miércoles, 17 de mayo de 2006

Segunda noche

Diego despertó con un dolor de cabeza más que considerable. Miró la hora, 21:53, el papel y el móvil seguían como los dejó la noche anterior, su "amigo" no le habia visitado.

Habia pasado una noche horrible con tanta pesadilla, las cuales recordaban vagamente, y estaba embotado, mejor una ducha. Mientras estaba debajo del agua, pensaba en todo lo que habia ocurrido, qué locura, y todavía no sabía nada de nada... estaba jodido.

Se vistió, recogió sus cosas, y salió de la habitación. Bajó las escaleras y salió del Hostal, seguido por una mirada de reojo del viejo.

Hambre... quizá si comía se le pasaba el malestar que tenia. Era como una mala resaca... al otro lado de la calzada vio un Doner Kebab, ya tenía la cena resuelta.

Entró y pidió algo para comer, sentado en uno de los taburetes de la barra. Echó un vistazo a su cartera, tenía algo de dinero para esa noche, pero necesitaría pasar por un cajero en breve. Pagó el plato.

Se relamió al ver el plato humeante de comida que le pusieron delante. Comenzó a comer ansiosamente, a dos carrillos. Algo debió fallar pues sintió una punzada en su estomago, y como si alguien le diera una enorme colleja. Antes de poder reaccionar, regurgitó todo lo que habia tragado sobre la barra.

El turco que le atendió comenzó a gritar en su lengua materna, cosas no muy agradables, por su cara. Diego se levantó e intentó salir, mientras seguía vomitando, tenía una extraña sensación de déjà vu. Los camareros le echaron de empujones y patadas, haciéndolo rebotar de pared en pared hasta la puerta.

Las arcadas se desvanecieron, y se irguió. Ahora tenía más hambre incluso. Estaba nervioso.

- ¿Diego? ¿Eres tú? No me lo puedo creer ¿Estás bien?

Frente a ella estaba una vieja compañera de facultad. Nuria, o Noelia, no se acordaba bien, habían sido algo así como amigos, pero no es algo que recordara, no lo recordaba como algo importante.

Era una chica de alrededor de 1.70 de altura, delgada, morena. No habia cambiado mucho desde entonces, seguía vistiendo de negro, con cuero y tachuelas, y maquillándose como si fuera una muerta. Ahora recordaba, eso era lo que le habia dado morbo de ella, su aspecto. Si, habían tenido algo más que un mero roce, pero nada importante. Mientras le hacia el estudio pormenorizado, se sorprendió a si mismo mirando el collar negro que llevaba ajustado al cuello. Le extrañó porque si algo llamaba la atención de ella, era su perfecto escote, que al contrario de lo que hubiera sido habitual, no le decía mucho.

Hambre. Seguía hambriento, y algo más agitado, quizás por la presencia de la chica. Eso, y la sensación continua de deja vu.

- Diego, soy Nuria, ¿te acuerdas de mí? - la chica sonreía mirándole a la cara, algo extrañada por su tardanza al responder. Al menos sabía su nombre ya.

- ¡Claro! Nuria, hacía muchísimo tiempo que no te veía. Perdona, estaba un poco, aturdido, algo de lo de ahí dentro me sentó mal. - salió rápidamente.

- Ya te veo, no tienes demasiada buena pinta. -pese a todo, le miro de arriba a abajo, recordando tiempos pasados. - Estás más delgado...

- Bueno, el estrés, y todo eso jeje, ¿oye, que te cuentas?

- No mucho, bueno, ya sabes... oye, ¿haces algo ahora? Iba al Aqueronte, he quedado allí con mis amigos, ¿te vienes y me pones al día?

El Aqueronte, un local plagado de góticos, jevis, rockeros y demás ralea, y su música... habia ido allí alguna vez hacía muchos años. Aun así, no tenía mucho mas donde elegir, necesitaba distraerse, nunca habia sentido ese hambre, y sentía que se iba a volver loco.

- Ee-está bien, no es mala idea, pero antes tengo que parar por un cajero.

- Vale, creo que hay uno de camino.

[...]

Minutos más tarde, Diego empezó a arrepentirse de haberle dicho que sí. Era una cotorra, comenzó contarle su vida desde la última vez que se vieron, con TODOS los detalles. Todos los hombres, todos los trabajos, todas las discusiones, TODO. Como si lo hubiera ensayado "por si hubiera un reencuentro". Santo Dios... ¿no se supone que los góticos son callados y amuermados, esperando la muerte? Joder...

El hambre diluía el sonido de su voz en su cabeza, solo podía pensar en alimentarse, aunque de vez en cuando, volvía a quedarse mirando el cuello de Nuria, sin razón aparente. Ella se daba cuenta, y bajo la capa de maquillaje blanquecino, se sonrojaba, y seguía hablando, feliz y dicharachera. Magnifico, debe pensar que le miro las tetas, ¡y le incomoda!, pensaba Diego apesadumbrado.

- Ah, mira Diego, tu cajero.

Aleluya, una pausa en la tortura.

- Oh, ¿puedes esperar un segundo?

Entró en el cajero, mientras ella encendía un cigarrillo fuera. Miró a la cámara de seguridad. Introdujo su tarjeta en el cajero, y marcó su clave personal.

"¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

SI -
¿QUE COÑO? -


¿Que cojones? Pulsó ¿QUE COÑO?, no sin antes dudar. ¿Le habían dado algo raro en el turco? ¿Estaba soñando otra vez?

"NO MIENTA, YA HA PENSADO EN ELLO
PERO NO SE HA DADO CUENTA
¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

SI -
¡DEJAME EN PAZ! -

Diego miro de nuevo a la cámara. ¿Inocente Inocente? Empezaba a ponerse de los nervios. Pulso la segunda opción

"UD MISMO, PERO SEGURO QUE SE HA
PERCATADO DE SU DELICIOSO CUELLO
¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

SI -
¿COMO SABES LO DEL CUELLO? -
ESTOY ACOJONADO


¿Como sabían lo del cuello? Temblando, miró a Nuria, estaba de espaldas, con los brazos cruzados, giró la cabeza, le miró, sonrió, y saludo con la mano. El devolvió el saludo como pudo. Pulsó la segunda opción.

"ES NORMAL, SIENDO LA PRIMERA VEZ,
PERO DEBE ACEPTAR SU NATURALEZA
CUANTO ANTES SI QUIERE SOBREVIVIR
¿DESEA DEVORAR A LA CHICA?"

LA VERDAD ES QUE SÍ -
¿DE QUE VA TODO ESTO? -


Pulso la segunda opción

"SU TARJETA HA SIDO CANCELADA POR LA
ENTIDAD BANCARIA, POR FAVOR CONTACTE
CON SU BANCO. GRACIAS."


¿Qué? Necesitaba información. Qué coño, ¡necesitaba dinero! Se sorprendió a si mismo golpeando el cajero con todas sus fuerzas, rompiendo la pantalla y el teclado, arrancando cables y piezas.

-Diego, ¿estás bien? - Nuria estaba en la puerta.

- ¿Eh?

El cajero estaba intacto, y el miraba fijamente una pantalla con publicidad sobre préstamos y tipos de interés.

- Eh, si, al parecer hay un problema con mi tarjeta. Me temo que tendrás que invitarme. - dijo con su mejor sonrisa, mientras salía del cajero.

- Claro, ¡no hay problema! - Nuria sonrió al responderle.

- Vamos pues. - Diego sonrió y posó levemente por un instante una mano en la baja espalda de Nuria, invitándola a seguir caminando. Ella le miró furtiva, sonriendo.

Le habían cancelado las tarjetas... o le daban por muerto, o querían arrinconarle, lo cual supondría que su padre también estaba en el ajo. Aquello, junto con la macabra idea que se formaba en su cabeza, le superaba... y seguía muerto de hambre.

Aun iban de camino al Aqueronte, y Nuria no habia abierto la boca desde el incidente del cajero, y eso preocupaba a Diego. Mal si hablaba, porque hablaba demasiado, mal si callaba, porque muy chunga debía estar la cosa para que callara. Tenía que hacer algo para que se animara, y no se preocupara y empezara a hacer...

- ¿Te pasa algo? Te noto bastante raro. ¿Tienes problemas? - Nuria interrumpió los pensamiento de Diego.

... preguntas indiscretas.

- No, bueno, lo del turco me sentó mal y tengo el estómago revuelto todavía, y bueno, siempre es una putada quedarte sin tarjeta, jejeje... - Pésima interpretación, Diego, pensó para sí. Su estado de agitación interna no le daba para más, pero más o menos podía mantener la compostura. - Nada que no se quite con un par de copas, - lanzó su mejor sonrisa a Nuria.

- Jaja, así mejor, más animado -sonrió mirándolo a la cara, pero algo turbó su mirar. - Aun así, te noto extraño... estas paliducho, como consumido... no vas mucho a la playa...

Gracias a Dios, la niña a veces se quedaba un poco corta. Carcajeó nervioso y aliviado.

- ¡Si, apenas la piso! Mi padre está muy pesado con el rollo de "heredar el negocio familiar", y no me deja parar ni un segundo. Trabajo tanto como él, o más, por eso de prepararme. - y si sus sospechas más descabelladas eran ciertas, no era del todo mentira lo que estaba diciendo, al menos desde anoche...

- Vaaya, así que me voy de copas con un futuro rico empresario... - sonrió picara- Lástima que no tengas un duro, si no, nos íbamos de fiesta hasta que te quedaras seco.

- Si si, ya te gustaría, jaja, -dijo bromeando y empujándola con el hombro levemente, tonteando. Mientras miraba el cuello, le daba la impresión de que si alguien iba a acabar seco esa noche, de una manera o de otra, sería ella.

Y al girar una esquina, llegaron al Aqueronte. El cartel iluminado tenía unas letras en una tipografía similar a la griega.

Mientras franqueaba la puerta, tras de Nuria, pensó en si encontraría a su barquero, y cuanto le cobraría.

El ambiente dentro del Aqueronte era el esperado. A medio llenar, con luces bajas, mucho humo, decoración "siniestrilla" y música y parroquianos al efecto. Creyó reconocer "Demon of The Fall", de Opeth. El poco tiempo que pasó con Nuria en el pasado tuvo siempre como banda sonora canciones como esa, incluso llegó a acostumbrarse y *glups* gustarle.

Se sentaron en un rincón, Diego se ofreció para ir a por algo para ella.

- A mí no me apetece nada, de momento - comentó él. Se acercó a la barra, y le atendió un tipo delgado, fibroso, de estatura media, con el pelo muy corto y perilla.

- ¿Qué va a ser? ¿Vodka con lima? - le preguntó.

Diego se sobresalto.

- ¿Como lo sabes?

- Nuria viene mucho por aquí, - dijo mientras la saludaba con el brazo, y ella devolvía el saludo - Nos conocemos. Soy Mario ¿Tu qué vas a querer?

- Yo Diego, encantado - dijo estrechando brevemente su mano, el otro sonrió, como si se confirmara algo que sospechaba - No tomaré nada, de momento, estoy desganadillo - su nerviosismo era evidente, se moría de hambre.

Mario le miró durante un breve instante, en el que sus ojos refulgieron, o eso le pareció a Diego, sonrió.

- ¿Seguro? Tengo algo que podría calmarte los nervios... -dijo, como el que se tira un mal farol jugando a las cartas.

Diego intento guardar la compostura, pero aquel tipo estaba tocando puntos muy sensibles, y no le gustaba. El Vodka con Lima ya estaba en la barra.

- Eeeh, no, gracias. Si no te importa, vuelvo con Nuria.

- Claro, tranquilo. Nos vemos - dijo sonriendo mientras se preparaba para servir otra copa para otro cliente.

Diego puso la copa frente a Nuria, y se sentó frente a ella.

- ¿Ya has conocido a Mario? Es un tío de puta madre... - dijo dando el primer sorbo.

- Si, se le ve carismático y sociable... quizá demasiado para mi gusto. Interesante cuanto menos. -dijo quitándose la chaqueta.

- Si, es de esos que nunca sabes bien del todo de qué va. Y a veces, es sencillamente como si pudiera ver lo que tienes dentro del coco.

Como si fuera muy complicado saber lo que piensas... pensó Diego... mientras la miraba el cuello. Ella se levantó de repente.

- Mario me llama, voy a saludarlo. Hasta ahora.

Diego giró la cabeza y vio a Mario sonriéndole. Dio dos besos a Nuria cuando llegó, y comenzaron a hablar muy animadamente.

Volvió a girarse, y se llevó las manos a la cara. Resopló. Se remangó la camisa, mostrando su pálida piel. Su pie no dejaba de dar golpecitos en el suelo. Se encontraba muy nervioso. Ese tal Mario lo habia puesto incluso peor. Y se moría por hincarle el diente a algo.

A los pocos minutos, Nuria volvió. Llevaba un nuevo Vodka con lima, y una copa, cuyo contenido era de color rojo oscuro. Parecía vino tinto. Nuria dejó la copa rojiza en su lado de la mesa.

- ¿Ves como Mario es la ostia? Te invita - dijo feliz y sonriente. Quizás el vodka empezaba a hacer su efecto.

Diego tomó la copa, mirándola fijamente. Si sus más descabelladas sospechas eran ciertas, aquello sería sangre. Se acercó la copa a la cara, y la olio. Nuria observaba sus movimientos.

Para su alivio, olía a vino. No muy bueno, pero vino, al fin y al cabo. Le extrañaba mucho que Mario se refiriera a simple vino como "aquello que le podría calmar los nervios". Algo por dentro de ella se sobresalto ligeramente.

En fin, lo peor que podía pasar es que volviera a vomitar, o eso quería pensar.

Sin pensarlo más, miró a Nuria, sonrió.

-A la salud de Mario - dijo alzando la copa.

Y bebió.

Y tanto que bebió. Como si no hubiera bebido en su vida y viviera del vino. Nuria veía asombrada subir y bajar la nuez de Diego mientras este terminaba con la copa en tiempo record. Diego la dejó sobre la mesa. Se sentía realmente aliviado... aunque quería más.

- Pues si que tenias sed...

Ver a Nuria ahora que habia empezado a beber, y tenía el estomago abierto le hacía pensar cosas... poco correctas. Lo cual le decía que aquello era más que simple vino. Se levantó del sillón.

- Voy a hablar con Mario, disculpa un segundo.

A paso ligero, se dirigió a la barra, donde un sonriente Mario le esperaba. Diego dejó a una sonriente Nuria en la mesa, y llegó a la barra. Dejó la copa frente a Mario, y puso las manos abiertas, con las palmas sobre la barra. Se le veía agitado.

- Que, ¿estaba bueno? - comenzó Mario -Ya te dije que...

- Tu y yo, tenemos que hablar - dijo señalándolo, y después señalándose a sí mismo - ¿Pretendes que me trague que eso era vino...?

- Ajá, - dijo risueño - ya sabes, como aquel que dijo... yo nunca bebo... vino. No, vino no era, aunque tragártelo si que te lo has tragado... ¿quieres más?

- Si, por supuesto, que quiero más. Y eso es lo jodido. - cogió la copa - ESTO no es normal. - dijo señalándola

Mario pareció sorprendido. Levantó una ceja.

- ¿Hm? Bueno, el sabor y el olor, tengo un par de productos que lo camuflan, pero...

- No me jodas, Mario. -se inclinó ligeramente sobre la barra, su cara y la de Mario estaban bastante cerca. - No me digas que es normal beber sangre, - empezó en un tono más bajo, aunque no menos alterado.- Y lo peor, sentirte bien y desear más.

Mario, aun sorprendido, pareció sin embargo comenzar a comprender.

- Ahora es cuando te pregunto... ¿a ti es que no te han explicado nada? - dijo, con los brazos extendidos y las manos apoyadas sobre la barra, cerradas. La cabeza vuelta a un lado, mirando a Diego de reojo y sonriendo, como si esperara su respuesta.

- No, y me da que tu si podrías hacerlo.

- ... y tu respondes precisamente eso. Joder, macho, que marrón - dio una vuelta sobre sí mismo, mesándose la perilla, evaluando la situación. Miró la gente que habia en el bar.

- Patricia, salgo un segundo. Llévale un Vodka con lima a Nuria y dile que su amigo... -señalo a Diego.

- ...Diego...

- ... y yo estamos charlando tranquilamente. Y atiende mientras tanto, ¿de acuerdo?

Patricia asintió sin dudar, y comenzó a servir la copa.

Mario subió una parte de la barra e invitó a Diego a pasar. Éste miró a un lado y a otro, y pasó.

- Acompáñame. Vamos a un sitio más tranquilo. - dijo Mario abriendo una puerta que daba a un pasillo.

Diego no estaba más tranquilo que antes, quizás peor, que se quedaba a solas con Mario, pero quizás tendría su primera oportunidad de recibir una explicación, y tenía demasiadas ganas de saber cosas.

El estrecho y oscuro pasillo no era muy largo, daba a dos puertas, una de ellas tenía un rotulo que la denominaba como puerta al almacén, y la otra no tenia rotulo alguno.

Siguió a Mario por la puerta sin rotulo, que daba a un pequeño y macilento despacho.

Una luz halógena, un sofá viejo, un escritorio, una silla para invitados, un archivador y un armarito. Una pequeña ventana con un extractor hacia circular el aire por la habitación.

- Ponte cómodo, creo que esto irá para largo. - Mario señaló el sofá mientras iba hacia el armarito.

Diego se sentó, sin saber que decir, mirando a las paredes. Habia algunas fotos colgadas con chinchetas, y notas post-it. Entrelazó las manos en un gesto de nerviosismo. Mientras, Mario servía un par de copas de rojo contenido vertido desde una botella de cristal transparente. Dio a Diego una de las copas y se sentó sobre la mesa.

- Bien, cuéntame como fue.

- Bien, estaba en... - por un momento iba a decir O'Donnell, pero pensó que quizás sería dar demasiada información gratuita - una fiesta. Estaba algo borracho, y en una de las habitaciones, aquel tipo se me tiró encima, y me mordió aquí en el cuello, aunque no tengo marcas.

- Y seguramente dolió al principio, pero después no tanto.

- Si

- Y después todo lo que recuerdas es un torbellino de violencia, como si fueras un animal, bebiendo sangre, y totalmente desquiciado...

- Si...

- Entonces está claro.

Mario vació la copa. Se aclaro la garganta, y su gesto se tornó serio.

- Diego, ese tío te mató, y te convirtió en lo que eres ahora.

Diego levantó una ceja, extrañado e incrédulo.

- Diego, eres un vampiro.

- ¿Qué? - La cara de diego estaba desencajada. En otra situación se hubiera reído, pero no era un lujo que se pudiera permitir.

- Si, ese tío te hizo lo que conocemos como el Abrazo. Bendición o Putada, según el caso, pero el Abrazo en general. Te quita toda tu sangre, y entonces te hace beber su sangre de Vampiro, convirtiéndote tú en uno.

- ¿Qué? ¿De qué mierda me estás hablando, Mario? ¿Crees que soy un crio? - Diego estaba de pie, los gestos de sus manos denotaban desesperación y nerviosismo, con algo de agresividad también. Se mesó el pelo con una mano.

Mario, volvió a llenar su copa.

- Mira, sé que es jodido, pasé por eso, pero cuanto antes lo aceptes, mejor. Estás, muerto, has vuelto como Vampiro. Es así quieras o no.

- ¿Pretendes que me crea que lo de las películas, los libros, todas esas historias, son reales?

- Bueno, más o menos. Bebe de tu copa, y te explico. Siéntate.

Diego se volvió, cogió la copa, y la vació de un trago. Aquello sí que sabía a sangre, pero no le importó, sintió que quería más. Miró la copa, se sentía algo asqueado de sí mismo, pero le sentó mejor que la anterior. Reconfortante, en cierto modo.

- Va mejor sin cosas que lo disimulen.-dijo a Mario, de espaldas a él.

- ¿Si, verdad? Los clientes habituales saben y comprenden que es mejor perder un poco de fuerza y sabor en favor de la discreción. Imagina que por una casualidad, bam, se cae una copa encima de un cliente humano, ¿cómo explicas la sangre? Mejor que crea que es vino, y se complazca cuando las manchas salgan fácil...

- ¿Clientes habituales?

- Si, más Vástagos, o vampiros, o sanguijuelas.

- ¿Hay muchos?

- Estos días, mas de los que deberíamos, quizás, pero tampoco tantos.

- Ya. Tu también eres un... "vampiro"... tío esto es increíble.

- Si, mira, es más simple de lo que parece. Ya no puedes comer comida, algo que sabes, según me ha contado Nuria. Ahora necesitas sangre para sobrevivir. Y mejor que intentes que sea humana. La de animal es como... - hizo un gesto de asco con la boca, como de asco - puej, y la de Vampiro trae más problemas que ventajas.

- ¡Sangre humana! - exclamó sorprendido.

- Si, eres humano, tu sangre se acaba, necesitas nueva, y ¿le pondrías aceite de oliva al coche en vez de gasolina? No, ¿Verdad?, pues eso. Además, no te preocupes, no sufren, casi nunca, y no hay que matarlos, si no quieres.

Diego rió, incrédulo.

- ¿Eres consciente de lo que me estás diciendo? ¡Es de locos!

- Si bueno, la verdad es que es jodido de creer al principio, a mí también me costó. Bueno, hablando de principios, será mejor que empiece por EL principio. Ponte cómodo... Caín y Abel, ¿vale? Caín mata a Abel y es repudiado por Dios. Con el tiempo, y gracias a Lilith, la primera mujer, se convierte en Vampiro, y Dios le repudia más aún... condenándole a beber sangre para vivir...

- ... y a sufrir con la luz del Sol.

Mario le miró.

- Bingo, ¿conoces la historia?

- La pasada noche, tuve una pesadilla, pasaba lo que me acabas de contar, o algo parecido. Es curioso, porque... - calló, no sabiendo si debía decirlo.

- ¿Qué?

- No, nada, apenas recuerdo lo que pasaba.

- Bien, sigo entonces - lleno la copa de Diego. Este bebió rápido, estaba agobiado.

- Todos los chupasangres descendemos de Caín, o eso dicen, claro, todo esto puedes creértelo o no, pero bueno, la cosa es que necesitamos sangre, el Sol nos mata, y... - lo miró - bueno, si prefieres, salimos a la calle un rato, y te sigo contando, parece que necesites aire.

Diego se limitó a asentir, con cara de desesperación.

Un par de minutos más tarde estaban en la calle. Mario habia parado a hablar con Nuria un poco antes de salir, y ella asintió a todo. Diego no sabía de qué iba el tema, tenía muchas cosas girando en su cabeza.

Caminaban juntos por la acera.

- No me puedo creer que esté muerto.

- Si tío, párate un segundo. ¿Qué temperatura dirías que hace?

Diego se paró. A decir verdad, no sabía si hacia frio o calor.

- Cuantos... ¿15, 30, -2 grados? - Mario parecía divertirse.

- No, no se... - se extrañó.

- ¿Y de respirar como andas? Concéntrate en tu respiración...

- ¿Qué? No sé... - su pecho no subía ni bajaba, ni circulaba aire por su garganta.

- Todo eso ya no lo necesitas. Estás muerto. Sangre, tu corazón y tu cerebro es lo único que necesitas ahora. Sobre todo tu cerebro, si quieres sobrevivir... no todo iba a ser inmortalidad y juventud eterna.

- ¿Inmortalidad?

- Si, bueno, ya estás muerto, pero sigues vivo, eres como un zombi, un no-muerto si lo prefieres, pero con más suerte, así que en vez de carne podrida con patas eres un apuesto chupasangres. - sonrió.

- ¿Y qué coño se supone que voy a hacer ahora?

- Vive la noche, es nuestra.

- ¿Así de fácil?

- No, la verdad es que no. Hay cosas que debes saber para moverte en este mundillo si quieres sobrevivir.

- Soy todo oídos...

- Te lo pondré fácil: los vampiros nos organizamos en clanes, son como familias, ¿vale? Depende de que hijo de Caín desciendan, y tienen rasgos que los hacen parecerse entre sí, y diferenciarse del resto. ¿Me sigues?

- Si... aunque no sabía que Caín tuviera hijos.

- Bueno, hijos, se dedico a crear otros Vampiros, porque se sentía solo, si quieres detalles, habla con un Pirado, suelen controlad de esos temas. -Diego notó como un cosquilleo en su nuca.- Bueno, pues aquí viene lo chungo: tú no perteneces a ninguna familia, eres un puto paria.

- ¿Qué?

- Si, cuando un vampiro crea a otro, siendo Sire y Chiquillo respectivamente, el primero enseña al segundo las tradiciones, y aparte, le guía en el uso de su sangre, pues lo de las familias no es solo por descendencia, cada una desarrollas habilidades diferentes. Tu, por lo que veo, o tienes mucho cuento, o te largaste por alguna razón cuando te abrazaron, por lo tanto, salvo que vuelvas con tu papi, serás un Caitiff, un sin-clan, para los amigos. Y es una putada, porque ninguna familia quiere a los sin-clan, y si los quieren, es para aprovecharse de ellos. ¿Me sigues?

Diego estaba confuso, casi mareado.

- Joder, vas muy rápido. Me he quedado con lo de las Tradiciones, el uso de la sangre, las habilidades...

- Si, te explico... Las Tradiciones, son polladas de la Camarilla para tener a la gente controlada -

- Eh, ¿Camarilla? ¿Qué es eso?

- Hmmm, joder... hay mucho que contar... Las familias se agrupan en sectas. Hay dos sectas, Camarilla, y Sabbat. Los de la Camarilla van de amos del universo, y son unos cabrones, con su sistema elitista y tal, aunque algunas ideas no son malas, pero los otros, son más cabrones todavía, el Sabbat. Que también tienen algunas ideas buenas, pero son unos salvajes y a los novatos como tú, se los comen con patatas. No literalmente - dijo al ver la cara de Diego- Aunque también hay quienes pasamos de toda esa mierda de política.

- Vale... ok.

- Como te decía... las Tradiciones son unas tonterías que los de la Camarilla cuentan a los nuevos, para tenerlos controlados y meterles el miedo en el cuerpo, y el respeto a sus mayores y tal. De entre todas, solo deberías quedarte con la más importante: La Mascarada.

- Que consiste en...

- Si eres un chico listo, y lo pareces, te abras dado cuenta de que los humanos solo saben de vampiros por pelis, libros, y cosas de esas, ficticias. La Mascarada es algo así como decir "mejor que siga así". Cuanto menos sepan de los vampiros, mejor. Se creen tan dueños de su mundo que saber que unos tipos les chupan la sangre, literalmente, y dominan todo a sus espaldas los volvería en masa contra nosotros, y tenemos las de perder. O quizás no, quién sabe, pero mejor no tentar a la suerte. Así que, las cosas de vampirizar, como chupar sangre, y burradas semejantes, mejor en privado.

- ¿Dices que los vampiros domináis el mundo?

- Dominamos, chico. Si, los más antiguos tienen vínculos de poder y controlan muchas cosas desde la sombra. Partidos políticos, alianzas entre países, lo que se te ocurra, tiene algún vampiro controlándolo, a través de siervos humanos, que saben, o no, que trabajan para vampiros. Lo más habitual, las grandes empresas.

Eso último dio a Diego bastante que pensar.

- Bien, sigo, los de la Camarilla, defienden más o menos eso, que sigamos en la sombra, a lo nuestro, que se lo crean y tal, eso sí, con un sistema de clases muy severo, en el que los viejos mandan, y los jóvenes tienen poco o nada que hacer. Es una mierda, no puedes hacer lo que quieras, siempre necesitas el beneplácito del Príncipe y tu Sire. Antes de que preguntes, el Príncipe es el líder de la Camarilla de una ciudad.

- Ahm, vale. En el otro lado, está el Sabbat, que supongo que será algo opuesto...

- ¿Ves como eres listo? Si, el Sabbat está colgado, aunque no les falta razón, les fallan los métodos. Proclaman que debemos alzarnos contra la humanidad, romper la Mascarada, y proclamar nuestra superioridad sobre ellos, y dominarlos abiertamente. De paso, aliñan tan revolucionarias ideas con ambiente religioso y rituales de vínculos de sangre, y demás, para mantenerlos atados a todos. Sí, eso no lo sabes, si bebes sangre de un vampiro, se crea un lazo entre ambos. Cuanto más bebes, más fuerte es el lazo, así es como dominan a los humanos, y como se dominan entre ellos, para evitar puñaladas por la espalda y tal... Como puedes imaginar, el conflicto con la Camarilla es evidente. Estatismo vs Revolución y tal... tensión continua.

Todo aquello dio a Diego la impresión de ser una especie de copia de la realidad política humana, pero mucho más exagerado cada una de las posturas, y con elementos mezclados.

- Como te dije, luego estamos los que pasamos de todo, los Independientes. Pasamos de unos y de los otros, aunque claro, si estás en territorio Camarilla, como esta ciudad, tienes que seguir sus reglas, porque son mayoría, y apreciamos nuestro pellejo. Entre nosotros hay radicales, por supuesto, que desafían a la Camarilla y a su sistema cerrado, aliándose a veces con el Sabbat contra ellos, pero sin caer en su juego. En fin. Lo mejor de ser independiente... y lo que es tu suerte... que puedes ser lo que quieras, no vas a estar atado por Tradiciones cerradas, ni te vas a tener que someter a ritos y reglas descabelladas y absurdas. Tú, estás de suerte y puedes elegir.

- Vaya, una alegría al fin.

- Bueno, en realidad, ser un sin-clan es una putada, pero bueno, supongo que siempre se te puede echar una mano. Hay comida para todos - dijo mirando de reojo a unas chicas que pasaban a su lado - y oportunidades, así que mientras seas discreto, no deberías tener demasiados problemas.

- Hm, gracias. Oye, ¿de qué familia eres tú?

- NUNCA, nunca, preguntes eso a un vampiro. Tendrás que aprender a diferenciarlos unos de otros, por su actitud, rasgos y actividades. Ídem para las Sectas... normalmente estarás siempre con Camarilla o Independientes, puedes diferenciarlos por su clan. Si estás con Sabbatistas... bueno... si estas con Sabbatistas, cuida tu cuello, y corre todo lo que puedas.

- ¿Tan chungos son?

- Psé, por lo que sé, son bastante aficionados a beber sangre de vampiro, hasta matar a la víctima. Y las pocas veces que los he visto, era en manadas enloquecidas, en guerra contra la Camarilla. Mejor correr en ese caso. Por cierto, un consejo.

- ¿Dime?

- Lo mismo que nunca debes preguntar demasiado a un Vampiro, nunca hables demasiado de ti mismo, toda información será usada tarde o temprano en tu contra. No me lo cuentes ni a mí. Te voy a echar una mano a salir adelante, pero lo mejor es que todos sepamos lo justo de los demás.

- Oh, vale. - Diego se alegró de haber callado en los momentos en los que pensó que debía haberlo hecho.

- Sobre todo porque noto que no me has contado todo lo que podrías haberme contado sobre tu Abrazo, y no es necesario.

- Ehem, es cierto. Supongo que son cosas que tengo que guardar para mí. Gracias por todo.

- Ok, bueno. Yo te ayudaré con lo básico que debes saber y saber hacer. Te daré un refugio temporal, pero no te saldrá gratis.

- Pues ando chungo de pasta... me he quedado sin tarjetas... hmmm, se puede decir que soy un fugitivo...

Doblaron una esquina, y estaban de nuevo en la calle del Aqueronte.

- Bueno, pues tienes que pensar cómo conseguir pasta... de momento... ¿has trabajado de camarero alguna vez?

- No...

- Mírate, no sé ni porque pregunto, tienes pintilla de no haber currado en tu vida... currado de verdad me refiero. ¿A qué te dedicabas?

- Err... ¿nunca preguntes demasiado a un vampiro?

Mario rió.

- Bien, novato, aprendes rápido. Pasa. Y ahora, relájate y charla con Nuria un rato. Mañana empiezas a currar de camarero. Ya hablamos.

- Vale, gracias, de verdad.

Al entrar, Mario fue tras la barra, pasó un vaso de rojo contenido a Diego guiñándole un ojo, y un Vodka con Lima. Diego dejó la chaqueta a Mario, volvió a remangarse y con ambas copas, volvió con Nuria, que estaba bailando. Sonaba "Leave You Far Behind" de Lunatic Calm. Cuando Nuria le vio llegar se echó en sus brazos, provocando las miradas de recelo de algunos tipos que bailaban cerca de ella. Lo siento chicos, pensó.

- Dieguitoo, corazón, ¿donde estabais? Me habéis dejado sola mucho tiempo... - le puso morritos, mientras tomaba su copa de la mano de Diego, al que no le costó darse cuenta de que ya llevaba demasiados Vodkas con Lima encima.

- Mario y yo hemos estado charlando un buen rato, es un tío bastante interesante, tenías razón. - dijo dando un sorbo a su "vino".

Ella sonrió, pícara.

- ¿Ves? Te lo dije. - tomó su mano y comenzó a bailar. - Vamos, baila conmigo. Recuerdo que lo hacías muy bien.

Diego volvió a sorber, y se dejó llevar por ella. Tenía mucha información que asumir y asimilar, le vendría bien moverse un poco, tendría tiempo de pensar más adelante. Además, aunque ya sintiera esa ansia, Nuria seguía siendo una pareja de baile de lo más apetecible.

...

Mientras tanto, en la barra, Mario atendía a un viejo conocido.

- Eh, Guilles, que tal. Lo de siempre, supongo.

- Claggo, que bien me conoces, Maggio - dijo el franchute, que se tomo la copa roja rápidamente - Maggió, está zoná tiené de los mejoggés vinós del país, peggó sin dudá, tu tienés los mejoggés! -rió, y "Maggio" con el.

- Si... me han dicho que mis caldos tienen mucha fuerza, mucha "sangre". ¿Que se cuece por la ciudad?

Guilles se acercó a Mario.

- Bien, dans le Elisée, ils sont tout agités, parce qu'il semble que le O'Donnell, hier, il avait Abrassé son premier Gamin, son héritier, mais il á escapé!. Il à méme tué un garçon dans le vol!! Bien, en el Eliseo andan muy agitados, parece que O'Donnell ayer Abrazó a su primer Chiquillo, su heredero, ¡y se le escapó! Incluso mató a un chaval en la huida.

- Quoi? -respondio Mario - Peut pas étre! Qu'un grand coup pour la Camarilla! -Mario parecia alegre por la noticia. Paro durante un momento - Commant s'appellait le Gamin?
¿Qué? No puede ser! Que gran golpe para la Camarilla ... ¿Como se llamaba el Chiquillo?

- Euh, j'sais pas... David, ou Dario, je ne le rappele pas. O'Donnell, il est tout fou, en le cherchant, hahaha. Pour quoi est-ce que tu demandes?
Eh, no sé, David, o Darío, no me acuerdo. O'Donnell anda como loco buscándolo. ¿Porque preguntas?

- Nah, curiosité. - se encogió de hombros. - Il est surement un grand coup for les Ventrues de cette cité. - sirvió otra copa.
Nah, curiosidad. Es un gran golpe para los Ventrue de esta ciudad.

- Bien sur, mon ami - bebió la nueva copa de un trago - Bien, je me vais convenir pur là. Hasta luego.
Por supuesto, amigo... Voy a sentarme por ahí...

- A bientot, Guilles.

Mario se quedó pensando con la información que el rubio y alto Toreador le había traído. Si sus más descabelladas suposiciones eran ciertas, tenía como huésped al mismísimo heredero de uno de los Ventrue más poderosos de la ciudad. Si su sire le estaba buscando, no cabía duda de que el Príncipe, le ayudaría. Entre "hermanos de sangre" hay que ayudarse. Además, para el bien del nombre del Príncipe, del Clan y de la Camarilla, ese asunto tendría máxima prioridad... no deben dejarse ovejas descarriadas... tenía suerte de ser "colega" de un bocazas.

Su buena voluntad al hacer de buen samaritano le acababa de meter en una historia que le venía grande.

Durante el resto de la noche, el rostro de Mario reflejó su preocupación. La mala sensación que tuvo durante la enorme tormenta de hacia un par de noches era un mal augurio...


Estuvieron charlando durante más tiempo del que Diego se dio cuenta, recordando viejas historias, riendo y bailando. Por los movimientos de Nuria y su lenguaje corporal, Diego sabía que iba a por él. Quizás el pedal que llevaba la chica fuera el causante, o solo un aliciente.

El caso es que después de un rato, Diego sintió que sería mejor retirarse a "su nuevo" refugio.

- Oye, Nuria, yo me voy ya. - esperó a la reacción de ella.

- Hmm, si, vale, Mario me dijo que te llevara, cuando quieras. Je. - Diego no pudo evitar sorprenderse, ¿ella le iba a llevar al refugio?

Sin mediar más palabras se fueron. Diego buscó con la mirada a Mario para despedirse, pero no le pudo ver. Nuria tiraba de su mano, así que tampoco pudo pararse.

[...]

Minutos más tarde estaban en un ascensor, subiendo a un 5º piso. Diego apoyado en una de las paredes, de lado, y Nuria, a un par de pasos de él, con la espalda apoyada en la pared. Ambos en silencio. A Diego le pareció que la tensión ambiental podría cortarse con un cuchillo. La miró de reojo, ensimismada como estaba, jugueteando con un llavero. Parecía un poco ida, por el alcohol probablemente. No podía negar las dos cosas que le pedía el cuerpo, pero le daba respeto hacerle eso a Nuria, la primera, porque habia pasado mucho tiempo desde la última vez, y la segunda porque no le parecía bien hacerle esa burrada.

Ella giró levemente la cabeza hacia el...

*CLING*

Las puertas se abrieron. Ella dudó por un instante, pero salió al pasillo. El la siguió, con las manos en los bolsillos, mirándole su precioso culo embutido en polipiel negra, y después mirando al techo.

Ella abrió la puerta marcada con el nueve en números romanos, y se apartó, haciendo un gesto con la mano y sonriéndole para que pasara. Él entró, a oscuras. Se quitó la chaqueta. Ella encendió la luz, que era anaranjada y tenue. Cerró la puerta tras de sí, con cuidado de no dar un portazo a esas horas de la noche. El se dio la vuelta con un grácil movimiento de tobillos y caderas, con la chaqueta en una mano.

- ¿Dónde puedo colgar...?

Los labios de Nuria sobre los suyos, y la presa que hizo sobre su cuello no le dejaron terminar la frase. Diego reculó un par de pasos para no desequilibrarse por su peso. Puso la mano libre en la cadera de Nuria, miró de reojo, vio una percha, y lanzó la chaqueta, aunque erró y cayó al suelo. Su recién liberada mano recorría la espalda de Nuria.

Dentro de la cabeza de Diego, "un amigo", pensó que sería adecuado ayudar al chaval en esos menesteres. Un vampiro novato podía tener problemas para "cumplir", por aquello de estar muerto. Ser un vampiro de pensamientos, sensaciones y sentimientos resultaba divertido aquella noche... de todo y para todos los gustos.

[....]

Diego reposaba, tras el esfuerzo, con la espalda apoyada en el cabecero de la cama del austero aunque acogedor refugio que Mario le habia prestado. Nuria, aun con la respiración acelerada, tenía la cabeza apoyada en el vientre de Diego.

Ella se sentó a horcajadas sobre sus caderas.

- Muérdeme - dijo.

Sin saber muy bien qué clase de extraña perversión pasaba por la cabeza de Nuria, Diego pasó sus manos por la espalda de ella, la acercó hacia sí, hundió la cara en su busto, y mordió juguetonamente.

- ¡Ay! No, así no, me refiero a que bebas mi sangre. Un Beso, como lo llamáis.

Diego se quedó a cuadros.

-¿Cómo sabes...?

- Es evidente... Frio y pálido como un cadáver, bebiendo "vino" en el Aqueronte.... De todas maneras Mario ya me puso sobre aviso, la primera vez que hable con él en el bar, ¿recuerdas? Te caló muy rápido. Tranquilo, no eres el primer vampiro que conozco, ni mucho menos.

- Vale. Pero, tu eres humana, ¿cierto? - Diego estaba sorprendido por la naturalidad y desparpajo de la chica al tratar el tema de los vampiros. Ella sonrió y le besó.

- Si, ahora hazlo.

- No quiero hacerte daño.

- No te preocupes, bien hecho no duele, casi es al contrario - sonrió picara y movió las caderas atrás y adelante. - Tomó suavemente la cabeza de Diego y la acercó a ella, mientras giraba la cabeza, ofreciéndole su cuello.

- Venga, muerde, sin miedo.

El, aún inseguro, obedeció, y al abrir la boca, sobre el caliente cuello de la chica, notó como sus colmillos hacían algo extraño. Pasó la lengua por la punta, y los notó anormalmente largos. Sintió que simplemente debía clavarlos, y así lo hizo.

Ella emitió un pequeño quejido, y se estremeció. Diego cató su sangre, pura ambrosía en comparación con la sangre embotellada. Caliente, recién salida del cuerpo, notando el flujo al ritmo del pulso. Manjar de dioses, aunque sabia ligeramente a algo... ¿vodka? Ella gimió ligeramente, Diego notó que empezaba a lubricar de nuevo. Liberó a Nuria del mordisco, aunque parte de él quería más.

- Aah... ahora, lame la herida...- dijo ella, en éxtasis, empujando con la mano la cabeza de Diego hacia la herida.

Él obedeció, y notó como rápidamente la herida cicatrizaba, para dejar apenas huella.

- ¿Ves, amor? - dijo ella, con la cara un poco mas pálida, llenando su rostro de besos rápidos, con las manos a los lados de su cabeza. - Hazme el amor otra vez, antes respondiste rápido y bien, - dijo cogiendo el miembro de Diego, y frotándolo contra su sexo. Se mordió el labio inferior.

Diego no sabía a qué se refería con lo de "responder rápido y bien", pero se dio cuenta de que su cuerpo reaccionaba de forma extraña a la estimulación. A estas alturas ya debería estar "en perfecto estado de revista", si fuera normal, claro. Pero estaba muerto. Y las cosas parecían ir distinto. Más como si fuera "a su voluntad" en vez de "de forma natural". Lo pensó ligeramente, y ya estaba de nuevo preparado para la acción. Nuria volvió a gemir al tenerle dentro.

Mientras, Vlad disfrutaba como un enano... aquello era muy bonito como para no torcerse.

Tiempo después, estaban tumbados en la cama. Aunque Nuria parecía cansada, Diego seguía dándole vueltas a la cabeza.

- Dime... ¿cuánto sabes de Vampiros?

- ¿Mmmh? No mucho, no te creas, lo poco que Mario me ha explicado. La sangre, el sol, básicamente confirmarme qué cosas de las pelis y los libros es verdad.

- ¿De qué conoces a Mario?

- Fue una noche, a la salida del Aqueronte, un par de kanis empezaron a vacilarme, y la cosa empezó a ponerse fea. Por suerte, el apareció antes de que pasara nada serio. Mejor no preguntes por los kanis...

- Vaya, un caballero de brillante armadura que acude al rescate... - El se sentó en plan indio en la cama, frente a ella, que tenia la espalda apoyada en el cabecero.

- Si, - sonrió - bueno, después tuvimos algo parecido a una relación, pero nada serio... aún así nos llevamos bien, muy bien, y bueno le debo algunos favores, así que aquí estamos. Dijo mientras encendía un cigarrillo.

El sonrió, chulesco. Ella le miró algo extrañada, dejando el cigarrillo en el cenicero.

- ¿Y todo esto, es un favor que le haces a Mario? - preguntó reprochándole en broma

Ella sonrió dulcemente, negó con la cabeza, y se abalanzó sobre él. El rió, y se quedaron así, abrazados, un rato.

-¿Ves? Así mejor, ahora estás calentito...

Segundos después estaba profundamente dormida. El se levantó, dejándola tapada, y se dirigió al otro cuarto que no habia tenido oportunidad de visitar. Abrió la puerta, gruesa y pesada, se trataba de una habitación sin ventanas, con una simple cama en el centro, y un pequeño aseo. Entró, cerró la puerta, puso el pestillo, y se preparó para echar el día durmiendo. Esperaba no tener pesadillas esa noche.

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