el castillo de arriba a abajo, había visto el sótano, y lo que vio le resultó desagradable, solo en parte. Casualmente, cuando Giulietta hacia uso de esas instalaciones, le parecía más interesante, casi ameno, y...excitante en cierto modo.

Sus avances con Ambrosio eran espectaculares. Había conseguido hablar a través de él, durante pequeños instantes al principio, después durante más tiempo. Y mover su cuerpo a su voluntad, cual marioneta. Para disimular, durante esos periodos de tiempo, realizaba las acciones que el humano solía realizar normalmente. Ya llegaba a estar incluso horas dentro de él sin problemas. Sin embargo notaba que Ambrosio sabía que algo le pasaba, y su salud mental se estaba resintiendo.

Un día, pensó que ya estaba suficientemente preparado, y que Ambrosio no necesitaba más incertidumbre.

- Ambrosio. - llamó, dentro de su cabeza.

- ¿Amo, eres tú? - dijo en voz alta. Se llevó una mano a la boca, alarmado.

- Si, no hace falta que hables, solo piensa lo que quieras decir. No sé cuánto te costará creerlo. Pero mi baño de sol no fue el final. Te lo mostraré, para que me creas.

Proyectó en la mente de Ambrosio imágenes de su muerte. Se estremeció. También usó antiguos recuerdos, que sabía que el Ghoul reconocería como de su amo.

- Lo intuía señor. Durante bastante tiempo, noté una presencia familiar en este lugar, y a veces, perdía la noción de mi mismo, como dominado desde fuera. Eso, junto a lo que usted fue en vida, me daba mucho que pensar sobre su verdadero destino.

- Eres perspicaz Ambrosio, te estoy muy agradecido, por tu fe. Dime ¿te tratan bien?

- Bueno, les soy un poco indiferente. No hago aquí mucho más de lo que hacía antes. Supongo que me respetan por ser parte de vuestro legado.

- Bien está si es así. Necesito pedirte algo.

- Lo que dispongáis, señor...

- Quiero que te dejes llevar, voy a poseerte. Necesito hablar con Giulietta, y de momento, hasta que mejore mi técnica, deberé usarte como vehículo en el mundo terrenal. No sé qué consecuencias podría acarrearte esto, pero te lo pido como tu Señor que soy.

- Sabéis que disponéis de mi vida si fuera necesario, señor. Haced de mí lo que gustéis.

- Gracias Ambrosio, ahora y siempre.

Tocó las cuerdas necesarias en la mente de Ambrosio, que dolorido, cayó al suelo, gritando levemente. Se retorció con los ojos en blanco durante unos instantes. Y paró.

Abrió los ojos.

- Es bueno volver a sentir un cuerpo...

Se levantó y estiró el traje, y se encaminó a las dependencias de Giulietta.

Giulietta estaba en su despacho, como casi siempre, sentada en uno de los sofás leyendo una novela histórica de un autor actual y riendo de las incoherencias de la misma, ya que por experiencia propia o por la de vampiros cercanos sabía a ciencia cierta que muchos acontecimientos no ocurrieron como estaba escrito.

Así estaba la lasombra, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor, de hecho prácticamente había olvidado el incidente ocurrido semanas antes, al no volverse a repetir lo achacó a una mala jugada de su mente.

Vlad, en el cuerpo de Ambrosio, tocó a la puerta, y sin esperar el permiso de la cainita, entró:

- Hola, Giulietta.

Pese a que la voz que sonaba era la de Ambrosio, el tono, y los gestos, eran los de Vladimir.

Estaba de pie, mirándola, con las manos en la espalda.

Quería saber cómo reaccionaría la cainita, aunque en cierto modo suponía como sería.

Giulietta pareció sorprendida ante la brusca entrada del mayordomo.

- ¿Ocurre algo Ambrosio? Espero que así sea, porque no es correcto entrar de esa forma en mi despacho y no es propio de ti hablarme de ese modo.

Giulietta seguía recostada en su sofá, casi no se había movido y apenas levanto la mirada del libro cuando se dirigió a Ambrosio.

Ambrosio/Vlad sonrió. Se acercó a la cainita. La miró de arriba a abajo. Conforme se acercó, ella le miró, ligeramente sorprendida por el descaro del humano.

Tomó una de las sillas cercanas y la puso cerca de donde estaba la vampiresa. Se sentó como Vlad hacía en vida, sonrió como solía hacer en vida, y la miró a los ojos como solía hacerlo en vida.

- Parece mentira que ya no me recuerdes... - Su tono de voz esta vez fue distinto, más cercano al de Vlad.

Por un momento Giulietta enmudeció, si aun tuviera vida se le hubiera cortado la respiración de golpe. Es imposible... esta muerto... ¡yo le vi morir!.... Segundos después la mujer procuro recuperar la compostura y hacer como si nada hubiera pasado, al parecer lo ocurrido aun no la había abandonado del todo. Cerró el libro y se incorporo en el sofá mirando muy seriamente a los ojos de Ambrosio, aunque no podía evitar cierta duda en su mirada.

- Ambrosio, no sé de qué estás hablando, esto no tiene ninguna gracia, como no pares tendré que tomar medidas al respecto...

Vlad rió a carcajadas al ver la reacción de la mujer.

- Giu, cariño, soy yo, tranquila, Vlad. Morí achicharrado, y volví, en forma de espectro, ¿recuerdas aquel día de las voces en tu cabeza y el frio estremecedor, en tu despacho? Era yo...

La cara de la mujer era un poema.

- Si, era, y soy, yo, ahora estoy poseyendo el cuerpo de Ambrosio para comunicarme contigo. Créelo o no, pero es la verdad.

Giulietta estaba perpleja, anonadada... muy lentamente se puso en pie en frente del cuerpo de Ambrosio dejando caer el libro a sus pies inconscientemente.

La mujer intentaba hablar pero era incapaz de articular palabra no es posible...

Estaba en pie aunque no estaba muy claro como podía sostenerse porque en aquellos instantes parecía que toda fuerza había huido de su cuerpo.

- Vladimir... acertó a decir en un suave susurro.

Se puso en pie y la cogió firme pero suavemente de los brazos, llevándola hasta el sofá para que se volviera a tumbar

- Tranquila...

Después, tomó el libro del suelo, lo cerró, miró la portada y lo dejó encima de la mesa cercana.

- Bien... ¿qué tal te trata tu nuevo cargo?

Dijo, mirándola a los ojos y esbozando una gran sonrisa.

Giulietta empezaba a reaccionar aunque aun no era del todo consciente de lo que estaba sucediendo. Se dejo tumbar en el sofá y espero unos segundos antes de hablar.

- Bien, bien... - Dijo mirando al infinito, de repente, como una sacudida volvió a ser plenamente consciente, se incorporo de repente y se dirigió a Vladimir.

- ¿Estas de coña? ¡Yo te vi morir! y ahora... ahora estas aquí, has poseído a Ambrosio ¡¿y lo único que se te ocurre es preguntarme qué tal me va en el cargo?!

La lasombra estaba casi gritando, no de enfado, sino más bien de sorpresa.

Vlad estaba algo decepcionado.

- ¿Y... que esperabas? - preguntó sorprendido - Hubiera estado bien algo más de entusiasmo al verme de nuevo... ¿no me has echado de menos?

El rostro de Ambrosio se enfurruño como el de un niño pequeño. Giulietta se encorvo un poco y suspiro.

- Supongo que tienes razón, aunque tienes que entender que todo esto es muy extraño.

Cogió la mano de Ambrosio.

- Yo te vi morir... y ahora estas aquí, no has obtenido descanso eterno, si no que has vuelto ocupando el cuerpo de un humano... hay tantas cosas que quisiera preguntarte... aunque tal vez no sea el momento...

Giulietta sonrió y miro fijamente a los ojos de Ambrosio, donde ahora veía algo que nunca había visto en aquellos ojos, ahora realmente creía que Vladimir estaba dentro, era su mirada y no la del viejo mayordomo la que veía.

Acercó la silla al sofá y sentado, se inclino, acercándose a la cainita. Pasó una mano por su rostro dulce y suavemente.

- Caprichosa chiquilla, casi te matas... - Dejó su mano allí, para que notara la calidez del contacto humano. - No es precisamente una reencarnación, pero de momento sirve. Lamento haberte asustado, pero supongo que era algo inevitable - sonrió . - Preguntas... tenemos tantas... creo que podría contestar algunas... y quizás me lleven a las preguntas que busco responder.

Aquella calidez embriagaba a Giulietta, hace mucho, demasiado, que no sentía algo así, estaba a gusto.

- Uno tiene que luchar por lo que quiere, ¿no? pues yo no quería que murieras, eso fue todo. - La lasombra sonrió ante la última afirmación de Vladimir. - Je, ¿el espíritu sin descanso de un malkavian? lo raro sería que no me hubieras asustado, y pensándolo mejor hasta me extraña que no intentaras mover objetos a lo poltergeist, jajajaja.

La cainita se puso seria de nuevo y miro le miro fijamente.

- Dime, ¿Porque has vuelto?

Ni siquiera Vlad tenía respuesta para eso...

-Errr, no lo sé. El caso es que morí, alcancé la paz, y sin darme cuenta, voilà. Despierto como un espectro.

Se sentó en el sofá, junto a la cainita.

- Así que supongo que tan en paz no debía estar. ¿Qué me dejo sin hacer? No lo sé. ¿Quizás el que alguien no quisiera que yo muriera por tener algún "plan" para mí influyo en esto? - dijo mirándola - Pues tampoco lo sé...

Se giro para encarar a la cainita y sus ojos.

- Así que como tú, tengo muchas respuestas por averiguar. Sigue haciendo tus preguntas, quizás me desvelen partes del camino que no conozco.

Su mirada invitaba a la cainita a seguir.

Giulietta se giro hacia Vladimir emocionada no todos los días una puede interrogar a un espectro.

- Dime ¿te dolió? sé que es una pregunta tonta, pero te estabas abrasando vivo... y creo recordar... que no te oí gritar. Dices que alcanzaste la paz... ¿como estas tan seguro? ¿Cómo es? ¿Qué hay? ¿Hay una luz blanca y una voz que te llama?

- ¿Doler? No, solo la primera vez me dolió. Esa vez estaba muy concienciado, y para cuando quise darme cuenta, ya había ardido, jejeje. Eso sí, el despertar es doloroso, pero en el alma. Y frustrante, muy frustrante...

Se acercó ligeramente a la cainita, su hombro pegado al de ella.

- La paz... bueno, en aquel momento, me sentía en paz, tranquilo como nunca. ¿Voces y luces? La luz del sol es suficientemente blanca, y mis gritos no me dejaron oír voz alguna jeje

Se sentía bien, o demasiado cínico, no sabía. Estaba quitando hierro a su propia muerte. Si algo no cambiaba, era su locura...

El rostro de Giulietta se entristeció levemente.

- Parece que lo que te llevo al suicidio - dijo refiriéndose a la locura -no te ha abandonado...

De repente Giulietta pareció extrañada, había oído por segunda vez las palabras de Vlad.

- ¿Primera vez? Insinúas que ese amanecer de hace unas semanas... el que yo presencie... ¿no era tu primer amanecer como vampiro?

- No, digo que solo me dolió morir la primera vez. La puta que me vampirizó no fue nada delicada a la hora de buscar donde morder para dejarme seco... - Se sintió algo violento al tratar ese sórdido tema. - Ehem... disculpa, no me corto nada para estas cosas.

Giulietta asintió.

- Tranquilo, creo que después de lo visto desde que te conozco poco me puede sorprender ya - la cainita sonrió con dulzura, - supongo que no todos tuvimos la misma suerte en la primera muerte... - La mujer intento volver al tema anterior. - Bueno, ¿qué se siente portando otra vez un cuerpo humano? ¿Que será ahora del viejo Ambrosio? ¿Esta ahí dentro contigo?

- Si si, no creo que nada te sorprenda... he visto el chiringuito que Dorian y tú tenéis montado en el sótano... ¡BUF! Os va lo duro eh? No se puede decir que os lo montéis malamente,...

Rio a carcajadas. Cuando terminó:

- No sé, no puedo tomar siempre el cuerpo de Ambrosio, su mente sufre, y yo me canso, así que tendré que volver a ser espectro durante un tiempo y dejarlo descansar. Aunque no sé si esto es nocivo para su organismo en forma alguna, con el tiempo se verá.

La lasombra abrió desmesuradamente los ojos.

- ¿Qué? ¿Te parece bonito? Así que a eso te has estado dedicando desde la noche en la que te divertiste asustándome hasta hoy... a cotillear... en fin, supongo que un fantasmico sepa lo que pueda haber ahí abajo no me debería preocupar - guiño un ojo. - En cuanto a un cuerpo... no sé, dices que te resulta cansado tener tanto tiempo dominado a Ambrosio, supongo que por la resistencia natural que opone su mente... tal vez yo pudiera conseguirte un nuevo cuerpo cuya mente estuviera tan minada que no te costara trabajo alguno hacerte con el... si, una mente sin voluntad... eso es fácil para mí, aunque lleva su tiempo, claro.

- Bueno, el aburrimiento de lo inmaterial es, soporífero...aunque, ahora soy algo más que un fantasma hehehe, quizás debiera preocuparte algo mas. - Una sonrisa de sátiro inundó su cara. - Lo del cuerpo sería un favor, pero no es solo por su resistencia mental, creo que el ocupar un cuerpo destruye al huésped. - Dijo, con un hilo de sangre manando de su nariz... chupó la sangre, mirando a los ojos de la cainita. - Aun así, mira a ver que me puedes conseguir.

La lasombra no puedo evitar una leve carcajada.

- ¿Preocuparme por un vampiro loco que ocupa el cuerpo de un anciano mortal? que gracioso y le dio un golpecito en el hombro. En cuanto al cuerpo, no hay problema, porque el que te consiga... bueno, el huésped es lo de menos, que muera. Ahora un par de preguntas: ¿quieres un humano o un cainita? ¿Alguna preferencia sobre el físico del susodicho? o susodicha...

- No no, que esté vivo y en plenas facultades. Su alma me sirve como puerta de enlace para dominar el cuerpo. Si está muerto, o vegetal, no me sirve, sería como meterme en un tarro - Esnifó la sangre que quedaba. - Hmmm, no sé... mientras no tengan defectos limitadores tanto a nivel físico como psíquicos, me vale. A ver que me puedes conseguir. Ya después me iré poniendo sofisticado según se me vayan muriendo. Y mejor un humano... y... hmmm sería divertido tener tetas. -dijo tocándose unos pechos inexistentes con cara lasciva y mirando a los de Giulietta.

Ahora sí que no se podía aguantar mas...

- Jajajajajajajajaja ¿quieres ser unA humanA? jajajajajaja dios mío, te imagino con tu nuevo cuerpo tocándote delante de un espejo.... jajajajajajaja

- Y deberías reconocer que te pone... - pellizco suavemente el flanco de la cainita.

Giulietta intento serenarse.

- En fin, ¿vas a ir vagando de cuerpo en cuerpo? ¿Porque no quedarte con uno definitivamente?

- No sé, en cierto modo creo que poder andar de un cuerpo a otro está bien de momento. La única pega es que no puedo salir del castillo, que típico fantasma de castillo soy ¿verdad? - Gesticulo dramáticamente. - El caso, es que todavía llevo la L verde en la espalda en esto de las posesiones, así que bueno, iremos en plan ensayo error ¿vale?

Giulietta encontraba todo aquello muy gracioso. Aunque en el fondo le alegraba "ver" nuevamente a Vladimir, aunque no en carne y hueso, al fin y al cabo solo con el habia congeniado de toda la ciudad.

- Bueno, si lo que quieres es un cuerpo de mujer, lo tendrás. Dame un par de minutos.

Giulietta se puso en pie y salio de la estancia pensando en lo alegre que notaba a Vlad, nunca fue nadie especialmente triste, pero ahora esa sombra que a veces le cubria habia desaparecido por completo.

Al rato la lasombra volvio con una hermosa rubia de la mano, una joven de voluminosos pechos. Ambas pararon ante Vladimir, y Giulietta miro seriamente a los ojos de la joven.

- No opongas resistencia.

Dominar a la joven habia sido muy facil, puesto que era algo que ya habia hecho muchas veces y su mente parecia un queso grullere.

- Toda tuya Vladimir, tal vez te sea familiar, ¿recuerdas a Gabriela? esa familia merece la denominacion de origen... - Giulietta sonrio con malicia y dejo a la joven justo en frente suya, muy cerca.

- De acuerdo, dame un segundo

El cuerpo de Ambrosio se recostó en el sofá, y cerró los ojos. Poco después, la temperatura de la habitación bajó sensiblemente, pudo notarse en la piel de la humana, que se puso de gallina. La ropa que llevaba también notó el frio.

Entrar en la mente de la humana fue sencillo, apenas un reto. Pero lo que había dentro no le terminaba de gustar. Era una mente maltratada, demasiado. Seguramente podría parecerse a la suya cuando era vampiro, si es que una comparación así podía hacerse.

- Hola de nuevo, Giulietta - dijo con una voz suave, y sedosa, mirando a los ojos de la cainita como sabía hacer. Se acercó a ella, puso sus manos en los hombros de la vampiresa. Y la besó suavemente en los labios.

Pensó para sí mismo que este cuerpo sería divertido mientras le durara.

Giulietta observo con curiosidad la escena. Y miro perpleja como de repente el cuerpo de la joven se llenaba nuevamente de vida.

- Hola... - Cuando sintió los labios de la joven contra los suyos abrió los ojos desmesuradamente, no era la primera vez que besaba o era besada por una humana, pero no era una cualquiera, era Vladimir quien estaba dentro de la joven...

Giulietta alejo su rostro del de la joven, pero no su cuerpo.

- ¿Qué haces? - Preguntó un tango sorprendida, aunque no enfadada.

Los ojos de Vlad se convirtieron en dos rendijas que miraban a Giulietta con dulzura. En un susurro dijo:

- Algo que no me atreví a hacer en la no-vida, quizás porque no sabía si era realmente eso lo que quería. Supongo que el desprenderme de mi viejo bagaje mental, y un poco por 'morbo' de esta situación me han dado un empujoncito - terminó la frase mordiéndose ligeramente el labio inferior.

Sus ojos imploraban aceptación, aunque sabía que quizás no la conseguiría. Sus manos apretaron los hombros de la cainita suavemente, y una de ellas se deslizo por su brazo.

Aguardaba su respuesta.

La lasombra parecía un tanto descolocada, su ex-jefe acababa de besarla a través del cuerpo de una mortal de su rebaño... eso después de enterarse de que su muerte al amanecer no fue la definitiva, que llevaba semanas rondando por el castillo sin ella saberlo... sintió de golpe una bocanada de aire fresco... estaba siendo una noche de lo más extraña, así que... ¿porque no?, en circunstancias normales no estaba segura de que hubiera hecho, pero esta noche se salía de lo común, además, aunque intentaba ocultarlo, sentía una gran alegría de volver a "ver" a Vladimir, tenerle cerca de nuevo, le daba cierta seguridad en aquella inhóspita ciudad, por lo que decidió seguir adelante.

Giulietta sonrió con dulzura y sensualidad:

- ¿En serio? - dijo con voz melosa mientras acercaba nuevamente su boca a la de la joven para besarla, atrayendo su cuerpo hacia sí, sentía su corazón palpitar.

Su corazón mortal se aceleraba, era maravilloso volver a sentir la vida fluir por su cuerpo. Notó como el cuerpo de mujer respondía al estimulo de la cainita, y aquello le excitó aun más.

Respondió al beso de forma delicada, posando más besos pequeños y rápidos en los labios y las comisuras de la cainita.

- Piensa... - dijo entre jadeos, mientras sus manos acariciaban el cuello, la espalda y los brazos de la cainita. - ...la de posibilidades que nos da esta habilidad mía. - siguió besando el cuello de la mujer, su nivel de excitación se encontraba por las nubes, había demasiada TSNR (Tensión Sexual No Resuelta, como Mulder y Scully) entre ambos, y le estaban dando salida de una forma muy excitante, al menos para Vlad, nunca había hecho un trio.

La lasombra casi había olvidado aquellas sensaciones, desde su muerte había tenido relaciones con otros humanos, aunque ninguna como aquella, al fin y cabo el cuerpo de aquellos humanos no estaba habitado por un vampiro... y aunque así hubiera sido ningún vampiro, tampoco era un cainita cualquiera... era Vladimir... ¿sentía algo por él? no estaba del todo segura, aunque en aquellos instantes iba a disfrutar del momento y olvidarse de todo lo demás.

Si Vlad quería un cuerpo de mujer iba a enseñarle exactamente lo que con el podía sentir...

La cainita se dejo llevar, hecho la cabeza a un lado mientras Vlad le besaba el cuello, en ese momento se dio cuenta del estado del pobre Ambrosio, cogió a la mujer por la cintura y la separo ligeramente, saco una llave de su bolsillo.

- Según subes las escaleras, en el ala derecha, la ultima puerta, esta es la llave. Cogió su mano y deposito la llave en ella. Espérame allí, es tu primera vez como mujer, así que ¿quién mejor que yo para demostrarte todo lo que ese cuerpo esconde? - esto último lo dijo con una sensual voz al oído de la mujer.

La cogió de la mano y ando hacia la entrada del despacho, rozo sus labios contra los de ella y abrió la puerta.

- No tardare... - y miro a las escaleras.

Mientras Vlad subía las escaleras lentamente Giulietta fue por uno de los pasillos del primer piso en busca de Dorian, quien se encontraba sentado frente a la televisión.

- Dorian, ve a mi despacho, Ambrosio se ha desfallecido, llévale a su cuarto - el cual estaba en el ala izquierda del castillo, lejos de la habitación a la que ella se dirigía ahora - y quédate con él, tengo algo muy importante que hacer ahora.

Sin mediar palabra el joven apago la televisión y fue al despacho en busca del mayordomo.

Giulietta volvió a las escaleras, mientras subía pensaba y se regocijaba en lo que ahora iba a suceder y en cómo iba a hacer disfrutar a Vladimir, el de Carla (el nombre del cuerpo que ahora ocupaba Vlad) era un cuerpo que conocía de sobra, sabia donde encontrar en el todo lo que buscaba.

Al llegar arriba entro en una de las habitaciones contiguas, dejo la ropa que llevaba puesta sobre una silla y se soltó el pelo. Giulietta nunca fue la más hermosa, pero sí de las que más llamaba la atención, un pálido cuerpo lleno de curvas y unos firmes y redondos pechos, no muy grandes, pero atrayentes.

Salió desnuda de la habitación y se situó ante la puerta del final del pasillo, unas sombras se situaron a su alrededor tapando partes de su cuerpo y dejando otras al descubierto, concentro su sangre con algo de esfuerzo y consiguió dar un tacto algo mas cálido a su piel. Giro el pomo y entró en la habitación.


Era una sala amplia y sencilla, con varios candelabros encendidos, un hermoso espejo de cuerpo entero y un tocador y al fondo una cama con sabanas de raso blanco con dosel donde esperaba Carla.

Vlad obedeció a Giulietta, y fue a la habitación. Una vez estuvo allí, se sentó en la cama.

Todavía estaba excitado con todo aquello, y pensó que todavía no había explorado a fondo su propio cuerpo. Comenzó sopesando sus pechos. Eran grandes y firmes. Los acarició. Su mente de hombre se excitó al hacerlo, pero su cuerpo de mujer no tanto. Aquella dualidad resultaba a la vez chocante y graciosa. Siguió frotándose uno de los pezones, mientras su otra mano descendió por su vientre. Acarició uno de sus muslos, la cara interna, y la dirigió hacia ahí.

Comenzó a tocarse, pero la sensación no fue agradable. Necesitaba más humedad. Se chupó un dedo, y en ese momento entro Giulietta.

Dejó lo que estaba haciendo. Se sintió extrañamente avergonzado. Notó como se ponía colorado. La experiencia previa de ese cuerpo estaba haciendo de las suyas. Sin embargo, le gustaba.

Miró a Giulietta sonriendo inocentemente. Estaba algo cortado.

Giulietta cerró la puerta tras de sí, totalmente desnuda andaba lentamente por el suelo de madera sin hacer el menor ruido. Al ver lo que Vlad se traía entre manos con su nuevo cuerpo sonrió de forma lasciva.

- Deja que te eche un mano con eso...

Se acerco a la cama donde Vladimir estaba sentado, le cogió de la mano y le puso en pie, le llevo por la habitación hasta colocarle ante el precioso espejo, en el que solo su figura estaba reflejada, a pesar de que la lasombra también estaba frente a él.

Lentamente, como un depredador observando a su presa, Giulietta giro a su alrededor, hasta ponerse a su espalda, apoyo sus manos en los hombros de la mujer y con un rápido movimiento le bajo el vestido, dejando el cuerpo de Carla tan desnudo como el suyo propio.

Carla era una hermosa joven de ojos claros y cabello rubio, constitución mas robusta que la de Giulietta, algo mas alta, pechos más voluminosos y caderas más anchas, aunque en aquellos momentos, posiblemente debido a la timidez parecía que se iba a romper en cualquier momento.

- Relájate... - Giulietta hablaba a Vlad a través del oído de Carla, su voz sonaba más sensual que nunca - esto no ha hecho más que empezar... - comenzó a mordisquear el lóbulo de su oreja.

La lasombra, desde la espalda atrajo el cuerpo de la joven hacia el suyo, Vlad podía sentir como el frio cuerpo de la cainita tomaba un poco de calor gracias al poder de su sangre. Comenzó a besar y lamer su cuello, reprimiendo unas intensas ganas de morderlo, a la vez que con suavidad agarraba los pechos de la joven y los acariciaba.

Vlad se veía a sí mismo reflejado en el espejo, veía como sus pechos se movían aparentemente solos, hasta que al bajar la mirada observaba como una pálida mano los mesaba y pellizcaba sus pezones erectos por la excitación.

Una de las manos que hasta ahora se había concentrado en su busto comenzó a bajar sinuosamente, primero el vientre, los muslos... hasta llegar al pequeño nido de vello bajo el que se encontraba su sexo. Leves caricias por fuera hacían estremecerse el cuerpo humano de Vladimir. Habilidosamente, la cainita introdujo su mano entre las piernas del vástago, por la humedad notaba que aquello le estaba gustando, así que con cuidado empezó a juguetear su cuerpo.

Vlad se dio cuenta de que la visión de Giulietta desnuda era algo que esperaba más tiempo del que él mismo quería admitir. Su blanquísima piel, algo más rosada en torno a sus pequeños pezones, en contraste con su oscuro cabello, y las llamaradas verdes de sus ojos le dejaron extasiado.

Tan embobado estaba que apenas opuso resistencia cuando la mujer le cogió y manejó de un lado a otro, hasta encontrarse desnudo frente al espejo. Admiró la voluptuosidad de su nuevo cuerpo, y pensó que si fuera un hombre, ya tendría problemas de alojamiento en los pantalones. Pero no era el caso, y la novedad, junto con la excitación, le dejaban paralizado, sin saber muy bien qué hacer.

Pero Giulietta no parecía tener problemas en hacer de guía. Más bien disfrutaba. No pudo evitar gemir cuando la cainita mordió su oreja y sintió el calor en su espalda, no se lo esperaba. Cuando notó sus manos sobre sus pechos, llevó las suyas sobre las de la cainita, apretándolas, y haciendo presión con ella, al ritmo que ella marcaba. Jadeaba ocasionalmente, y notó como se humedecía. La dejaría hacer, cerró los ojos no podía resistirse.

Pasó una mano hacia atrás para acariciar la cabeza de la mujer. Sus dedos se perdieron en su negro cabello. Ansiaba sentir eso en su mano, según se dio cuenta, desde hacía mucho tiempo. Demasiado tiempo se había conformado con mirar sus ojos centelleantes, y solo eso. Notó su mano bajar por su vientre, y se estremeció de excitación y nerviosismo, por la novedad. La sensación de un corazón latiendo desbocado en su pecho le excitó más aún, y cuando notó que la mujer tocaba sus labios, gimió su nombre.

- ...Oh...Giulietta...

Giulietta realmente estaba disfrutando con aquello, ahora mismo Vlad era como una virgen descubriendo el maravilloso mundo del sexo, y era ella quien le estaba guiando.

El oír gemir a Vladimir era música para sus oídos. Mientras seguía acariciando suavemente el clítoris de Carla la lasombra se puso ante ella, quería ver el placer en su cara, con la mano que tenia libre sujeto a la joven del pelo y comenzó a darle pequeños mordiscos y besos alternando el cuello con la boca.

No sabía porque, pero Giulietta quería oír a Vladimir, quería hacerle gritar de placer, y parecía que lo estaba consiguiendo, paulatinamente aumento la velocidad de movimiento y presión de la mano que acariciaba su entrepierna, consiguiendo con ello pequeños espasmos en el cuerpo de Carla que excitaban mas y mas a la cainita. La lasombra sabía lo que estaba a punto de suceder, poso sus labios sobre los de Carla y se fundió con ella en un profundo beso, acto seguido un suave pero profundo gemido de Vladimir, que había tenido un orgasmo.

- Giulietta... - Vladimir paso sus brazos sobre los hombros de la cainita dándole un tierno abrazo, le temblaban las piernas de placer y apenas podía mantenerse en pie. Giulietta le cogió en brazos y con firmeza la llevo hasta la cama, donde la deposito con toda la delicadeza de que fue capaz.

Vlad jadeó ostensiblemente cuando sintió los dedos de la cainita contra su clítoris. Aquello era totalmente distinto a todo lo que había sentido como hombre. Separó las piernas los suficiente para que la cainita tuviera el camino despejado, respondió a sus besos apasionadamente, mordisqueando a veces sus labios. Deslizaba sus manos por su espalda y su cintura, apretando a veces suavemente, como para agarrarse a ella, cuando perdía el control de sus caderas y sus piernas, que se estremecían con oleadas de placer, por obra y gracia de Giulietta.

No sin estar ligeramente asustado por la novedad, comenzó a gemir más rápidamente, aunque sin gritar, era más como un jadeo, y a estirarse. Su cadera iba y venía en espasmos cada vez más violentos. Se abrazó a la cainita para no caerse, y mordió su brazo para contener un grito.

Las oleadas eran cada vez más rápidas e intensas. Se sentía arder, y como perdía noción de su cuerpo. Quizás la experiencia debilitaba los lazos de unión entre el espectro y el mortal, pero Vlad procuraba quedarse y asimilar todo aquello, era demasiado grande como para perdérselo.

Tras un eterno momento de éxtasis, las oleadas remitieron poco a poco. Sus muslos chorreaban flujo, y sentía aún la húmeda mano de Giulietta. Le temblaban las rodillas, y apenas podía mantenerse en pie. Se agarró con fuerza a la cainita con una expresión en parte asustada, aunque llena de pasión en su rostro.

Se dejó llevar por la mujer hasta la cama, mientras recuperaba la consciencia de sí mismo, y de la grandiosidad de lo que acababa de vivir. Pensó que quizás era hora de dar un poco de amor.

Giulietta se acostó de lado junto a Vladimir apoyando la cabeza sobre la mano, no quería perderse nada de lo que el cainita estaba experimentando, con una tierna mirada y una dulce sonrisa empezó a acariciar el rostro de Carla, pasando sus finos dedos por la nariz de la joven, rozando sus labios, acariciando sus parpados...

- Te he echado de menos... - Dijo finalmente.

La lasombra decidió esperar un tiempo prudente hasta que Vlad se recuperar por completo antes de seguir con la diversión, mientras llegaba el momento continuaba con los mimos y caricias.

Vlad observó como la cainita le miraba, y le sonrió. Estaba tumbado bocarriba, recuperando el aliento.

Cuando oyó las palabras de la cainita, se incorporó ligeramente hacia ella. Puso una mano en su mejilla y acercó su rostro al de la mujer. Veía deformados sus ojos verdes por las lágrimas que brotaban.

- ¿Porque... porque nunca me lo dijiste? - la besó fuertemente - Tu podrías haber sido mi ancla a la no-vida, pero no... - no termino la frase porque la estaba besando de nuevo, con fuerza, buscando su lengua, mordiendo sus labios.

Apretó con fuerza uno de los senos de la cainita, y lo sintió duro, ligeramente cálido al tacto. Sintió volver sus fuerzas, y la necesidad de tomar parte activa en aquello. Quería dar a Giulietta parte de lo que había obtenido.

Se abalanzó sobre ella. Ahora se encontraba sentada a horcajadas sobre la morena. La miró lascivamente, y se mordió un labio, haciendo brotar sangre. Dejó caer gotas de vitae sobre el blanco pecho de la cainita, que había abierto mucho los ojos al verla. Había conseguido llamar su atención. Lamió después la sangre del pecho, mientras frotaba y apretaba los senos con las manos. Jugueteó un poco más con ellos, antes de volver sobre su cara.

Una de sus manos tomo la de Giulietta, entrelazando sus dedos y apretándolos.

- ...te deseo demasiado...- dijo en un susurro.

Y la besó, dejando que la sangre fluyera entre ambos.

El beso de Vlad no le dejo responderle, tal vez precisamente por eso lo hiciera, yo podría haberle salvado... con solo unas palabras, aparto ese pensamiento, no podía cambiar el pasado y el destino le había otorgado una segunda oportunidad, y esta vez no iba a dejarle escapar.

Giulietta besaba con pasión y desenfreno a Vlad, jugueteaba con su lengua y mordisqueaba sus labios, bebía la sangre de la joven Carla, con precaución de no excederse. La lasombra intentaba abrazar a Vlad, quería tenerle lo más cerca posible... no, ¡lo necesitaba!

Definitivamente la morena había dado rienda suelta a su pasión, no pensaba, solo actuaba, su único objetivo era sentirse cerca de él, darle placer, besarle, acariciarle, amarle...

En aquel momento Vlad echaba de menos su aparato masculino para poder darlo todo de sí mismo. Al menos como sabía hacerlo normalmente. Tendría que improvisar. Aunque no era nada que no hubiera hecho antes.

Conforme la cainita iba excitándose mas y más, descendió por su cuello, besándolo y lamiéndolo, mordiéndolo juguetonamente, a lo que la cainita respondía rebulléndose ligeramente, como temiendo algo... bajó después a su pecho. Apretó los senos de la mujer, lamió, pellizcó y mordió sus pezones, sin dejar de mirar los ojos verdes de Giulietta.

Se entretuvo allí un poco... al fin y al cabo era un hombre, y sentía especial predilección por los pechos... continuó bajando con su lengua por el abdomen de la mujer, besando y lamiendo.

Paró algo más abajo del ombligo, mordiendo ligeramente la escasa barriguita que tenia la cainita. Paró ahí. Había hecho esto antes, y sabía cuál sería la reacción de su pareja.

La cainita lo miró implorando que siguiera. Acarició su pelo, con un gesto algo caprichoso en la cara.

No pudo reprimir una ligera risa, y le concedió lo que anhelaba. Hundió la cara entre sus muslos, besando y lamiendo la cara interna de éstos. Después, comenzó a lamer sus ingles, cuando la cainita se movió, para poner sus labios exteriores en la boca de Vlad.

Éste sonrió para sí mismo, y comenzó a lamerlos. Tomó la mano que de Giu que apretaba su cabeza y la puso sobre el muslo de ésta, apretándola. Con la otra mano, separó los labios de Giulietta, y buscó (con acierto) el clítoris de esta.

Comenzó a lamerlo, aumentando la velocidad conforme Giu le indicaba con sus caderas, gemidos y movimientos. Estaba cada vez más húmeda, su boca se llenó de su sabor. Su excitación volvió a aumentar, y sintió la necesidad de dedicarse a sí mismo, pero prefirió seguir con Giulietta, notarla así no era algo que se pudiera dejar escapar.

Giulietta estaba en la gloria, estaba realmente excitada, y el hecho de ser consciente de quien era el que estaba entre sus piernas la excitaba más aun.

La mujer gemía, se contorsionaba, disfrutaba, no se cohibía lo mas mínimo. Agarraba la almohada con fuerza, su cuerpo estaba tenso, hasta que ya no aguanto más y con un profundo gemido, casi un grito, llego al clímax, inconscientemente cerro las piernas y antes de tumbarse nuevamente para recuperarse atrajo a Vlad hacia sí, ahora, tumbados uno al lado del otro su cuerpo se relajo completamente.

Tras una rápida recuperación, Giulietta comenzó a juguetear con el pelo de Carla mientras acariciaba sus firmes muslos, se tumbo encima suyo y metió uno de sus pechos en la boca, entre caricia y lametón la vampira hizo un pequeño corte de donde empezó a manar el precioso liquido, se sentó sobre Vlad sin apartar la boca y comenzó a lamer y succionar la herida provocando un gran placer a Carla, cuando la sangre dejo de brotar fue bajando sin apartar la mirada de los ojos de Vladimir... (Insertar horas de sexo lésbico aquí).


Un par de horas antes del amanecer Carla cayó profundamente dormida. Cuando despertó a la mañana siguiente se encontró sola, Giulietta no estaba.

viernes, 20 de enero de 2006

Club Contresco: Inauguración

Una construcción frente al mar rodeada de unos jardines planos decorados con árboles tropicales se erguía majestuoso acompañado de una iluminación que lo hacía más imponente. Había un cartel iluminado que transmitía mensajes de cortesía a todos los invitados mientras cambiaba en ocasiones anunciando: Casino Contresco

El interior consistía de un extenso pasillo alfombrado con una alfombra roja y decorado con una serie de cuadros modernos, que llevaba a una enorme estancia ocupada por diversos entretenimientos de azar, desde los más típicos a los más selectos. A medida que se avanzaba en el interior, se restringían las zonas en otros salones dedicados clases más selectas y adineradas, dejando a los curiosos en las tragaperras mientras los nuevos ricos gastaban inmensas cantidades de dinero en las ruletas.

Todo estaba decorado a la perfección anunciando la inauguración del local. Existía también un escenario en el fondo de todos los salones preparado para discursos y actuaciones.

Carlo entró en el local observando cada detalle a su alrededor, todo tenía que estar perfecto. Vestía un traje de fiesta de un color gris claro, recién comprado y su pelo se encontraba aplastado y recogido en lugar de su aspecto habitual.

Esperaba la presencia fundamental, la de los demás vástagos, sobretodo de los más importantes. Su presencia determinaría su futuro en la ciudad.

El coche se detuvo en la entrada del casino, un mozo abrió la puerta trasera, de ella salió Dorian que una vez en pie extendió la mano para ayudar a salir a su señora, Giulietta Strozzi. Una vez fuera, Ambrosio, que era quien conducía, dio media vuelta y volvió al castillo, donde aguardaría hasta que su nueva señora le llamara para ir a recogerles.

Dorian iba con un traje azul y una camisa blanca con el primer botón desabrochado, sin corbata y el pelo engominado hacia atrás, Giulietta se decanto por uno de sus mejores vestidos, ya que ese sería su primer acto público como Arzobispo de la ciudad. Llevaba unos zapatos negros con un alto tacón, un vestido rojo burdeos con cola por detrás y corto por encima de las rodillas con vuelo, manga larga y un gran escote acabado en pico a la altura del ombligo que tapaba lo suficiente pero mostraba la palidísima piel de la lasombra. El pelo recogido con algunos tirabuzones sueltos, maquillaje oscuro para los ojos y burdeos para los labios, y un pequeño bolso de mano. Llevaba unas finísimas pero oscuras gafas de sol.

La cainita iba cogida del brazo de Dorian, como si de una delicada dama se tratara, cuando entraron en el casino a la espera de que alguien les recibiera.

Apenas les habría dado tiempo para entrar cuando fueron recibidos por un hombre de aspecto similar a lo que se podría calificar de mayordomo, que tardó unos momentos en reconocer a la persona en cuestión como posible invitada. Iba ataviado con un traje negro con pajarita, y por sus entradas se deducía que alcanzaba los cuarenta sin demasiado esfuerzo.

- Buenas noches y bienvenidos a la inauguración. ¿Con quién tengo el placer de hablar?

Se notaba que aquel hombre estaba esperando la presencia de alguien inusual, ya que no parecía haberse molestado en atender a la mayoría de personas que habían entrado.

Fue Dorian el que contesto al "mayordomo", con voz serena y segura.

- La señorita Giulietta Strozzi.

Giulietta observo al hombre fijamente atreves de los oscuros cristales de sus gafas y sonrió casi imperceptiblemente.

El hombre miró a los dos escépticos durante un momento. Se acercó a lo que parecía ser un libro de visitas y hojeó un momento el pesado libro.

- Strozzi, Strozzi...

Al dar con lo que parecía ser el nombre, se giró sobresaltado hacia sus interlocutores, como si acabara de ver un fantasma. Con un gesto de la mano les invitó a que pasaran.

- Perdonen mi falta de atención, Sra. Strozzi...sea bienvenida, estábamos esperando su presencia.
Acto seguido les llevó por la estancia pasando de largo por la zona "normal", donde algunos estaban jugando a las cartas o a probar su suerte en las tragaperras, hacia una zona más selecta y más amena, con otro tipo de gentes y con juegos mejor adaptados.


Giulietta arqueo una ceja mientras el hombre consultaba el libro y finalmente se dio cuenta de quién era; humano... La lasombra dio un sonoro suspiro ante la aparente incompetencia del mayordomo. Cuando finalmente el hombre se decidió a acompañarles Dorian soltó a Giulietta y con una inclinación le cedió el paso.

- Espero que disfruten de las facilidades proporcionadas en nuestro establecimiento.

Dicho esto, el hombre que acompañaba a Giulietta y a Dorian se retiró de la forma más educada posible, dejándolos allí en la zona "especial". Unos minutos después, el sonido de un piano recorrió toda la estancia y en escasos momentos irradio por todo el local. Se trataba de una melodía de aspecto renacentista, sin ninguna referencia clara a alguno de los artistas de tal época. Producía un efecto tranquilizador y confinante a aquellos que la escuchaban, viéndose en la actitud más calma y más amena de algunos de los presentes que participaban en la ruleta.

Giulietta tomo asiento, Dorian hizo lo propio a su lado.

Ensimismada escuchaba la hermosa melodía. Tenía muy claro que quien tocaba era un cainta, solo ellos podían transmitir de aquel modo, aunque no podía saber quien la ciudad, lo cierto es que de los vampiros de la ciudad solo se había oído tocar a sí misma, aunque cada vez pasaba menos tiempo ante las teclas de marfil...

La lasombra se puso en pie mientras la música aun sonaba y se paseo por la estancia entre curiosa y aburrida.

Carlo salió de aquella habitación, bajó las escaleras y se dirigió hacia la estancia anterior. Al encontrar a Giulietta, pareció por un momento sonreír. Se acercó a ella viendo que no parecía estar demasiado entretenida.

- ¿No os divierten las atracciones de mi santuario? Quizás deberíais tentar a la diosa Fortuna, pues gran capricho tiene en veces de sonreír a nuestros clientes.

Giulietta se quito las gafas y las guardo en el pequeño bolso mientras se acercaba a Carlo.

- Los juegos de azar no son algo que me atraigan. Además, siempre tiendo a sacar provecho de formas poco ortodoxas y tengo un malísimo perder... en el juego, claro. - rió.

Giulietta miraba a su alrededor mientras hablaba sin detener la mirada en Carlo. Mientras tanto Dorian continuaba sentado observando al cainita de cuando en cuando.

- Por cierto, una hermosa melodía la que sonaba hace un momento.

- La suerte es algo muy interesante, pues es a ella a la que recurrimos para humillar los logros de alguien, o para intentar cubrir nuestros fallos... - Dijo invitándola a que se sentara en una de las mesas predispuestas para la fiesta. - Veo que tenéis aprecio por la música, es algo a lo cual doy mucho valor...Es una forma de expresión, una lengua...

Giulietta se sentó ante la invitación de Carlo.

- Sois italiano, apreciáis la música... vaya, al parecer sois más interesante de lo que creía, jajajaja - dijo en tono jocoso la mujer. - Por favor, continuad así, veamos si podéis seguir sorprendiéndome. - Todo esto en su italiano natal.

- Mas la pregunta sería que es lo que exactamente esperarais que fuera

Su voz parecía ser más jovial y su expresión más alegre. Siempre le había apasionado la música y el hecho de que su interlocutora preste un especial énfasis en ello le provocaba una inevitable simpatía y respeto. Normalmente se había dado de bruces con "líderes" monótonos y no más profundos que una lata cuya única ilusión e interés se basaban en controlar a más mentes desvariadas y asegurar su vacía existencia hasta el próximo milenio.

Mientras que la fiesta proseguía sin problemas, uno de los camareros se acercó a la mesa sin darle tiempo ni siquiera a preguntar por la anticipación del vástago.

- ¿Deseáis tomar algo? Preocuparos no debéis de los gastos, todo es de mi cuenta propia.

- ¿Y qué intereses tenéis además de los que le corresponden a vuestro atareado oficio?

Giulietta se dirigió directamente al camarero:

- Un vodka para el joven. - Dijo mirando momentáneamente a Dorian. - Y yo tomare lo mismo que el señor. - Concluyo mirando a Carlo.

Volviendo a la conversación se giro hacia el cainita dispuesta a responder a sus preguntas.

- Yo no espero nada de nadie, aunque eso no quiere decir que en ocasiones no te sorprendan mínimamente como puede ser el caso. - Dijo mirando fijamente al vampiro. - En cuanto a mis intereses... pues los de todo Sabbat, conseguir poder, matar a mis antecesores, destruir a la Camarilla y expandir mi mandato, ¿es eso lo que esperáis oír? - Mientras hablaba su voz era fingidamente seria, era evidente que intentaba burlarse de los estereotipos; aunque no pudo evitar un carcajada durante la pregunta final.

El camarero asintió y no tuvo la necesidad de preguntar a Carlo lo que quería, ya que éste con un simple gesto le hizo entender "lo de siempre". El toreador respondió con una sonrisa a la mirada de Giulietta, y prosiguió.

- Cierto que vos poseéis esos intereses... pero me refería a algo más personal, si bien deseáis contarlo.

- Con que algo más personal... bueno, basta ya de bromas. - La cainita dejo de reír y con un aire más sereno pero no serio respondió. - Podría contestaros muchas cosas, pero como sé exactamente a qué os réferis... - A lo que se refieren todos pensó la mujer. - Me encantan la música, la opera, la literatura, la historia y aunque le parezca extraño y un tanto desacorde la astronomía... podría decirse que el arzobispo de la ciudad está en las estrellas... jajajaja

- ¿Hay algo más que queráis preguntar?

- Depende de lo que vos queráis contar. - Dijo esto sin ninguna aparente insinuación, aunque parecía que su mirada tenía un reflejo acogedor. Cuando el camarero sirvió las bebidas, el vástago miró por un momento el reloj. Eran más de las diez y media, todo estaba correcto. - Yo en mis tiempos jóvenes estudié bastante, fruto de una educación privada. Puedo decir que tengo algunos conocimientos básicos de astronomía, aunque mis deseos me llevaron al arte de la música...

Giulietta sonrió amablemente, al parecer el muchacho hasta puede resultar interesante en una ciudad tan aburrida... na.

- No hay nada que desee contar ya que tampoco tengo preguntas a las que responder.

A pesar de que la postura en la que la lasombra estaba sentada era bastante rígida su voz parecía dulce y amigable.

- Veo que el local está bastante concurrido, aunque solo de humanos, decidme ¿acaso no vendrá ningún otro vástago?

- He tratado de dar la imagen de que todos aquellos que se sientan lo suficientemente dignos como para acudir, que reparos no tengan en hacerlo. Mas certificado me he de realizar una petición personal a algún que otro personaje...

Bebió un sorbo de su copa, sujetándola entre los dedos mientras que sus ojos seguían fijos en la lasombra.

- He de decir que mi observación sobre la ciudad es muy similar a la vuestra. La actividad en este lugar perdido de la mano de Él no es muy significativa... Y siempre es bienvenido aquél que tenga la tenacidad de encender de nuevo la mecha.

Giulietta miro a Carlo y suspiro, ya conocía la historia.

- Para seros sincera y por experiencia propia creo que algunos de los vástagos de la ciudad no se dignaran a venir, como si los demás no fueran suficientemente buenos para ellos... aunque en el fondo eso es algo que incluso os beneficia...

La lasombra miro a su alrededor como distraída.

- No sé, sería un poco triste haber sido la única que ha venido para daros la bienvenida a la ciudad de forma oficial y corresponder con educación a su invitación... porque de ser así antes de tiempo os creareis una mala opinión de los cainitas de San Lucar.

- Es interesante ese tipo de actitud, pues demuestra que algunos piensan que son meramente tangibles... - Dijo en un tono divertido mientras observaba a la actitud de la lasombra. Dentro de poco llegaría la ocasión esperada.

- No es cuestión de que me haga una opinión, mas la que poseen respecto a mi persona. El pequeño mosquito no resulta ser una amenaza hasta que inyecta su enfermedad letal, ¿no es cierto?

Asintió.

- Si, pero en ocasiones ese pequeño mosquito es insoportable, su zumbido, revoloteo... sin necesidad de inyectar su veneno.

Giulietta se dio cuenta de que el vampiro miraba a menudo su reloj.

- ¿Estáis esperando a alguien o algún acontecimiento es especial?

Carlo miró a Giulietta y sonrió.

- Me temo que no puedo ocultaros mi sorpresa por mucho más tiempo, si bien os pido que tengáis que esperar hasta que las doce suenen.

Giulietta miro descaradamente el reloj de Carlo.

- Aun queda más de una hora hasta las doce, ahora que me lo habéis confirmado siento una curiosidad aun mayor...

La lasombra empezaba a aburrirse de tanto hablar de zumbidos, mosquitos e insinuar maldades que solo ella entendía sobre los príncipes de la Camarilla.

- Ciertamente dijo en un tono un tanto distraído, bebió un sorbo de "vino" mientras echaba un vistazo general a su alrededor.

Carlo sonrió al ver el interés de la lasombra. Ciertamente, el único motivo de su control sobre las horas no se basa solamente en su "espectáculo" principal, sino que estaba esperando la presencia de otros.

- Me temo que os estoy impacientando. Verdad es que espero algo en particular, ya que he de creer en que algunos hayan podido tener la ocasión de acudir a la fiesta. Por eso...

Fue interrumpido por un hombre vestido en traje de corbata y gafas de sol, cuyos modales no eran muy discretos.

- Perdone, señor Contresco...

La mirada del vástago fue fulminante. Se levantó bruscamente de la mesa y simplemente le dijo a Giulietta algo como "Discúlpeme" antes de alejarse un momento con el hombre.

¿Acaso no os caben en esas huecas molleras que exigí no tener que sufrir interrupciones?

El hombre carraspeó y miró a su jefe con aire sumiso.

- Verá señor, nos han informado que han llegado ciertos invitados, entre ellos un hombre que se hace llamar Alef Nefer, de cuya invitación no ha sido confirmada...También ha llegado el señor Latorre, aunque sin invitación, como habéis dicho...

La expresión de Carlo pareció relajarse y de ella apareció algo calificable como una sonrisa. Como a la miel acuden las moscas, parece que suscitamos interés...

- De acuerdo, tráiganme a ese Don Nefer, y dadle al señor Latorre una demostración de hospitalidad por parte de la casa.

El hombre de las gafas asintió y rápidamente se esfumó entre los presentes en el salón. Carlo volvió a la mesa dispuesto a terminar su conversación.

- Me parece que más invitados han acudido y me requieren... ¿Necesita algo más de mi persona antes de que deje de disfrutar de su presencia?

Giulietta negó con la cabeza.

- En absoluto, ya he acaparado suficiente vuestra atención en una noche, en la que sin duda estaréis algo atareado. Aunque si no es molestia quisiera bajar yo también al salón, así podría relacionarme algo más con el resto del mundo.

- Por supuesto, sois libre de circular en todo lugar que os plazca...pero he de pediros que no debáis entrar en aquella puerta, pues es restringida incluso para invitados

Dijo esto en un tono de cortesía y simpatía, si bien cuando menciono lo de la puerta sus ojos emitían un brillo serio. Después de los agradecimientos y despedidas, Carlo bajó hacia donde estaba Alef Nefer, conducido por un asistente.

Giulietta se despidió de Carlo. ¿Que no entre? chico listo, es como decirle a alguien que no mire hacia abajo, ¿y qué hace ese alguien? mirar. La lasombra dio un paso en dirección a la puerta Joder, ¿porque me hacen esto? si entrara y me pillaran seria una fama horrible, un arzobispo que se cuela en las dependencias ajenas... aunque también es cierto que las cámaras de vigilancia no me verán... no pudo evitar reir.

Finalmente la mujer desistió y se encamino al piso de abajo.

- Vamos Dorian. Dijo al joven.

- ¿Acaso no vas a entrar?

- ¡Oh! Cállate, anda vamos...

Ambos bajaron al gran salón.

Clarisse echó un ojo por la sala y vio a Giulietta bajando la escalera acompañada de Dorian, o así creía recordar que se llamaba aquel hombre.

Hacían buena pareja, una lástima que ella no estuviese viva y que él fuese su sirviente o peor, su ghoul.

Se dirigió tranquilamente hacia ellos.

Giulietta miraba a su alrededor con algo de aburrimiento en el rostro, fue entonces cuando vio a Clarisse dirigirse hacia ellos.

- Buenas noches Clarisse. - Dijo en tono amable la cainita dirigiéndose al toreador.

- Buenas noches señora. - Dijo Dorian mientras inclinaba casi imperceptiblemente la cabeza.

Se le hacía raro tratar con ella desde la noche en el pinar, pero suponía que eso era lo normal.

- Buenas noches Giulietta, Dorian - Dijo mirándoles sin saber, por un momento, qué más añadir.- Me alegra el saber que no os perdéis una fiesta. Añadió con gesto amable. Yo acabo de llegar y no hago más que ver caras nuevas.

¡¡¡Menuda conversación!!! ¡Un poco más y llegas al nivel de merluza!

Para ser de un Clan social, se había lucido...

- ¿Gente nueva dices? bueno, acabo de bajar del segundo piso y tampoco me ha dado mucho tiempo a echar un vistazo por aquí... - Dijo mirando a su alrededor un tanto distraída.

- Oh sí, ya sabes, hay que salir a la "luz" de vez en cuando, no vaya a ser que la den a una por muerta demasiado pronto... - Giulietta sonrió, algo forzada, pero sin acritud. - Aunque por el momento esto parece estar tan decaído como siempre... de todos modos creo que nuestro anfitrión prepara algo, mira su reloj de pulsera con inquietud, espero que sea al menos entretenido...

Clarisse medio sonrió ante las palabras del Arzobispo.

- Vaya, ya que conocéis al anfitrión, ¿podríais decirme quién es?, sería muy descortés por mi parte no agradecerle la invitación al señor Contresco.

Se puso al lado de Giulietta para no darle la espalda a la sala y así no tener que girar la cabeza con descaro para poder verle.

Giulietta miro hacia donde Carlo se encontraba con disimulo mientras describirá su físico y su indumentaria a Clarisse.

- Allí están Carlo, Latorre... y no reconozco al tercer hombre...

- Vaya, gracias. - Observó al hombre durante un momento y añadió. - Que disfrutéis de la fiesta, no os entretengo más.

Clarisse colocó sus manos en un brazo de cada uno apretando suavemente, a modo de "hasta luego".

La elegante y alargada figura de la morena vampiro se dirigió hacia la barra donde estaban los tres hombres con las manos en los bolsillos.

- Buenas noches, caballeros.

Saludó con la mirada a La Torre y al señor Nefer y acabó por dejar sus azules ojos sobre Carlo.

- Hay un ambiente agradable en la sala, le felicito por ello señor Contresco. - Sacó las manos de su escondite y extendió la diestra hacia él. - Mi nombre es Clarisse Erichkrause, y le agradezco su invitación, no tenía por qué haberse molestado.


Tras unos segundos observando a sus congéneres mientras hablaban, lGiulietta cambio algo de dinero por fichas y fue a probar suerte en las mesas de juego. Decidió empezar con algo simple y puro azar: la ruleta, apostando pequeñas cantidades al principio y algo más según avanzaba la partida.

Cuando abandono el juego por puro aburrimiento sus pérdidas eras mínimas. Ahora llegaba a lo interesante: el Black Jack. No hagas trampas Giulietta... nada de dominar al crupier... no no no... Pensaba divertida para sí misma.

Finalmente, sin hacer trampa alguno jugó durante al menos 20 o 30 minutos, gano algo, aunque poco, sus ganancias no eran muy grandes puesto que tampoco lo eran sus apuestas, el juego no era algo que la entusiasmara, pero en aquellos instantes era la mejor forma de pasar el rato.

Mientras tanto, Dorian, que se había separado de su señora, disfrutaba como un niño jugando a los dados, empezó con muy buen pie, grandes apuestas y aun mejores ganancias, las mujeres revoloteaban a su alrededor echándole miradas cómplices y deseándole suerte.

Aunque más avanzada la noche, lo que parecía una buena corazonada en una apuesta demasiado alta se la jugó.

Un Dorian decepcionado y sin blanca abandonó las mesas de juego en busca de su señora.

- Ya son casi las doce.

Giulietta se puso en pie y ambos se encaminaron tranquilamente a la terraza, donde empezaban a juntarse todos los presentes.


Una pequeña muestra de fuegos artificiales, venida desde la fuente, abrió la función. Éstos eran regulares, de varios colores que se abrían en una esfera parpadeante. Tras este pequeño aviso, las aguas de la fuente que formaban corrientes ascendientes en fila india, empezaron a cambiar de colores lentamente, reduciendo progresivamente la pausa entre color y color, hasta que éstos eran parpadeantes.

La fila de chorros de agua se sincronizó en una especie de "ola", que era acompañada por una marcha rápida de Mozart que resonaba por toda la zona, usando un sistema subterráneo que funcionaba de igual manera al que tenía instalado el cainita en el interior del casino. Esta ola discurrió varias veces, hasta que los chorros ascendientes se detuvieron de súbito.

Unas luces brotando de la superficie del agua acompañada de otros efectos, crearon una "cortina" que parecía ser un telón. La música entonces discurrió suave, y gracias a un juego de luces complejo, se pudo avistar la forma de un hombre, que parecía vestir una capa.

Éste se puso un yelmo y una espada, se subió a su caballo y empezó a cabalgar lentamente. Tras unos segundos, se detuvo de súbito, todos los sonidos del caballo, trote, movimientos del hombre y gestos, tenían una recreación de fondo bien conseguida.

La imagen de una damisela medieval aparecía a continuación. Una obra de teatro, donde la bella dama era presa de un malvado dragón, para luego ser rescatada por el noble caballero y su corcel, se dibujaba en cielo estrellado gracias a los efectos del agua, luces y focos.

Todo ello acompañado por la música de un piano, que adecuaba perfectamente la representación.

Finalmente, tras el fin de la pieza, hubo un momento de calma donde la música era la principal protagonista. Unos fuegos de todos géneros y colores iluminaron los cielos, formando diversas formas. Las luces dibujaron también varias siluetas entre ellas las de dos ángeles que representaron el fin de la actuación. La música se detuvo para dar paso a los aplausos del ganado, que eran siempre bien recibidos.

Una vez el espectáculo hubo terminado Giulietta no esperaba nada mas de la velada, así que decidió volver a su castillo huyendo de las vanas conversaciones con el resto de cainitas. Aunque busco a Contresco entre la multitud para despedirse, al fin y al cabo era el anfitrión, y la educación le obligaba a hacerlo.

Finalmente le diviso entre la multitud, se acerco a él y tras despedirse sin demasiadas florituras, Dorian y Giulietta salieron del local en dirección al castillo.

jueves, 19 de enero de 2006

A medianoche en el pinar

Ahora que había recibido el legado de la gangrel, creyó oportuno el hecho de conocer más a fondo parajes que antes no solía visitar. Por eso se encontraba allí. Por eso y porque suponía que en aquel lugar Marian habría pasado mucho tiempo, pero aquello no era algo que su mente aceptase del todo.

Se dirigía hacia ninguna parte, Clarisse sólo daba un paseo.


Aquella noche el castillo parecia demasiado pequeño para Giulietta, necesitaba estar sola, y a pesar de que tan solo otras dos personas habitaban el lugar le parecia verlos en todas partes, bueno, en realidad no era solo a ellos a quien creia ver, si no a alguien que ya no deberia estar en este mundo... Asi que para relajarse y poder "respirar" aire fresco decidio dar un largo paseo por el pinar, aun no sabia porque nunca habia estado alli, y eso que por el momento le estaba pareciendo un lugar bastante agradable.

Al poco rato percibio la presencia de alguien, dio media vuelta y unos pasos mas alante una figura que reconocio a la perfeccion: Clarisse.

- Buenas noches. - Dijo en tono un tanto neutro, posiblemente por la sorpresa.

- Hola. - Dijo mientras se acercaba a ella. - Buena noche para un paseo, supongo.

Era la primera vez que no pensaba sus palabras antes de decirlas. No esperaba encontrarse con nadie, y menos con ahora, pero aquella era tan buena ocasión como cualquier otra.

- ¿Qué tal todo? Hace tiempo que no nos vemos. - Pregunto la toreador. - Hacer escenas de algo que podía ser meramente trivial no era lo suyo.


- Si, claro, una noche esplendida... espero no interrumpir nada... - Giulietta miro a su alrededor para asegurarse de que nadie las estaba observando. - No puedo quejarme la verdad, creo que las cosas me estan llendo mas bien de lo que esperaba... - la lasombra parecia un tanto pensativa- tal vez demasiado - dijo en un suave susurro.

- Dime, ¿vienes por aqui muy a menudo? Espero que no te importe que te tutee... - Dijo la lasombra con una sonrisa intentando cambiar de tema, si no fuera por aquellos ojos incluso pareceria la persona mas inocente del mundo.

- No, de hecho es la segunda vez. La primera fue para un cuadro que se me encargó y esta noche para conocer mejor la zona.

Miró hacia ningún sitio concreto y añadió.

- ¿Paseamos?

Hizo un gesto con el brazo a modo de invitación, sin contestar a lo del tuteo, aunque parecía darle igual.

Giulietta comenzo a caminar junto a Clarisee.

- Por supuesto.

Ambas comenzaron caminar por el pinar. Giulietta miraba a su alrededor de vez en cuando, principalmente para contemplar el paisaje, y ya de paso para comprobar que estuvieran solas.

- Es la primera vez que paseo por aqui. Desde hace un tiempo a esta parte no he tenido mucho tiempo libre, y ahora que dispongo de el he creido oportuno conocer un poco mejor los rincones de la ciudad.

- A mí me ha pasado lo mismo, aunque nunca he dispuesto de "tiempo libre" siempre encuentro algo que hacer, aunque puede que eso sea lo que ahora llaman hobby...

No pareció muy segura al pronunciar ese término. Continuaron andando un rato, y Clarisse no encontró nada que decirle.

- ¿Qué tal Vladimir? Hace tiempo que no se habla de sus andadas... Dijo recordando el momento pato en la exposición y los extraños textos que aparecían en el periódico.


Los recuerdos de aquel terrible amanecer asaltaron la mente de Giulietta, y el eco de una voz pronunciando su nombre dias despues en su despacho... la voz del malkavian.

- Bueno, podria decirse que Vladimir está en un mundo mejor... ha dejado el cargo y la no-vida.

Respondio muy seria la lasombra.

- ¿Cómo? - No se esperaba algo así, aunque su rostro continuó inmutable. A continuación se dio cuenta enseguida de que probablemente estuviese hablando con el nuevo Arzobispo y aquello sí que era un punto...

Giulietta suspiro y miro a la toreador.

- No soportaba mas su propia locura, asi que decidio acabar con ella, el amanecer que acabo con el y el viento que extendio sus cenizas fueron sus testigos. Pero tranquila, en el Sabbat no somos tan desorganizados como parecemos - la mujer rio - lo dejo todo bien atado antes de su marcha.

- Eso era evidente. - Hizo una pausa y siguió. - Bien, pues... bueno, felicidades, ¿no?. Supongo que os gustará el cargo, a pesar de la pérdida que supone.

Lo dijo de forma seria y midiendo las palabras. Ahora ya no podía tener el más mínimo desliz con ella.

Giulietta asintio.

- Gracias, - No sabia porque de repente Clarisse volvia a tratarla de usted, tal vez por la noticia de su ascenso, pero fuera lo que fuese le daba lo mismo. - Puede que el cargo me guste, pero no por ello voy a dejar de cumplir con mi deber...

- Por cierto, hablando de altos cargos ¿que tal esta nuestra descortés principe Marian? - pregunto en un tono un tanto distraido.

- Resulta curioso que a pesar de que no os cayese bien, preguntéis por ella. - Hizo una cortísima pausa y continuó.- Supongo que bien, allá donde esté. Habrá sentido la llamada de la naturaleza, no lo tengo claro.

Clarisse continuaba paseando tranquilamente, a pesar de que la situación resultaba de lo más curiosa. Dos cargos, ambos ocupados por mujeres, de bandos enfrentados, paseando por en medio de un solitario pinar sin mayor preocupación.

- Precisamente por eso pregunto por ella, hay que tener cerca a los amigos, y a los enemigos más aún - Giulietta abrio bastante los ojos cuando se entero de la noticia. - Vaya, asi que ha huido... tal vez una ciudad era un lugar demasiado civilizado para ella...

Giulietta se alegraba la desaparicion de Marian, asi no tendria que tratar con ella de ninguna forma, aunque en el fondo le daba algo de rabia que marchara sin haber recibido su vengaza por su descortesia durante la fiesta de la lasombra...

- Bueno, por lo que tengo entendido a Marian no le abundaban los amigos o personas de confianza, asi que supongo que deberia darte la enhorabuena. - Dijo Giulietta esperando una confirmacion.

- Era apreciada por ciertos personajes de la ciudad, sólo que éstos no eran tan conocidos como yo, por ello... estoy ahora al cargo hasta que vuelva, si es que lo hace algún día.

Con aquella última frase había dejado entender que no estaba dando saltos de alegría por el cargo o que simplemente le daba igual.

- Sé que las formas de Mariam no eran de las mejores, pero a pesar de ello en la ciudad la paz estaba instaurada y los miembros de nuestra Estirpe se dedicaban cada uno a la suyo. ¿Te gustaría que siguiera así?

Se lo preguntó directamente porque perder el tiempo en vanas conversaciones no era su pasatiempo favorito.

Giulietta se sorprendio gratamente ante la pregunta de la toreador, sin tapujos pero con respeto, eso esta bien penso.

- Pues si te soy sincera me gusta la paz, por supuesto, aunque no me gusta que dependa de la Camarilla, claro... pero bueno, poco a poco veremos como le va a San Lucar con esta nueva generación de mandatarias. - Dijo guiñando un ojo.

Las palabras de la cainita no albergaban ningun tipo de maldad aparente, es mas, hasta parecia alegre aquella noche, hablaba como si de un tema cotidiano se tratara, dandole la importancia justa.

- Bueno, sea como sea, te felicito por su ascenso - Giulietta paró y tendio una mano a Clarisse - se que somos rivales, pero me gusta tener como competencia a alguien digno y educado.

La toreador aceptó el gesto y le estrechó la mano.

- Creo que no has estado nunca en el Jardín, muchos de la ciudad tampoco, con lo que es probable que haga dentro de poco jornada de puertas abiertas y nos vayamos conociendo todos un poco más.

Soltó la blanca y fría mano de la cainita, en contra de la suya, que era extrañamente tibia y mantenía cierto color, tras haberlas mantenido unidas un tiempo normal, el suficiente como para que ya hubiese sacado conclusiones.

Fuerte pero delicada y cuidada...

Algún día tendría que tener esa conversación con ella, alguna noche más bien.

Giulietta asintio.

- Claro, sera una placer visitar la sede del principado de San Lucar... cuando tengas una fecha prevista hazmelo saber, y alli estaré.

Ambas continuaron caminando.

- Bueno, creo que va siendo hora de que marche, aun me queda algo pendiente esta noche, pero volveremos a vernos.

- Sí, claro. Nos veremos. - Tras una pausa añadió.- Que tengas buena noche.

Observó como la cainita se alejaba para ocuparse de sus asuntos y ella continuó en solitario el paseo un rato más antes de volver al Elíseo.

Giulietta asintio y se alejo de la toreador, cogio el coche y condujo alejandose del pinar hacia el centro de la ciudad.