Vlad había recorrido el castillo de arriba a abajo, había visto el sótano, y lo que vio le resultó desagradable, solo en parte. Casualmente, cuando Giulietta hacia uso de esas instalaciones, le parecía más interesante, casi ameno, y...excitante en cierto modo.
Sus avances con Ambrosio eran espectaculares. Había conseguido hablar a través de él, durante pequeños instantes al principio, después durante más tiempo. Y mover su cuerpo a su voluntad, cual marioneta. Para disimular, durante esos periodos de tiempo, realizaba las acciones que el humano solía realizar normalmente. Ya llegaba a estar incluso horas dentro de él sin problemas. Sin embargo notaba que Ambrosio sabía que algo le pasaba, y su salud mental se estaba resintiendo.
Un día, pensó que ya estaba suficientemente preparado, y que Ambrosio no necesitaba más incertidumbre.
- Ambrosio. - llamó, dentro de su cabeza.
- ¿Amo, eres tú? - dijo en voz alta. Se llevó una mano a la boca, alarmado.
- Si, no hace falta que hables, solo piensa lo que quieras decir. No sé cuánto te costará creerlo. Pero mi baño de sol no fue el final. Te lo mostraré, para que me creas.
Proyectó en la mente de Ambrosio imágenes de su muerte. Se estremeció. También usó antiguos recuerdos, que sabía que el Ghoul reconocería como de su amo.
- Lo intuía señor. Durante bastante tiempo, noté una presencia familiar en este lugar, y a veces, perdía la noción de mi mismo, como dominado desde fuera. Eso, junto a lo que usted fue en vida, me daba mucho que pensar sobre su verdadero destino.
- Eres perspicaz Ambrosio, te estoy muy agradecido, por tu fe. Dime ¿te tratan bien?
- Bueno, les soy un poco indiferente. No hago aquí mucho más de lo que hacía antes. Supongo que me respetan por ser parte de vuestro legado.
- Bien está si es así. Necesito pedirte algo.
- Lo que dispongáis, señor...
- Quiero que te dejes llevar, voy a poseerte. Necesito hablar con Giulietta, y de momento, hasta que mejore mi técnica, deberé usarte como vehículo en el mundo terrenal. No sé qué consecuencias podría acarrearte esto, pero te lo pido como tu Señor que soy.
- Sabéis que disponéis de mi vida si fuera necesario, señor. Haced de mí lo que gustéis.
- Gracias Ambrosio, ahora y siempre.
Tocó las cuerdas necesarias en la mente de Ambrosio, que dolorido, cayó al suelo, gritando levemente. Se retorció con los ojos en blanco durante unos instantes. Y paró.
Abrió los ojos.
- Es bueno volver a sentir un cuerpo...
Se levantó y estiró el traje, y se encaminó a las dependencias de Giulietta.
Giulietta estaba en su despacho, como casi siempre, sentada en uno de los sofás leyendo una novela histórica de un autor actual y riendo de las incoherencias de la misma, ya que por experiencia propia o por la de vampiros cercanos sabía a ciencia cierta que muchos acontecimientos no ocurrieron como estaba escrito.
Así estaba la lasombra, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor, de hecho prácticamente había olvidado el incidente ocurrido semanas antes, al no volverse a repetir lo achacó a una mala jugada de su mente.
Vlad, en el cuerpo de Ambrosio, tocó a la puerta, y sin esperar el permiso de la cainita, entró:
- Hola, Giulietta.
Pese a que la voz que sonaba era la de Ambrosio, el tono, y los gestos, eran los de Vladimir.
Estaba de pie, mirándola, con las manos en la espalda.
Quería saber cómo reaccionaría la cainita, aunque en cierto modo suponía como sería.
Giulietta pareció sorprendida ante la brusca entrada del mayordomo.
- ¿Ocurre algo Ambrosio? Espero que así sea, porque no es correcto entrar de esa forma en mi despacho y no es propio de ti hablarme de ese modo.
Giulietta seguía recostada en su sofá, casi no se había movido y apenas levanto la mirada del libro cuando se dirigió a Ambrosio.
Ambrosio/Vlad sonrió. Se acercó a la cainita. La miró de arriba a abajo. Conforme se acercó, ella le miró, ligeramente sorprendida por el descaro del humano.
Tomó una de las sillas cercanas y la puso cerca de donde estaba la vampiresa. Se sentó como Vlad hacía en vida, sonrió como solía hacer en vida, y la miró a los ojos como solía hacerlo en vida.
- Parece mentira que ya no me recuerdes... - Su tono de voz esta vez fue distinto, más cercano al de Vlad.
Por un momento Giulietta enmudeció, si aun tuviera vida se le hubiera cortado la respiración de golpe. Es imposible... esta muerto... ¡yo le vi morir!.... Segundos después la mujer procuro recuperar la compostura y hacer como si nada hubiera pasado, al parecer lo ocurrido aun no la había abandonado del todo. Cerró el libro y se incorporo en el sofá mirando muy seriamente a los ojos de Ambrosio, aunque no podía evitar cierta duda en su mirada.
- Ambrosio, no sé de qué estás hablando, esto no tiene ninguna gracia, como no pares tendré que tomar medidas al respecto...
Vlad rió a carcajadas al ver la reacción de la mujer.
- Giu, cariño, soy yo, tranquila, Vlad. Morí achicharrado, y volví, en forma de espectro, ¿recuerdas aquel día de las voces en tu cabeza y el frio estremecedor, en tu despacho? Era yo...
La cara de la mujer era un poema.
- Si, era, y soy, yo, ahora estoy poseyendo el cuerpo de Ambrosio para comunicarme contigo. Créelo o no, pero es la verdad.
Giulietta estaba perpleja, anonadada... muy lentamente se puso en pie en frente del cuerpo de Ambrosio dejando caer el libro a sus pies inconscientemente.
La mujer intentaba hablar pero era incapaz de articular palabra no es posible...
Estaba en pie aunque no estaba muy claro como podía sostenerse porque en aquellos instantes parecía que toda fuerza había huido de su cuerpo.
- Vladimir... acertó a decir en un suave susurro.
Se puso en pie y la cogió firme pero suavemente de los brazos, llevándola hasta el sofá para que se volviera a tumbar
- Tranquila...
Después, tomó el libro del suelo, lo cerró, miró la portada y lo dejó encima de la mesa cercana.
- Bien... ¿qué tal te trata tu nuevo cargo?
Dijo, mirándola a los ojos y esbozando una gran sonrisa.
Giulietta empezaba a reaccionar aunque aun no era del todo consciente de lo que estaba sucediendo. Se dejo tumbar en el sofá y espero unos segundos antes de hablar.
- Bien, bien... - Dijo mirando al infinito, de repente, como una sacudida volvió a ser plenamente consciente, se incorporo de repente y se dirigió a Vladimir.
- ¿Estas de coña? ¡Yo te vi morir! y ahora... ahora estas aquí, has poseído a Ambrosio ¡¿y lo único que se te ocurre es preguntarme qué tal me va en el cargo?!
La lasombra estaba casi gritando, no de enfado, sino más bien de sorpresa.
Vlad estaba algo decepcionado.
- ¿Y... que esperabas? - preguntó sorprendido - Hubiera estado bien algo más de entusiasmo al verme de nuevo... ¿no me has echado de menos?
El rostro de Ambrosio se enfurruño como el de un niño pequeño. Giulietta se encorvo un poco y suspiro.
- Supongo que tienes razón, aunque tienes que entender que todo esto es muy extraño.
Cogió la mano de Ambrosio.
- Yo te vi morir... y ahora estas aquí, no has obtenido descanso eterno, si no que has vuelto ocupando el cuerpo de un humano... hay tantas cosas que quisiera preguntarte... aunque tal vez no sea el momento...
Giulietta sonrió y miro fijamente a los ojos de Ambrosio, donde ahora veía algo que nunca había visto en aquellos ojos, ahora realmente creía que Vladimir estaba dentro, era su mirada y no la del viejo mayordomo la que veía.
Acercó la silla al sofá y sentado, se inclino, acercándose a la cainita. Pasó una mano por su rostro dulce y suavemente.
- Caprichosa chiquilla, casi te matas... - Dejó su mano allí, para que notara la calidez del contacto humano. - No es precisamente una reencarnación, pero de momento sirve. Lamento haberte asustado, pero supongo que era algo inevitable - sonrió . - Preguntas... tenemos tantas... creo que podría contestar algunas... y quizás me lleven a las preguntas que busco responder.
Aquella calidez embriagaba a Giulietta, hace mucho, demasiado, que no sentía algo así, estaba a gusto.
- Uno tiene que luchar por lo que quiere, ¿no? pues yo no quería que murieras, eso fue todo. - La lasombra sonrió ante la última afirmación de Vladimir. - Je, ¿el espíritu sin descanso de un malkavian? lo raro sería que no me hubieras asustado, y pensándolo mejor hasta me extraña que no intentaras mover objetos a lo poltergeist, jajajaja.
La cainita se puso seria de nuevo y miro le miro fijamente.
- Dime, ¿Porque has vuelto?
Ni siquiera Vlad tenía respuesta para eso...
-Errr, no lo sé. El caso es que morí, alcancé la paz, y sin darme cuenta, voilà. Despierto como un espectro.
Se sentó en el sofá, junto a la cainita.
- Así que supongo que tan en paz no debía estar. ¿Qué me dejo sin hacer? No lo sé. ¿Quizás el que alguien no quisiera que yo muriera por tener algún "plan" para mí influyo en esto? - dijo mirándola - Pues tampoco lo sé...
Se giro para encarar a la cainita y sus ojos.
- Así que como tú, tengo muchas respuestas por averiguar. Sigue haciendo tus preguntas, quizás me desvelen partes del camino que no conozco.
Su mirada invitaba a la cainita a seguir.
Giulietta se giro hacia Vladimir emocionada no todos los días una puede interrogar a un espectro.
- Dime ¿te dolió? sé que es una pregunta tonta, pero te estabas abrasando vivo... y creo recordar... que no te oí gritar. Dices que alcanzaste la paz... ¿como estas tan seguro? ¿Cómo es? ¿Qué hay? ¿Hay una luz blanca y una voz que te llama?
- ¿Doler? No, solo la primera vez me dolió. Esa vez estaba muy concienciado, y para cuando quise darme cuenta, ya había ardido, jejeje. Eso sí, el despertar es doloroso, pero en el alma. Y frustrante, muy frustrante...
Se acercó ligeramente a la cainita, su hombro pegado al de ella.
- La paz... bueno, en aquel momento, me sentía en paz, tranquilo como nunca. ¿Voces y luces? La luz del sol es suficientemente blanca, y mis gritos no me dejaron oír voz alguna jeje
Se sentía bien, o demasiado cínico, no sabía. Estaba quitando hierro a su propia muerte. Si algo no cambiaba, era su locura...
El rostro de Giulietta se entristeció levemente.
- Parece que lo que te llevo al suicidio - dijo refiriéndose a la locura -no te ha abandonado...
De repente Giulietta pareció extrañada, había oído por segunda vez las palabras de Vlad.
- ¿Primera vez? Insinúas que ese amanecer de hace unas semanas... el que yo presencie... ¿no era tu primer amanecer como vampiro?
- No, digo que solo me dolió morir la primera vez. La puta que me vampirizó no fue nada delicada a la hora de buscar donde morder para dejarme seco... - Se sintió algo violento al tratar ese sórdido tema. - Ehem... disculpa, no me corto nada para estas cosas.
Giulietta asintió.
- Tranquilo, creo que después de lo visto desde que te conozco poco me puede sorprender ya - la cainita sonrió con dulzura, - supongo que no todos tuvimos la misma suerte en la primera muerte... - La mujer intento volver al tema anterior. - Bueno, ¿qué se siente portando otra vez un cuerpo humano? ¿Que será ahora del viejo Ambrosio? ¿Esta ahí dentro contigo?
- Si si, no creo que nada te sorprenda... he visto el chiringuito que Dorian y tú tenéis montado en el sótano... ¡BUF! Os va lo duro eh? No se puede decir que os lo montéis malamente,...
Rio a carcajadas. Cuando terminó:
- No sé, no puedo tomar siempre el cuerpo de Ambrosio, su mente sufre, y yo me canso, así que tendré que volver a ser espectro durante un tiempo y dejarlo descansar. Aunque no sé si esto es nocivo para su organismo en forma alguna, con el tiempo se verá.
La lasombra abrió desmesuradamente los ojos.
- ¿Qué? ¿Te parece bonito? Así que a eso te has estado dedicando desde la noche en la que te divertiste asustándome hasta hoy... a cotillear... en fin, supongo que un fantasmico sepa lo que pueda haber ahí abajo no me debería preocupar - guiño un ojo. - En cuanto a un cuerpo... no sé, dices que te resulta cansado tener tanto tiempo dominado a Ambrosio, supongo que por la resistencia natural que opone su mente... tal vez yo pudiera conseguirte un nuevo cuerpo cuya mente estuviera tan minada que no te costara trabajo alguno hacerte con el... si, una mente sin voluntad... eso es fácil para mí, aunque lleva su tiempo, claro.
- Bueno, el aburrimiento de lo inmaterial es, soporífero...aunque, ahora soy algo más que un fantasma hehehe, quizás debiera preocuparte algo mas. - Una sonrisa de sátiro inundó su cara. - Lo del cuerpo sería un favor, pero no es solo por su resistencia mental, creo que el ocupar un cuerpo destruye al huésped. - Dijo, con un hilo de sangre manando de su nariz... chupó la sangre, mirando a los ojos de la cainita. - Aun así, mira a ver que me puedes conseguir.
La lasombra no puedo evitar una leve carcajada.
- ¿Preocuparme por un vampiro loco que ocupa el cuerpo de un anciano mortal? que gracioso y le dio un golpecito en el hombro. En cuanto al cuerpo, no hay problema, porque el que te consiga... bueno, el huésped es lo de menos, que muera. Ahora un par de preguntas: ¿quieres un humano o un cainita? ¿Alguna preferencia sobre el físico del susodicho? o susodicha...
- No no, que esté vivo y en plenas facultades. Su alma me sirve como puerta de enlace para dominar el cuerpo. Si está muerto, o vegetal, no me sirve, sería como meterme en un tarro - Esnifó la sangre que quedaba. - Hmmm, no sé... mientras no tengan defectos limitadores tanto a nivel físico como psíquicos, me vale. A ver que me puedes conseguir. Ya después me iré poniendo sofisticado según se me vayan muriendo. Y mejor un humano... y... hmmm sería divertido tener tetas. -dijo tocándose unos pechos inexistentes con cara lasciva y mirando a los de Giulietta.
Ahora sí que no se podía aguantar mas...
- Jajajajajajajajaja ¿quieres ser unA humanA? jajajajajaja dios mío, te imagino con tu nuevo cuerpo tocándote delante de un espejo.... jajajajajajaja
- Y deberías reconocer que te pone... - pellizco suavemente el flanco de la cainita.
Giulietta intento serenarse.
- En fin, ¿vas a ir vagando de cuerpo en cuerpo? ¿Porque no quedarte con uno definitivamente?
- No sé, en cierto modo creo que poder andar de un cuerpo a otro está bien de momento. La única pega es que no puedo salir del castillo, que típico fantasma de castillo soy ¿verdad? - Gesticulo dramáticamente. - El caso, es que todavía llevo la L verde en la espalda en esto de las posesiones, así que bueno, iremos en plan ensayo error ¿vale?
Giulietta encontraba todo aquello muy gracioso. Aunque en el fondo le alegraba "ver" nuevamente a Vladimir, aunque no en carne y hueso, al fin y al cabo solo con el habia congeniado de toda la ciudad.
- Bueno, si lo que quieres es un cuerpo de mujer, lo tendrás. Dame un par de minutos.
Giulietta se puso en pie y salio de la estancia pensando en lo alegre que notaba a Vlad, nunca fue nadie especialmente triste, pero ahora esa sombra que a veces le cubria habia desaparecido por completo.
Al rato la lasombra volvio con una hermosa rubia de la mano, una joven de voluminosos pechos. Ambas pararon ante Vladimir, y Giulietta miro seriamente a los ojos de la joven.
- No opongas resistencia.
Dominar a la joven habia sido muy facil, puesto que era algo que ya habia hecho muchas veces y su mente parecia un queso grullere.
- Toda tuya Vladimir, tal vez te sea familiar, ¿recuerdas a Gabriela? esa familia merece la denominacion de origen... - Giulietta sonrio con malicia y dejo a la joven justo en frente suya, muy cerca.
- De acuerdo, dame un segundo
El cuerpo de Ambrosio se recostó en el sofá, y cerró los ojos. Poco después, la temperatura de la habitación bajó sensiblemente, pudo notarse en la piel de la humana, que se puso de gallina. La ropa que llevaba también notó el frio.
Entrar en la mente de la humana fue sencillo, apenas un reto. Pero lo que había dentro no le terminaba de gustar. Era una mente maltratada, demasiado. Seguramente podría parecerse a la suya cuando era vampiro, si es que una comparación así podía hacerse.
- Hola de nuevo, Giulietta - dijo con una voz suave, y sedosa, mirando a los ojos de la cainita como sabía hacer. Se acercó a ella, puso sus manos en los hombros de la vampiresa. Y la besó suavemente en los labios.
Pensó para sí mismo que este cuerpo sería divertido mientras le durara.
Giulietta observo con curiosidad la escena. Y miro perpleja como de repente el cuerpo de la joven se llenaba nuevamente de vida.
- Hola... - Cuando sintió los labios de la joven contra los suyos abrió los ojos desmesuradamente, no era la primera vez que besaba o era besada por una humana, pero no era una cualquiera, era Vladimir quien estaba dentro de la joven...
Giulietta alejo su rostro del de la joven, pero no su cuerpo.
- ¿Qué haces? - Preguntó un tango sorprendida, aunque no enfadada.
Los ojos de Vlad se convirtieron en dos rendijas que miraban a Giulietta con dulzura. En un susurro dijo:
- Algo que no me atreví a hacer en la no-vida, quizás porque no sabía si era realmente eso lo que quería. Supongo que el desprenderme de mi viejo bagaje mental, y un poco por 'morbo' de esta situación me han dado un empujoncito - terminó la frase mordiéndose ligeramente el labio inferior.
Sus ojos imploraban aceptación, aunque sabía que quizás no la conseguiría. Sus manos apretaron los hombros de la cainita suavemente, y una de ellas se deslizo por su brazo.
Aguardaba su respuesta.
La lasombra parecía un tanto descolocada, su ex-jefe acababa de besarla a través del cuerpo de una mortal de su rebaño... eso después de enterarse de que su muerte al amanecer no fue la definitiva, que llevaba semanas rondando por el castillo sin ella saberlo... sintió de golpe una bocanada de aire fresco... estaba siendo una noche de lo más extraña, así que... ¿porque no?, en circunstancias normales no estaba segura de que hubiera hecho, pero esta noche se salía de lo común, además, aunque intentaba ocultarlo, sentía una gran alegría de volver a "ver" a Vladimir, tenerle cerca de nuevo, le daba cierta seguridad en aquella inhóspita ciudad, por lo que decidió seguir adelante.
Giulietta sonrió con dulzura y sensualidad:
- ¿En serio? - dijo con voz melosa mientras acercaba nuevamente su boca a la de la joven para besarla, atrayendo su cuerpo hacia sí, sentía su corazón palpitar.
Su corazón mortal se aceleraba, era maravilloso volver a sentir la vida fluir por su cuerpo. Notó como el cuerpo de mujer respondía al estimulo de la cainita, y aquello le excitó aun más.
Respondió al beso de forma delicada, posando más besos pequeños y rápidos en los labios y las comisuras de la cainita.
- Piensa... - dijo entre jadeos, mientras sus manos acariciaban el cuello, la espalda y los brazos de la cainita. - ...la de posibilidades que nos da esta habilidad mía. - siguió besando el cuello de la mujer, su nivel de excitación se encontraba por las nubes, había demasiada TSNR (Tensión Sexual No Resuelta, como Mulder y Scully) entre ambos, y le estaban dando salida de una forma muy excitante, al menos para Vlad, nunca había hecho un trio.
La lasombra casi había olvidado aquellas sensaciones, desde su muerte había tenido relaciones con otros humanos, aunque ninguna como aquella, al fin y cabo el cuerpo de aquellos humanos no estaba habitado por un vampiro... y aunque así hubiera sido ningún vampiro, tampoco era un cainita cualquiera... era Vladimir... ¿sentía algo por él? no estaba del todo segura, aunque en aquellos instantes iba a disfrutar del momento y olvidarse de todo lo demás.
Si Vlad quería un cuerpo de mujer iba a enseñarle exactamente lo que con el podía sentir...
La cainita se dejo llevar, hecho la cabeza a un lado mientras Vlad le besaba el cuello, en ese momento se dio cuenta del estado del pobre Ambrosio, cogió a la mujer por la cintura y la separo ligeramente, saco una llave de su bolsillo.
- Según subes las escaleras, en el ala derecha, la ultima puerta, esta es la llave. Cogió su mano y deposito la llave en ella. Espérame allí, es tu primera vez como mujer, así que ¿quién mejor que yo para demostrarte todo lo que ese cuerpo esconde? - esto último lo dijo con una sensual voz al oído de la mujer.
La cogió de la mano y ando hacia la entrada del despacho, rozo sus labios contra los de ella y abrió la puerta.
- No tardare... - y miro a las escaleras.
Mientras Vlad subía las escaleras lentamente Giulietta fue por uno de los pasillos del primer piso en busca de Dorian, quien se encontraba sentado frente a la televisión.
- Dorian, ve a mi despacho, Ambrosio se ha desfallecido, llévale a su cuarto - el cual estaba en el ala izquierda del castillo, lejos de la habitación a la que ella se dirigía ahora - y quédate con él, tengo algo muy importante que hacer ahora.
Sin mediar palabra el joven apago la televisión y fue al despacho en busca del mayordomo.
Giulietta volvió a las escaleras, mientras subía pensaba y se regocijaba en lo que ahora iba a suceder y en cómo iba a hacer disfrutar a Vladimir, el de Carla (el nombre del cuerpo que ahora ocupaba Vlad) era un cuerpo que conocía de sobra, sabia donde encontrar en el todo lo que buscaba.
Al llegar arriba entro en una de las habitaciones contiguas, dejo la ropa que llevaba puesta sobre una silla y se soltó el pelo. Giulietta nunca fue la más hermosa, pero sí de las que más llamaba la atención, un pálido cuerpo lleno de curvas y unos firmes y redondos pechos, no muy grandes, pero atrayentes.
Salió desnuda de la habitación y se situó ante la puerta del final del pasillo, unas sombras se situaron a su alrededor tapando partes de su cuerpo y dejando otras al descubierto, concentro su sangre con algo de esfuerzo y consiguió dar un tacto algo mas cálido a su piel. Giro el pomo y entró en la habitación.
Era una sala amplia y sencilla, con varios candelabros encendidos, un hermoso espejo de cuerpo entero y un tocador y al fondo una cama con sabanas de raso blanco con dosel donde esperaba Carla.
Vlad obedeció a Giulietta, y fue a la habitación. Una vez estuvo allí, se sentó en la cama.
Todavía estaba excitado con todo aquello, y pensó que todavía no había explorado a fondo su propio cuerpo. Comenzó sopesando sus pechos. Eran grandes y firmes. Los acarició. Su mente de hombre se excitó al hacerlo, pero su cuerpo de mujer no tanto. Aquella dualidad resultaba a la vez chocante y graciosa. Siguió frotándose uno de los pezones, mientras su otra mano descendió por su vientre. Acarició uno de sus muslos, la cara interna, y la dirigió hacia ahí.
Comenzó a tocarse, pero la sensación no fue agradable. Necesitaba más humedad. Se chupó un dedo, y en ese momento entro Giulietta.
Dejó lo que estaba haciendo. Se sintió extrañamente avergonzado. Notó como se ponía colorado. La experiencia previa de ese cuerpo estaba haciendo de las suyas. Sin embargo, le gustaba.
Miró a Giulietta sonriendo inocentemente. Estaba algo cortado.
Giulietta cerró la puerta tras de sí, totalmente desnuda andaba lentamente por el suelo de madera sin hacer el menor ruido. Al ver lo que Vlad se traía entre manos con su nuevo cuerpo sonrió de forma lasciva.
- Deja que te eche un mano con eso...
Se acerco a la cama donde Vladimir estaba sentado, le cogió de la mano y le puso en pie, le llevo por la habitación hasta colocarle ante el precioso espejo, en el que solo su figura estaba reflejada, a pesar de que la lasombra también estaba frente a él.
Lentamente, como un depredador observando a su presa, Giulietta giro a su alrededor, hasta ponerse a su espalda, apoyo sus manos en los hombros de la mujer y con un rápido movimiento le bajo el vestido, dejando el cuerpo de Carla tan desnudo como el suyo propio.
Carla era una hermosa joven de ojos claros y cabello rubio, constitución mas robusta que la de Giulietta, algo mas alta, pechos más voluminosos y caderas más anchas, aunque en aquellos momentos, posiblemente debido a la timidez parecía que se iba a romper en cualquier momento.
- Relájate... - Giulietta hablaba a Vlad a través del oído de Carla, su voz sonaba más sensual que nunca - esto no ha hecho más que empezar... - comenzó a mordisquear el lóbulo de su oreja.
La lasombra, desde la espalda atrajo el cuerpo de la joven hacia el suyo, Vlad podía sentir como el frio cuerpo de la cainita tomaba un poco de calor gracias al poder de su sangre. Comenzó a besar y lamer su cuello, reprimiendo unas intensas ganas de morderlo, a la vez que con suavidad agarraba los pechos de la joven y los acariciaba.
Vlad se veía a sí mismo reflejado en el espejo, veía como sus pechos se movían aparentemente solos, hasta que al bajar la mirada observaba como una pálida mano los mesaba y pellizcaba sus pezones erectos por la excitación.
Una de las manos que hasta ahora se había concentrado en su busto comenzó a bajar sinuosamente, primero el vientre, los muslos... hasta llegar al pequeño nido de vello bajo el que se encontraba su sexo. Leves caricias por fuera hacían estremecerse el cuerpo humano de Vladimir. Habilidosamente, la cainita introdujo su mano entre las piernas del vástago, por la humedad notaba que aquello le estaba gustando, así que con cuidado empezó a juguetear su cuerpo.
Vlad se dio cuenta de que la visión de Giulietta desnuda era algo que esperaba más tiempo del que él mismo quería admitir. Su blanquísima piel, algo más rosada en torno a sus pequeños pezones, en contraste con su oscuro cabello, y las llamaradas verdes de sus ojos le dejaron extasiado.
Tan embobado estaba que apenas opuso resistencia cuando la mujer le cogió y manejó de un lado a otro, hasta encontrarse desnudo frente al espejo. Admiró la voluptuosidad de su nuevo cuerpo, y pensó que si fuera un hombre, ya tendría problemas de alojamiento en los pantalones. Pero no era el caso, y la novedad, junto con la excitación, le dejaban paralizado, sin saber muy bien qué hacer.
Pero Giulietta no parecía tener problemas en hacer de guía. Más bien disfrutaba. No pudo evitar gemir cuando la cainita mordió su oreja y sintió el calor en su espalda, no se lo esperaba. Cuando notó sus manos sobre sus pechos, llevó las suyas sobre las de la cainita, apretándolas, y haciendo presión con ella, al ritmo que ella marcaba. Jadeaba ocasionalmente, y notó como se humedecía. La dejaría hacer, cerró los ojos no podía resistirse.
Pasó una mano hacia atrás para acariciar la cabeza de la mujer. Sus dedos se perdieron en su negro cabello. Ansiaba sentir eso en su mano, según se dio cuenta, desde hacía mucho tiempo. Demasiado tiempo se había conformado con mirar sus ojos centelleantes, y solo eso. Notó su mano bajar por su vientre, y se estremeció de excitación y nerviosismo, por la novedad. La sensación de un corazón latiendo desbocado en su pecho le excitó más aún, y cuando notó que la mujer tocaba sus labios, gimió su nombre.
- ...Oh...Giulietta...
Giulietta realmente estaba disfrutando con aquello, ahora mismo Vlad era como una virgen descubriendo el maravilloso mundo del sexo, y era ella quien le estaba guiando.
El oír gemir a Vladimir era música para sus oídos. Mientras seguía acariciando suavemente el clítoris de Carla la lasombra se puso ante ella, quería ver el placer en su cara, con la mano que tenia libre sujeto a la joven del pelo y comenzó a darle pequeños mordiscos y besos alternando el cuello con la boca.
No sabía porque, pero Giulietta quería oír a Vladimir, quería hacerle gritar de placer, y parecía que lo estaba consiguiendo, paulatinamente aumento la velocidad de movimiento y presión de la mano que acariciaba su entrepierna, consiguiendo con ello pequeños espasmos en el cuerpo de Carla que excitaban mas y mas a la cainita. La lasombra sabía lo que estaba a punto de suceder, poso sus labios sobre los de Carla y se fundió con ella en un profundo beso, acto seguido un suave pero profundo gemido de Vladimir, que había tenido un orgasmo.
- Giulietta... - Vladimir paso sus brazos sobre los hombros de la cainita dándole un tierno abrazo, le temblaban las piernas de placer y apenas podía mantenerse en pie. Giulietta le cogió en brazos y con firmeza la llevo hasta la cama, donde la deposito con toda la delicadeza de que fue capaz.
Vlad jadeó ostensiblemente cuando sintió los dedos de la cainita contra su clítoris. Aquello era totalmente distinto a todo lo que había sentido como hombre. Separó las piernas los suficiente para que la cainita tuviera el camino despejado, respondió a sus besos apasionadamente, mordisqueando a veces sus labios. Deslizaba sus manos por su espalda y su cintura, apretando a veces suavemente, como para agarrarse a ella, cuando perdía el control de sus caderas y sus piernas, que se estremecían con oleadas de placer, por obra y gracia de Giulietta.
No sin estar ligeramente asustado por la novedad, comenzó a gemir más rápidamente, aunque sin gritar, era más como un jadeo, y a estirarse. Su cadera iba y venía en espasmos cada vez más violentos. Se abrazó a la cainita para no caerse, y mordió su brazo para contener un grito.
Las oleadas eran cada vez más rápidas e intensas. Se sentía arder, y como perdía noción de su cuerpo. Quizás la experiencia debilitaba los lazos de unión entre el espectro y el mortal, pero Vlad procuraba quedarse y asimilar todo aquello, era demasiado grande como para perdérselo.
Tras un eterno momento de éxtasis, las oleadas remitieron poco a poco. Sus muslos chorreaban flujo, y sentía aún la húmeda mano de Giulietta. Le temblaban las rodillas, y apenas podía mantenerse en pie. Se agarró con fuerza a la cainita con una expresión en parte asustada, aunque llena de pasión en su rostro.
Se dejó llevar por la mujer hasta la cama, mientras recuperaba la consciencia de sí mismo, y de la grandiosidad de lo que acababa de vivir. Pensó que quizás era hora de dar un poco de amor.
Giulietta se acostó de lado junto a Vladimir apoyando la cabeza sobre la mano, no quería perderse nada de lo que el cainita estaba experimentando, con una tierna mirada y una dulce sonrisa empezó a acariciar el rostro de Carla, pasando sus finos dedos por la nariz de la joven, rozando sus labios, acariciando sus parpados...
- Te he echado de menos... - Dijo finalmente.
La lasombra decidió esperar un tiempo prudente hasta que Vlad se recuperar por completo antes de seguir con la diversión, mientras llegaba el momento continuaba con los mimos y caricias.
Vlad observó como la cainita le miraba, y le sonrió. Estaba tumbado bocarriba, recuperando el aliento.
Cuando oyó las palabras de la cainita, se incorporó ligeramente hacia ella. Puso una mano en su mejilla y acercó su rostro al de la mujer. Veía deformados sus ojos verdes por las lágrimas que brotaban.
- ¿Porque... porque nunca me lo dijiste? - la besó fuertemente - Tu podrías haber sido mi ancla a la no-vida, pero no... - no termino la frase porque la estaba besando de nuevo, con fuerza, buscando su lengua, mordiendo sus labios.
Apretó con fuerza uno de los senos de la cainita, y lo sintió duro, ligeramente cálido al tacto. Sintió volver sus fuerzas, y la necesidad de tomar parte activa en aquello. Quería dar a Giulietta parte de lo que había obtenido.
Se abalanzó sobre ella. Ahora se encontraba sentada a horcajadas sobre la morena. La miró lascivamente, y se mordió un labio, haciendo brotar sangre. Dejó caer gotas de vitae sobre el blanco pecho de la cainita, que había abierto mucho los ojos al verla. Había conseguido llamar su atención. Lamió después la sangre del pecho, mientras frotaba y apretaba los senos con las manos. Jugueteó un poco más con ellos, antes de volver sobre su cara.
Una de sus manos tomo la de Giulietta, entrelazando sus dedos y apretándolos.
- ...te deseo demasiado...- dijo en un susurro.
Y la besó, dejando que la sangre fluyera entre ambos.
El beso de Vlad no le dejo responderle, tal vez precisamente por eso lo hiciera, yo podría haberle salvado... con solo unas palabras, aparto ese pensamiento, no podía cambiar el pasado y el destino le había otorgado una segunda oportunidad, y esta vez no iba a dejarle escapar.
Giulietta besaba con pasión y desenfreno a Vlad, jugueteaba con su lengua y mordisqueaba sus labios, bebía la sangre de la joven Carla, con precaución de no excederse. La lasombra intentaba abrazar a Vlad, quería tenerle lo más cerca posible... no, ¡lo necesitaba!
Definitivamente la morena había dado rienda suelta a su pasión, no pensaba, solo actuaba, su único objetivo era sentirse cerca de él, darle placer, besarle, acariciarle, amarle...
En aquel momento Vlad echaba de menos su aparato masculino para poder darlo todo de sí mismo. Al menos como sabía hacerlo normalmente. Tendría que improvisar. Aunque no era nada que no hubiera hecho antes.
Conforme la cainita iba excitándose mas y más, descendió por su cuello, besándolo y lamiéndolo, mordiéndolo juguetonamente, a lo que la cainita respondía rebulléndose ligeramente, como temiendo algo... bajó después a su pecho. Apretó los senos de la mujer, lamió, pellizcó y mordió sus pezones, sin dejar de mirar los ojos verdes de Giulietta.
Se entretuvo allí un poco... al fin y al cabo era un hombre, y sentía especial predilección por los pechos... continuó bajando con su lengua por el abdomen de la mujer, besando y lamiendo.
Paró algo más abajo del ombligo, mordiendo ligeramente la escasa barriguita que tenia la cainita. Paró ahí. Había hecho esto antes, y sabía cuál sería la reacción de su pareja.
La cainita lo miró implorando que siguiera. Acarició su pelo, con un gesto algo caprichoso en la cara.
No pudo reprimir una ligera risa, y le concedió lo que anhelaba. Hundió la cara entre sus muslos, besando y lamiendo la cara interna de éstos. Después, comenzó a lamer sus ingles, cuando la cainita se movió, para poner sus labios exteriores en la boca de Vlad.
Éste sonrió para sí mismo, y comenzó a lamerlos. Tomó la mano que de Giu que apretaba su cabeza y la puso sobre el muslo de ésta, apretándola. Con la otra mano, separó los labios de Giulietta, y buscó (con acierto) el clítoris de esta.
Comenzó a lamerlo, aumentando la velocidad conforme Giu le indicaba con sus caderas, gemidos y movimientos. Estaba cada vez más húmeda, su boca se llenó de su sabor. Su excitación volvió a aumentar, y sintió la necesidad de dedicarse a sí mismo, pero prefirió seguir con Giulietta, notarla así no era algo que se pudiera dejar escapar.
Giulietta estaba en la gloria, estaba realmente excitada, y el hecho de ser consciente de quien era el que estaba entre sus piernas la excitaba más aun.
La mujer gemía, se contorsionaba, disfrutaba, no se cohibía lo mas mínimo. Agarraba la almohada con fuerza, su cuerpo estaba tenso, hasta que ya no aguanto más y con un profundo gemido, casi un grito, llego al clímax, inconscientemente cerro las piernas y antes de tumbarse nuevamente para recuperarse atrajo a Vlad hacia sí, ahora, tumbados uno al lado del otro su cuerpo se relajo completamente.
Tras una rápida recuperación, Giulietta comenzó a juguetear con el pelo de Carla mientras acariciaba sus firmes muslos, se tumbo encima suyo y metió uno de sus pechos en la boca, entre caricia y lametón la vampira hizo un pequeño corte de donde empezó a manar el precioso liquido, se sentó sobre Vlad sin apartar la boca y comenzó a lamer y succionar la herida provocando un gran placer a Carla, cuando la sangre dejo de brotar fue bajando sin apartar la mirada de los ojos de Vladimir... (Insertar horas de sexo lésbico aquí).
Un par de horas antes del amanecer Carla cayó profundamente dormida. Cuando despertó a la mañana siguiente se encontró sola, Giulietta no estaba.
Sus avances con Ambrosio eran espectaculares. Había conseguido hablar a través de él, durante pequeños instantes al principio, después durante más tiempo. Y mover su cuerpo a su voluntad, cual marioneta. Para disimular, durante esos periodos de tiempo, realizaba las acciones que el humano solía realizar normalmente. Ya llegaba a estar incluso horas dentro de él sin problemas. Sin embargo notaba que Ambrosio sabía que algo le pasaba, y su salud mental se estaba resintiendo.
Un día, pensó que ya estaba suficientemente preparado, y que Ambrosio no necesitaba más incertidumbre.
- Ambrosio. - llamó, dentro de su cabeza.
- ¿Amo, eres tú? - dijo en voz alta. Se llevó una mano a la boca, alarmado.
- Si, no hace falta que hables, solo piensa lo que quieras decir. No sé cuánto te costará creerlo. Pero mi baño de sol no fue el final. Te lo mostraré, para que me creas.
Proyectó en la mente de Ambrosio imágenes de su muerte. Se estremeció. También usó antiguos recuerdos, que sabía que el Ghoul reconocería como de su amo.
- Lo intuía señor. Durante bastante tiempo, noté una presencia familiar en este lugar, y a veces, perdía la noción de mi mismo, como dominado desde fuera. Eso, junto a lo que usted fue en vida, me daba mucho que pensar sobre su verdadero destino.
- Eres perspicaz Ambrosio, te estoy muy agradecido, por tu fe. Dime ¿te tratan bien?
- Bueno, les soy un poco indiferente. No hago aquí mucho más de lo que hacía antes. Supongo que me respetan por ser parte de vuestro legado.
- Bien está si es así. Necesito pedirte algo.
- Lo que dispongáis, señor...
- Quiero que te dejes llevar, voy a poseerte. Necesito hablar con Giulietta, y de momento, hasta que mejore mi técnica, deberé usarte como vehículo en el mundo terrenal. No sé qué consecuencias podría acarrearte esto, pero te lo pido como tu Señor que soy.
- Sabéis que disponéis de mi vida si fuera necesario, señor. Haced de mí lo que gustéis.
- Gracias Ambrosio, ahora y siempre.
Tocó las cuerdas necesarias en la mente de Ambrosio, que dolorido, cayó al suelo, gritando levemente. Se retorció con los ojos en blanco durante unos instantes. Y paró.
Abrió los ojos.
- Es bueno volver a sentir un cuerpo...
Se levantó y estiró el traje, y se encaminó a las dependencias de Giulietta.
Giulietta estaba en su despacho, como casi siempre, sentada en uno de los sofás leyendo una novela histórica de un autor actual y riendo de las incoherencias de la misma, ya que por experiencia propia o por la de vampiros cercanos sabía a ciencia cierta que muchos acontecimientos no ocurrieron como estaba escrito.
Así estaba la lasombra, ajena a todo lo que sucedía a su alrededor, de hecho prácticamente había olvidado el incidente ocurrido semanas antes, al no volverse a repetir lo achacó a una mala jugada de su mente.
Vlad, en el cuerpo de Ambrosio, tocó a la puerta, y sin esperar el permiso de la cainita, entró:
- Hola, Giulietta.
Pese a que la voz que sonaba era la de Ambrosio, el tono, y los gestos, eran los de Vladimir.
Estaba de pie, mirándola, con las manos en la espalda.
Quería saber cómo reaccionaría la cainita, aunque en cierto modo suponía como sería.
Giulietta pareció sorprendida ante la brusca entrada del mayordomo.
- ¿Ocurre algo Ambrosio? Espero que así sea, porque no es correcto entrar de esa forma en mi despacho y no es propio de ti hablarme de ese modo.
Giulietta seguía recostada en su sofá, casi no se había movido y apenas levanto la mirada del libro cuando se dirigió a Ambrosio.
Ambrosio/Vlad sonrió. Se acercó a la cainita. La miró de arriba a abajo. Conforme se acercó, ella le miró, ligeramente sorprendida por el descaro del humano.
Tomó una de las sillas cercanas y la puso cerca de donde estaba la vampiresa. Se sentó como Vlad hacía en vida, sonrió como solía hacer en vida, y la miró a los ojos como solía hacerlo en vida.
- Parece mentira que ya no me recuerdes... - Su tono de voz esta vez fue distinto, más cercano al de Vlad.
Por un momento Giulietta enmudeció, si aun tuviera vida se le hubiera cortado la respiración de golpe. Es imposible... esta muerto... ¡yo le vi morir!.... Segundos después la mujer procuro recuperar la compostura y hacer como si nada hubiera pasado, al parecer lo ocurrido aun no la había abandonado del todo. Cerró el libro y se incorporo en el sofá mirando muy seriamente a los ojos de Ambrosio, aunque no podía evitar cierta duda en su mirada.
- Ambrosio, no sé de qué estás hablando, esto no tiene ninguna gracia, como no pares tendré que tomar medidas al respecto...
Vlad rió a carcajadas al ver la reacción de la mujer.
- Giu, cariño, soy yo, tranquila, Vlad. Morí achicharrado, y volví, en forma de espectro, ¿recuerdas aquel día de las voces en tu cabeza y el frio estremecedor, en tu despacho? Era yo...
La cara de la mujer era un poema.
- Si, era, y soy, yo, ahora estoy poseyendo el cuerpo de Ambrosio para comunicarme contigo. Créelo o no, pero es la verdad.
Giulietta estaba perpleja, anonadada... muy lentamente se puso en pie en frente del cuerpo de Ambrosio dejando caer el libro a sus pies inconscientemente.
La mujer intentaba hablar pero era incapaz de articular palabra no es posible...
Estaba en pie aunque no estaba muy claro como podía sostenerse porque en aquellos instantes parecía que toda fuerza había huido de su cuerpo.
- Vladimir... acertó a decir en un suave susurro.
Se puso en pie y la cogió firme pero suavemente de los brazos, llevándola hasta el sofá para que se volviera a tumbar
- Tranquila...
Después, tomó el libro del suelo, lo cerró, miró la portada y lo dejó encima de la mesa cercana.
- Bien... ¿qué tal te trata tu nuevo cargo?
Dijo, mirándola a los ojos y esbozando una gran sonrisa.
Giulietta empezaba a reaccionar aunque aun no era del todo consciente de lo que estaba sucediendo. Se dejo tumbar en el sofá y espero unos segundos antes de hablar.
- Bien, bien... - Dijo mirando al infinito, de repente, como una sacudida volvió a ser plenamente consciente, se incorporo de repente y se dirigió a Vladimir.
- ¿Estas de coña? ¡Yo te vi morir! y ahora... ahora estas aquí, has poseído a Ambrosio ¡¿y lo único que se te ocurre es preguntarme qué tal me va en el cargo?!
La lasombra estaba casi gritando, no de enfado, sino más bien de sorpresa.
Vlad estaba algo decepcionado.
- ¿Y... que esperabas? - preguntó sorprendido - Hubiera estado bien algo más de entusiasmo al verme de nuevo... ¿no me has echado de menos?
El rostro de Ambrosio se enfurruño como el de un niño pequeño. Giulietta se encorvo un poco y suspiro.
- Supongo que tienes razón, aunque tienes que entender que todo esto es muy extraño.
Cogió la mano de Ambrosio.
- Yo te vi morir... y ahora estas aquí, no has obtenido descanso eterno, si no que has vuelto ocupando el cuerpo de un humano... hay tantas cosas que quisiera preguntarte... aunque tal vez no sea el momento...
Giulietta sonrió y miro fijamente a los ojos de Ambrosio, donde ahora veía algo que nunca había visto en aquellos ojos, ahora realmente creía que Vladimir estaba dentro, era su mirada y no la del viejo mayordomo la que veía.
Acercó la silla al sofá y sentado, se inclino, acercándose a la cainita. Pasó una mano por su rostro dulce y suavemente.
- Caprichosa chiquilla, casi te matas... - Dejó su mano allí, para que notara la calidez del contacto humano. - No es precisamente una reencarnación, pero de momento sirve. Lamento haberte asustado, pero supongo que era algo inevitable - sonrió . - Preguntas... tenemos tantas... creo que podría contestar algunas... y quizás me lleven a las preguntas que busco responder.
Aquella calidez embriagaba a Giulietta, hace mucho, demasiado, que no sentía algo así, estaba a gusto.
- Uno tiene que luchar por lo que quiere, ¿no? pues yo no quería que murieras, eso fue todo. - La lasombra sonrió ante la última afirmación de Vladimir. - Je, ¿el espíritu sin descanso de un malkavian? lo raro sería que no me hubieras asustado, y pensándolo mejor hasta me extraña que no intentaras mover objetos a lo poltergeist, jajajaja.
La cainita se puso seria de nuevo y miro le miro fijamente.
- Dime, ¿Porque has vuelto?
Ni siquiera Vlad tenía respuesta para eso...
-Errr, no lo sé. El caso es que morí, alcancé la paz, y sin darme cuenta, voilà. Despierto como un espectro.
Se sentó en el sofá, junto a la cainita.
- Así que supongo que tan en paz no debía estar. ¿Qué me dejo sin hacer? No lo sé. ¿Quizás el que alguien no quisiera que yo muriera por tener algún "plan" para mí influyo en esto? - dijo mirándola - Pues tampoco lo sé...
Se giro para encarar a la cainita y sus ojos.
- Así que como tú, tengo muchas respuestas por averiguar. Sigue haciendo tus preguntas, quizás me desvelen partes del camino que no conozco.
Su mirada invitaba a la cainita a seguir.
Giulietta se giro hacia Vladimir emocionada no todos los días una puede interrogar a un espectro.
- Dime ¿te dolió? sé que es una pregunta tonta, pero te estabas abrasando vivo... y creo recordar... que no te oí gritar. Dices que alcanzaste la paz... ¿como estas tan seguro? ¿Cómo es? ¿Qué hay? ¿Hay una luz blanca y una voz que te llama?
- ¿Doler? No, solo la primera vez me dolió. Esa vez estaba muy concienciado, y para cuando quise darme cuenta, ya había ardido, jejeje. Eso sí, el despertar es doloroso, pero en el alma. Y frustrante, muy frustrante...
Se acercó ligeramente a la cainita, su hombro pegado al de ella.
- La paz... bueno, en aquel momento, me sentía en paz, tranquilo como nunca. ¿Voces y luces? La luz del sol es suficientemente blanca, y mis gritos no me dejaron oír voz alguna jeje
Se sentía bien, o demasiado cínico, no sabía. Estaba quitando hierro a su propia muerte. Si algo no cambiaba, era su locura...
El rostro de Giulietta se entristeció levemente.
- Parece que lo que te llevo al suicidio - dijo refiriéndose a la locura -no te ha abandonado...
De repente Giulietta pareció extrañada, había oído por segunda vez las palabras de Vlad.
- ¿Primera vez? Insinúas que ese amanecer de hace unas semanas... el que yo presencie... ¿no era tu primer amanecer como vampiro?
- No, digo que solo me dolió morir la primera vez. La puta que me vampirizó no fue nada delicada a la hora de buscar donde morder para dejarme seco... - Se sintió algo violento al tratar ese sórdido tema. - Ehem... disculpa, no me corto nada para estas cosas.
Giulietta asintió.
- Tranquilo, creo que después de lo visto desde que te conozco poco me puede sorprender ya - la cainita sonrió con dulzura, - supongo que no todos tuvimos la misma suerte en la primera muerte... - La mujer intento volver al tema anterior. - Bueno, ¿qué se siente portando otra vez un cuerpo humano? ¿Que será ahora del viejo Ambrosio? ¿Esta ahí dentro contigo?
- Si si, no creo que nada te sorprenda... he visto el chiringuito que Dorian y tú tenéis montado en el sótano... ¡BUF! Os va lo duro eh? No se puede decir que os lo montéis malamente,...
Rio a carcajadas. Cuando terminó:
- No sé, no puedo tomar siempre el cuerpo de Ambrosio, su mente sufre, y yo me canso, así que tendré que volver a ser espectro durante un tiempo y dejarlo descansar. Aunque no sé si esto es nocivo para su organismo en forma alguna, con el tiempo se verá.
La lasombra abrió desmesuradamente los ojos.
- ¿Qué? ¿Te parece bonito? Así que a eso te has estado dedicando desde la noche en la que te divertiste asustándome hasta hoy... a cotillear... en fin, supongo que un fantasmico sepa lo que pueda haber ahí abajo no me debería preocupar - guiño un ojo. - En cuanto a un cuerpo... no sé, dices que te resulta cansado tener tanto tiempo dominado a Ambrosio, supongo que por la resistencia natural que opone su mente... tal vez yo pudiera conseguirte un nuevo cuerpo cuya mente estuviera tan minada que no te costara trabajo alguno hacerte con el... si, una mente sin voluntad... eso es fácil para mí, aunque lleva su tiempo, claro.
- Bueno, el aburrimiento de lo inmaterial es, soporífero...aunque, ahora soy algo más que un fantasma hehehe, quizás debiera preocuparte algo mas. - Una sonrisa de sátiro inundó su cara. - Lo del cuerpo sería un favor, pero no es solo por su resistencia mental, creo que el ocupar un cuerpo destruye al huésped. - Dijo, con un hilo de sangre manando de su nariz... chupó la sangre, mirando a los ojos de la cainita. - Aun así, mira a ver que me puedes conseguir.
La lasombra no puedo evitar una leve carcajada.
- ¿Preocuparme por un vampiro loco que ocupa el cuerpo de un anciano mortal? que gracioso y le dio un golpecito en el hombro. En cuanto al cuerpo, no hay problema, porque el que te consiga... bueno, el huésped es lo de menos, que muera. Ahora un par de preguntas: ¿quieres un humano o un cainita? ¿Alguna preferencia sobre el físico del susodicho? o susodicha...
- No no, que esté vivo y en plenas facultades. Su alma me sirve como puerta de enlace para dominar el cuerpo. Si está muerto, o vegetal, no me sirve, sería como meterme en un tarro - Esnifó la sangre que quedaba. - Hmmm, no sé... mientras no tengan defectos limitadores tanto a nivel físico como psíquicos, me vale. A ver que me puedes conseguir. Ya después me iré poniendo sofisticado según se me vayan muriendo. Y mejor un humano... y... hmmm sería divertido tener tetas. -dijo tocándose unos pechos inexistentes con cara lasciva y mirando a los de Giulietta.
Ahora sí que no se podía aguantar mas...
- Jajajajajajajajaja ¿quieres ser unA humanA? jajajajajaja dios mío, te imagino con tu nuevo cuerpo tocándote delante de un espejo.... jajajajajajaja
- Y deberías reconocer que te pone... - pellizco suavemente el flanco de la cainita.
Giulietta intento serenarse.
- En fin, ¿vas a ir vagando de cuerpo en cuerpo? ¿Porque no quedarte con uno definitivamente?
- No sé, en cierto modo creo que poder andar de un cuerpo a otro está bien de momento. La única pega es que no puedo salir del castillo, que típico fantasma de castillo soy ¿verdad? - Gesticulo dramáticamente. - El caso, es que todavía llevo la L verde en la espalda en esto de las posesiones, así que bueno, iremos en plan ensayo error ¿vale?
Giulietta encontraba todo aquello muy gracioso. Aunque en el fondo le alegraba "ver" nuevamente a Vladimir, aunque no en carne y hueso, al fin y al cabo solo con el habia congeniado de toda la ciudad.
- Bueno, si lo que quieres es un cuerpo de mujer, lo tendrás. Dame un par de minutos.
Giulietta se puso en pie y salio de la estancia pensando en lo alegre que notaba a Vlad, nunca fue nadie especialmente triste, pero ahora esa sombra que a veces le cubria habia desaparecido por completo.
Al rato la lasombra volvio con una hermosa rubia de la mano, una joven de voluminosos pechos. Ambas pararon ante Vladimir, y Giulietta miro seriamente a los ojos de la joven.
- No opongas resistencia.
Dominar a la joven habia sido muy facil, puesto que era algo que ya habia hecho muchas veces y su mente parecia un queso grullere.
- Toda tuya Vladimir, tal vez te sea familiar, ¿recuerdas a Gabriela? esa familia merece la denominacion de origen... - Giulietta sonrio con malicia y dejo a la joven justo en frente suya, muy cerca.
- De acuerdo, dame un segundo
El cuerpo de Ambrosio se recostó en el sofá, y cerró los ojos. Poco después, la temperatura de la habitación bajó sensiblemente, pudo notarse en la piel de la humana, que se puso de gallina. La ropa que llevaba también notó el frio.
Entrar en la mente de la humana fue sencillo, apenas un reto. Pero lo que había dentro no le terminaba de gustar. Era una mente maltratada, demasiado. Seguramente podría parecerse a la suya cuando era vampiro, si es que una comparación así podía hacerse.
- Hola de nuevo, Giulietta - dijo con una voz suave, y sedosa, mirando a los ojos de la cainita como sabía hacer. Se acercó a ella, puso sus manos en los hombros de la vampiresa. Y la besó suavemente en los labios.
Pensó para sí mismo que este cuerpo sería divertido mientras le durara.
Giulietta observo con curiosidad la escena. Y miro perpleja como de repente el cuerpo de la joven se llenaba nuevamente de vida.
- Hola... - Cuando sintió los labios de la joven contra los suyos abrió los ojos desmesuradamente, no era la primera vez que besaba o era besada por una humana, pero no era una cualquiera, era Vladimir quien estaba dentro de la joven...
Giulietta alejo su rostro del de la joven, pero no su cuerpo.
- ¿Qué haces? - Preguntó un tango sorprendida, aunque no enfadada.
Los ojos de Vlad se convirtieron en dos rendijas que miraban a Giulietta con dulzura. En un susurro dijo:
- Algo que no me atreví a hacer en la no-vida, quizás porque no sabía si era realmente eso lo que quería. Supongo que el desprenderme de mi viejo bagaje mental, y un poco por 'morbo' de esta situación me han dado un empujoncito - terminó la frase mordiéndose ligeramente el labio inferior.
Sus ojos imploraban aceptación, aunque sabía que quizás no la conseguiría. Sus manos apretaron los hombros de la cainita suavemente, y una de ellas se deslizo por su brazo.
Aguardaba su respuesta.
La lasombra parecía un tanto descolocada, su ex-jefe acababa de besarla a través del cuerpo de una mortal de su rebaño... eso después de enterarse de que su muerte al amanecer no fue la definitiva, que llevaba semanas rondando por el castillo sin ella saberlo... sintió de golpe una bocanada de aire fresco... estaba siendo una noche de lo más extraña, así que... ¿porque no?, en circunstancias normales no estaba segura de que hubiera hecho, pero esta noche se salía de lo común, además, aunque intentaba ocultarlo, sentía una gran alegría de volver a "ver" a Vladimir, tenerle cerca de nuevo, le daba cierta seguridad en aquella inhóspita ciudad, por lo que decidió seguir adelante.
Giulietta sonrió con dulzura y sensualidad:
- ¿En serio? - dijo con voz melosa mientras acercaba nuevamente su boca a la de la joven para besarla, atrayendo su cuerpo hacia sí, sentía su corazón palpitar.
Su corazón mortal se aceleraba, era maravilloso volver a sentir la vida fluir por su cuerpo. Notó como el cuerpo de mujer respondía al estimulo de la cainita, y aquello le excitó aun más.
Respondió al beso de forma delicada, posando más besos pequeños y rápidos en los labios y las comisuras de la cainita.
- Piensa... - dijo entre jadeos, mientras sus manos acariciaban el cuello, la espalda y los brazos de la cainita. - ...la de posibilidades que nos da esta habilidad mía. - siguió besando el cuello de la mujer, su nivel de excitación se encontraba por las nubes, había demasiada TSNR (Tensión Sexual No Resuelta, como Mulder y Scully) entre ambos, y le estaban dando salida de una forma muy excitante, al menos para Vlad, nunca había hecho un trio.
La lasombra casi había olvidado aquellas sensaciones, desde su muerte había tenido relaciones con otros humanos, aunque ninguna como aquella, al fin y cabo el cuerpo de aquellos humanos no estaba habitado por un vampiro... y aunque así hubiera sido ningún vampiro, tampoco era un cainita cualquiera... era Vladimir... ¿sentía algo por él? no estaba del todo segura, aunque en aquellos instantes iba a disfrutar del momento y olvidarse de todo lo demás.
Si Vlad quería un cuerpo de mujer iba a enseñarle exactamente lo que con el podía sentir...
La cainita se dejo llevar, hecho la cabeza a un lado mientras Vlad le besaba el cuello, en ese momento se dio cuenta del estado del pobre Ambrosio, cogió a la mujer por la cintura y la separo ligeramente, saco una llave de su bolsillo.
- Según subes las escaleras, en el ala derecha, la ultima puerta, esta es la llave. Cogió su mano y deposito la llave en ella. Espérame allí, es tu primera vez como mujer, así que ¿quién mejor que yo para demostrarte todo lo que ese cuerpo esconde? - esto último lo dijo con una sensual voz al oído de la mujer.
La cogió de la mano y ando hacia la entrada del despacho, rozo sus labios contra los de ella y abrió la puerta.
- No tardare... - y miro a las escaleras.
Mientras Vlad subía las escaleras lentamente Giulietta fue por uno de los pasillos del primer piso en busca de Dorian, quien se encontraba sentado frente a la televisión.
- Dorian, ve a mi despacho, Ambrosio se ha desfallecido, llévale a su cuarto - el cual estaba en el ala izquierda del castillo, lejos de la habitación a la que ella se dirigía ahora - y quédate con él, tengo algo muy importante que hacer ahora.
Sin mediar palabra el joven apago la televisión y fue al despacho en busca del mayordomo.
Giulietta volvió a las escaleras, mientras subía pensaba y se regocijaba en lo que ahora iba a suceder y en cómo iba a hacer disfrutar a Vladimir, el de Carla (el nombre del cuerpo que ahora ocupaba Vlad) era un cuerpo que conocía de sobra, sabia donde encontrar en el todo lo que buscaba.
Al llegar arriba entro en una de las habitaciones contiguas, dejo la ropa que llevaba puesta sobre una silla y se soltó el pelo. Giulietta nunca fue la más hermosa, pero sí de las que más llamaba la atención, un pálido cuerpo lleno de curvas y unos firmes y redondos pechos, no muy grandes, pero atrayentes.
Salió desnuda de la habitación y se situó ante la puerta del final del pasillo, unas sombras se situaron a su alrededor tapando partes de su cuerpo y dejando otras al descubierto, concentro su sangre con algo de esfuerzo y consiguió dar un tacto algo mas cálido a su piel. Giro el pomo y entró en la habitación.
Era una sala amplia y sencilla, con varios candelabros encendidos, un hermoso espejo de cuerpo entero y un tocador y al fondo una cama con sabanas de raso blanco con dosel donde esperaba Carla.
Vlad obedeció a Giulietta, y fue a la habitación. Una vez estuvo allí, se sentó en la cama.
Todavía estaba excitado con todo aquello, y pensó que todavía no había explorado a fondo su propio cuerpo. Comenzó sopesando sus pechos. Eran grandes y firmes. Los acarició. Su mente de hombre se excitó al hacerlo, pero su cuerpo de mujer no tanto. Aquella dualidad resultaba a la vez chocante y graciosa. Siguió frotándose uno de los pezones, mientras su otra mano descendió por su vientre. Acarició uno de sus muslos, la cara interna, y la dirigió hacia ahí.
Comenzó a tocarse, pero la sensación no fue agradable. Necesitaba más humedad. Se chupó un dedo, y en ese momento entro Giulietta.
Dejó lo que estaba haciendo. Se sintió extrañamente avergonzado. Notó como se ponía colorado. La experiencia previa de ese cuerpo estaba haciendo de las suyas. Sin embargo, le gustaba.
Miró a Giulietta sonriendo inocentemente. Estaba algo cortado.
Giulietta cerró la puerta tras de sí, totalmente desnuda andaba lentamente por el suelo de madera sin hacer el menor ruido. Al ver lo que Vlad se traía entre manos con su nuevo cuerpo sonrió de forma lasciva.
- Deja que te eche un mano con eso...
Se acerco a la cama donde Vladimir estaba sentado, le cogió de la mano y le puso en pie, le llevo por la habitación hasta colocarle ante el precioso espejo, en el que solo su figura estaba reflejada, a pesar de que la lasombra también estaba frente a él.
Lentamente, como un depredador observando a su presa, Giulietta giro a su alrededor, hasta ponerse a su espalda, apoyo sus manos en los hombros de la mujer y con un rápido movimiento le bajo el vestido, dejando el cuerpo de Carla tan desnudo como el suyo propio.
Carla era una hermosa joven de ojos claros y cabello rubio, constitución mas robusta que la de Giulietta, algo mas alta, pechos más voluminosos y caderas más anchas, aunque en aquellos momentos, posiblemente debido a la timidez parecía que se iba a romper en cualquier momento.
- Relájate... - Giulietta hablaba a Vlad a través del oído de Carla, su voz sonaba más sensual que nunca - esto no ha hecho más que empezar... - comenzó a mordisquear el lóbulo de su oreja.
La lasombra, desde la espalda atrajo el cuerpo de la joven hacia el suyo, Vlad podía sentir como el frio cuerpo de la cainita tomaba un poco de calor gracias al poder de su sangre. Comenzó a besar y lamer su cuello, reprimiendo unas intensas ganas de morderlo, a la vez que con suavidad agarraba los pechos de la joven y los acariciaba.
Vlad se veía a sí mismo reflejado en el espejo, veía como sus pechos se movían aparentemente solos, hasta que al bajar la mirada observaba como una pálida mano los mesaba y pellizcaba sus pezones erectos por la excitación.
Una de las manos que hasta ahora se había concentrado en su busto comenzó a bajar sinuosamente, primero el vientre, los muslos... hasta llegar al pequeño nido de vello bajo el que se encontraba su sexo. Leves caricias por fuera hacían estremecerse el cuerpo humano de Vladimir. Habilidosamente, la cainita introdujo su mano entre las piernas del vástago, por la humedad notaba que aquello le estaba gustando, así que con cuidado empezó a juguetear su cuerpo.
Vlad se dio cuenta de que la visión de Giulietta desnuda era algo que esperaba más tiempo del que él mismo quería admitir. Su blanquísima piel, algo más rosada en torno a sus pequeños pezones, en contraste con su oscuro cabello, y las llamaradas verdes de sus ojos le dejaron extasiado.
Tan embobado estaba que apenas opuso resistencia cuando la mujer le cogió y manejó de un lado a otro, hasta encontrarse desnudo frente al espejo. Admiró la voluptuosidad de su nuevo cuerpo, y pensó que si fuera un hombre, ya tendría problemas de alojamiento en los pantalones. Pero no era el caso, y la novedad, junto con la excitación, le dejaban paralizado, sin saber muy bien qué hacer.
Pero Giulietta no parecía tener problemas en hacer de guía. Más bien disfrutaba. No pudo evitar gemir cuando la cainita mordió su oreja y sintió el calor en su espalda, no se lo esperaba. Cuando notó sus manos sobre sus pechos, llevó las suyas sobre las de la cainita, apretándolas, y haciendo presión con ella, al ritmo que ella marcaba. Jadeaba ocasionalmente, y notó como se humedecía. La dejaría hacer, cerró los ojos no podía resistirse.
Pasó una mano hacia atrás para acariciar la cabeza de la mujer. Sus dedos se perdieron en su negro cabello. Ansiaba sentir eso en su mano, según se dio cuenta, desde hacía mucho tiempo. Demasiado tiempo se había conformado con mirar sus ojos centelleantes, y solo eso. Notó su mano bajar por su vientre, y se estremeció de excitación y nerviosismo, por la novedad. La sensación de un corazón latiendo desbocado en su pecho le excitó más aún, y cuando notó que la mujer tocaba sus labios, gimió su nombre.
- ...Oh...Giulietta...
Giulietta realmente estaba disfrutando con aquello, ahora mismo Vlad era como una virgen descubriendo el maravilloso mundo del sexo, y era ella quien le estaba guiando.
El oír gemir a Vladimir era música para sus oídos. Mientras seguía acariciando suavemente el clítoris de Carla la lasombra se puso ante ella, quería ver el placer en su cara, con la mano que tenia libre sujeto a la joven del pelo y comenzó a darle pequeños mordiscos y besos alternando el cuello con la boca.
No sabía porque, pero Giulietta quería oír a Vladimir, quería hacerle gritar de placer, y parecía que lo estaba consiguiendo, paulatinamente aumento la velocidad de movimiento y presión de la mano que acariciaba su entrepierna, consiguiendo con ello pequeños espasmos en el cuerpo de Carla que excitaban mas y mas a la cainita. La lasombra sabía lo que estaba a punto de suceder, poso sus labios sobre los de Carla y se fundió con ella en un profundo beso, acto seguido un suave pero profundo gemido de Vladimir, que había tenido un orgasmo.
- Giulietta... - Vladimir paso sus brazos sobre los hombros de la cainita dándole un tierno abrazo, le temblaban las piernas de placer y apenas podía mantenerse en pie. Giulietta le cogió en brazos y con firmeza la llevo hasta la cama, donde la deposito con toda la delicadeza de que fue capaz.
Vlad jadeó ostensiblemente cuando sintió los dedos de la cainita contra su clítoris. Aquello era totalmente distinto a todo lo que había sentido como hombre. Separó las piernas los suficiente para que la cainita tuviera el camino despejado, respondió a sus besos apasionadamente, mordisqueando a veces sus labios. Deslizaba sus manos por su espalda y su cintura, apretando a veces suavemente, como para agarrarse a ella, cuando perdía el control de sus caderas y sus piernas, que se estremecían con oleadas de placer, por obra y gracia de Giulietta.
No sin estar ligeramente asustado por la novedad, comenzó a gemir más rápidamente, aunque sin gritar, era más como un jadeo, y a estirarse. Su cadera iba y venía en espasmos cada vez más violentos. Se abrazó a la cainita para no caerse, y mordió su brazo para contener un grito.
Las oleadas eran cada vez más rápidas e intensas. Se sentía arder, y como perdía noción de su cuerpo. Quizás la experiencia debilitaba los lazos de unión entre el espectro y el mortal, pero Vlad procuraba quedarse y asimilar todo aquello, era demasiado grande como para perdérselo.
Tras un eterno momento de éxtasis, las oleadas remitieron poco a poco. Sus muslos chorreaban flujo, y sentía aún la húmeda mano de Giulietta. Le temblaban las rodillas, y apenas podía mantenerse en pie. Se agarró con fuerza a la cainita con una expresión en parte asustada, aunque llena de pasión en su rostro.
Se dejó llevar por la mujer hasta la cama, mientras recuperaba la consciencia de sí mismo, y de la grandiosidad de lo que acababa de vivir. Pensó que quizás era hora de dar un poco de amor.
Giulietta se acostó de lado junto a Vladimir apoyando la cabeza sobre la mano, no quería perderse nada de lo que el cainita estaba experimentando, con una tierna mirada y una dulce sonrisa empezó a acariciar el rostro de Carla, pasando sus finos dedos por la nariz de la joven, rozando sus labios, acariciando sus parpados...
- Te he echado de menos... - Dijo finalmente.
La lasombra decidió esperar un tiempo prudente hasta que Vlad se recuperar por completo antes de seguir con la diversión, mientras llegaba el momento continuaba con los mimos y caricias.
Vlad observó como la cainita le miraba, y le sonrió. Estaba tumbado bocarriba, recuperando el aliento.
Cuando oyó las palabras de la cainita, se incorporó ligeramente hacia ella. Puso una mano en su mejilla y acercó su rostro al de la mujer. Veía deformados sus ojos verdes por las lágrimas que brotaban.
- ¿Porque... porque nunca me lo dijiste? - la besó fuertemente - Tu podrías haber sido mi ancla a la no-vida, pero no... - no termino la frase porque la estaba besando de nuevo, con fuerza, buscando su lengua, mordiendo sus labios.
Apretó con fuerza uno de los senos de la cainita, y lo sintió duro, ligeramente cálido al tacto. Sintió volver sus fuerzas, y la necesidad de tomar parte activa en aquello. Quería dar a Giulietta parte de lo que había obtenido.
Se abalanzó sobre ella. Ahora se encontraba sentada a horcajadas sobre la morena. La miró lascivamente, y se mordió un labio, haciendo brotar sangre. Dejó caer gotas de vitae sobre el blanco pecho de la cainita, que había abierto mucho los ojos al verla. Había conseguido llamar su atención. Lamió después la sangre del pecho, mientras frotaba y apretaba los senos con las manos. Jugueteó un poco más con ellos, antes de volver sobre su cara.
Una de sus manos tomo la de Giulietta, entrelazando sus dedos y apretándolos.
- ...te deseo demasiado...- dijo en un susurro.
Y la besó, dejando que la sangre fluyera entre ambos.
El beso de Vlad no le dejo responderle, tal vez precisamente por eso lo hiciera, yo podría haberle salvado... con solo unas palabras, aparto ese pensamiento, no podía cambiar el pasado y el destino le había otorgado una segunda oportunidad, y esta vez no iba a dejarle escapar.
Giulietta besaba con pasión y desenfreno a Vlad, jugueteaba con su lengua y mordisqueaba sus labios, bebía la sangre de la joven Carla, con precaución de no excederse. La lasombra intentaba abrazar a Vlad, quería tenerle lo más cerca posible... no, ¡lo necesitaba!
Definitivamente la morena había dado rienda suelta a su pasión, no pensaba, solo actuaba, su único objetivo era sentirse cerca de él, darle placer, besarle, acariciarle, amarle...
En aquel momento Vlad echaba de menos su aparato masculino para poder darlo todo de sí mismo. Al menos como sabía hacerlo normalmente. Tendría que improvisar. Aunque no era nada que no hubiera hecho antes.
Conforme la cainita iba excitándose mas y más, descendió por su cuello, besándolo y lamiéndolo, mordiéndolo juguetonamente, a lo que la cainita respondía rebulléndose ligeramente, como temiendo algo... bajó después a su pecho. Apretó los senos de la mujer, lamió, pellizcó y mordió sus pezones, sin dejar de mirar los ojos verdes de Giulietta.
Se entretuvo allí un poco... al fin y al cabo era un hombre, y sentía especial predilección por los pechos... continuó bajando con su lengua por el abdomen de la mujer, besando y lamiendo.
Paró algo más abajo del ombligo, mordiendo ligeramente la escasa barriguita que tenia la cainita. Paró ahí. Había hecho esto antes, y sabía cuál sería la reacción de su pareja.
La cainita lo miró implorando que siguiera. Acarició su pelo, con un gesto algo caprichoso en la cara.
No pudo reprimir una ligera risa, y le concedió lo que anhelaba. Hundió la cara entre sus muslos, besando y lamiendo la cara interna de éstos. Después, comenzó a lamer sus ingles, cuando la cainita se movió, para poner sus labios exteriores en la boca de Vlad.
Éste sonrió para sí mismo, y comenzó a lamerlos. Tomó la mano que de Giu que apretaba su cabeza y la puso sobre el muslo de ésta, apretándola. Con la otra mano, separó los labios de Giulietta, y buscó (con acierto) el clítoris de esta.
Comenzó a lamerlo, aumentando la velocidad conforme Giu le indicaba con sus caderas, gemidos y movimientos. Estaba cada vez más húmeda, su boca se llenó de su sabor. Su excitación volvió a aumentar, y sintió la necesidad de dedicarse a sí mismo, pero prefirió seguir con Giulietta, notarla así no era algo que se pudiera dejar escapar.
Giulietta estaba en la gloria, estaba realmente excitada, y el hecho de ser consciente de quien era el que estaba entre sus piernas la excitaba más aun.
La mujer gemía, se contorsionaba, disfrutaba, no se cohibía lo mas mínimo. Agarraba la almohada con fuerza, su cuerpo estaba tenso, hasta que ya no aguanto más y con un profundo gemido, casi un grito, llego al clímax, inconscientemente cerro las piernas y antes de tumbarse nuevamente para recuperarse atrajo a Vlad hacia sí, ahora, tumbados uno al lado del otro su cuerpo se relajo completamente.
Tras una rápida recuperación, Giulietta comenzó a juguetear con el pelo de Carla mientras acariciaba sus firmes muslos, se tumbo encima suyo y metió uno de sus pechos en la boca, entre caricia y lametón la vampira hizo un pequeño corte de donde empezó a manar el precioso liquido, se sentó sobre Vlad sin apartar la boca y comenzó a lamer y succionar la herida provocando un gran placer a Carla, cuando la sangre dejo de brotar fue bajando sin apartar la mirada de los ojos de Vladimir... (Insertar horas de sexo lésbico aquí).
Un par de horas antes del amanecer Carla cayó profundamente dormida. Cuando despertó a la mañana siguiente se encontró sola, Giulietta no estaba.